Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo Cuatro | Terrible diagnostico

Joy

De cierta forma, todo ha estado marchando bien hasta ahora, trabajar en el orfanato es como devolver todo aquello que recibí. A pesar de que fui un dolor de cabeza para todos, ahora que estoy por cumplir veintisiete, mi vida se ha vuelto muy ordinaria. Ver a los niños llegar en canastas, cajas, por el gobierno e incluso llegando por cuenta propia, me hace sentir que no solo mi vida ha sido una desgracia. Y que no solo yo, estoy sola en este mundo.

Al terminar la universidad, lo único que quería era ejercer mi trabajo como trabajadora social, pero, francamente, algunos trabajos eran tan crueles con los niños, e incluso con los padres que soñaban con adoptar. Así que decidí volver al orfanato y junto con mi abuela, hacer remodelaciones en el lugar. "Santa Anita". Era el nombre del orfanato, y aunque hacía mucho que el gobierno había dejado de suministrar medicamentos, ropa y entre otras tantas cosas, buscar un trabajo extra para ayudar con los gastos, era mi unca opción

—Te han llamado de algún trabajo?

—No, creo que solo buscan sangre joven

—No digas tonterías, de que hablas niña

—Abuela, creeme, todos los trabajos a los que he asistido, creo que la vestimenta es opcional

—Ya te dije que no me llames así, dime por mi nombre, niña insolente

—Tengo que irme, creo que Antony, necesitará ayuda con las verduras

No siempre me toca cuidar a los niños, a veces, en algunas asociaciones nos donan algo de ropa o comida, Antony se encarga de hacer la recolección y yo me encargo de preparar la comida y a veces de la limpieza. Ver a todos esos niños disfrutar de una buena comida, estar arropados y salir a divertirse era algo que de cierta forma apreciaba ver, pero cuando llegaba la hora de adopción, podrías estar triste, pero tenías que demostrar que no, porque en realidad debía de estar feliz de que estaban yéndose a una nueva vida. En ocasiones, pensaba en esa felicidad que surge cuando sujetas la mano de tu madre y sales por fin de un lugar que es u infierno pero que es tan cálido y acogedor que también lo consideras un hogar

—Abuela, tengo noticias

—¿Te dieron el trabajo?

—¿Cómo lo sabes?

—No lo sé, solo que eso sería una buena noticia

—Te gusta arruinar las sorpresas

Mi abuela y yo, nunca hemos tenido una buena relación, pero de alguna manera, la ausencia de mis padres nos unió más, al menos un poco, a pesar de que estoy algo resentida con la vida he llegado a apreciar algunos momentos de felicidad. Como cuando ella me enseñó a cocinar, limpiar y valerme por mí misma básicamente. Mis padres fueron muy amorosos y algo consentidores debo decir, y es lo único que agradezco, hasta este punto, siento como si la vida estuviese recompensándome por todo. Nada podría salir peor

—Señorita— dijo una pequeña al lado mío, sujetando mi mandil

—¿Qué sucede?

—¿Hay sangre en su nariz?

Al salir de la cocina, el mareo fue repentino y sentí que casi terminaba en el suelo, pero unos brazos me sujetaron con fuerza.

—Antony

—Creo que debes descansar morita «morita». Un apodo puesto por mis padres

—Estoy bien, creo que solo fue mucho esfuerzo por hoy

—¿Fieste a tu revisión anual?

Cada año, mis padres me llevaban al doctor a un chequeo general, y aún sigue siendo algo que sigo practicando, hasta hace dos años, cuando el gobierno dejó de patrocinar suministros, y con las entrevistas y la búsqueda de un trabajo extra, me robaron algo de tiempo

—Iré mañana, descuida

—Morita—insistió

—Enseguida voy, veras que todo saldrá bien, soy fuerte como un roble— le sonreí y me dirigí al hospital

Después de unos largos estudios, el veredicto final

—El tumor que tienes ha crecido demasiado, a este punto— tragó saliva y dijo por fin—no hay mucho que hacer, lo siento

—¿Cuánto tiempo?

—Un año...

Al salir del hospital, la respuesta del doctor retumbaba en mi cabeza, o quizás era el dolor que se supone que iba a experimentar durante todo este tiempo, así como fatiga, inclusive pérdida de memoria. Estaba jodida, completamente jodida. Al subir al autobús, lo único que hice fue suplicar que, por favor, esto fuera un sueño, ni siquiera podía llorar. Comenzaba a apreciar la vida, de tal manera que ya no la odiaba tanto, y los recuerdos de mi pasado eran solo eso, recuerdos, los cuales, con el tiempo dolían menos.

