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42. Desaparecida

A la mañana siguiente, Rose despertó y no vio a nadie. Fue a vestirse y vio la nota. "Buenos días. Siento dejar que te despiertes sola, la próxima vez no volverá a ocurrir. Tenía algo que hacer. Espero que durmieras bien". Eso que tenía que hacer Chris era vagabundear por las calles sin rumbo toda la noche, ya que el sueño le había abandonado y había algo en su conciencia que le molestaba y no le dejaba en paz.

Rose sintió ganas de llorar. Ya nada volvería a ser como antes, su amistad se había roto. Hacía tiempo que ya no se veían exactamente como amigos, pero seguía habiendo un buen ambiente que aún guardaba características de amistad aunque estuvieran entremezcladas con las de otro tipo de relación. Pero ya no quedaba nada de eso. Pudo averiguarlo cuando le vio en el instituto. La saludó de lejos pero siguió a lo suyo. ¿No era eso lo que quería, que la dejara en paz? Por su parte, Chris no entendía por qué no quería acercarse a Rose si su objetivo era tenerla solo para él. Todo estaba saliendo al revés. Seguramente era porque en vez de tenerla cerca físicamente, debió de pensar primero en atraer su corazón, pero ya parecía tarde para eso. Ni él mismo se entendía.

No entendía sus sentimientos ni lo que quería. ¿Por qué no estaba satisfecho? ¿Se sentiría mejor volviendo a la normalidad? Pero tampoco quería ver a Rose con Thoma. Y tampoco quería ir con ella. ¿Qué quería? Le daba mucha rabia esa sensación. Sentía que se volvería loco o que perdería el sentido de todo y ya nada le importara. Era una sensación parecida a cuando Rose se marchó a otra ciudad y él empezó una vida de conflictos y lujuria. En esa ocasión, nada de eso le importaba. Cuando se le acercó una banda la noche anterior, al verle se detuvieron. Él pegó un par de puñetazos para desahogarse, pero vio que su deseo se había cumplido y nadie podía ir en su contra. No reaccionaban. Aquello le produjo una sensación de disgusto y se le quitaron las ganas de pelear. Vio unas prostitutas apenas vestidas en el lado del camino, muy atractivas, pero sintió repulsión. No, no volvería nunca a esa vida que tuvo antes.

En clase no se enteró de nada y tampoco se dio cuenta de cuándo llegó a casa y comió. De repente estaba de nuevo delante del escritorio para estudiar, pero no tenía ganas. Pasó otra noche sin dormir. Y otra. Perdió la noción del tiempo. Un día, Lily vino a servirle de nuevo. Chris agradeció un pequeño cambio en su rutina. Aunque fuera muy débil, un pequeño rayo asomó en su vida gris.

- Buenas tardes, mi señor. Le traigo galletas, tal y como le prometí.

- Llegan justo a tiempo, Lily- sonrió Chris, sentándose a la mesa-. Trae el té y acompáñame un rato.

- Como desee.

Rose regresó con el té y se sentó con Chris. Esperaba poder ver cómo estaba Chris y qué hacía, ya que a ella ya no se le acercaba. Al final, estaba agradecida por su tapadera. Chris comió una galleta y sintió de nuevo como si se teletransportara al pasado, esta vez con más claridad. La sensación era cada vez más familiar, pero aún no lograba identificarla. Tomó un sorbo de té e invitó a Lily a que se sirviera ella también del té y las galletas.

- Aceptaré el té, pero no puedo aceptar las galletas, están hechas solo para mi señor.

- Dices cosas extrañas, pero está bien, no te obligaré- bromeó Chris, dándose cuenta de que había algo extraño. Lily acababa de rechazar la mitad de su oferta, pero se suponía que nadie podía ir en su contra. Quizá no servía para invitaciones.

- Lily, ¿me servirás sin falta en todo lo que necesite?

- Por supuesto, mi señor.

- ¿Aunque te pida algo no profesional?

- Me temo que no le comprendo- su voz empezaba a ser inestable.

- Por ejemplo, un beso, aquí- dijo Chris señalándose los labios.

Rose sabía que la estaba poniendo a prueba, y si le besaba estaba segura de que la descubriría, pero si no lo hacía se daría cuenta de que había algo raro. De todas formas, una sirvienta no estaba para eso y tampoco le hacía gracia que Chris quisiera besar a otra que no fuera ella. Se sorprendió a sí misma con ese pensamiento.

- Mi señor, si realmente eso es lo que desea, si lo necesita desesperadamente, si no puede seguir viviendo sin un beso, mi deber está en servirle. Pero si es un capricho, le ruego que lo reconsidere. ¿No prefiere darle ese beso a otra persona más cercana?

Chris hizo una mueca ante su respuesta. Claramente, era un rechazo, pero puesto de forma que fuera él quien no tuviera ganas después de escucharla decir que era por desesperación. Una jugada interesante, pero le hizo ver que realmente había algo diferente en ella. Decidió observarla más de cerca.

- Últimamente no te he visto por aquí, ¿ocurrió algo?- le preguntó.

- ¿Desea que venga a servirle más a menudo? No pensé que se me necesitara, pero si es el caso, trataré de venir más.

- ¿Puedes venir cada día?

- Si es lo que desea mi señor, haré el esfuerzo, pero me sería difícil estar al día con mis asuntos personales.

- Entiendo. Entonces tres veces por semana.

- Haré lo posible por venir mínimo cada semana y preferiblemente tres veces, como mi señor desea.

Chris la miraba de reojo mientras tomaba el té. Se dio cuenta de que realmente era más interesante que las personas tuvieran libertad de decidir si ir en su contra o no. Pero para formar su imperio necesitaba de ese deseo, y para que los padres de Rose no le rechazaran a su hija también. El problema era que no podría cumplir su deseo si ya no sentía las ganas de tenerlo. Necesitaba encontrar una nueva motivación. Quizá debería hacer las cosas de todas formas aunque ya no les viera sentido y luego retirar el deseo. De esa forma podría empezar a disfrutar de lo que tenía una vez quitadas las barreras.

- Le veo cansado, ¿puedo ofrecerle mi regazo para que descanse?

Chris se sorprendió ante la oferta. Vio a Lily sentarse en un extremo del sofá y le invitó a tumbarse. Él sintió una especie de nostalgia y fue a echarse en el sofá, apoyando su cabeza en el regazo de Lily, que empezó a acariciarle. Aquella sensación le resultaba familiar, pero no pudo pensar mucho en ello porque de pronto se vio envuelto en un repentino cansancio que su cuerpo esperaba desde hacía varios días. Por primera vez en mucho tiempo, pudo dormir.

Soñó que estaba a punto de caer por un precipicio y alguien que ocultaba su rostro le ayudaba a subir. Una vez estuvo a salvo, la tierra cedió bajo los pies de quien le salvó y la máscara desapareció, revelando que era Rose. Chris trató de cogerle la mano, pero no llegó a tiempo y ella cayó al vacío. Chris despertó llorando. Le había parecido todo tan real... había dejado de lado a Rose por completo y ni siquiera sabía cómo se encontraba. Él se había preocupado cuando ella no dio señales de vida durante una semana y entonces era él quien había dejado de dar señales. ¿Y si le había ocurrido algo? El sueño le había dado un mal presentimiento, aunque no sabía si sobre el pasado, el presente o el futuro. Observó que Lily le miraba extrañada al verle confuso y con lágrimas en los ojos. Fue rápidamente a coger el teléfono sin dar explicaciones y llamó a casa de Rose. Nadie cogía el teléfono.

- Espérame aquí y avísame si llaman- le dijo a Lily.

Acto seguido se abrigó y salió. Rose suspiró. Era una orden y no tenía más remedio que quedarse ahí. Se preguntaba qué le habría ocurrido a Chris, pero se alegraba un poco de que hubiera recuperado la capacidad de sentir. Chris fue a casa de Rose, pero no la encontró. Se pasó la noche buscando por toda la ciudad y preguntando a quienes la conocían. Nadie sabía nada. Tenía energías después de pasarse la tarde durmiendo, por lo que no paró hasta que se hizo de madrugada y se dio cuenta de que debía ir a clases. No le daba tiempo a ir a casa, por lo que se marchó directamente al instituto. Ese día no vio a Rose y los profesores le preguntaron si conocía la causa de su ausencia. Sin embargo, era él quien quería preguntarles a ellos. Incluso preguntó a Hellen.

Ese día no regresó a casa hasta tarde. No podía creer que Rose hubiera desaparecido sin dejar ni rastro. Se culpó a sí mismo por abandonarla y sintió cómo empezaba a desesperarse. Fue haciéndose de noche y no le quedó más remedio que regresar a casa. Al entrar a su habitación, vio a Lily en el suelo, junto al sofá. No se movía. Se asustó y fue a ver qué le ocurría. La sentó en el sofá, preguntándose por qué estaba ahí todavía. Le dijo que le esperara, pero no creyó que realmente fuera a quedarse ahí hasta que regresara. Llamó a Beth y le pidió ayuda. Ella también se asustó.

