Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo Cinco | Interminable


Joy

    Había recorrido, sin mentir, toda la ciudad. En busca de féretros, urnas, o algo que fuera más mi estilo. Incluso había pensado en enviarme muchas flores para ese día. Hasta este punto, aún no estaba segura de si realmente estaba aceptando mi muerte o en realidad me estaba rindiendo. Había incluso dejado de asistir a las citas médicas, y de pagar el tratamiento. Lo único que podía hacer, era tomar medicamento para los dolores de cabeza, que con el tiempo se hacían más fuertes.

—¿Te sientes bien? — pregunto el gerente, que más que un jefe, se había vuelto un amigo

—Si, solo que no dormí bien

—Parece más grave que eso, si te sientes mal, deberías tomarte unos días

—Estoy bien Brad— insistí

Brad, era un tipo de mi edad. Se había vuelto el nuevo gerente gracias a que su padre, era el dueño del restaurante. A veces era algo entrometido y quería saber todo de mí.

—¿Ya te vas?

—Tengo que llegar al hotel a tiempo, no puedo perder este trabajo

—¿Por qué trabajas tanto? ¿Eres tan pobre?

—Siempre eres tan humilde—me burle

Al salir llegar al hotel, tenía unos minutos para recostarme en esas enormes camas, con sabanas suaves y almohadas tan reconfortantes. Había conseguido ese trabajo hace unos días, pagaban por hora, y eso era lo que me agradaba, podía entrar y salir a la hora que fuese. Pues el dueño se encargaba de contratar estudiantes que necesitaban dinero extra. Gracias a Brad, y su gran amistad con el dueño, había conseguido una entrevista. Era el único lugar que me daba el lujo de sentirme mal, nadie me veía y podía sufrir lo necesario. Terminar en el suelo, encorvada y con ambas manos en mi cabeza, era algo que esas habitaciones conocían bien.

Nadie sabía sobre mi condición ¿Era valiente? ¿Era cobarde?

Durante el día, había sentido más molestia de lo común en mi cabeza, los mareos eran cada vez más lentos en desaparecer, y el cansancio, agotador. Era un sufrimiento agobiante e interminable. Pensaba constantemente en lo bueno que sería dejar este mundo, que lo único que había hecho, era arrebatarme todo. Estaba tratando de aceptar mi muerte y de irme en silencio, tranquila y sin nada que interrumpiese mi vida

—Anthony tiene que irse

—¿Qué? ¿De qué hablas Abuela?

—Es un anciano, ya no podrá ayudar con las tareas básicas, y solamente va a retrasarnos

—¡Anthony ha trabajado para ti por más de veinte años, y solo quieres deshacerte de él como si fuera un objeto!

—Aún tenemos tiempo de buscar a su remplazo, así que, apresurate en buscar alguno, no quiero ori más tus quejas

La abuela siempre era una persona terrible, y en la mayoría de los casos no podía evitar no obedecer. Anthony, es una pieza clave en mi vida. Desque que llegue al orfanato, me arropo, me cuido y siempre decía que estaba ansioso por qué nueva aventura los haría vivir. Era un anciano, sí, pero tenía años trabajando en el orfanato, era bueno y nunca faltaba al trabajo por nada. ¿Remplazo? Una tontería.

Al entrar a la cocina, el olor era esquicito. Anthony no solo era buen trabajador, si no un excelente cocinero

—Morita, ¿Crees encontrar un reemplazo muy pronto?

—No digas tonterías, nadie va a remplazarte

—Solo estoy aceptando lo que ya estoy viejo

—Hablando de eso, ¿Fuiste a tu cita con el medico?

—Tengo que ir hoy ¿Quieres acompañarme?

El mismo doctor que, de alguna manera había firmado mi sentencia meses atrás, con un estúpido diagnóstico. Ha sido el médico de cabecera de todo el orfanato. ¿Por qué? Bueno, Mathew, es otro desafortunado como yo. Fue adoptado antes de que yo llegara, estudió e hizo una carrera en medicina. Y al igual que yo, ayudamos al lugar que nos abrigó durante mucho tiempo y se ha dedicado a brindarnos consultas gratuitas en el hospital todos los trabajadores. Y si no asistimos anualmente, deja de brindarnos atención gratuita para los niños. Por ello es, que, incluso la abuela tiene que asistir a sus citas médicas mes con mes.

—Todo ha salido bien Anthony

—¿Lo ves? Nadie va a reemplazarte

—¿Remplazo? —Pregunto Mathew frunciendo el ceño y sentándose en la orilla de su escritorio

— Creo que la abuela esta vez tiene razón

—¿De qué hablas?, acabas de decir que no hay ningún problema

—Se lo que dije, pero... —suspiró y por fin dijo—necesitas descansar, es hora de que vivas una vida tranquila y serena

Anthony solo asintió y salimos del hospital, no pude decir nada más, porque, no parecía triste

—¿Estas bien? —preguntó, tomándome de la mano

—¿Tú estás bien? —río con mi pregunta

    Toda mi vida he trabajado cuidando, cocinando y acompañando a niños. Nunca tuve hijos, y ni siquiera me casé. Pero ¿Sabes una cosa? Disfrute cada año, cada día, cada navidad y cada tormenta. No hay algo de lo que deba arrepentirme. Y para ser honesto, hay una infinidad de cas que me gustaría hacer, antes de partir de este mundo

Lo que me había dicho Anthony, me había hecho pensar en esa tonta lista, ¿Era necesario hacer algo antes de morir? Digo, que tan malo era simplemente esperar la hora de irse. Durante el camino de regreso, había olvidado avisar en el trabajo que no iría, nunca había faltado y ese no era mi estilo, pero, estos días solo me había dedicado a Anthony. Tenía llamadas perdidas de Brad y una infinidad de mensajes. Al levantar la mirada, Anthony lucia cansado y eso me preocupaba más que nunca, sabía que no tenía ninguna enfermedad o algo por el estilo, pero, me preocupaba que algo le pasara, por más mínimo.

—¿Pedimos un taxi? —preguntó tomando su dinero

—Vamos a tu casa, para que descanses, por el taxi no te preocupes, llamare a alguien que nos podrá llevar

Henry me había pasado por la cabeza de un instante a otro, y por increíble que parezca, me fue tan natural recurrir a él

Al enviar el último mensaje, recobré el sentido y pensé, ¿Por qué él? Nunca había pensado en Henry desde que lo conocí, ni mucho menos para algo personal. Estábamos cerca del restaurante donde trabajaba y caminamos un poco, para tomar un taxi, pues me había arrepentido un poco de haberle pedido un favor

—¿No vendría alguien a recogernos?

—Estaba ocupado, así que no podrá...

—Así que un chico

—No empieces

Al ir en el taxi, el teléfono no dejaba de sonar, ni tampoco dejaba de pensar en lo que ahora, Henrry, se había convertido para mí. Un blanco fácil, alguien a quien podía recurrir para poder salir de algún conflicto. Era un chico que hacía tantas preguntas y tenía curiosidad por absolutamente todo, y su risa tan escandalosa. De todas las personas que he conocido, era el único que realmente me escuchaba, y que, de cierta forma, me hacía reír genuinamente. Ahora que los días pasaban más rápido de lo normal, me preocupaba no hacer algo.

Toda la noche, me había pasado pensando en que cosas querría hacer antes de morir, ¿escalar? ¿viajar?, no tenía idea. Pensaba en el centro de ayuda, y en todas la personas que tenían listas interminables de cosas por hacer. Así que, por la mañana, y por primera vez, puse atención a todo lo que ellos decían. No perdía ningún detalle, viajes, playas, aprender algo nuevo. «sí que tienen mucho que hacer». Al terminar la lista, verla, me parecía extraño, era una sensación que me hacía dudar.

—Hoy estuviste muy atenta ¿Se puede saber poque?

—Oh... hola Sahara— ella se había vuelo muy molesta últimamente, con sus insistentes peguntas, pero, de alguna manera me hacía querer regresar al día siguiente. En ese lugar me sentía comprendida, escuchada y de alguna forma, menos sola

—¿Esa es tu lista? —preguntó con una sonrisa, como las que yo suelo fingir

—¡Es un asco!—arrugué la hoja y la guardé en mi bolsillo

—Es un inicio... Joy. Te estas esforzando, y eso es bueno

—¿Cómo es que puede ser bueno?— ladee la cabeza con una risa sarcástica

—Es bueno que, de alguna manera busques hacer todo lo que te plazca y encuentres una razón para...

—¿Vivir? — me burlé—¡me voy a morir en unos meses! ¿conoces esa sensación? ¿lo horrible que se siente no saber que hay después de la muerte o quien estará en tus últimos días? No conoces ni un carajo, ni tampoco sabes nada de mí. ¡Deja de sentir lastima por quienes van a morir y solo deja que la vida siga su curso!

Estaba tan molesta, y si soy honesta no sabía por qué. Tenia ganas de llorar, pero estaba tan molesta, que solo conseguí empuñar mis manos y tratar de salir de ese lugar. Antes de que Sahara me detuviera en seco con una pregunta

—¿Y a que vienes? —estaba de espaldas, tocando la perilla de la puerta, pero no voltee

—Todas la mañanas eres la primera en llegar y la ultima en irte. Aunque parces indiferente, escuchas, ríes en silencio y empatizas con ellos, e incluso hiciste una lista ¿A que le tienes miedo?

Esa pregunta hizo que el nudo en mi garganta creciera y se sintiera tan grande, que era imposible tragar saliva y ni hablar de lo acelerado que estaba mi corazón.

—¿Le tienes miedo a que nadie sufra tu ausencia o... a que alguien lo haga?

—No volveré, no te preocupes

Al salir del lugar, mis lagrimas cayeron, y poco a poco, mis piernas se debilitaban. Terminé en un callejón, llorando. Pensaba contantemente en mis padres, y el como fue perderlos, no solo eso, sino en lo sola que me he sentido desde ese día.

Era tan patética.

Ya habían pasado algunos días, y no había contestado los mensajes y llamadas de Henry. Solo era capaz de tomar el teléfono, sobre mi cara y no llamar, e ignorar cuando el teléfono se iluminaba con su nombre. Por un segundo pensé en todo lo que me había contado sobre él.

Había sido escalador, voluntario para una asociación benéfica, nadador e incluso corredor. Era un blanco perfecto para que me ayudara a encontrar algo que pudiera hacer, antes de morir.

—Hola Sahara

—Pensé que no volverías— ella se encontraba en el lugar de siempre, acomodando las sillas para lo que suele formar parte de mi rutina diaria

—Creo que encontré algo... — traté de ayudar, moviendo una silla de un lugar a otro

—¿Quieres contarlo al grupo?

—¿Quiere decir que puedo volver?—solo sonrío, y por primera vez, eso no me molestaba

—¿Acaso te fuiste?

Por primera vez, estaba emocionada por contar algo, por ser escuchada y escuchar los aplausos que siempre solía dar, pero no recibir porque nunca participaba

—El día de hoy, Joy, iniciará— no me parecía extraño que todos estuvieran sorprendidos

—¡Empezare por escalar!— sonreí tanto que mis mejillas dolían más que mi cabeza

Al salir, estaba convencida de tantas cosas. Y es que de solo recordar a Henry hablar de todo lo que ah echo, me emocionaba tanto. No pensé ni un segundo y quería verlo, contarle todo lo que quería hacer y que me enseñara a hacerlo

—Así que quieres escalar— dijo Sahara detrás mío, antes de subir a su auto

—No es mi estilo, pero quiero intentar algo— antes de que ella pudiera decir una palabras, interrumpí —lo siento

—Joy Lee ¿pidiendo disculpas? Eso si es una sorpresa

—Lo que dije antes...

—Joy, quiero que entiendas algo. No se trata de aceptar o no tu destino, si no de como vivirás lo que te queda de vida, eso es lo importante

Ver a Henrry entrar por esa puerta, me tranquilizó. De alguna manera me sentía aliviada y sentía que, por fin, esa sensación de ahogo podía disiparse de una buena vez. Parecía preocupado, frustrado y enojado. Seguía sintiendo curiosidad por él. Quería saber un poco más sobre, a que se dedicaba y por que lucia tan bien en ese traje. Y en ese breve omento en el que llego hasta mi mesa, recordé, la primera vez que lo vi en uno de esos

Al atender una de las mesas, vi a lo lejos a un hombre de hombros anchos, vestido de un traje completamente negro. Poco a poco me fui acercando, vi sus manos sujetar la carta y de un segundo a otro, su mirada estaba sobre mí. «era muy guapo»

Al estar en la cafetería, escuchándolo preocupado y frustrado, Sahara tenía razón «le importaba a alguien». No tenía idea de que tipo de relación teníamos, ¿amigos? No lo sabia exactamente, pero estaba segura de algo. Quería que estuviera en lo que me quedaba de vida.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro