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31. La clave del pasado

Rose regresó a su casa con aspecto de no encontrarse bien. Sofia y James estaban preocupados y trataron de hablar con su hija para que les dijera la verdad de la tardanza. No obstante, fue un intento fútil. Rose no quiso comer y se fue directamente a su habitación. Sofia miró a James y le confirmó su teoría.

- Lo saben. Debe de ser eso.

- Creo que es hora de que le hables del pasado- le dijo James a su esposa mientras le acariciaba el rostro, tratando de tranquilizarla.

- Yo también lo creo. Pero a veces me da la impresión de que es ella la que esconde algo, quizá algo más grande que lo nuestro.

- Eso lo dudo. Nuestra aventura en la isla es insuperable- bromeó James, haciendo que Sofia sonriera-. De todas formas, quiza si tú te abres a Rose, ella se abrirá a ti.

- Debo intentarlo. Pero eso no significa que tú te libres de confesarle tu parte- Sofia le miró de reojo mientras se disponía a marcharse.

James la abrazó por detrás y le besó el cuello.

- Tendrás que convencerme.

Sofia se dio la vuelta y le miró a los ojos de una forma que solo ella sabía, se acercó a él y le besó con pasión, pero se apartó a la mitad, dejando a James con ganas de más.

- Seguimos cuando hagas tu parte- le guiñó un ojo.

James la miraba mientras subía las escaleras y se lamió los labios. Le gustaba cuando Sofia le provocaba, ella sabía muy bien cómo y nada le daba más satisfacción que vengarse cogiéndola desprevenida para darle una lección. No le suponía un gran reto pillarla y llevarla al lugar de "tortura" como ella lo llamaba en broma y hacer que se tragara sus palabras, de modo que solo pudiera concluir con que no había nadie mejor que él. Esas eran palabras valiosas, ya que rara vez conseguía que lo admitiera. Sofia prefería hacérselo saber con indirectas. Una era apartar la mirada cuando él le preguntaba con la suya. Se sonrojaba y sonreía. Unos besos más tarde se dormían en los brazos del otro sintiéndose más cerca que nunca y notando el tacto de su piel.

En esa ocasión no la dejaría en paz hasta no escuchar de ella eso que tanto le gustaba, nada le satisfacía más que verla sonrojarse como una adolescente para confesarle lo que pensaba realmente. Sofia sabía el efecto que tenía en él escucharla y verla decirlo, por lo que no quería ponérselo fácil si para ella tampoco lo era. Él, sin embargo, no tenía reparos en decirle todo tipo de cosas que pensaba y sentía por ella, que de alguna forma siempre la pillaba desprevenida y le producía un cosquilleo en el estómago. Si algo le gustaba a Sofia de su relación con James era que nunca se acostumbraba y nunca se aburrían. El truco estaba en no caer en la rutina y en considerar cada vez como la primera.

Sofia y James se amaban como si siempre hubieran sido inseparables y como si no hubiera pasado el tiempo. Sofia admiraba a James en las reuniones de la compañía, se notaba que estaba hecho para esas cosas. Y James admiraba a Sofia cuando la veía dar clases de música a sus estudiantes como directora de un conservatorio que ella misma fundó. La miraba por una ventanilla de la puerta sin que se diera cuenta y sonreía para sí, preguntándose cuándo sería el próximo concierto en el que pudieran tocar juntos con el violín y el piano. Rose nunca les había visto tocar juntos, ya que lo mantenían en secreto. Alguna vez vio a su madre tocar el piano y en cierta ocasión creyó escuchar un violín en la habitación de sus padres. Sabía que su madre dirigía un conservatorio y acompañaba a su padre en las reuniones, pero nunca estuvo presente en ninguna de esas ocasiones. Ella se mantenía ocupada con sus cosas y no pensó mucho en las de sus padres. Eso cambiaría cuando escuchara la historia del deseo de un villano. Sofia y James habían estado ensayando en secreto y en unos días anunciarían un gran concierto, y la melodía final sería la que les unió: la Canción de la Vida. El mapa y el secreto de la isla. La clave para conseguir su deseo. Y la solución para sus problemas.

