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38. Pensamientos ocultos

El domingo por la tarde, por fin se decidió a visitarle como Rose. Llamó a la puerta de su habitación y escuchó la respuesta afirmativa. Pasó y saludó, quedándose de pie cerca de la puerta tras cerrarla. Estaba nerviosa.

- No pensé que trabajarías los domingos- dijo Chris levantando su mirada del papel.

Rose se quedó helada. ¿La había descubierto? Chris se dio cuenta de su error y no estaba muy seguro de cómo reaccionar.

- Creí que eras una sirvienta... perdona. No esperaba que vinieras... hoy.

Se levantó y fue a acompañarla a los sillones. Rose se sentía diferente como Lily, y Chris también se portaba diferente, por lo que la cosa cambiaba cuando era ella misma y sentía como si realmente no había pasado tiempo con él desde el lunes.

- Hablé con Thoma y dice que no ha sabido de ti toda la semana. ¿Dónde has estado? Parecías desaparecida.

"A tu lado", tuvo ganas de decir Rose, pero no podía. En vez de eso, recordó lo solo que se había sentido Chris esa semana y empezaron a salirle las lágrimas.

- Lo siento, pasaron tantas cosas que necesitaba un tiempo sola para pensar, no creas que me despreocupé de ti... yo preguntaba a gente cercana a ti para saber si estabas bien, pero aún no podía ir a verte...

Rose se sentía mal por sus mentiras, pero no podía revelar su tapadera. No se atrevía a mirarle, ya que sabía que eran malas excusas, pero esperaba que él lo comprendiera. Chris le limpió las lágrimas y le alzó el rostro para mirarla a los ojos.

- Me tenías preocupado. Creí que ya no te importaba porque ibas a estar con Thoma...

- Eso no quita que nos conozcamos desde siempre, no vamos a dejar de vernos y hablar por eso- le aseguró Rose.

- Pero nada será igual. Yo no puedo estar apoyándote como amigo mientras estás con Thoma. No quiero hacerte nada indebido...

- ¿Entonces sugieres que no nos veamos más?- preguntó Rose.

- No exactamente, pero ya no será lo mismo.

- Chris, sabes que nunca dejarás de importarme, ¿no?

Chris sintió unas ganas inexplicables de llorar, por lo que abrazó la cabeza de Rose para que no viera su rostro.

- Necesito que me lo recuerdes...

Su voz se quebró. Rose le devolvió el abrazo. Realmente se había sentido solo. Se preguntó si hizo bien en hacerle caso a su tío de mantener el anonimato, aunque fue culpa suya no darse cuenta de que no debía olvidarse de ser ella misma también. Le acarició la espalda mientras le abrazaba y le dijo que no le juzgaría si se desahogaba, pues tenía todo el derecho. Notó que Chris temblaba y supuso que estaba llorando en silencio.

- Perdóname, Chris, no quise preocuparte o que pensaras que no me importaba cómo estabas...

Rose lloraba también, por lo que Chris dejó de hacerlo porque quería consolarla.

- Estoy aliviado de que me digas que te importo, no triste- trató de animarla cogiendo su rostro entre las manos. Quiso besarla, pero en vez de eso, le dio un beso en la frente-. Mi Rose...

"Te quiero", quiso decirle, sorprendiéndose a sí mismo, por lo que se reprimió.

- ¿Tuya?- insinuó ella.

- Me refiero en forma cariñosa, no posesiva. No eres otra Rose, sino la que yo conozco y aprecio, mi Rose.

- Ya lo sabía, pero me hace gracia escucharte explicarlo- dijo ella sacando la lengua.

- ¿Conque estás de humor para juegos, eh?- Chris la miró con picardía y Rose supo que era hora de huir.

Ambos estaban de mejor humor tras desahogarse y tenían ganas de jugar. Chris persiguió a Rose por la habitación y cuando la cogió, la rodeó por la cintura.

- ¿Creíste que escaparías acaso?

- Un poco- se rió Rose tratando de soltarse y le hizo cosquillas para que la soltara.

- Ahora sí no te libras de mí.

Volvió a correr tras ella, sorteando sillones, sillas, mesas y otros muebles hasta que quedaron frente a frente con la cama de por medio. Chris hizo como que iba a rodear la cama para ir a por ella, por lo que Rose cruzó por encima de la cama y él volvió a tiempo para pillarla justo en medio y cayeron en el colchón. Se puso encima de ella y le lanzó una mirada peligrosa. Rose se asustó de broma, aunque no sabía cuánto tiempo resistiría a la tortura. Chris no tardó en empezar y Rose se defendía como podía, hasta que Chris le sujetó las manos con una mano y con la otra le hacía cosquillas. Con dos dedos se paseaba por su abdomen hasta que decidía el lugar y atacaba.

- Para, para, por favor, ya no puedo más- se reía ella entre lágrimas.

- Te va a costar algo.

- Lo que sea pero déjame ya...

Rose empezaba a reírse menos al darse cuenta de lo que dijo.

- No me pidas un beso, dijimos que ya no...

- Ah, pero hay muchas cosas...

- ¿Qué quieres?

- Se acerca el cumpleaños de Thoma...

Dejó que se incorporara y bajaron de la cama. Quería hacerlo bien. Rose se arregló un poco el pelo alborotado y Chris se abrochó un botón suelto.

- Hará una fiesta y habrá un baile. Solo deseo que me guardes uno- se inclinó un poco y alargó la mano hacia ella.

- Concedido- respondió Rose dejando su mano en la de Chris, tras lo cual la besó cortés y Rose la quiso retirar, pero él la atrajo hacia sí.

- Visítame de vez en cuando y déjame ir a verte también, aunque ya no sea lo mismo- le pidió.

- Sí- dijo Rose, apoyando la cabeza en el pecho de Chris. Se sentía bien entre sus brazos, sobre todo después de arreglar las cosas.

- No es una orden... no pretendía...

- Lo sé.

La estrechó contra sí y se unieron en un abrazo atemporal. No les importó su duración, solo pensaban que no tenía nada de malo y que se sentían bien así, por lo que dejaron que continuara hasta que el reloj dio la hora punta.

- Quédate a dormir...- bromeó Chris.

- Otro día- bromeó Rose.

- ¿En serio?

Ella le miró y Chris entendió. No había forma de que sucediera mientras la esperaran en casa, y no era justo para Thoma. Él lo dijo de broma, pero no porque no le gustara que sucediera.

- Bueno, una vez dormimos juntos en mi cama, ¿recuerdas?

- Me quedé dormida y era de día... y tenía que reponer energías...

- Si quieres puedo volver a agotarlas para que te vuelvas a dormir en mis brazos- insinuó Chris, viendo cómo Rose enrojecía.

- Ya... va siendo hora de irme... ya veo que estás bien- tartamudeó nerviosa, apartándose de él. 

- Porque has venido a verme- le dijo Chris en el oído rodeándola con los brazos desde atrás-. Gracias.

Le dio un beso en la mejilla y la dejó ir. Rose recogió sus cosas y se despidió, más roja que un tomate. Así eran las cosas con Chris, besos en los labios o sin ellos, no podía dejar de surgir ese ambiente. Solo cuando era Lily era diferente, pero en realidad le gustaba más como Rose. Lily tenía sus ventajas, sobre todo era un as en la manga para cuando las cosas se complicaran. Algún día, Chris la descubriría y se preguntaba cómo iba a reaccionar y si se lo tomaría mal o por el contrario, se aprovecharía. La otra posibilidad era que simplemente se alegrara de que ella intentara estar con él sin que lo supiera, pero se trataba de Chris, y con él nada era tan simple.

Ese día regresó a casa feliz, no dejaba de recordar los momentos con Chris y se añadía uno más a la colección. A veces parecía que solo estuvieran ellos dos y no existiera nadie más. Pero sí existía Thoma y se daba cuenta de que debía tomar una decisión. Pero ¿qué decisión? Chris no era una opción. La decisión estaba en estar o no con Thoma, no elegir entre Chris y él. Al fin y al cabo, nadie estaría a favor, ni ellos mismos. Entonces, ¿por qué no dejaba de planteárselo? Debía romper el círculo vicioso, le gusta estar con Chris, pero ello la hacía descuidar a Thoma. No podía evitarlo. ¿O sí? Poco podía imaginar Rose la opinión que tendría de él cuando supiera sus intenciones con los anillos.

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