Rose se levantó con ojeras y fue a desayunar sin ganas. Sofia y James notaron que no había descansado bien, pero no dijeron nada. Era normal que no pudiera dormir. Se despidió de ellos con un beso y se marchó al instituto. Sus padres hubieran preferido que fuera en coche, pero ella insistía en que quería ir caminando, estiraba un poco las piernas antes de pasar muchas horas sentada en clase. Además, de camino se encontraba con Chris. A pesar de lo ocurrido el día anterior, Chris era su amigo de infancia y no se imaginaba no tener su compañía. Al ver que se acercaba, prestó atención a qué humor tenía para saber a qué atenerse. Chris mantenía una expresión neutra.

- Hola.

- Hola.

Rose no supo qué más decir y el silencio se mantuvo hasta que llegaron al instituto. En clase él se sentaba detrás de ella y en el recreo ella se quedaba con unas compañeras y él con sus amigos, una mezcla de cursos. Solo sabía que uno de ellos era el hijo de un matrimonio que apadrinó a su madre. Sofia y James les ayudaban con la empresa, pero pronto sería él quien se encargaría de ello. Se llamaba... ¿Cómo se llamaba? Rose no le daba mucha importancia. ¿Tigre? ¿León?

- Leo, atiende- le riñó el profesor.

Rose trató de recordar su nombre, esperando que no se le volviera a olvidar. Leo. Era repetidor en esa asignatura, por lo que le tocaba verle en clases tres veces a la semana. No le llamaba mucho la atención, tan solo le veía como un mal estudiante que no se tomaba en serio sus notas. No le veía capaz de encargarse de la empresa de sus padres algún día. Rose incluso pensó que a Leo no le importaba nada ni nadie. En cualquier caso, ella no quería heredar la gran compañía de sus padres y por si fuera poco, también la de él. Era mucho para una persona.

Quedaban tan solo tres meses para terminar el curso y podría volver a ver a su amiga Raquel, la hija de Sara. Sus madres eran amigas de infancia y ellas también, solo que no podían verse durante el curso porque estudiaban en ciudades diferentes. Pero en vacaciones volvían a encontrarse y se contaban todo lo ocurrido durante esos meses. La última vez, Raquel le dijo a Rose que le gustaba un chico del instituto, cuatro  años mayor que ella y dos años mayor que Rose. Sin embargo, no quiso decirle quién era. Insistía en que era más bien un capricho suyo y era mejor no contarlo para que no fuera serio. Rose cada vez tenía más curiosidad por saber de quién se trataba. Quizá se daría cuenta por la cara de Raquel al verle. 

La clase transcurrió y llegó el recreo. Pasó al lado del grupo de amigos de Chris y la llamaron. Ella tenía prisa por ir a encontrarse con sus compañeras, pero se detuvo, curiosa por saber qué querían.

- Thoma quiere decirte algo- se rieron.

- ¿Qué quieres?- Rose no estaba de humor para burlas.

- Callaos- les dijo Thoma, avergonzado.

Rose se dio cuenta de que era una de esas veces en las que los chicos se divertían chinchando a su amigo. Chris miraba sin decir nada, con una expresión indiferente en el rostro.

- Venga, Thoma, ¡ánimo!- le dijeron.

- Que os calléis.

Rose empezó a cansarse y se marchó, pero al ver que perdía su oportunidad, Thoma la cogió de la mano, deteniéndola.

- ¿Quieres... ser mi novia?- preguntó tímido.

Los demás silbaban y aplaudían y hacían comentarios sobre su valentía. Empezaron a presionar a Rose para que diera una respuesta. Rose miró a Chris, que no parecía interesado en lo que estaba sucediendo y se sintió algo decepcionada por su indiferencia.

- No creo que quieras que te conteste ahora- dijo Rose.

- ¿Quieres decir que si te doy tiempo acabarás aceptando?- se ilusionó el muchacho.

- Yo no dije eso... Pero es que apenas te conozco. Si quieres pedirme que sea tu novia, como mínimo pasa más de un minuto conmigo. 

Los chicos aguardaban la respuesta de Thoma, quien ya estaba viéndose con pareja de baile en la graduación. Estaba dos cursos por encima y ya terminaba la educación secundaria, después seguiría con otros dos años en los que se prepararía para el examen de acceso a la universidad. También los cursaría ahí, por lo que se verían con regularidad dos años más. Thoma calculó que enamorarla en tres meses y estar dos años de novio con ella era factible.

- Claro, empecemos quedando para conocernos- sonrió él.

- O sea que tendrán citas- los chicos del grupo se alborotaron y le felicitaban a la vez que le chinchaban.

Rose se iba a marchar, ya que le incomodaba estar ahí, pero Chris le dijo que esperara. Ella se dio la vuelta y se lo encontró de frente.

- No le des falsas esperanzas, ¿estamos?

- Yo solo he dicho que le daré una respuesta cuando le conozca. Yo creo que es razonable- argumentó ella, mirándole con frialdad.

- Si no estás interesada dile que no y ya, no le hagas asistir a tus citas para pasar el rato y luego rechazarle. Tu madre cometió ese error con mi padre y lo pagó caro.

- ¿Qué sabes tú de eso?- tuvo curiosidad Rose, a la vez que se molestaba de que dijera eso de su madre.

- Pregúntale a ella, yo no tengo por qué contarte asuntos de otros.

- Si lo acabas de hacer...- murmuró Rose.

- Solo te he dado una advertencia.

- Thoma no es como tu padre, no creo que...

- ¿Quieres saber lo que se siente que tengan citas contigo y luego rechazarte?- Chris le cogió la cara para que le mirara a los ojos.

Rose sintió un escalofrío. No le gustaría sufrir una decepción amorosa, pero estaba segura de que con él no sucedería.

- Seguro que lo sobrellevo- contestó ella con seguridad.

- Tú ándate con cuidado, si me pone de los nervios tu actitud con Thoma y le veo mal por tu culpa, haré que te arrepientas.

- ¿Le vengarás?- enarcó una ceja Rose.

- Te devolveré el karma.

Dicho eso, la soltó y volvió con sus amigos. Rose se tocó las mejillas, sintiendo aún el agarre. Se indignó ante la actitud de Chris, cada vez más fría con ella. Quizá se debiera a lo que ocurrió entre sus padres. Ella también quería conocer la historia. Pero... ¿Estaría su madre dispuesta a contársela?