Conforme pasaban los días, no podía pensar en otra cosa. Un tumor creciendo en mi cabeza y que cada día que pasaba era un día menos para mí, saber que iba a morir, era algo muy raro de pensar, y no podía aceptar que la vida, me arrebatase otra cosa más, no mi propia vida

—¿Hay algo más que pueda hacerse?

—Morita, lo único que puedes hacer es seguir con el tratamiento y...

—Esto es una estupidez doctor, ¿Cómo puede ser posible que yo muera? ¿Yo? ¿Es enserio?

—Morita, baja la voz

—Lo que digo es... — me levanté de la silla, frustrada y con mucha desesperación— ¿no puede hacer solo una cirugía?, con tanta tecnología en el maldito mundo, cohetes, marte y esa mierda, ¿y no poder extirpar un maldito tumor?

—Lo siento, no puedo hacer nada, esto... creció repentinamente y a este grado es imposible hacer algo...

—¿Por qué yo? ¿Mi vida no es ya lo más desafortunado del mundo? — estaba muy enojada y desesperada —Iré a otro hospital, y vera que obtendré una solución— dije dándole la espalda, dispuesta a salir de ahí, sin antes escucharlo

—Joy. A donde vayas, la respuesta será la misma, en verdad lo siento. Solo sigue con el tratamiento

Al recorrer toda la ciudad, el pronóstico era el mismo, nula esperanza para mi caso. No quería morir. Hace tiempo tuve esa idea dando vueltas en mi cabeza, pensaba en que morir, era mejor que seguir en una vida que lo único que hacía era arrebatarme cosas y personas de mi lado. Y ahora mi vida misma. Estaba enojada y sentía que todo me importaba un comino.

—Toma esto morita

—¿Y eso que es?

—Es una asociación que está en el edificio de enfrente, ofrecen consuelo y ayudan a quienes tienen tú mismo caso o algo similar, esto podría ayudarte a que salgas adelante con esto, y, deberías decírselo a tu abuela

—Ni una palabra de esto a nadie, yo sabré que hacer

«No tenía idea de que iba a hacer»

En toda mi vida había recibido noticias terribles, que me hacían sentir la persona más desafortunada de la vida, pero ahora, definitivamente, esta noticia era la peor de todas. ¿Por qué yo?

Desde que era niña me hacia la misma pregunta, no comprendía porque la vida me había dado una madre, para que después me abandonara y después darme el calor de un hogar y unos padres extraordinarios para después arrebatármelos de un segundo a otro. Estaba muy enojada y cada día que pasaba era peor que el anterior, como si me estuviese rindiendo, pero al mismo tiempo, esperando un milagro. Me había puesto a pensar en quienes estarían en mi funeral y solo pensaba en Antony, ese anciano que trabaja en el orfanato desde que yo llegué, mi abuela seguramente estaría feliz de que yo me fuera al fin de su vida. Quizás Miles y Tara, mi mejor amiga. Era triste pensar en eso, porque yo había derramado lagrimas por todas las personas que se habían ido de mi vida, pero ¿Quién lloraría por mí? No tenía más amigos. No quería morir sola.

Pero, de alguna forma, tampoco quería que las personas a las que yo de alguna forma quería se enteraran. Quería guardar ese secreto hasta ese día, el día de mi muerte, porque para ser honesta, creía que a nadie le importaba mi insignificante vida, y que les causaba pena. Odiaba eso.

Pensaba contantemente en el lugar que me había mencionado el doctor, aquella asociación, que prometía ayudarte a sobrellevar tu muerte, según internet, era un lugar que te preparaba para que aceptaras tu muerte básicamente.

—Buenos días señorita

—Buen día... estoy buscando... a

—¿Joy? — la voz de aquella mujer el día anterior en el teléfono, hizo que girara hasta su dirección

—Si... ayer llame y...

—Adelante, la estábamos esperando— dijo con una sonrisa, y de alguna forma eso me molestaba. Ese tipo de sonrisa que te ofrecen las personas cuando saben que tu vida está más jodida que nada. al entrar al lugar, había personas sentadas en círculo, me senté en una de las sillas que decía mi nombre, no literalmente, pero era la única silla vacía en ese lugar

—El día de hoy, tenemos una integrante nueva— me señaló e hizo una seña para que me levantara de la silla

—¿Qué se supone que diga?

