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39. Una trampa traviesa

Esa semana, Rose solo fue una vez como Lily, ya que dos veces quedó con Chris para estudiar y una vez tuvo una cita con Thoma. El último día de esa semana que habían quedado para estudiar en casa de Rose, salió el tema de los anillos y los deseos.

- He intentado hacer que funcionen, pero nada. ¿Habrán perdido su fuerza?- se preguntó Chris.

- En ese caso yo ya no estaría sujeta a tus órdenes.

- Cierto, debería hacer una prueba para verificar que siguen funcionando. Veamos... imita a un gato encariñado conmigo- dijo Chris riendo.

- No me hagas hacer estas tonterías- protestó Rose, poniéndose a cuatro patas en la alfombra y acercándose a él-. Miau- se sonrojó, avergonzada, mientras restregaba su cabeza contra el pecho de Chris-. Déjame ya, por favor.

- Aún no, ¿por qué no te acomodas en mi regazo, gatita?

Rose tuvo que hacerlo. Estaban ambos sentados en la alfombra ante la chimenea, Rose estaba acurrucada en el regazo de Chris mientras este le acariciaba la cabeza.

- Creo que me gustas más como gato- bromeó Chris-. Eso sí, no se te ocurra arañarme.

- Pero puedo morderte- dijo ella mordiéndole la mano que la acariciaba sin apretar mucho.

- ¿Cómo te atreves?- dijo Chris con un tono travieso.

- No soy yo, es el gato en mí- se justificó Rose con el mismo tono.

Chris la hizo quedar tumbada boca arriba entre sus piernas y le hizo cosquillas en la tripa. Rose le daba como si sus manos fueran patas, tratando de evitar las cosquillas.

- ¿Por qué tuviste que añadir la parte de que el gato que imite está encariñado contigo?- protestó ella, sentándose de nuevo y lamiéndole la mejilla-. Haz que pare.

- Un poco más...

Rose le lamió el cuello y le mordió la oreja, haciendo que Chris sintiera un escalofrío placentero.

- Oye, eres una gatita muy juguetona, ¿no?

- Por culpa de tu deseo- se quejó ella sonrojada al ver que Chris tenía las mejillas del mismo color.

Él la tumbó en la alfombra y se puso encima, no pudiendo reprimirse, le devolvió las acciones recibidas. Rose sintió un escalofrío.

- Vas a ver cómo se siente lo que me has hecho.

Repitió las acciones hasta que Rose le lamió los labios en un impulso. No se creía capaz de hacer esas cosas si no fuera por la orden. Pero tras haberlas hecho, no le pareció que fuera nada difícil.

- No me lo devuelvas...- le pidió Rose.- Fue un impulso.

- Vas a seguir siendo mi gatita hasta que acabe lo que tengo pendiente contigo. Quietecita.

Rose tragó saliva y sintió mariposas en el estómago. Chris le cogió las manos y entrelazaron los dedos, apartándolas de su cuerpo. Le sonrió y Rose no pudo evitar sonreir también con una mirada felina. Chris le lamió los labios lentamente, el labio superior primero y el inferior después, repitiéndolo varias veces hasta que introdujo su lengua entremedias y los labios se rozaron. Ambos notaron un cosquilleo. Era tarde para volver atrás.

- Aún no estoy saliendo con Thoma... no es oficial... cuando lo sea esto se tiene que acabar- le recordó Rose.

- Entonces eso quiere decir que puede seguir hasta entonces- dijo Chris descubriendo las intenciones de Rose detrás de sus palabras.

- Se te da muy bien retorcer las palabras para salirte con la tuya- dijo Rose.

- Shh... a partir de ahora hasta que yo lo diga, solo puedes decir miau- le susurró Chris en los labios.

- Miau- probó Rose a decir algo, pero vio que realmente solo podía decir eso.

No se podía decir que no había intentado detenerle, y al no tener más recursos, podía dejarse llevar por el deseo que yacía oculto en su interior pero que no admitiría nunca y contra el que no dejaba de luchar en vano. Cuando sintió la lengua de Chris, supo que ya no podía resistirse y que era demasiado tarde para intentarlo. Por eso le hizo saber con otras palabras que por esa vez lo dejaba pasar. Chris captó la indirecta, ya que llevaba mucho tiempo deseando esa oportunidad y no la dejaría escapar. Haría que Rose se acordara bien de él y a ser posible, que eso le impidiera poder estar con otros. La quería solo para él. La deseaba más que a nada. Era egoísta, pero no podía evitarlo, y el hecho de que Rose se lo permitiera no ayudaba en reprimirse. Conocía sus límites, pero aprovecharía bien en el camino hasta ellos.

El juego comenzó con su lengua en los labios de Rose, seguido de besos interminables correspondidos, bajando por el cuello y con gemidos ahogados. La respiración de ambos se hacía más frecuente e intensa, lo que aumentaba el ritmo cardíaco y la temperatura corporal. Chris empezaba a notar tanto el calor que se quitó el jersey y miró a Rose con las manos sobre los botones como esperando que le pareciera bien si se los desabrochaba. Como respuesta, ella misma le desabrochó un par desde el cuello. Chris lo consideró como una invitación y se desabrochó el resto, dejando a Rose bastante roja mientras él la ayudaba a quitarse su jersey del uniforme y le desabrochaba un par de botones de arriba y le quitaba el lazo del cuello, dejando mas espacio que ocupó con sus labios. Chris metió las manos por debajo de la camisa de Rose, sacándola de la falda y la sentó sobre una de sus piernas, de cara a él. Se apartaron un poco más del fuego y continuaron los besos mientras Rose sentía los dedos de Chris acariciando su espalda.

- Hace calor, ¿verdad?- le preguntó Chris y vio que ella asentía-. Vamos a la cama, que está más lejos de la chimenea y será más cómodo.

La cogió en brazos y la tumbó en la cama boca abajo, para acariciarle la espalda y rozarle la columna con sus labios y su lengua. Rose no pudo evitar gemir, pero esa vez Chris no hizo nada al respecto, solo siguió a lo suyo. Se tumbó sobre ella con cuidado de apoyarse en la cama y no en ella y le besó el cuello desde atrás. Cada vez estaba más excitado con los sonidos que producía Rose y se dio cuenta de que podía perder el control. Se levantó y la dejó darse la vuelta. Aclaró un poco su mente y se preguntó a sí mismo si era capaz de continuar sin pasarse. Rose le miraba tumbada, como esperando a que regresara. La naturaleza felina que le proporcionó el deseo le aumentaba las ganas y disminuía la resistencia. Chris respiró profundamente para calmarse y volvió con ella. Se sentó a su lado y le acarició el rostro. Le hubiera gustado que fuera así todos los días. Rose disfrutaba de las caricias como un gato mimoso. Volvió a besarla y le dijo que ya podía hablar y dejar de actuar como un gato.

- ¿Por qué paras? ¿Ocurre algo?- preguntó Rose aún medio embobada por la excitación.

- ¿Quieres que siga?- preguntó Chris, volviendo a posicionarse encima de ella.

Rose miró a otro lado, le daba vergüenza contestar.

- Muy bien, pero deténme cuando quieras parar.

Ella cerró los ojos y entreabrió los labios mientras le rodeaba el cuello con los brazos, atrayéndole hacia ella. Chris no podía creer que Rose lo hiciera por propia voluntad. Estaba encantado y no se hizo más preguntas en su cabeza, solo se dejó llevar. Con una rodilla apoyada entre las piernas de Rose y ella con las suyas flexionadas cruzándose detrás de la rodilla de Chris, atraído por los brazos de Rose, este se sentía en la luna, dejó su cuerpo yacer sobre el de Rose, sintiendo su pecho en el suyo. Aquello lo excitaba y no pudo evitar que Rose lo notara. Ella, sin embargo, aunque se sonrojó, siguió besándole. Chris se apartó un poco de ella y se dieron unos segundos para respirar y mirarse. Eran miradas de deseo y pasión, algo peligroso si no lo manejaban adecuadamente. Chris vio que la camisa de Rose estaba subida por encima del ombligo y se fijó en él.

- No... eso no...- dijo Rose con vergüenza, sabiendo lo que ocurriría.

Chris acercó sus labios a la tripa y empezó a darle besos, y al llegar al ombligo, introdujo su lengua. Rose se tapó la boca, gimiendo cada vez que Chris lo repetía. Sus sentimientos se desbordaban cada vez que Chris le hacía o decía algo, en ocasiones sentía que no aguantaría más y explotaría o algo. Chris la vio taparse la boca y la hizo sentarse en la cama de espaldas a él. Con una mano le sujetó las muñecas arriba y con la otra iba deslizando un dedo por la tripa de Rose en espiral hasta llegar al ombligo e introducía el dedo. Rose gimió y trató de zafarse de su agarre para taparse la boca, avergonzada, pero Chris no la dejó.

- Déjame oírte- le susurró al oído mientras seguía una y otra vez y le mordía el cuello con los labios.

Le desabrochó la camisa hasta el pecho para ver dónde tocaba, ante las protestas ahogadas de Rose. Entonces Chris le cubrió la boca.

- Shh... tranquila... no te haré nada... donde sé que no quieres. Calla, hay alguien en el pasillo.

Sin embargo, no se detuvo, torturando a Rose para que se reprimiera de sacar sonidos mientras sentía sus dedos en la tripa y sus labios en el cuello. Sentada entre sus rodillas flexionadas, se movía tratando de liberarse sin mucho esfuerzo.

- Creo que ya se han ido. Puedes seguir gimiéndome si quieres- le dijo Chris al oído, dejándola roja con una última presión en el ombligo, tras lo cual ella se giró para mirarle.

- Eres malo- le dijo con la respiración entrecortada.

- Ya esta, ya te dejo en paz- dijo Chris acariciándole la pierna, la tripa, el brazo y la cara, haciendo que Rose sintiera un escalofrío y se le pusiera la piel de gallina.

Chris se quedó medio tumbado respaldado en las grades almohadas de la cabecera de la cama y Rose descansó medio tumbada entre las piernas de Chris y con la cabeza apoyada en su pecho desnudo, entre los bordes desabrochados de la camisa. Ambos habían pasado mucho calor, agotaron energías internas y habían sudado. Se quedaron un rato descansando para enfriarse. Chris la rodeaba con sus brazos y de vez en cuando volvía a robarle algún beso, como si fuera la última vez que podría. No se cansaba de sus dulces labios, el sabor de su piel y su delicioso olor. No quería imaginar que otro pudiera hacer esas cosas con ella. Y sin embargo, fue él quien decidió dejarla en manos de otro. Le acarició la cabeza y dejó que pensamientos que revoloteaban por su cabeza salieran por su boca para alcanzar a Rose.

- Rose...

- ¿Hmm?

- ¿Alguna vez te has imaginado cómo sería si tú y yo estuviéramos juntos?

- Alguna vez, pero no se me da muy bien.

- ¿Crees que funcionaría?

- Mi razón lógica me dice que no, pero mi corazón siempre me dice que todo es posible.

- Me pasa lo mismo. Supongo que para que una relación funcione es mejor que razón y corazón se pongan de acuerdo, ¿verdad?- suspiró Chris.

- Eso pienso yo también- dijo Rose pensando que ninguno de esos factores eran al 100% con Thoma.

- El futuro aguarda muchas sorpresas, quién sabe dónde estaremos en cinco años.

- No me imagino perder el contacto contigo- confesó Rose-. Siempre has estado ahí, no quiero perderte.

- Yo tampoco.

Hubo un silencio en el que ambos empezaban a asimilar lo que decían y se sonrojaron. No creyeron que ambos pensarían las mismas cosas y tuvieran las mismas dudas.

- Oye, Rose, ¿quieres ponerle fin a esto bien antes de que todo cambie?

- ¿A qué te refieres?

- Déjame dormir contigo.

- ¿Cómo?

- Haré como que me voy y me colaré por tu ventana.

- ¿No es peligroso?

- Déjamelo a mí. Solo necesito oír de tu boquita una palabra- le dijo apretando un poco los labios de Rose entre sus dedos.

Ella movió un poco la cabeza para mirarle y él le besó los labios mientras Rose cerraba los ojos.

- Inténtalo.

- Esperaba otra palabra, pero esa también me vale.

Rose se sentó de frente encima de él y acercó sus labios a los de Chris.

- ¿Y esto?- preguntó él.

- Es por si no lo logras con vida.

Chris no la dejó besarle y le sujetó la cara.

- Lo conseguiré y vendré a que me des ese beso con un poco más de sangre fría y mente clara, a ver si eres tan atrevida.

Rose se sonrojó. Chris se abrochó los botones y luego se puso el jersey de nuevo. Rose también terminó de vestirse y arreglarse la ropa para acompañarle fuera.

- Mejor... vuelve después de bañarte, yo también lo necesito, hemos transpirado mucho y...- dijo Rose.

- Vaya, me lo pones más difícil, ¿eh? Entonces que sea otra noche, vendré por sorpresa, así que estate preparada.

- Pero...

- Será antes de que tu relación se haga oficial. Luego ya no te molestaré más.

Rose asintió, aunque la ponía un poco triste no volver a estar así con Chris. Le ayudó a recoger los libros y sus manos se iban rozando en el proceso hasta que Chris le cogió la mano y la besó. Luego la puso en su mejilla, para sentir su tacto y cerró los ojos un momento. La miró con una sonrisa amarga y recibió la misma respuesta de parte de Rose. Le acompañó a la salida y sus padres vieron por la ventana cómo Chris se marchaba. Vieron sus miradas al despedirse y comprendieron muchas cosas. Su hija estaba madurando de forma dolorosa, sin comprender sus propios sentimientos y sin saber qué hacer al respecto. Sin embargo, era necesario que pasara por esa fase para tomar mejores decisiones en el futuro. Solo esperaban que no sucediera algo que la condujera a tomar una decisión equivocada solo para evitar enfrentarse a la verdad. Mientras, Chris volvía a su casa pensando en la conversación que tuvieron. Cada vez tenía sentimientos más fuertes por Rose, pero ¿de qué tipo? ¿Podría él hacer algo para estar con Rose o debía dejar que el tiempo lo decidiera ya que aún eran jóvenes y necesitaban madurar? Solo esperaba que no fuera demasiado tarde para cuando se le presentara la oportunidad.

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