Capítulo 15 Nuevas reglas
La llegada a Spirit Bay me provoca una enorme impresión. Nunca vi cosa igual, pregunto a papá:
- ¿Qué son esos ventiladores gigantes.
- Generadores eólicos, Cati, con ellos obtienen energía eléctrica.
En unos minutos bajamos de la nave. Una impresionante comitiva de gente extrañamente vestida sale a recibirnos.
Todos nos miran con admiración y nos rodean.
Uno de ellos habla con Arthur en inglés, él nos traduce.
- Toda la comunidad esta reunida en el anfiteatro, esperan que les hablemos.
Papá mira a Arthur y le pregunta.
- ¿Qué se supone que tenemos que decirles?
- No sé Diego, algo se nos ocurrirá.
Caminamos unas pocas cuadras, Edwin mira azorado las construcciones tomado de mi mano.
La gente está reunida y sentada en silencio, en el centro un pequeño escenario, unas sillas y un micrófono nos esperan.
Me siento temerosa en una silla al lado de Edwin y papá. Arthur se encamina al micrófono y carraspeando comienza a hablar en inglés.
Pregunto a papá en voz baja que está diciendo. El me contesta:
- Esta explicando por qué se fue y qué es lo que sucedió con el virus. Les está diciendo toda la verdad.
La gente está impactada con la noticia. Algunos lloran en silencio. Arthur debe interrumpir numerosas veces su discurso. Según me explica papá, un micrófono direccional permite que cada persona pueda hacer una pregunta levantando la mano. Arthur pacientemente contesta todas las preguntas. Pasa el tiempo y de pronto Arthur se da vuelta y mirando a papá le dice.
- Quieren que les hables, que les digas qué hacer.
Papá, aterrado ensaya la excusa de no conocer el idioma. Arthur le dice que oficiará de traductor. Papá resignado se pone de pie y tomando el micrófono se dirige a la multitud.
- ¿Qué hacer?, ¿que puedo decirles si yo tampoco lo sé?. Fuimos devastados por la extinción de nuestra especie, la más inteligente del planeta, no me considero capacitado de decir qué hacer. No estoy en condiciones de dar nuevas reglas sociales, ni recetas de gobierno. Solo puedo hablarles con humildad sobre los valores de nuestra pequeña comunidad que aprendí de enormes personas como mi esposa, Kaborí, Teresa, Gianluca, Joao y hasta de mi hija Catalina que hoy me acompaña.
Respetamos y defendemos la vida, empezando por la de nuestros miembros, pero también la de todos los seres vivos. Para nosotros la vida es un milagro, si no somos capaces de “fabricarla”, ¿por qué deberíamos destruirla?.
Cada ser humano es un individuo esencialmente libre. Pero cada uno de nosotros tiene la capacidad y la libertad de dar algo a los demás. Estoy convencido de que el hombre es un ser en permanente búsqueda. La búsqueda de la perfección, la santidad, el amor, la felicidad, la paz, la seguridad, son gigantescos motores que tenemos en nuestra alma. Estas búsquedas son la razón de nuestra existencia. Paradójicamente también nos generan intranquilidad, ausencia de paz y tristeza, pero al mismo tiempo nos empujan en el camino para acercarnos cada vez más a la meta. Pero al mismo tiempo la gran meta no debiera ser alcanzable porque el motor se apagaría al no tener más sentido su existencia. Entonces ¿en donde está el sentido de la vida?. En los obstáculos superados día a día, ellos son los que nos proporcionan la felicidad y la alegría de vivir. La humanidad enfrenta hoy el obstáculo más formidable en su historia, somos protagonistas únicos de esta adversidad. Dos son los caminos, podemos abandonaros y entregarnos, o podemos tomar la mano de nuestro hermano, un ser tan especial como nosotros y ayudarlo a transitar el camino común que tenemos como especie. De momento tenemos una sola obligación, sobrevivir. Se lo debemos a nuestros padres y abuelos que ya no están más, pero que con aciertos y errores nos dieron la vida. Se lo debemos a nuestros hijos, nacidos o por nacer. Debemos encontrar la felicidad uniendo nuestras metas individuales a esta meta común. Vivamos la felicidad de sobrevivir, ayudándonos generosa y libremente entre nosotros a refundar este hermoso planeta, que milagrosamente nos ha perdonado y se nos ofrece abnegadamente dándonos una segunda oportunidad.
Papá se detiene, esta llorando, nunca vi a papá llorar así, sin pensarlo me levanto y lo abrazo con toda mi fuerza. Por sobre su hombro veo que la gente también llora, y algunos se abrazan emocionados.
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