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10.

A última hora de la tarde, Marta recoge los platos del último servicio. La mesa en cuestión, podría representar a todo lo que estaba mal, en su opinión, respecto a la gente privilegiada del mundo. Un hombre con alto poder adquisitivo, que ni siquiera se dignaba a mirar a los camareros para hacer un pedido. Su primogénito, absorto en su móvil de última generación, que se dedicaba a hacer fotos compulsivamente de su comida, pero no tocaba nada del plato, y el peor, el hermano. Apestaba a aftershave y solo abría la boca para presumir de su próximo viaje a Montecarlo en el yate de unos amigos porque quedarse en un hotel era de "gente pobre".

—Oye, guapa, ¿cuánto te pagan?—dice este último mirándola de arriba a abajo.

—No se me está permitido decirlo—responde Marta, tratando de mantener la calma. Estaba a cinco segundos de darle un guantazo.

—Te doy doscientos eurazos si bailas para nosotros.

Ante el comentario nauseabundo, ninguno de los presentes en la mesa parece percatarse.

—Preferiría andar descalza sobre cristales rotos.

Marta le dedica una sonrisa afilada antes de darle la espalda. Ignora los comentarios misóginos y las risas vulgares mientras se repite a sí misma: "No entres al trapo, aún tienes que pagar el alquiler". Al llegar a la barra, deja la bandeja en el mostrador con un leve golpe.

—Podría echar laxante en su tarta de queso si me lo pides—dice Fabio, el jefe se sala que ha contemplado la escena.

—Eso sería cruel para la persona que tenga que limpiarlo. Aunque si se lo pones en el bombón de cortesía al pagar la cuenta, sería problema de su carísimo Mercedes.

En ese momento, el teléfono de Marta suena y lo saca del bolsillo de su delantal. Al reconocer el número, se aparta a un rincón más tranquilo y descuelga.

—¿Y bien?—dice mordiéndose las uñas.

—Lo siento Marta, no he podido hacerlo.

La mujer, al otro lado de la línea, suspira con pesadez. Estaba harta de escuchar como suplicaban aspirantes a actores por una audición porque era su sueño y tenían un gran talento.

—Pero si me dices a qué hora es, puedo estar ahí la última. Ni siquiera comprobarán el listado después de horas de audiciones.

—Si consiguieses un agente...

—Ya, pero tampoco cambiaría mucho. —interrumpe—Es decir, la audición la hago yo, al fin y al cabo.

—Pero los contactos, los tienen las agencias. Es lo que hay.

—¿Has visto mi curriculum?—continúa ignorado su tono cortante—Está todo lo que pedíais, la prueba de voz, la demo... Lo he adjuntado todo. Por favor, ¿no podrías intentar que lo vean, aunque sea un minuto? No les llevará más tiempo.

—Podrías intentar presentarte a otro tipo de audiciones, quizás algo menos... competitivas que busquen gente con menos experiencia. Con el tiempo, puede que...

—Ya, bueno, eso ya lo he oído antes. Gracias igualmente.

Finalmente, Marta cuelga. Busca la aplicación de "Notas", en concreto, una lista con el título "Audiciones 2024". Todos los nombres de la lista están tachados, y a su lado, entre paréntesis, indica el motivo con un "descartada", "voz sin personalidad", "el intrusismo de siempre" o "necesito un agente". Al encontrar el nombre de la última audición, señala lo propio y lo tacha al igual que el resto.

Guarda de nuevo el teléfono y apoya los codos en la barra. Está harta de intentarlo, a lo mejor debería rendirse y trabajar en una oficina de nueve de la mañana a seis de la tarde. Se aburriría, sí, pero llegaría a fin de mes. Continúa perdida en sus pensamientos cuando el sol comienza a bajar y un suspiro profundo escapa de sus labios.

—¿Marta?

Al oír su nombre, gira su cabeza en dirección de la voz. Sebas está de pie junto a ella, vestido con una camisa blanca.

—Sebas, ¿qué haces aquí?

Instintivamente, se pasa los dedos por su cabello, recogido en un moño desenfado, tratando de ordenarlos. Debe tener unas ojeras espantosas y el uniforme no ayuda a verse mejor. ¿Por qué, universo? ¿Qué te he hecho yo?, piensa.

Pero antes de poder responder, Amara hace acto de presencia.

—¡Martu!—exclama Amara quitándose las gafas de sol—No me digas que es aquí donde trabajas. Esto es muy exclusivo. ¡Estarás encantada!

"Sí, me pagan una mierda. ¡Es el trabajo de mi vida!", piensa Marta.

—Sois Amara y Sebastián, ¿cierto?—interviene Fabio—¡Qué puntuales! Me comentaron que estabais interesados en realizar una fiesta con nosotros.

—¡Eso es! Sería una fiesta de compromiso. Mi organizadora de boda llamará para dar todos los detalles, pero queríamos ver el sitio primero.—dice echando un vistazo a la azotea—No está mal, aunque esas flores, ¿se pueden cambiar? Quiero orquídeas blancas por todas partes.

—Podemos verlo, sin problema.

—Debería empezar al atardecer, es la luz que más me favorece. Para el cóctel habrá barra libre y para el brindis cava. También queremos alquilar uno de esos fotomatones, está muy de moda. Ah y quiero soltar globos blancos cuando recreemos la pedida. No habría ningún problema, ¿no?

—Claro, nos encargaríamos nosotros. Aunque lo del fotomatón...

—¿Orquesta o mejor DJ? Aún tenemos que decidirlo. Quiero ver la carta de los menús.

Fabio asiente. Con un gesto indica a Amara que la siga hasta una de las mesas del fondo, dejando a Marta y Sebas solos. La primera, algo nerviosa, lo mira sin saber qué decir.

"Ojalá no fuese tan encantador, sería mucho más fácil", piensa Marta.

—Si que lo tiene claro—comenta Marta con una sonrisa, rompiendo el hielo.

Sebas deja escapar una risa leve, que a Marta le parece casi musical. Ambos observan cómo Amara, sin ningún tipo de reparo, señala lo que no le gusta en la carta, frunciendo el ceño con desdén cuando algo no es de su agrado.

—De momento solo debo aportar mi presencia. —se encoge de hombros—Al parecer tengo muy mal gusto para todo.

"Sobre todo para elegir prometida", piensa Marta con amargura. No lo entendía, no podrían tener personalidades más dispares y aun así se había enamorado de ella. Y, eso, aunque le costase admitirlo, provocaba un nudo en su estómago, el cual era incapaz de desatar.

—Bueno, Amara tiene un gusto peculiar para todo. Siempre se va a lo más caro.

Sebas curva sus labios, en eso tenía razón, había sido testigo de ello durante todos los cumpleaños que habían pasado juntos.

—¿Y tú estás bien aquí?—dice mirándola—Elisa me contó que esto es temporal y que seguías haciendo audiciones.

—Bueno, no es lo que esperaba. Pero tampoco pasa nada, es lo que he elegido. Me arriesgué y supongo que perdí.

Sebas frunce el ceño. La primera vez que escuchó a Marta actuar fue en la sala de sonido del auditorio de la universidad. Desde ese momento, pensó que el mundo debía ser testigo de su talento, pero no pensó que encontraría tantas trabas para ello.

—Tu voz es la protagonista de un programa infantil, creo que no está nada mal—dice tratando de animarla.

—Pero no me permite vivir de ello. Sé que no habría sido feliz siendo abogada, pero es frustrante que solo me tope con puertas cerradas. ¿No te pasa que esperabas que tu vida fuese distinta a estas alturas?—dice soltando un suspiro—Aunque bueno, eso solo parece aplicar a mi caso.

Sebas la observa con una mezcla de compresión y algo más que no sabría explicar que era. En su caso, tenía muy claro los pasos a seguir al finalizar la carrera, pero surgió la oportunidad en Barcelona y, a pesar de que pensó rechazarla en primera instancia, Amara lo convenció. Era una multinacional, enfocada en sistemas de comunicación con un buen salario. ¿Qué más podía pedir? Pero no sabía si era lo que realmente quería.

—No, te entiendo. Yo también esperaba algo diferente a nivel profesional.—baja la cabeza—Creo que todos, en general, en la universidad.

Marta lo mira con atención. Nunca había visto a Sebas mostrar un ápice de desilusión. Era el delegado de clase, el capitán del equipo de fútbol y uno de los alumnos con mejor media académica. Parecía tenerlo todo bajo control. A lo mejor, ¿tenían algo en común? Quizás compartían esa sensación, ese miedo a no saber si algún día cumplirían su sueño.

—Supongo que todo se reduce a la pregunta que te hacen en una primera entrevista de trabajo, ¿dónde te ves en cinco años? Yo por supuesto tenía que mentir, porque si decía que para nada seguir siendo camarera, no conseguía el trabajo.

Sebas sonríe ante la leve risa de Marta, era sincera y diría que triste. Encontraba su franqueza encantadora, lo que provocaba que quisiera saber más sobre ella. Él no lo sabía, pero era la primera vez que conocía a Marta, la de verdad. Habían hablado varias veces a lo largo de los años, pero se podría decir que eran completos extraños. 

—¿Y dónde te ves dentro de cinco años?—pregunta con curiosidad.

—Bueno, —dice pasando un mechón de pelo tras su oreja—¿se puede dejar de soñar? Cada día me cuesta más hacerlo.

—Creo que el mundo espera que hagas algo que deslumbre a todos. Conmigo ya lo hiciste una vez.

Marta lo mira sorprendida. ¿Se refiere a... cuando bailaron? Sus palabras provocan que contenga la respiración. Hace un par de años, habría memorizado cada detalle de la conversación para enviar un audio de tres minutos a Elisa deconstruyendo cada frase hasta desgastarlas.

—¡Sebas! 

La voz estridente de Amara interrumpe la conversación. Cuando ambos miran, Amara le hace señas mostrándole la carta del menú.

Amara se despide con la mano de Marta. Y es que auque todavía no le había contado la verdad a Sebas, sentía cierto temor a que lo descubriese antes de oírlo de sus labios. Intentaba autoconvencerse de que su relación no terminaría por algo que ocurrió hace años y que su amor por él era más fuerte que todo eso.

—Debería...—dice Sebas.

Marta asiente para luego retirarse a una de las mesas. Sebas hace lo propio y camina hasta llegar a Amara. Marta, intenta concentrarse, pero no puede evitar girarse una última vez. Los ve abrazados, podría decirse, en ese instante, que parecían hechos el uno para el otro. Y eso era aún más doloroso, porque retirarse sin siquiera intentarlo era una de las cosas más difíciles que había hecho. Y es que al final día, como Nena Daconte, no puede evitar preguntarse "Qué parte de tu destino se quedó conmigo"

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Buenass, ¿qué tal lleváis el inicio de semana? He aquí el nuevo capítulo :))

¡Espero que os guste un montón! Nos vemos el viernes con uno nuevo!!

Os mando un abrazo virtual enormee :))

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