Sofia llamó a la puerta de la habitación de Rose y entró al escuchar su voz. Asomando debajo de la almohada, vio el diario de Lyon y suspiró. Realmente había llegado el momento, o quizá era tarde. Rose parecía algo nerviosa, pero tuvo que asimilar que su madre vio el diario y sabía de qué se trataba. Sofia se sentó en la cama junto a ella y cogió el diario, ojeándolo.

- Mi parte favorita- le dijo a su hija, mostrando los diseños de los vestidos.

- ¿Los tienes todavía?- preguntó Rose, curiosa-. ¿De verdad te los ponías?

- No me quedaba más remedio. Pero hay que admitir que no están nada mal, ¿verdad?- se rió Sofia.

- Tenía mucha imaginación- dijo Rose, refiriéndose a todo el diario.

- Es cierto. Todo el mundo tiene sus fantasías, solo que no les imaginamos teniéndolas a pesar de que no somos tan diferentes. Rose, ¿qué sabes de la isla? Hagamos un intercambio de información.

Rose le contó a su madre todo lo que sabía sobre el tesoro de la isla, y lo que escuchó sobre ellos cuando estuvo en el barrio conflictivo de su ciudad natal y lo que les contó Leo.

- Pregúntame lo que quieras- le dijo Sofia, tratando de mantener la calma.

- ¿Es verdad que papi era...?

- Tu padre no tiene un pasado del que esté orgulloso, pero deseaba cambiar.

Sofia le contó cómo conoció a James, que por entonces se hacía llamar Will, le contó el trato que tenían sobre la información de la isla, la canción que descubrieron, su traición, la venganza de James, su viaje a la isla, el deseo que abandonó por salvarla y así obteniendo también lo que deseaba, algunos de los momentos pasados juntos y cómo quedó atada a Carl y luego a Lyon hasta que al fin pudo prometerse con James. Era una historia de comedia, aventuras, una parte triste y un final feliz. Y sobre todo, era una historia de amor. A Rose le recordó a Chris la parte del trato, estaban teniendo más cosas en común con sus padres de lo que creía.

- Entonces toda esa gente se sacrificó en la isla...- murmuró Rose.

- ¿Has cambiado de opinión sobre tu padre?- le preguntó Sofia.

- No, en verdad no me extraña tanto que tuviera ese pasado, pero él quiso cambiar y ha cambiado, me gusta saber que en el fondo tenía buen corazón aunque no lo había descubierto.

Sofia sonrió. De tal palo, tal astilla. A Rose le gustaba la acción, el drama y la aventura, en cualquier caso, apoyaría aún más a su padre. Le fue respondiendo a las preguntas que tenía y cada vez salía más información de ambas sobre el secreto hasta que Rose dijo algo que captó la atención de Sofia.

- Así que sabes todo sobre nuestros anillos...- comentó Sofia-. ¿Cómo sabes que de verdad pueden conceder deseos?

Rose se quedó bloqueada, no sabiendo si contestar a eso o no, ya que involucraba a Chris.

- Por el relato de Leo, si cuando encontramos esa vez los anillos un diamante estaba cambiado de color, debió de cumplirse un deseo- razonó Rose.

- Es extraño que se cambiara cuando no los llevábamos puestos. ¿No será que los cogiste?- preguntó Sofia sin rodeos, tratando de que su voz sonara lo más natural posible, aunque estaba preocupada.

Al ver que Rose se calló, reformuló la pregunta.

- ¿Qué deseo pediste? ¿De verdad se cumplió?

- Yo no pedí...- se le escapó a Rose.

- ¿Y quién?

Entonces, Sofia se dio cuenta de que no hacía falta preguntar más, cuando Rose apartó la mirada, sus sospechas quedaron confirmadas. Decidió no insistir y guardarse esa información para tener cuidado, ni siquiera se lo diría a James, ya que aún no tenía pruebas. Decidió cambiar de tema.

- Bueno, la verdad es que me gustaría mucho saber si nuestro tesoro de verdad hace justicia a su fama, cuando quieras hablarlo, te esperaré. Hasta entonces, ¿por qué no vamos a ver los vestidos que diseñó Lyon? Seguro que te vienen bien- le guiñó un ojo a Rose y ambas fueron al vestidor de Sofia.

Rose se divirtió mirando y probando los vestidos tan extraños y fantásticos pero a la vez fascinantes que Lyon había creado. Nunca creyó que se vería en el espejo vestida con algo así. Chris daría lo que fuera por verla con esa ropa, estaba segura de ello. Quizá podía ser su as en la manga. Necesitaba coleccionar más ases, ya que los necesitaría. Al menos durante unas horas, pudo quitarse de la mente la ansiedad que le provocaba recordar lo que la esperaba en el futuro con Chris. Empezaba a querer pasar más tiempo en familia, lo echaba de menos, sobre todo cuando James y Daniel se unieron como audiencia a una improvisada pasarela de moda. Aplaudían y hacían comentarios mientras ella posaba. Se rieron juntos y se divirtieron mucho. Incluso Daniel se probó uno de los vestidos para hacer la gracia y por poco terminaron en el suelo de reirse. A Daniel se le daba bien imitar a Rose posando, de forma que resultara en comedia.

- Perdona, se me ha caído el pañuelo, ¿sería tan amable de recogerlo por mí? Le estaría eternamente agradecida- decía Daniel con voz aguda mientras ponía la mano en posición de haber tirado un pañuelo y sujetándose la parte de atrás del vestido, ya que no podía abrochárselo porque le quedaba estrecho.

- Esto me recuerda a una vez en verdad o atrevimiento cuando James...- iba a decir Sofia, pero James le lanzó una mirada pícara amenazante de "como lo cuentes ya verás", a la que Sofia decidió ignorar mientras se reía-... se intercambió de ropa con...- siguió, dejando curiosos a Daniel y a Rose, pero James fue a por ella y la calló con cosquillas, ya que no podía seguir contándolo mientras se reía y le pedía que parara.

Daniel y Rose les miraban divertidos, esperando tener una relación igual de divertida como ellos aunque se hicieran adultos, y no caer en la monotonía de una vida de casados, con quien quiera que acabaran casándose, aunque cada uno tenía en mente alguna imagen que no admitirían. Daniel se preguntaba si Raquel aún se acordaba de él y seguía esperándole hasta que pudieran estar juntos. Tenía claro que en navidades la invitaría a celebrarlas con él y quizá al reeencontrarse podría tener las cosas más claras. Rose, por su parte, se acordaba de cuando jugaba así con Chris, pero si pensaba en el futuro, la imagen de Thoma le recordaba que tenían algo pendiente. Le había descuidado últimamente. Si no lograba avanzar con él sin que su problema con Chris interfiriera, tendría que tomar una decisión y no dejar al pobre Thoma esperando. Por ese día decidió no darle muchas vueltas, pues se divertía con su familia, pero se prometió a sí misma que pensaría más en ello a partir del día siguiente.

- Rose... ¿me ayudas?- le pidió Daniel algo avergonzado, aunque sin perder el sentido del humor-. Creo que los vestidos no me pegan aunque se aferren a mí.

Después de varios intentos, Rose cayó hacia atras después de tirar fuerte del vestido para que saliera y Daniel cayó en la dirección opuesta. Aún llevaba puesta su ropa de estar por casa, lo que no facilitó que cupiera en el vestido. Estallaron en carcajadas mientras Sofia y James volvían a acercarse y se les unieron en el ambiente al haber presenciado la caída de ambos, como si de la comedia de una obra de teatro se tratara. Había pasado mucho tiempo desde que tuvieron un momento así y decidieron que volverían a repetir la experiencia de disfrazarse en otra ocasión y pasar tiempo juntos. Rose sintió que podía tener su rincón de felicidad en el que refugiarse y olvidar lo demás. Se sentía más unida a sus padres tras conocer su historia y les admiraba aun más. Quizá, después de todo, no eran tan diferentes.

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