Abrazo emocionado a mi esposa, luego a mi hijo, a Kaborí, a Teresa y a todos los integrantes de mi querida sociedad.

En pocos días he conocido prácticamente a todos los seres humanos sobrevivientes del planeta. No cambiaria a los míos por nada en el mundo.

Cecilia intenta mantener un dialogo con Edwin, el joven la impresiona ya que mi esposa mira a su hija con orgullo y le otorga un guiño de aprobación. Catalina esta radiante y no para de hablar. Me aproximo a Kaborí, necesito contarle lo ocurrido. El se me anticipa diciendo.

- Ya lo sé Diego. Estoy orgulloso de ti. Es un honor ser tu hermano.

- ¿Como?, ¿Que sabes?

- Lo vi.

- ¿Lo viste?

- Sí, aún no lo sabes, pero desde la muerte de mi padre, soy el nuevo payé de mi tribu. Me quedo helado, debí haberlo supuesto. Balbuceo

- ¿Y qué opinas?

- Creo que ahora la Madre Tierra será un bello lugar para vivir, los hombres de Arthur, ahora son libres y se gobiernan a sí mismos. Podrán fabricar esas naves que necesitan para mantenerse unidos. Creo que ahora todo irá bien. En cambio, para mí y mi gente, preferimos ir más despacio. Diego, hermano, ha llegado la hora de separarnos.

- ¿Que?, ¡No, Kaborí!..

- ¿Por que te preocupas? Te estaré viendo todos los días, sabré de ti, y si me necesitas solo piensa en la Madre, ella me lo dirá.

Los aviones descienden transportando a un grupo de Spirit Bay que ha decidido mudarse con nosotros. El viento levanta una polvareda. En el puerto, las canoas se preparan para un nuevo viaje a la selva. Se alejan unos metros y Kaborí, me arroja algo que vuela hasta mis manos. Lo observo con cariño, un diente de Yaguareté brilla reluciente, con los ojos inundados en lágrimas, me lo cuelgo al pecho, lo toco y grito emocionado.

- ¡Más hermanos que nunca!

- Sí, me responde Kaborí, tocando su pecho con el puño.

 - ¡Más hermanos que nunca!.

Fin