46. Mal amigo
El jueves, Rose y Chris quedaron para estudiar. Rose se llevó la mochila y dos libros, dudando de que fueran a estudiar mucho. Chris la recibió con una sonrisa que indicaba ganas de todo menos de estudiar. Ella se preocupó un poco, pero lo vio venir y al fin y al cabo eran novios, no era nada inusual que se comportaran como tal. Aunque, por otra parte, le parecía una relación falsa. Y tampoco había hablado con Thoma. No mucho después de cerrar la puerta de la habitación, Chris ya la tenía sentada en su regazo en la alfombra, besándola. La mochila se quedó medio abierta cerca de la mesa y los libros aún dentro.
- Deja que al menos saque los libros, si alguien entra que parezca que estamos estudiando...- le pidió Rose.
- Me gusta cómo piensas, "que parezca" que estamos estudiando... ya eres mi cómplice- le sonrió él, haciendo que ella se sonrojara-. Y veo que te has hecho a la idea de por qué has venido.
- Pero luego estudiamos, que los exámenes no están lejos...
- ¿Cómo quieres que me concentre teniendo algo tan dulce y delicioso para tentarme delante de mis ojos?- insinuó Chris reteniendo su labio inferior entre los de él mientras lo rozaba con la punta de la lengua.
- Mmm...- Rose ahogó un gemido y Chris la estrechó contra sí, para sentirla más cerca.
Puso su mano detrás de la cabeza de Rose para intensificar un repentino beso apasionado que dejó a ambos sin aire y tratando de recuperar el ritmo de la respiración al separarse. Chris sabía que esa era la única manera de tomar una pausa y dejarla un rato tranquila. La tuvo entre sus brazos unos instantes más antes de acceder a colocar las cosas en la mesa.
Una vez abiertos los libros, estaban algo más calmados y decidieron aprovechar para estudiar un rato. Les costaba un poco encontrar la concentración, ya que no dejaban de acordarse del contacto físico experimentado poco antes. Chris no dejaba de molestarla con sus travesuras, por lo que Rose decidió hacer un trato.
- Por cada página estudiada, un beso.
- Entonces estudiemos todo el tema y al final me llevo mi recompensa- sonrió Chris con picardía, ya relamiéndose de solo pensarlo-. Pero tengo una condición para dejarte en paz.
Rose accedió y se sentó entre sus piernas. De vez en cuando, se le ponía la piel de gallina al sentir el aliento de Chris en su cuello o su oído. Al estar tan cerca, le hablaba bajito. Con los brazos rodeando a Rose, Chris sujetaba el libro delante de los dos y ponía su cabeza al lado de la de ella para leer sin que le tapara. Le encantaba poder sentir su fragancia y tenerla tan cerca de él mientras realizaba esa tarea tan desagradable que era la asignatura que menos le gustaba. Poco después, pasaron a la práctica y Rose se sentó al lado para hacer los ejercicios.
- Odio las mates...
- Las necesitas para la economía de la empresa que vas a heredar de tu padre- le recordó Rose.
- ¿Heredarás tú la compañía del tuyo?- preguntó Chris.
- No, Dani se encargará. Yo he decidido dedicarme al teatro.
- Seguramente tendré contratado un gestor o algo...- dijo Chris quitándole importancia-. Así que teatro... no aceptes ningún papel de besar a otro.
- Aunque no me lo ordenaras, no lo hubiera hecho- le hizo notar Rose su tono.
- No era exactamente una orden... además, no tendrá sentido cuando seas libre.
- ¿Pronto?- le preguntó Rose con brillo en los ojos, mirándole fijamente, esperanzada.
- Pronto...- dijo él evitando su mirada mientras le acariciaba la cabeza.
Terminaron el estudio y Chris sonrió, reclamando su recompensa. Rose se ruborizó, deseando no haberle dicho aquello, pero al menos habían estudiado. La tumbó en la alfombra y la besó durante un buen rato sin apenas despegar los labios.
- Eso cuenta como un beso- le dijo él.
- No es justo, eso es trampa- protestó Rose, pero fue interrumpida por más besos.
No le sorprendía que Chris se aprovechara, tampoco esperaba que se conformara con uno por página. Al ver la cara que ponía Rose, una mezcla de mueca de disgusto y mirada de placer, Chris quiso retocar el trato.
- Tendrás que aceptarlo, o si no...- sus dedos se deslizaron por debajo de la camisa de Rose, buscando su ombligo.
- Vale vale acepto- dijo Rose tratando de resistirse a su tacto-. Ahhh... para... ya dije que sí...
Chris sonrió y presionó una vez más, esa vez con la lengua.
- Así me gusta, recordando la letra pequeña de los tratos- dijo regresando a sus labios y entrelazando los dedos con los de ella.
- ¿La letra peque...?
Rose no pudo protestar, Chris la tuvo toda la tarde ocupada con besos y caricias. Sin embargo, en su mente, Rose se daba cuenta de que probablemente habría más "letra pequeña" en otros tratos que tenían, debía dejar las cosas siempre lo más claras posibles para que no pudiera sacar las cosas de contexto. Cuando el reloj dio la hora punta y se dieron cuenta de que era de noche, vieron que fácilmente podrían seguir durante mucho más tiempo sin notar la hora que era. Rose recordó lo que dijo Chris sobre cómo quería pasarse todo el día y toda la noche con ella. Creyó que exageraba, pero cada vez le quedaba más claro de que era más que posible.
- ¿Quieres quedar otro día para estudiar?- le preguntó Chris, dejando que se levantara.
Rose miró a otro lado mientras se metía la camisa en la falda y asintió con la cabeza, ruborizada. Chris la abrazó desde atrás.
- Si fueras libre... ¿estarías conmigo?
- No puedo negarlo mientras esté bajo tu deseo, Chris. Tendrás que preguntarme entonces.
Chris suspiró. Rose sabía que no podía pensar en algo diferente, y se preguntaba cómo sería su relación cuando fuera libre.
- Chris... ¿por qué quieres estar conmigo?
Rose se giró para mirarle y él le devolvió la mirada. Aunque le respondiera en ese momento, no tendría sentido. Quería ver la reacción de la Rose real, con voluntad propia, no la de la Rose cambiada por su deseo.
- Te lo diré cuando seas libre.
Le cogió la barbilla y le dio un beso breve en los labios, tras lo cual la estrechó fuerte contra sí unos instantes.
- Rose...
No dijo nada más. Recogieron las cosas y la acompañó en coche hasta la puerta de su casa. Al día siguiente cuando iban a dividir sus camino después de clases, Chris no disimuló ni la llevó a un lugar más discreto, la abrazó y la besó ahí mismo, en la calle. Rose estaba roja al notar las miradas de los que pasaban. Chris bromeó diciendo que por algo la gente cerraba los ojos al besarse.
- ¿Nos vemos el domingo?- preguntó Chris.
- Sí...
- ¿En tu casa o en la mía?
- Depende de si quieres que te presente ante mis padres como mi novio oficial...- respondió Rose.
- No hace falta decírselo, ¿verdad? Hemos quedado otras veces...
- Chris, hay que decírselo.
- Muy bien, si me decido, iré, y si llega la hora y no estoy, ven tú.
- De acuerdo.
- ¿Qué es oficial?- se oyó una voz familiar que hizo que ambos se giraran, separándose por impulso.
Thoma había presenciado su despedida de principio a fin. Les vio al volver de la universidad y cuando se acercó a saludar, se llevó una repentina sorpresa desagradable: la chica a la que quería pedir que fuera su prometida en su cumpleaños, en tan solo una semana, estaba besándose con su amigo. Y su conversación parecía demostrar que estaban en una relación. Sabía que Chris no se rendiría y por un momento pensó que él la besó sin su consentimiento, pero la conversación le dejó todo claro. Ambos evitaban su mirada, tratando de pensar en una explicación.
- Al menos podríais haberme avisado...- comentó Thoma con tono de decepción.
- No sé si sea algo duradero- dijo Rose, cosa que hirió a Chris como si le clavaran un puñal invisible.
- No entiendo... ¿Chris?- preguntó Thoma-. Dime la verdad, por favor.
Chris no podía responder. Tragó saliva mientras intentaba pensar, pero no podía. ¿Cómo decirle la verdad de que obligó a Rose a estar con él? ¿Qué clase de amigo estaba siendo, quitándole la oportunidad a Thoma sin avisar y ocultándoselo? Rose le miró y vio que estaba pálido. Ella tampoco se sentía bien, pero no creyó que le afectara tanto a Chris. Ciertamente, era culpa de Chris, pero decidió compartirla.
- Lo siento, Thoma, fue una sorpresa para nosotros también y no sabíamos cómo lidiar con ello... menos aún contárselo a alguien. Yo ya tenía una respuesta para ti, que no va a cambiar. ¿Quieres oírla?
- No, respóndeme en el último baile de mi cumpleaños, cuando elijas a uno de nosotros, sabré. Prefiero que sea así.
Thoma se marchó sin mirarles y Chris y Rose también se marcharon sin decirse nada. Esa tarde a Rose le tocaba el papel de Lily. Al principio pensó que no era buena idea, pero luego se dio cuenta de que podía aprovechar para que Chris le contara cómo se sentía con lo de Thoma. Ese día no llevó galletas, pero sí unos bollitos de crema preparados por ella que pensó que podían animarle. Los puso en una cesta y los cubrió con un pañuelo. Mientras salía para dirigrse a casa de Chris, sus padres y Dani miraban desde la ventana del salón. Últimamente iba mucho y tenían fuertes sospechas con poca probabilidad de equivocarse. Debían tener una charla pronto con Chris.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro