Seguimos en la misma banca aunque te niegas a admitir que no te sientes bien; recuerda que estás con alguien que te conoce desde hace años y sabe cuando sientes ganas de reír o llorar, si necesitas de silencio o un simple abrazo.

Y no te dejaré sola.

Decido cargarte entre mis brazos sin importar las miradas curiosas clavadas en nosotros, te cargo aunque me estés dando golpes en el pecho con muy pocas fuerzas.

Debo mencionar que tu peso se ha aligerado.

No me importa qué tanto se te noten las ojeras, el cabello que hayas perdido o demás. Mientras sepa que tu corazón siempre sea el mismo no hay mejor satisfacción para mí.

El mismo corazón que conocí, el que se enamoró de mí un día de lluvia, el que late aún más fuerte cuando me tienes cerca.

Memorízalo cariño: mientras tú corazón siga siendo el mismo no me importa qué tanto haya cambiado tu físico o tu apariencia.

Porque sólo me importas tú.