—Cuéntanos tu historia— dijo una mujer que sujetaba un oso de peluche en sus manos, en su cabeza tenía una pañoleta color amarilla. Al ver a mi alrededor, no era la única que su vida estaba por terminar. Desde una chica más joven que yo, hasta un anciano que usaba un respirador.

—No creo que este lista

—Inténtalo— insistió la mujer de sonrisa molesta

—Bueno... mi nombre es Joy Lee, y voy a morir en un año, en realidad en once meses...— pensar en el tiempo que me quedaba era como si dentro de mi cuerpo cargase piedras, pero hablarlo con estas personas que no conocía en lo absoluto, era como si esas piedras se convirtieran en plumas

—Muchas gracias por compartirnos tu historia

Durante toda la hora, cada una de las personas contaban su diagnóstico, y lo que hacían para aprovechar el tiempo que les quedaba, y eso era raro, yo no había pensado en eso. En realidad, me estaba resignando y, perdiendo el tiempo. Ya que aquellas personas hacían ver, como si valiera la pena seguir viviendo, aun sabiendo que iban a morir. Poco a poco, con el paso de los días, mi fe ante la vida estaba por los suelos. Tenía que pagar el tratamiento, y conseguir dinero extra para el orfanato, quería buscar otro trabajo, y pasar el menor tiempo cuidando de los niños. No quería que nadie se diera cuenta de mi condición, pues los sangrados a veces aparecían de la nada, los mareos y dolores de cabeza eran insoportables, además de que tenía que asistir al médico una vez por semana.

—El día de hoy, hablaremos de nuevas metas para este mes ¿Qué quieren hacer antes de irse de este mundo?— dijo Sara, la mujer de sonrisa molesta

—Yo voy a viajar a Cancún, quiero conocer ese lugar desde hace mucho— dijo Diego, hombre de treinta y tantos, con cáncer de estómago en etapa terminal

—Mi hija mayor, está por dar a luz, así que antes de irme, podre conocer a mi nieta— aquella mujer de cuarenta que las quimioterapias ya no le funcionaban y solo luchaba por respirar un poco más

—¿Y tú Joy?

—Creo que... no lo sé, aun no sé qué hacer

—Joy, ya hemos hablado de esto, es importante que consideres hacer una lista de cosas que quieras hacer antes de...

—¿Morirme?— contesté molesta

—Si...— respondió

Francamente, cada día estaba más enojada, estaba tan molesta de escuchar a todos solo decir tonterías sobre la vida y la muerte, pero seguía asistiendo, porque, de alguna manera, me sentía comprendida.

—Joy, sé que estas molesta, pero...

—Dejar de fumar— interrumpí

Al salir del lugar, Sara me detuvo. —Joy, ¿Podemos hablar?

—Ahora que sucede— dije sentándome en el sillón que visitaba cada semana

—Creo que es hora de decirle a alguien por lo que estas pasando

—¿Y eso para qué? A nadie le importa un carajo mi vida

—¿Estas segura?, solo digo, necesitas a alguien que te esté apoyando en esto, las visitas al médico, el tratamiento y...

—Para eso vengo a este lugar, al menos ellos entienden algo de esto y sobre el médico, no puedo seguir pagándolo ni tampoco quiero

—Joy, ellos tienen vidas diferentes a la tuya, diagnósticos distintos, pero, de alguna forma sus familias y amigos, ayudan a sobre llevar todo. Tú no tienes que hacerlo sola

—¿Por qué no? Toda mi vida he estado completamente sola, y esto, es una porquería, no necesito a nadie que me tenga lástima

—Estoy segura, de que encontraras a alguien que te acompañe, durante este proceso, alguien que te cuide y te escuche fuera de este círculo de personas. A demás de ayudarte con gastos médicos

—¿Y si no?

—Se que hay alguien ahí afuera que te importa, y que le importaras tanto, como para no dejarte sola. Y si de algo sirve, creeme, sé que no estás sola, hay personas que se preocupan por ti, solo que tú no te has permitido abrirte con ellas por miedo a ser vulnerable de nuevo, tal como lo fuiste con tus padres

—Es horrible que sepas todo de mi

—Es tiempo de que hables con alguien sobre tu condición, y que obtengas apoyo

—¿Y esto no es suficiente? Venir todos los días, escuchar una y otra vez las historias de las mismas personas y sentir pena por cada una

—¿Para ti, esto es suficiente?

Al salir de la asociación, esa pregunta se había clavado un poco en mi cabeza, de cierta forma me sentía sola. Escuchar las historias de todos, era algo triste y frustrante, porque notaba en ellos la felicidad al contar que irían de viaje con su familia, que serían abuelos, que incluso una de ellas estaba por casarse. Y yo, estaba completamente sola. Era un va y ben de emociones. Correr y gritar que odiaba mi destino, o solo aceptar que iba morir, sin que nadie derramara una lágrima por mí.

Mientras vivía con la incertidumbre de mi propia muerte, caminé hasta el lugar donde mis padres estaban sepultados. Pensaba en lo mucho que me había dolido el hecho de que se fueran de mi vida de un momento a otro, y pensaba en quien estaría de verdad triste por mi vida. Tenía solo dos amigos, mi abuela, Antony y de alguna manera Sara y el doctor, y eso francamente era un fiasco. Nadie sabía más de mí, que lo que yo quería que supieran.

Recordé el funeral de mis padres, el cómo sus cajas descendieron hasta ser cubiertas por tierra, en mi abuela llorando desconsoladamente, en sus amigos. En mí. En cómo no pude llorar por su muerte, hasta tiempo después que pude aceptar que ellos no estarían más. Me senté en medio de ambas lápidas, puse cada mano encima de ellas y de alguna manera sentía como si mis padres tomaran mi mano y estuvieran ahí, conmigo. Lloré y lloré mucho, por fin pude hacerlo, porque todas mis emociones habían sido reprimidas durante mucho tiempo, y por fin había podido librar todo lo que me estaba pesando en el pecho, todas esas dudas eran un poco más claras. Más tarde, me dirigí al orfanato, que no solo era mi lugar de trabajo, si no también mi hogar.

—¿Sabías que tuve que preparar yo sola la comida?

—Si, lo siento abuela, mañana lavaré los baños como castigo

—¿Qué haces todas las mañanas? Antes no salías ni siquiera a sacar la basura

—Entrevistas de trabajo, ya sabes...

—Nunca te pregunté, pero, ¿Te dijo algo el médico?

Su pregunta no solo fue repentina, si no muy extraña, ella jamás se había interesado en mí, nunca había hecho una pregunta similar, a menos que fuera de trabajo

—Ah eso... solo tengo que...tomar vitaminas— reí

—Debieras, últimamente luces muy cansada

Mi abuela siempre había sido una mujer fría, y de niña me preguntaba por qué era tan diferente a mi madre, ella era como un arcoíris, llena de colores, brillo y desbordaba felicidad genuina. En cambio, mi abuela, no era una mujer cariñosa precisamente. Era muy fría, no le gustaba que le dijera abuela, y de niña solo lo hacía por molestarla, pero ahora solo es una costumbre.

—Abuela... ¿Crees que pueda trabajar aquí solo a la hora de la comida?

—Si estas cansada, puedes irte cuando quieras

—No me refiero a eso, sucede que... me dieron el trabajo en el restaurante

—Haz lo que quieras, solo no olvides venir de vez en cuando

Estaba feliz porque en el restaurante podía trabajar de mesera solo medio tiempo y así podría trabajar el resto del día en el orfanato.

—Comenzaré mañana, tengo que entrar muy temprano, así que me encargaré de sacar la basura y recoger la leche

—Solo haz un buen trabajo y trae dinero a casa

Al llegar al restaurante, el gerente me recibió con un mandil, y mi uniforme. Era un sujeto muy amable que aspiraba confianza. Todas las instrucciones y mis tareas asignadas eran claras, pero el hecho de sonreír todo el tiempo, era algo con lo que no estaba familiarizada

—¿Todo el tiempo?

—Si señorita Lee, aquí los clientes son muy exigentes incluso con el personal que los atiende, y si ven a alguien apático, creame, se vuelven algo... especiales

—De acuerdo

Al inicio no había sido ningún problema, hasta que fingir una sonrisa se había vuelto muy cansado. Era candado ver como los clientes eran demasiado exigentes y ser amables fuera un concepto que desconocieran por completo. Ebrios exigiendo más alcohol cuando aún ni siquiera habían pagado la cuenta, una reunión de negocios que no tenía fin, incluso teníamos que esperar a que terminarán para poder salir. Lo que creí que sería medio tiempo, se había convertido en un trabajo de tiempo completo, y aunque lo detestaba, estaba dispuesta a hacerlo, con tal de reunir más dinero. Tenía un objetivo...

Tener un buen funeral...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro