36. Romper el ciclo
Los tres miraron a su alrededor, observando si traían algún arma. No parecían llevar nada, a diferencia de quien se acercó poco después para dar la orden.
- El objetivo es el rubio. Al otro me da igual lo que le pase. Y en cuando a ti, querida, me aseguraré de que no interfieras y además de que ellos no cometan ninguna locura- dijo Lawrence cogiendo a Rose mientras la apuntaba con una pistola.
- Así que vas a quedarte mirando como un cobarde- le reprochó Chris.
- La venganza tiene muchas formas...
- ¿Y se puede saber por qué metes a Thoma y a Rose en esto?
- Tu amigo no estaba en mis planes, pero si no está conmigo está en mi contra, así que no me conviene dejarle suelto. En cuanto a Rose... sabes que hay muchas formas de sufrir, pero se dividen en dos clases: internas y externas. No me basta con que te lleves una paliza, también vas a retorcerte de rabia por no poder apartarla de mí ni evitar cualquier cosa que le haga, y ella tampoco podrá evitarlo, si no quiere que acabéis peor. ¿Verdad que colaborarás conmigo, preciosa?- preguntó Lawrence a Rose, estrechándola contra sí.
- ¿Y si reducimos el combate a ti y a mí? Si te gano les dejas en paz y si me ganas haré lo que quieras.
- Es una oferta tentadora, pero tengo otros planes para ti.
La pelea empezó y Chris y Thoma se defendieron como pudieron mientras Lawrence tenía el dedo sobre el gatillo con la pistola apuntando a la cabeza de Rose y le susurraba:
- Ni una palabra.
Rose estaba harta de presenciar peleas estúpidas entre chicos, sobre todo si ella no podía participar aunque poco podía hacer, pero mirar era peor. En su mente también maquinó su propio plan, solo debía esperar a la ocasión perfecta. Lawrence vio que Chris y Thoma empezaban a ganar, por lo que puso en marcha el plan B para lanzar un ataque directo a sus corazones y debilitarlos, de todas formas estaban cansados. Hubo un alto.
- Moveos un centímetro y le disparo- fue la nueva norma.
Chris y Thoma se detuvieron y se dejaron sujetar por los demás, con rabia. Lawrence hizo girar a Rose para tenerla de frente.
- Cuidado con lo que haces o se la cargan.
Rose miró a los chicos y les guiñó un ojo, señal de que estuvieran preparados, ya que ella estaba bien.
- Ha llegado el momento de la parte que les afectará por dentro- dijo Lawrence-. Tendrás que colaborar conmigo en un buen beso, lento, largo, francés... y lo que surja.
Chris y Thoma ya empezaban a sentir que les hervía la sangre y apretaban los puños con rabia. Nada más escucharle ya querían meterle bajo tierra. ¿Cómo se atrevía a hacerle eso a Rose delante suya? Sin embargo, la mayor sorpresa fue la reacción de ella, que sonrió y miró a Lawrence como con deseo.
- Sabes que no necesitas amenazarme para que te bese- le acarició la cara y él se dejó, aunque todavía en guardia, pendiente de lo que pensaba hacer-. Y en vez de sujetar esa pistola deberías sujetarme a mí.
Puso los brazos alrededor de su cuello y se le quedó mirando con los rostros muy cerca uno del otro. Lawrence sonrió, pues su plan de venganza estaba yendo mejor de lo que esperaba.
- ¿No sigues?- le preguntó él.
- Estoy esperando a que me rodees con tus brazos y me atraigas hacia ti- dijo ella, mientras los demás hacían muecas de disgusto y celos, aunque otros tenían curiosidad.
Lawrence la rodeó con los brazos y Rose les hizo una señal a los chicos para que se soltaran, mientras, ella le abrazó y le susurró algo al oído, tras lo cual se apartó un momento para mirarle y, cuando parecía que se acercaba para darle un beso, tomó impulso y le dio el cabezazo más fuerte que pudo, seguido de una patada en la entrepierna con ganas y le arrebató la pistola de sus manos. Chris y Thoma se defendieron y Rose apuntó al grupo con la pistola, amenazando con que dispararía si se acercaban los chicos. Le lanzó la pistola a Thoma para que continuaran y se agachó junto a Lawrence, que se retorcía en el suelo de dolor.
- ¿Ves? Te dije que sería intenso.
Lawrence la miraba con rabia, pero ella quiso cortar el ciclo de violencia. Se sentó en el suelo y puso la cabeza de Lawrence en su regazo mientras la acariciaba.
- Siento tener que hacerte esto, pero no me dejaste otra elección, no puedo dejar que hagas daño a mis amigos.
- ¿Amigos?- se le escapó una risa burlona a Lawrence-. En ese caso bastante castigo tienen ya.
- Ya tienes tu venganza, ahora déjalo ya de una vez si no quieres acabar muerto a la próxima. Y no te voy a besar porque te has portado mal. Te mereces un castigo.
Le dio la vuelta y empezó a cachearle como si fuera una madre con su hijo. Lawrence enrojeció, de vergüenza, de rabia, de excitación, de sentimientos que no entendía... Los demás les miraban atónitos.
- No os preocupéis que os llegará el turno- dijo Rose.
El grupo se volvió loco y uno por uno se presentaban para recibir su castigo. Rose fue a por una rama que arrancó de un árbol y les dijo que se bajaran los pantalones. Algunos empezaron a cambiar de opinión, pero Thoma les apuntaba con la pistola.
- De aquí no se va nadie hasta que tengáis vuestro merecido.
El grupo acabó con el trasero tan rojo como sus mejillas y Rose les advirtió que no se metieran en más líos después de despedirles con un beso en la mejilla a cada uno tras su castigo. Quería castigarlos, no que volvieran a vengarse, por lo que les dejó con una sensación cariñosa al final. Lo había aprendido de Chris, viendo que a él le funcionaba. No podía odiarle a pesar de lo que le hacía porque mostraba también un lado afectivo. Una vez se marcharon los jóvenes, Rose volvió hacia Lawrence.
- Si quieres conquistar a una chica, está bien tomar iniciativas para llamar su atención, pero respeta sus límites y trátala bien- le advirtió-. O si no, yo misma me encargaré de ir a castigarte, ¿de acuerdo?
Lawrence se puso en pie y se dirigió de vuelta al circo.
- Esta bien, ya me cansé. Que seas feliz con tus... amigos.
- Espera.
Él se detuvo y Rose fue a darle un abrazo y un beso en la mejilla.
- Como regalo de cumpleaños. Felicidades y pórtate mejor.
Le despidió con una cachetada amigable y Lawrence le lanzó una mirada pícara antes de alzar la mano para despedirse y desaparecer en la oscuridad.
- Venía con el circo, ¿no?- preguntó Thoma.
- Sí, sus padres trabajan con todo tipo de empresas...- dijo Rose.
- ¿Por qué no me extraña?- comentó Chris.
Rose volvió junto a ellos y se miraron unos a otros hasta que empezaron a reirse.
- ¡Sus caras!
- ¡Bien hecho, Rose!
- ¡Aguantasteis bien, menuda paliza se han llevado!
Se dirigieron de camino a casa mientras Chris no dejaba de comentar la audacia de Rose con los castigos. Se reía y a la vez se sorprendía de que lograra salirse con la suya. Antes de dejar a Thoma que la llevara a su casa, apartó a Rose un momento para hablar con ella.
- Gracias, no debería subestimarte, sabes que solo quiero protegerte... Veo que Thoma también se defiende bien, supongo que estaba equivocado, puedo dejaros solos... Que os vaya bien- dijo Chris rápido y le dio un corto y fuerte abrazo sin dejarla responder y se marchó corriendo hacia su casa.
Rose fue junto a Thoma, dándose cuenta de que tenía la bendición de Chris para empezar una relación con Thoma. Era lo que quería, pero no se sentía tan bien como pensaba.
- Hemos pasado la prueba, Chris me dejará estar contigo- anunció Rose.
- Me alegro- dijo Thoma cogiéndola por la cintura y dando vueltas con ella en el aire.
La acompañó hasta casa y recibió un beso en la mejilla por su valentía. Thoma quería un beso de verdad como el que le dio esa vez debajo de las escaleras cuando la consoló, pero en vez de él, que se lo diera ella. Sin embargo, tendría que esperar y pensó que quizá se había precipitado esa vez. Antes de irse, quiso confirmar si ya era oficial.
- ¿Oficial?- se extrañó Rose.
- Nuestra relación.
- Ahh... eso... ¿así de repente?
- Es verdad, hay que hacer las cosas bien. Más tarde lo hablaremos. Que pase buena noche, señorita- imitó a un galán, besándole la mano.
Rose se despidió y entró a su casa, donde sus padres y Dani la miraban horrorizados.
- Realmente ha ido a la guerra- comentó Dani viendo las pintas que traía.
- ¿Qué es ese palo?- preguntó Sofia.
- Mi trofeo- respondió Rose-. Para conmemorar una victoria.
- ¿Has vuelto a meterte en peleas?- la miró James enarcando una ceja y con los brazos cruzados.
- Yo no busco las peleas, papi, ellas vienen a mí y es mi deber ponerles fin y darles una lección. Nunca son los mismos porque los que ya me conocen ya aprendieron la lección. Menos algún tonto, pero no es nada que no pueda arreglar.
James se rió y cogió a su hija en brazos.
- Esa es mi chica, la justiciera- siguió riéndose-. Solo me puedo imaginar sus caras. Venga, date un baño y nos vemos frente a la chimenea del salón, cuéntanos todo.
Esa noche, alrededor del fuego, la hora de las historias se hizo muy entretenida y divertida para todos. Sofia estaba algo preocupada y no era la única, pero ver cómo se las arreglaba su hija les hacía reir y también estaban orgullosos. A Rose le gustaba poder contar con su familia para apoyarla y compartir sus victorias, en vez de regañarla siempre. ¿Cómo iban a regañarla si ellos no eran tan diferentes? Le advirtieron que tuviera cuidado, pero también le hicieron saber que lo había hecho muy bien. James le dijo que si le daba nombres, él se encargaría para siempre de ellos, pero Rose le dijo que ella disfrutaría más haciéndolo en persona. Aprovecharon para contar cada uno situaciones parecidas y cómo se las apañaron, por lo que al final resultaba que no era nada inusual para ellos.
Claro que, Rose omitió algunos detalles al contar la historia, pero sí dio muchos detalles al especificar todo lo que les hizo como castigo a Lawrence y a la banda, sin mencionar ningún nombre. James y Dani hicieron alguna mueca de dolor fingido, pero en general se divirtieron. Al volver a la cama, Rose se preguntó cómo sería su relación con Chris y Thoma a partir de entonces. No se quedó muy tranquila, ambos estaban malheridos, Chris más que Thoma, ya que fueron a por él. No pensaba en nada más que en hacerle una visita y ver cómo estaba. Quizá llevarle galletas caseras, como esa vez en la ciudad natal de su madre cuando se metió en la pelea de las infidelidades.
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