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13.

Elisa suspira con resignación, ya conocía su modo de actuar. Que ella hubiese sido la primera en llegar no era mera casualidad, pero decidió seguirle el juego un poco más. Al menos hasta que cruzase la puerta de su casa y no tuviese escapatoria de las consecuencias de sus acciones.

—No, llegas en hora. Adelante—dice, haciéndose a un lado para dejarla pasar.

Amara camina hacia el interior del piso sobre sus tacones, resonando levemente contra el parqué, y en lo que Elisa tarda en cerrar la puerta, aprovecha para echar un vistazo rápido alrededor. No cabía duda de que la decoración era cien por cien elección de la ingeniera, con esos blancos y beiges dominando los muebles de la habitación. Como en una revista de decoración, todo estaba perfectamente colocado al milímetro.

"Definitivamente, recalca lo perfeccionista que es. Debe ser complicado vivir con alguien como ella" piensa Amara con ironía.

—¡Qué limpio todo! Me encanta que no haya ruido visual—dice forzando una sonrisa, pues no se le ocurría algo mejor—¡Y huele genial! ¿Son patatas asadas? Debí comentarte que no tomo hidratos por la noche.

—Amara, ¿dónde está Sebas?

Amara detiene la inspección del piso y siente como ligeramente, su cuello vuelve a tensarse.

—Directa al grano, eh—continúa de espaldas.

—No es la primera vez.

—Está bien.

Se da la vuelta lentamente, sintiendo como sus piernas pesan más de lo habitual. Se quita el bolso de su hombro y lo deja sobre una de las banquetas.

—No se lo cuentes, por favor.

Elisa suelta un bufido y se cruza de brazos.

—Hicimos un trato. Debes ser honesta con él.

—Podría abandonarme y a ti te da igual—dice acercándose más a ella.

—No puedes culparme del karma. No entiendo a qué viene tanta preocupación, has tenido días para explicárselo.

Que Elisa no diese su brazo a torcer frustraba más a Amara. En los días previos, había estado investigado sobre ella para tener cualquier cosa, aunque fuese mínima, en su contra y poder sobornarla a consecuencia. Pero, como amargamente esperaba, no había encontrado más que un perfil impecable tras otro.

—¿Y si Sebas fuera Xavi, y si Marta hubiera estado enamorada de él? ¿No habrías hecho lo mismo?

"Lo que me faltaba! ¿Cómo podía ser tan hipócrita?", piensa Elisa alzando una ceja. Sabía que estaba acorralada y era su única baza.

—Yo no engañaría a mi mejor amiga para liarme con un tío del que sabes perfectamente que estaba enamorada.

—Solo fue un baile absurdo.

—¿No se te ha ocurrido pensar que a lo mejor para él fue más que eso? —Elisa da un paso hacia ella con voz firme—¿Y para Marta? Lleva años creyendo que Sebas no sintió nada por ella y se apartó... por ti.

—Quiero lo mejor para Marta.

—¿De verdad?—se cruza de brazos mirándola con frialdad—¿Y por eso le pides que sea la dama de honor de tu boda con Sebas? Es cruel hasta para ti, Amara.

El silencio se apodera de la habitación cuando Xavi sale del cuarto de baño y saluda a Amara desde la puerta. Entonces, Elisa tratando de disimular, se acerca más a ella y murmura:

—Me mantengo en lo que te dije, cuéntaselo esta noche o lo haré yo.

Marta se encuentra de pie cerca de uno de los ventanales abiertos, sintiendo el aire fresco contra su piel. Observa el bullicio de la fiesta mientras bebe un trago de su cerveza con la sensación de ser una espectadora más que una participante. La casa de Nico estaba abarrotada, con al menos veinte personas en el salón, sin contar las que se habían apoderado de la cocina. Todos parecían tener historias fascinantes que contar y, en cierto modo, le abrumaba pensar que ella no tenía ninguna historia que aportar.

—¿Te diviertes?—pregunta Arlo a su lado, apareciendo silenciosamente a su lado.

Marta se sobresalta levemente y se gira rápidamente, reconociéndo a Arlo. ¿Cuánto tiempo llevaba a su lado?

—¿De dónde sales?—pregunta curvando sus labios—No te he visto en toda la fiesta.

Arlo se encoge de hombros con una media sonrisa y se lleva su vaso de Coca-Cola a los labios antes de responder.

—No me gustan las habitaciones abarrotadas.

—Comparto ese sentimiento. Por eso me gusta el doblaje, es más íntimo. Para ti debe ser más complicado, ¿no?

—He entrenado con los años. Los focos tienden a cegarme, así que no veo al público. Eso ayuda.

Marta se rie suavemente, imaginando la escena. Piensa en Milo, que siempre es el alma de la fiesta, y cómo, a pesar de ser tan diferentes, siempre se había sentido más cercana a él que a nadie en el mundo, incluso más que a Lena.

—Milo es todo lo contrario. Sabe como atraer las miradas. —dice, mirando a su amigo al otro lado del salón—Yo, en cambio, seguramente sea la persona menos interesante de esta ciudad. 

—Si te sirve de consuelo, a mí ya me caes bien.

Arlo sonríe, inclinando la cabeza ligeramente hacia ella y levanta su vaso. Marta hace lo mismo y ambos brindan en silencio.

Justo en ese momento, el móvil de Marta la avisa de una notificación en su mano. Al desbloquear la pantalla, ve un mensaje de Milo con una sola palabra: Olimpo. A continuación, alza la vista, y ahí estaba, al otro lado de la sala, haciéndole señas con una expresión cómplice, señalando disimuladamente a Arlo.

—Es increíble... —murmura Marta, negando con la cabeza. "Será cotilla", piensa.

—¿Decías algo?

Marta sonríe disimuladamente, buscando una excusa rápida para evitar delatar el complot cuando ve a Nico junto a la puerta de la cocina charlando animadamente.

—Decía que ahora entiendo lo del sombrero de cowboy de la entrada. Tu primo parece tener una alarmante obsesión con el género del Oeste.

Marta señala la estantería. Solo quedaban dos baldas vacías. El resto, estaban ocupadas por CDs y libros del mismo tema, aparentemente. 

—Pues creo que aún no ha sacado todas las de las cajas... y eso que Adriana se quedó con muchas.

—¿Adriana?—pregunta arqueando una ceja. 

—La ex de Nico. También se quedó con la mitad de su ropa, sus libros, un bonsái... ah y su querida Luisa.—al ver la expresión confusa de Marta se detiene—Es una cámara, de las buenas. Otra de sus obsesiones... ¿No te lo había contado, verdad?

Marta niega con la cabeza. ¿Sería la ex a la que refería Milo antes? Había algo en la manera en la que Arlo hablaba de ella que le hacía pensar que Adriana no era solo una ex más, a diferencia de de Jon, del cual no había tenido noticias desde su ruptura.

—No acabaron muy bien, ¿no?

—Está mejor sin ella.  Las relaciones a distancia, nunca funcionan.

Marta asiente. "Relaciones a distancia...", se repite mentalmente. Sabía que Nico viajaba a menudo por trabajo y se preguntaba qué tipo de relación tuvo con Adriana y qué los llevaría a ese final. Debió de ser algo gordo sino recuperó parte de sus pertencias.

—En eso estamos de acuerdo.

Mientras tanto, la cena de Elisa avanzaba como esperaba, con cierta tensión en el aire. Sebas llegó unos cinco minutos después que Amara con el vino y luciendo una amplia sonrisa. En cuanto Xavi terminó de vestirse y con el pelo aún mojado, comenzaron con los entrantes. Elisa había preparado todo un festín, tortilla de patatas, canapés de salmón y aguacate y unas mini croquetas de jamón caseras. 

—¡Está todo buenísimo, Elisa!—dice Sebas devorando un canapé—Tienes que enseñarme a hacerlos.

—Suerte, a mi apenas me deja entrar en la cocina—se ríe Xavi.

"Primer comentario innecesario de la noche", piensa Elisa. Las únicas veces que Xavi mostraba interés por la cocina es para vaciar las bandejas de comida a domicilio.

—Bueno, tampoco insistes demasiado, te encanta comer a mesa puesta—dice Elisa mostrando una media sonrisa. Toma un sorbo de su copa de vino. 

Sebas percatándose de que algo no andaba bien entre ellos, decide intervenir cambiando de tema.

—¿Y el barrio está bien? Parece muy tranquilo.

—Lo es, es familiar y está muy bien conectado—dice Elisa.

—Nosotros preferimos la zona de Goya, hay mucho ambiente. —comenta Amara, posando su mano sobre la de su prometido y dedicándole una sonrisa—Aunque es complicado para aparcar.

—El metro es mucho más rápido—dice Elisa.

—Ya, pero en coche se va mucho más cómodo, ¿no? Y huele infinitamente mejor. Espero que eso no te ofenda, Xavi.

Amara le dedica una sonrisa. La consultora de Xavi se dedicaba exclusivamente en la búsqueda de mejorar la sostenibilidad en entornos urbanos. 

—Bueno, razón no te falta, pero el transporte público es mucho más sostenible.

—¿Y cómo te va en la consultoría?—interviene Sebas—Elisa me contó que te centrabas en energía renovables. 

—En efecto, de hecho nos han dado luz verde para un proyecto en Luxemburgo.—dice Xavi limpiándose las manos con la servilleta de tela—La idea es hacer que una de sus ciudades sea autosuficiente en términos energéticos. Y quieren que yo lo lidere.

—¡Vaya, felicidades! Brindo por eso. —alza su copa, haciendo que el resto repita su gesto—Imagino que tendrás que viajar a menudo.

—En principio pasaré una semana al mes allí, a veces dos, dependiendo de como vayan las obras.

La mano de Elisa se congela a medio camino.

—¿Dos semanas al mes?—interviene Elisa dejando su copa en la mesa.

—Iba a comentártelo, pero ha sido todo muy repentino—dice Xavi. Su jefe se lo había comentado esa misma tarde. Era imposible rechazar una oferta así. 

—¿Y has aceptado sin consultarme?

—No pensaba que te importaría. Ganaré el doble de mi sueldo actual y recuperamos antes la inversión del piso. Incluso podríamos comprarnos uno mejor, más grande.

Sus palabras caen como un jarrón de agua fría sobre ella. ¡No podía creerlo! ¿Cómo podía haber tomado una decisión tan importante sin consultarla? ¿Es que no era lo suficientemente importante para él? Ella no quería mudarse, esta casa era perfecta para ellos.

—¿Cuánto tiempo?

—¿Podemos hablar de esto luego?

Pero Elisa no se detiene. Sebas y Amara se miran entre ellos. Mientras Sebas se muestra preocupado, a su prometida en cambio, le invade una sensación de calma. Esto era perfecto, Elisa estaría tan centrada en sus problemas que se olvidaría de la tontería del baile.

—¿Cuanto tiempo, Xavier?—insiste Elisa con voz firme.

—Tres años.

—¿Tres años? ¿Eso no te parece importante?—dice Elisa alzando la voz—¿Qué pasa con todos nuestros planes? ¿Cómo vamos a formar una familia si apenas estás en casa? ¿Y si tenemos hijos? ¿No se te ha ocurrido pensar en eso?

—Aún queda mucho para ello, ¿no crees?

Elisa lo observa en silencio durante unos segundos, con cierta incredulidad que comienza a transformarse en rabia y tristeza. Es como si, de repente, su relación hubiese pasado a segundo plano.

—Por una vez estoy de acuerdo contigo.—dice Elisa, tirando la servilleta de tela sobre la mesa—Voy a por el segundo plato.

Un silencio incómodo se apodera de la mesa. Sebas da un sorbo a su bebida y Amara, aprovechando la tensión en el aire, decide intervenir.

—Si queréis podemos irnos—interviene Amara con una voz muy suave en comparación a la habitual—Podemos quedar otro día, con más calma.

Elisa esboza una sonrisa amarga, sin apartar la vista de Xavi. Luego se gira hacia Amara con seguridad. 

—No, no será necesario.—dice Elisa—Parece que no tengo ni voz ni voto en este asunto. Así que, ¿por qué no cambiamos de tema? Podrías elegir tú, Amara. Seguro que tienes alguna historia muy interesante para compartir con nosotros. 

El comentario de Elisa, vuelve a poner nerviosa a Amara. Se gira hacia Sebas, quien ajeno a la verdad, le dedica una sonrisa afectuosa. El corazón de Amara da un vuelco, sintiendo como el peso de sus mentiras estaba a punto de derrumbar su relación.

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Buenas!! ¿Qué tal estáis? Os dejo el nuevo capítulo!! Espero que os esté gustando un montón la historia! Nos vemos en el siguiente el próximo domingo. Tengo muchas ganas de que lo leais, jeje

Pasad muy buen fin de semana!! :))

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