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Te abrazo lo más fuerte que mi dolor me lo permite, me aferro a ti para así evitar que te vayas, me aferro a ti recordando tantos momentos, me aferro a la felicidad que solías brindarme, a tus aprendizajes, me aferro a todo lo que tenga que ver contigo.
Por sobre todo, me aferro a mí mismo con la incertidumbre de un posible colapso, de una posible y próxima devastación total.
Quién diría que el último abrazo sería el más doloroso.
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