
Capítulo 31 Los sueños del Payé
Kaborí está en trance, la extraña pipa humea en sus manos, la piel le traspira, los labios le tiemblan, los ojos en blanco apenas parpadean. Su mente y espíritu están a miles de kilómetros.
- ¿Padre, que has visto?.
- La tierra ensangrentada a tu alrededor.
- ¿Mi sangre?, ¿La de mis hermanos?, ¿La de mis amigos?
- No me esta dado ver. La muerte tiene un solo ojo.
- ¿Un ojo?
- Es lo que veo. Cuídate hijo, creo que ya no nos volveremos a encontrar con nuestros cuerpos.
- Que la Madre te proteja.
- Que la Madre vele por ti.
Kaborí, sale de la choza con nauseas, los otros tres cachorros de Indio y Dulce salen a su encuentro. Fueron rebautizados como Mai-huna, Tapuyá y Araguató (orejona, mosquito y mona respectivamente).
Los chicos y los perros juegan alegremente, en otra oportunidad Kaborí se hubiera detenido a verlos jugar pero ahora la preocupación embarga su corazón.
Kaborí busca a Joao y enigmáticamente le pide que lo acompañe a casa de Diego.
- Hola Kabori, hola Joao.
- Hola Diego, tenemos que hablar.
Diego observa la preocupación de Kaborí en su rostro, se sientan a la sombra y Kaborí relata el último encuentro con su padre. Joao trata de relativizar el mensaje pero Diego lo mira preocupado.
- Qué aconsejas hermano?
- Estemos alerta, estoy seguro de que una amenaza se cierne sobre nosotros.
- estaré alerta, Joao cuida que tu handie esté cargado y a mano.
- Lo haré.
- Ahora espérame.
Diego entra a la casa y sale con la pistola y una caja de municiones.
- Toma, y cuida a las hermanas.
- Diego, no te preocupes, ahora pasaré a saludar a tus mujeres.
Joao entra a la casa y Diego se acerca a Kaborí.
- Hermano, te creo y agradezco, deberemos estar alerta.
- Diego, pasaré a verte todos los días.
Kaborí vuelve a su aldea y Diego entra a la casa. Cecilia conversa animadamente con Joao y no advierten la llegada de Diego. Cecilia esta sentada con Catalina en brazos, Joao de pie le dice:
- …. Y cuando le dije, me dijo que sentía lo mismo, pero que no abandonaría a Inés.
- Tranquilo Joao, ya verás que Inés aceptará la relación.
- No lo creo Cecilia, Inés me desprecia y más ahora que sabe de lo nuestro.
Diego entra y toma a su hija de los brazos de Cecilia.
La conversación se interrumpe. Joao se despide y Diego se sienta junto a Cecilia. Diego le pregunta a Cecilia.
- ¿Cómo andan las cosas por la granja?
- Hmmm…amor y odio.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro