37. Nueva faceta
Al día siguiente, Rose hizo galletas y se preparó para ir a casa de Chris. Sin embargo, Daniel la detuvo.
- Primero intentas que funcione tu relación con Thoma sin la influencia de Chris y ahora vas a su casa a darle galletas. ¿No crees que le vas a confundir?
- Bueno... es que me preocupa... Y es mi amigo de infancia...
- Si vas, no volverás a librarte de él.
Rose se quedó pensativa y se le quitaron las ganas de ir. Se sentó en un sillón con las galletas en la cesta de pícnic, suspirando. Dani quiso coger una, pero Rose no le dejó.
- No, estas son para Chris, las hice para él y solo él puede probarlas, porque puse mis sentimientos de ánimo dentro que solo son dirigidos a él. Si hiciera galletas para ti pondría otros sentimientos. Estas no son para ti.
- Entonces supongo que sí deberías llevárselas, pero si quieres mantener las cosas así, no debe saber que son de tu parte o que no te vea llevárselas.
Rose asintió y fue a casa de Chris. Le confió a una sirvienta las galletas y le pidió que guardara el anonimato. Le preguntó cómo se encontraba Chris de las heridas y la sirvienta le propuso que se disfrazara de sirvienta para ver a Chris sin ser descubierta, ya que quería mantener el anonimato. Le dio una peluca y con el traje de sirvienta, algo de maquillaje y bajando un poco el tono de voz, siendo más cortés, parecía otra. Carl la vio y le preguntó a la sirvienta quién era la nueva, ya que él no dio permiso para contratar personal.
- Soy Rose, por favor no le digas nada a Chris, quería ir a verle de forma anónima- confesó ella.
- Está bien, Beth, preséntasela como su nueva sirvienta personal en prácticas que viene de vez en cuando para aprender. Te llamarás...
- Lily- propuso Beth, la sirvienta.
Estuvieron conformes y Rose fue con Beth a la habitación de Chris para ser presentada. Estaba algo nerviosa, no sabía cómo sería tratada o si la descubriría. Carl miraba con interés, realmente se parecía mucho a sus padres, sobre todo a James. Hubiera deseado que Sofia hubiera sido así con él, si no la hubiera tratado como lo hizo. A veces se arrepentía de su comportamiento en el pasado. Sofia le necesitaba y él aprovechó para su egoísmo. Como consecuencia, acabó en manos de otros. No podía creer que la hubiera tenido encerrada un mes en la celda sin apenas visitarla cuando podría haberla perdonado, ganado su favor y enamorarla de nuevo, ya que lo consiguió una vez pero lo estropeó por la apuesta con Lyon. Y de nuevo la perdió por otra apuesta con Lyon. Esperaba que su hijo no dejara que Thoma o cualquier otro se llevara a su preciada Rose por no tratarla debidamente.
Rose llegó a la habitación de Chris y Beth pidió permiso para pasar. Rose le vio estudiando. Apenas levantó la mirada.
- Mi señor, esta es Lily, de vez en cuando vendrá de prácticas como su sirvienta personal.
Lily hizo una reverencia y Chris la miró unos instantes, asintió y siguió leyendo y escribiendo.
- También le traigo unas galletas, hemos pensado que le levantarían el ánimo en los estudios- siguió Beth y mandó a Rose a llevárselas-. Si me necesita, no dude en llamarme, pero intente considerar la ayuda de Lily. Que tenga buena tarde y le sea ameno. Con su permiso, me retiro- Beth se marchó cerrando la puerta, mientras Rose sacaba las galletas y las ponía en un plato.
- ¿Dónde quiere que se las deje?
- En la mesita, ahora después tomaré un descanso. Trae té, si me haces el favor.
- Sí, mi señor- dijo Rose con una ligera reverencia y saliendo.
Todo había salido conforme a lo planeado. Chris no parecía sospechar, pero debía tener cuidado a partir de entonces para que las cosas continuaran así. Regresó con el té y lo colocó en la mesa. Chris se sentó a la mesa y decidió probar las galletas mientras ella le servía el té. Al probar una, se detuvo, parecía pensativo.
- ¿De dónde son?
- Son caseras. ¿Son de su agrado?
- Me recuerdan a algo... aunque no logro identificarlo. Qué extraño. Otro día puedes traer más.
- La cocinera raramente hace estas galletas, pero trataré de convencerla para alguna ocasión especial- sonrió Rose-. Le diré que han resultado exitosas, si lo desea.
- Puedes hacerlo.
- ¿Le importa que me quede aquí hasta la hora de irme por si necesita algo más?
Chris la miró a los ojos, pero Rose mantuvo firme su expresión. Confiaba en su disfraz y si ella se lo creía, los demás también. En ese momento era otra persona.
- Como quieras.
- Agradezco su amabilidad, mi señor.
Chris tomó un sorbo de té y la invitó a sentarse.
- ¿Se encuentra bien?- preguntó Rose señalando las vendas y las tiritas.
- Ayer me metí en una pelea, pero no son esas las heridas que me duelen, sino una decisión que tuve que tomar.
- ¿Se arrepiente?
- No lo sé, creo que es lo mejor, pero desearía no tener que hacerlo. Si por mí fuera...
Se calló, dándose cuenta de que le resultaba muy fácil hablar con la nueva sirvienta y podía decir cosas personales.
- Puede confiar en mí, jamás diré nada a nadie. No hace falta que me diga nada más, pero le aseguro que lo que me ha dicho hasta ahora no sale de aquí. Prometido- dijo Rose levantando la palma.
Chris sonrió, divertido. Empezaba a estar de mejor humor. Había algo en ella que le llamaba la atención y le resultaba familiar. Realmente sentía que podía confiar en ella, como si la hubiera conocido de toda la vida. Quizá le venía bien alguien con quien hablar que no estuviera relacionada con su vida.
- Gracias, Lily. Espero que vengas pronto de nuevo y traigas galletas. Si no, no entras- esperó a ver su reacción y siguió-. Es broma, aunque no traigas galletas, eres bienvenida.
Rose notó como si aquella fuera una despedida y sintió que era hora de irse. Se levantó e hizo una reverencia.
- Le estoy agradecida por darme la oportunidad de servirle. Es un placer. Si no desea nada más...
- No, volveré a mis estudios y no necesitaré nada más hasta la cena. Puedes retirarte.
- Con permiso- dijo Rose, dirigiéndose a la puerta-. Disculpe que le diga esto, pero pienso que las personas relacionadas con mi señor deben de ser muy afortunadas si es capaz de tomar decisiones que son por un bien ajeno. Al menos, eso me transmitió. Nos vemos otro día, que pase buena tarde.
Chris la miró mientras salía y cerraba la puerta. Se quedó pensativo en sus palabras. Deseaba haber sido más egoísta en su decisión. ¿De qué le servía que los demás fueran afortunados si él iba a pasarlo mal mirando desde fuera? ¡Cómo deseaba que fuera Rose la que hubiera venido a visitarle y traerle galletas! Albergaba una mínima esperanza de que se preocupara por él, pero no se comunicaron ese día. Tampoco se comunicaron el resto de días de esa semana. No dejaba de hacer pruebas con los anillos para ver qué funcionaba, pero era inútil. Durante esa semana, Lily fue a servirle dos veces más y agradeció su compañía. Parecía que al menos alguien se preocupaba por su estado físico y anímico. Al terminar la semana, se lo hizo saber.
- Gracias por tu compañía, Lily, al menos una persona me pregunta cómo estoy...
En ese momento, Rose se dio cuenta de que al haber estado con él como Lily, no sintió la necesidad de que ella como Rose fuera a verle o hablara con él para ver cómo estaba. En los ojos de Chris, no sabía nada de ella y a ella no parecía importarle. Si mantenía su tapadera de sirvienta, debía recordar no descuidar su verdadera identidad en relación a Chris, ya que no solo levantaría sospechas, sino que estropearía su amistad.
- Lo siento mucho, no pretendía quitar relevancia a nadie- fue su forma de disculparse con él-. Seguro que hay más personas preocupadas...
- Pues no lo demuestran.
- Si le hace sentir mejor, la semana que viene puedo traerle galletas caseras- se esforzó en sonreir.
- Será de gran ayuda, gracias, Lily.
Rose se excusó y se marchó a casa, preocupada. Todo ese tiempo Chris había estado esperando saber de ella pero se llevó una decepción. ¿Cómo podía arreglarlo? Las galletas ya eran cosa de Lily, se daría cuenta. Quizá simplemente quedar para estudiar juntos, pero ¿qué le diría sobre por qué no se comunicó con él toda la semana? Estuvo pensando y pensando. Al fin, tomó una decisión.
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