47. Más y más hondo
El domingo, Rose se preparó para ir a ver a Chris. Llegó la hora y supo que decidió no ir. James y Sofia le pidieron que trajera a Chris pronto para hablar con él. No le preguntaron nada sobre su relación, parecían darlo por hecho. La última vez que fue como Lily, Chris se dio cuenta de que el pañuelo que cubría los bollitos de crema era de Rose y la interrogó hasta que finalmente dijo que trabajaba para Rose y por eso quizá le sonaba su cara, de haberla visto de casualidad por su casa, pero normalmente no salía mucho de la cocina y no se familiarizó con su cara. Chris no quedó muy convencido, pero lo dejó pasar. La felicitó por los bollos y decidió seguir observándola de cerca. Lily pudo hablar con él un poco sobre Thoma y Rose. Comprendió que se sintiera mal y no le culpó, pero le recomendó que siempre era mejor ser sincero con su amigo, lo comprendería. Chris se lo agradeció e incluso le preguntó si sabía algo de qué pensaba Rose de su relación con él. Lily le respondió que quizá se hubiera llevado una sorpresa si le proponía a Rose que estuvieran juntos en vez de obligarla, pero ya era tarde para averiguarlo.
Cuando Rose se presentó en su casa el domingo, Chris la recibió más serio de lo habitual. Rose le preguntó dónde dejaba la mochila y él respondió que estudiarían. A Rose le extrañó esa actitud, pero lo cierto era que incluso tras su visita como Lily, Chris no parecía haberse recuperado después de lo de Thoma. No tenía muchas ganas de jugar con Rose pensando en que estaba siendo injusto con Thoma.
-No entiendo por qué antes ignorabas lo que sentía Thoma y ahora actúas como si fuera tu prioridad hacer lo correcto- comentó Rose, terminando de resolver un ejercicio.
- Su mirada... no se me va de la cabeza.
Rose no dijo nada. Siguió escribiendo, pero al verle callado, rompió el silencio.
- Sabes que ya está decidido, y no podemos volver atrás. No cambiará nada lo que hagas ahora.
Chris la miró y una media sonrisa sarcástica asomó en la comisura de sus labios.
- ¿Intentas convencerme de que te bese?
- Yo no dije eso...- Rose miró a otro lado-. Pero si quieres estar bien con él, deberíais hablar, serle sincerlo. Si hace falta, algún puñetazo amigable. Eso sí, que no sea antes del cumpleaños, que os tenéis que ver guapos- bromeó ella.
- Oye, los chicos no siempre resolvemos las cosas a golpes... aunque no es mala idea una "conversación", incluso de ese tipo.
Rose se encogió de hombros, insinuando que Chris le estaba dando la razón sobre sus prejuicios.
- Además, no erais pareja ni nada, y tengo derecho a intentarlo contigo igual que él.
- ¿El derecho no debería dártelo la persona por la cual peleas?- protestó Rose.
- No funciona así. ¿Cómo vas a acceder a estar con un chico si este antes no ha gastado recursos para que le conozcas y te llame la atención?
- ¡Uno de esos recursos no debería ser controlar su voluntad!- Rose alzó la voz, levantándose.
- ¡Fue por impulso! Quería una oportunidad y no me la estabas dando- respondió Chris levantándose también.
A Rose le asomaban las lágrimas.
- Nunca intentaste pedirme salir, nunca me has dicho por qué quieres estar conmigo, si sientes algo y qué, nunca me has preguntado qué siento o quiero tampoco...
Rose salió de la habitación llorando. Chris se dejó caer en un sillón, esperando a que Rose regresara, ya que se había dejado sus cosas. Mientras, intentaba calmarse y pensar cómo lidiar con ella. Por muy fuerte que pudiera ser su deseo, la resistencia de Rose parecía aumentar y parecía como si el control del deseo sobre ella se estuviera debilitando. Sin embargo, a pesar de lo que ella quisiera o sintiera, el deseo la obligaba a no rechazarle y tratarle como novio. Eso no significaba que tuviera que ser una buena relación, y Chris estaba empezando a averiguarlo. Al principio, parecía que iba bien, probablemente solo era una discusión entre otras tantas que tuvieron y lo arreglarían, o eso esperaba. Empezó a dudar cuando vio que las horas pasaban y Rose no regresaba. Llamó a su casa para asegurarse de que al menos volvió a salvo y Dani le respondió afirmativamente, pero le hizo saber que Rose no saldría de su habitación para coger el teléfono y le recordó que James y Sofia le esperaban pronto para hablar.
Chris recogió las cosas de Rose y las metió en la mochila. Al día siguiente, no la vio en el instituto. Le pidió a Beth que fuera a llevarle la mochila a Rose esa tarde. Pasaron dos días más y Rose no aparecía. Según Dani, seguía encerrada en su habitación. Chris supuso que para Rose esa debía de ser una forma de evitar el control sobre ella. Estaba seguro de que la vería en el cumpleaños de Thoma, pero no quería dejar las cosas así hasta entonces. Se dio cuenta de que Lily tampoco le visitó. Beth le contó que no podía ir porque estaba ocupada atendiendo a Rose. Ella ya le había contado a Beth la historia que se inventó como tapadera, en un último intento de despistar a Chris.
Esa tarde, decidió ir a hablar con Thoma. Le confesó todo. Lo de la isla, los anillos, los deseos, lo que pasó entre Rose y él desde hacía unos años y cómo se sentía en ese momento. Thoma le respondió con un puñetazo, descargando su rabia tras verse traicionado tanto tiempo por su amigo.
- Se llama deseo posesivo egoísta. Si no eres capaz de dejarla libre, no es amor. Ahora mismo, no la mereces.
Chris sintió dolor al escuchar esas palabras, porque eran ciertas. Él lo sabía mejor que nadie.
- Pero no puedo evitarlo, no puedo rendirme, no puedo dejársela a otro aunque sea mi mejor amigo al que debo tanto...- dijo Chris apretando los puños con rabia.
- Lucha por ella, demuéstrale lo que sientes, pero debes dejar que elija o nunca quedarás satisfecho y siempre te remorderá tu conciencia. La culpa será incluso más grande que tu deseo de tenerla.
- Lo sé, me ha pasado cuando creí que al fin tenía lo que quería, pero mi conciencia no me dejaba disfrutarlo. Sé que intentar silenciarla solo lo empeora, pero temo que si la dejo libre, se irá de mi lado para siempre, después de lo ocurrido. Es demasiado tarde para volver atrás.
- ¿Qué harás con tu último deseo?- preguntó Thoma, impactado por el estado desesperado de Chris.
- No lo sé. No haré nada hasta que sepa lo que quiero.
- ¿Lo que quieres tú? De nuevo, solo piensas en ti.
- Tú harías lo mismo- se enfadó Chris, rehusando aceptar más críticas.
- Yo sabría tratarla...
Thoma recibió un puñetazo. Seguro de que no se lo merecía, se lo devolvió. Entre reproches y golpes, ambos terminaron en el suelo de la habitación de Thoma, tumbados boca arriba mientras recobraban el aliento.
- Eres un completo idiota, Chris. Más te vale cuidarla.
- Lo haré... a mi manera.
- Te espera otra paliza si no la tratas bien.
- Intenta quitármela si tienes agallas.
- Nunca tuve posibilidad, lo sé. Eres un entrometido. Pero no dudaré en actuar si no te portas bien.
- Eso tendré que verlo.
Se rieron. A Chris no le molestaba ver un lado más decidido de Thoma. Antes de irse, se dieron la mano con una mirada desafiante, postergando el duelo para la próxima ocasión. Esa ocasión sería en unos días, en el baile que celebraba el cumpleaños de Thoma. Sabía que no era justo dar a Rose a elegir entre ellos si estaba bajo su deseo, pero no tenía intenciones de dejarla libre todavía. Quería arreglar primero las cosas o si no, en cuanto deseara la anulación de su deseo, no volvería a verla. Necesitaba asegurarse antes de que todo iría bien.
El día anterior al baile, volvió a llamar para asegurarse de que Rose estaba bien e iría al baile. Una sirvienta le dijo que Rose estaba probándose el vestido para la fiesta, por lo que seguramente iría. Chris se quedó un poco más tranquilo. Se le ocurrió colarse por su ventana en más de una ocasión esa semana, pero cada vez que lo pensaba, recordaba su anterior discusión y no se veía capaz de evitar que Rose volviera a reaccionar mal. Eso no quitaba sus fuertes deseos de verla y tenerla de nuevo entre sus brazos. La echaba de menos. No quería imaginarse no volver a verla. Si incluso bajo su relativo control estaban así, debía de ser mucho peor si fuera libre. Ya no sabía qué hacer. Chris había olvidado cómo era todo antes de los deseos, y aunque recordara, sabía que no volverían a estar así. Habían caído demasiado hondo y la superficie dejó de estar a la vista.
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