- Ayer le dije que me esperara, pero me entretuve tanto buscando a Rose porque ha desaparecido que olvidé que Lily podría seguir aquí. ¿Qué le pasa, Beth? Ayúdame.

A Beth le salieron las lágrimas al darse cuenta de la situación. Nunca se imaginó que Chris pudiera ir a buscar a Rose cuando ella había estado todo ese tiempo ahí con él. Le vio pasar noches sin dormir y entrar y salir de casa sin saludar ni despedirse, como si hubiera perdido su alma. Al fin volvía a ver a Chris siendo él mismo, pero eso le costó un sacrificio a Rose.

- Creo que está deshidratada. Lleva dos días sin comer ni beber agua ni y si ha estado todo este tiempo aquí esperando, probablemente ni ha dormido y finalmente ha colapsado.

- ¿Pero alguien puede colpasar solo por dos días?- preguntó Chris, incrédulo, ya que él mismo pasó varios días sin tener en cuenta su salud.

- Si gasta muchas energías interiormente sí, y no sabemos cómo se encontraba antes de venir, se le habrá acumulado todo. Voy a traerle agua.

- Sí, por favor, Beth.

Esta regresó con agua y frotó la piel de Rose y su rostro. Luego le dio a beber  aunque apenas se movía. En unos segundos empezó a toser y a recobrar consciencia poco a poco. Pudo tomar el agua que le daban, aunque no abrió los ojos. Chris ahora tenía dos problemas, Lily y Rose. No imaginaba que podría ser la misma. No sabía ya por cuál preocuparse más. Se enfadó consigo mismo por dejarse caer hasta esa situación en la que descuidó todo a su alrededor y ya no se dio cuenta de lo que ocurría y lo que le importaba.

- Rose... ¿dónde estás?- se lamentó Chris con la cara enterrada en las manos.

Beth le miró con tristeza. Quería decirle la verdad, pero no podía sin el consentimiento de Rose. La dejó tumbada en el sofá para que descansara y fue a consolar a Chris.

- Seguro que todo se resuelve, mañana será otro día. Llevaré a Lily a su casa.

- No, no puedo dejar que regrese en este estado. Al menos dejemos que se recupere un poco.

- Como desee, señor, pero considere enviarla a su casa lo antes posible.

Dejó la jarra de agua sobre la mesa y el vaso y se marchó. De vez en cuando, Chris cogía el paño mojado y se lo pasaba por la cara y los brazos. Verla le producía una sensación incómoda, extraña. Creyó que no dormiría, pero estaba agotado y se durmió en el sofá junto a ella. Al día siguiente, al abrir los ojos miró cómo estaba. Parecía estar dormida. Tenía mejor pinta, por lo que decidió ir a clases y al regresar tomaría una decisión con respecto a ella. Ese día tampoco nadie supo nada de Rose. A la salida de clases, James y Sofia habían venido para recogerla, querían ver a su hija después de toda la semana lejos. Al ver que Chris era el último en salir, le preguntaron por ella. Chris trató de reprimir las lágrimas mientras les daba la mala noticia. Sofia por poco se desmayó y James la tuvo que llevar en brazos al coche, aunque él mismo tenía dificultad para reaccionar.

- ¿Cómo ha podido pasar esto?- preguntó James.

- No lo sé, al principio de la semana la vi ir a clases pero no estuve de humor esta semana y dejé de prestar atención a mi alrededor. Cuando me di cuenta, nadie sabía nada de ella. Lo siento, yo no...- trató de disculparse Chris.

- No es culpa tuya, haremos algo al respecto.

Chris recordó que nadie iría en su contra y empezó a despreciar ese deseo. Hubiera preferido que se enfadaran con él, pero de esa forma solo se sentía más culpable porque era el único que se echaba la culpa. Estaba nublado y debía ir a casa cuanto antes, pero no le importaba ya nada. Fue al parque donde a veces quedaba con Rose y gritó, no pudiendo contenerse más.

- ¿¡Dónde estás!? ¡Es todo culpa mía! ¡Perdóname! Me da igual lo que me pase, pero vuelve...- acabó de rodillas llorando mientras comenzaba a llover.

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