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48. La fiesta decisiva

Durante esa semana, Rose estuvo luchando contra el deseo de Chris, que la impulsaba a querer verle y estar con él. Se recordaba a sí misma que estaba enfadada con él y en ninguna parte decía el mínimo de veces que debían verse como novios, por lo que trató de aprovechar esa laguna y resistir. No solo quería demostrarle a Chris lo equivocado que estaba, sino que también quería aclarar sus propios pensamientos y sentimientos sin que la influenciara su atractiva presencia. Sin importar cuántas veces llegara a la misma conclusión, echaba la culpa al efecto del deseo y no de su propia voluntad. Solo cuando fuera libre sabría qué sentía realmente.

Dani le contó que Chris llamó varias veces para preguntar por ella. Aunque no sentía mucha simpatía hacia Chris, también él se daba cuenta de que se preocupaba por ella. Rose lo sabía, pero eso no justificaba que no la dejara libre. También era consciente de que Chris no quería apresurarse, un error en el deseo podría empeorarlo todo. Lo que le preocupaba era que Chris no daba señales de siquiera querer desear su libertad, al menos, no pronto. Si se portaba bien con él, menos querría deshacerse de ese deseo, atribuyéndole su bienestar. Por otra parte, portarse mal con él podría llevarle a no querer liberarla o a odiarla y querer olvidarla. Al final, simplemente dejó que pasaran los días sin atreverse a verle, pues nada parecía funcionar y cualquier decisión que tomara podría alejarla de su objetivo.

Al final, la decisión solo podía tomarla él. Pero antes, le tocaba a ella elegir, en el último baile. Ya tenía planeado lo que haría en ese momento. Lo que no sabía aún era cómo encarar a Chris después de evitarle toda la semana. ¿Qué actitud debía tomar? ¿Despistada? ¿Tímida? ¿Educada? Ensayó algunos saludos y reacciones, pero lo que no sabía era cómo actuaría Chris. Probablemente, al estar en público, sería discreto y la saludaría e invitaría a bailar o charlar de forma educada, como se solía hacer en las fiestas de clase alta. En ese caso, ella fingiría que no ocurrió nada y pondría una máscara de impasividad, a ser posible.

Al fin había llegado el momento. Apenas logró conciliar el sueño y esa mañana estuvo nerviosa preparándose. Los nervios aumentaban según se acercaba la hora. Cuando al fin salió de la habitación, sus padres la abrazaron, aliviados de ver que su hija se encontraba mejor, o eso parecía por la mirada en su rostro. No había mucho que decir, ya que comprendían que no quisiera ver a Chris, lo raro era que le hubiera soportado durante tanto tiempo. Y sin embargo, algo les decía que no acabaría tan rápido. Era una pausa, no un final. Por ello, seguía en pie la charla con Chris. Esperarían a ver cómo se desarrollarían los acontecimientos.

- Estás preciosa- le dijo James.

- Gracias papi.

- Es una pena que otras aves rapaces también tengan buena vista- bromeó.

Rose se rió y James se alegró de haberle sacado una sonrisa. Sofia concordó con él. Esperaban que después de esa noche, Rose no volviera a encerrarse en su habitación. Hellen le había traído la tarea y los apuntes, por lo que no descuidó el estudio, siempre apuntaba a notas altas, sin embargo, no querían que faltara a clase más, sería malo para su historial académico. Les habría gustado hablar un poco más con ella, pero debían ir a la fiesta. Al llegar, Thoma y sus padres les recibieron con alegría. Se saludaron de forma cortés y felicitaron a Thoma. Rose le entregó el regalo de parte de la familia y les invitaron a pasar.

Rose se mantuvo cerca de Dani, hablando con él para no ver a Chris hasta que no le quedó más remedio que responder a las preguntas de otros invitados. Algunas de ellas eran entrometidas, sobre quién era Daniel, qué relación tenía con Thoma y con Chris. Era algo incómodo responder, pero no tenía muchas opciones, siempre la verdad salía a la luz y mentir no servía de nada.

- Dani es el hermano pequeño de mi madre... Chris y Thoma...

- Son sus pretendientes- respondió Dani para ayudarla y se la llevó a otro sitio.

Aquello solo aumentó la expectativa y la curiosidad de los presentes cuando corrió la voz. Sabían que Chris y Rose se conocían desde pequeños y que Thoma estuvo en coma y luego tuvo algunas citas con Rose, aunque luego tuvo otra prometida, por lo que no esperaban que acabaran pretendiéndola a la vez. Tenían curiosidad por el último baile y quién sería el afortunado que heredaría con Rose la compañía multimillonaria de James y el exitoso y renombrado conservatorio de su esposa Sofia. En una semana tendría lugar un gran concierto que llevaba mucho tiempo planeado y se les vería tocando juntos una pieza especial: el secreto de su unión. Además, Sofia cantaría la letra y nadie quería perdérselo. Al parecer, era una melodía capaz de conmover los corazones de una forma misteriosa y cautivadora.

Chris llegó tarde a la fiesta. Rose ya estaba rodeada de gente haciéndole preguntas cuando la vio. Thoma se extrañó por su tardanza, se suponía que Chris quería ganar terreno, pero en vez de eso, parecía guardarse sus ansias. O había empezado a madurar, o estaba reservando energías para luego, quizá tenía un plan o simplemente él y Rose seguían sin hablar. Se decantó por las dos últimas opciones combinadas.

- Ni se te ocurra hacer nada raro como ordenarle que acepte el baile- le advirtió Thoma-. Solo podemos preguntar.

- No te preocupes, esperaré a que te responda a ti primero y luego intervendré.

- Pareces muy seguro de que me rechazará, pero no sabes si te aceptará a ti.

- Es mi novia, no puede no aceptar.

- Claro, tienes de tu parte el deseo maldito- dijo Thoma con un deje de desprecio y burla-. Yo no me confiaría tanto. No se ha despegado de Daniel desde que ha llegado.

Chris empezó a ver a lo que se refería Thoma y temió que sus sospechas fueran acertadas. Quiso acercarse a invitarla a bailar, pero la mirada de Dani le incomodaba. Por alguna razón, sentía una barrera invisible que le impedía acercarse. Entonces se planteó otra jugada. Fue a invitar a una chica cerca de donde estaba Rose, esperando que les viera. Ella aceptó y salieron a bailar. Efectivamente, obtuvo la atención de Rose, que intentaba disimular, pero no podía evitar sentirse molesta. ¿Esperaba que Chris se quedara aburrido el resto de la fiesta solo porque ella le ignoraba? Su plan parecía adecuado al principio, pero no contó con que Chris podía tomar cartas al asunto y devolverle la jugada, haciendo que se arrepintiera de no querer estar con él. Claro que solo bailaban, pero verles incomodaba a Rose. Y sabía que los demás hablarían. Había muchas miradas puestas en ellos y sus reacciones.

Thoma aprovechó su oportunidad e invitó a Rose a bailar. Ella accedió, esperando no cruzarse con Chris y la otra chica. Sin embargo, como iba distraida, pisó la parte trasera de la falda y cayó, chocándose con la espalda de alguien y provocando que también cayera. La gente miraba. Algunos que estaban más lejos de la escena siguieron bailando. Dani se dio una palmada en la frente y James frunció el ceño. Sofia contuvo la risa mirando la escena y la reacción de los hombres de la casa. Thoma tenía una cara de no saber qué era mejor hacer, solo les decía a los demás que no se detuvieran.

- Si te quitas de encima a lo mejor puedo respirar- se oyó la voz de Chris.

Rose se apartó bruscamente hacia un lado del suelo. Chris se incorporó y vio de quién se trataba. Durante unos segundos que parecían eternos, el tiempo se detuvo para ellos y solo pudieron intercambiar miradas confusas y sonrojadas. Chris la ayudó a levantarse y se disculpó por su rudeza. Rose hizo lo mismo con una reverencia cortés y regresó rápidamente con Thoma. Dentro de poco sería el último baile, pero antes era la cena y la tarta. ¿Qué más podía ir mal?

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