Especial. Crossover Lola Barbato: la carroñera.
«Hasta una idiota como yo sabe que un Ackerman solo tiene permitido venir a este lugar los viernes, ¿enserio eres tan idiota para pisar el territorio del enemigo de tu hermana? De presenciar a un Ackerman en la zona de mi madrina, en un día que no es, a estar con Tenorio... Prefiero pasar la noche dentro de un hotel, a vivir este momento. No quero volver a estar en medio de una pelea».
Para Grecia Pinkman el ser llevada a lugares sin su consentimiento era de todos los días. Había una gran diferencia de otras circunstancias en dondee estaba en un hotel de pasada, el oloroso humo a hierba de una cueva del bosque a las afueras de la ciudad, látex y la fuerte fragancia a orina del baño de un antro, o en los rincones de la escuela. Pero el pavor de ver al peligro que concebía una mirada delictiva, y la recepcionista que la hacía menos con no mirarla en los pocos minutos en el restaurante, con ambos interactuando de lo más común hasta que el chico mencionó su apellido. Queriendo seguir así, ocultó sus temores con mirar abajo y dejar que Grace terminara lo más rápido, rezando porque eso suceda.
—Este lugar huele mucho a sarcasmo —contraste a los congestionados cambios de apariencia en Lúlu, ese en comparación a los demás era especial por dos razones: el porte de gala en el morado vestido que descubría una pierna, y esa imponente apariencia de alguien no mayor a los 40—. ¡Me encanta todo lo de aquí! —arremetió a los oídos de Grace con una encantadora suavidad.
—¿Te trae recuerdos? —preguntó Grace, menos rígido que hace rato, luego de tantas cosas en un día. Que para tortura de su poca cordura, tenía que afrontar una tarea que se propuso tras estar más tranquilo, así como para voltear su chip y darse un par de palmadas en las mejillas para optar por una nueva actualización en su actitud—. ¿Es aquí a donde querías venir?
—En efecto, amor mío. Aquí vivía la mayoría de mis noches, cuando Grillo's apenas empezaba a hacerse de un nombre —endureció su agarre en el abrazo que le daba a Grace. Entre el debate de mostrar la nostalgia de recordar sus días de libertad, o un agrio remordimiento de pena por cómo terminó en su última visita hasta ese momento
—Y mira que el infierno es chico, es aquí donde Grecia iba a venir.
—En eso tienes razón. Pero mírate a ti, dudando si seguir mi consejo de venir a hacerte de un nombre. Creo que me precipité demasiado, no estás listo para esto.
—Debo aprovechar que por arte de los dioses estás de buenas —el pelinegro notó el entorno congelado de la gente. Tanto la mujer de muchas curvas por su delgado pero moldeado cuerpo pegado a su uniforme de falda y camisa, los complejos de Grecia que tomaba su brazo un tanto temerosa de las consecuencias de estar en Grillo's, el trasfondo lleno de gente vestida de etiqueta con variados gestos, y los brazos de la rubia si bajaba la mirada, todo en blanco y negro—. Quiero ver a quien fué una de tus supuestas amigas, y de paso conocer a los que sellaron tus días en el Noxx.
—Si tus intenciones no son el hacer una alianza con mi hermana de palabra, déjalo así, si es que valoras los restos de voluntad en tu podrida vida —frotó su mejilla en el cuello del chico con cariño—. Desde mi primer día en ese burdel acepté que mi vida estaría ahí, son las consecuencias de meternos en un mundo como éste. Créeme, había olvidado el odio que le tenía a esas hermosuras. Pues, tanto como Lucrecia, Ángela y otras más tuvimos a la mujer que nos unió a todas —sonrió con el descaro de un temor sumergible en el cuello de él—. A la única mujer que amé de verdad, a quien le ofrecí mi corazón y lealtad con la mano. Si... Esa mujer... Nuestra mujer —dio un beso en la piel del chico para dejar huella—. Porque ella fué el motivo que me hizo aceptarte hace casi 3 años, cuando dijiste que era tu madre adoptiva desde los 10 años. Ella, nuestra...
—Trinidad Jaeger, el otro motivo que me permite seguir vivo —dijo Grace, estoico, sin tantas ganas de hacer algo de lo que podría arrepentirse si es que su nuevo plan de abandonar su depresión, para recobrar los inicios que le hicieron aceptar un acuerdo con Ángela—. Quiero empezar a cazar presas grandes, como ella me enseñó. Ya dejamos que estos bastardos nos escupieran al despreciarnos. También eh dejado a un lado esa idiota dolida expresión de no verte en carne propia. Quiero venganza, ¿estás conmigo para desquitarme en nombre de ustedes?
—Que ya no esté en el lado de los vivos me permitió unirme a tí, ser uno solo contigo, el último recuerdo de mi amada Reina, Trina —rió entre pequeños quejidos placenteros de un dolor incierto en ambos—. Tu voluntad es la mía. Claro que estoy dispuesta a ayudarte. Que me guste molestarte por las noches -/—succionó del cuello del chico para dejar un chupete—. Es diferente. Recuerda que el apellido Ackerman es azufre para Lucrecia. Vamos a movernos con cuidado, no es que no seas bienvenido, pero la relación entre Ángela y la pelirroja que conocerás en unos momentos depende de un hilo.
—Los apellidos que mencionaste, ¿eran amigos de mamá? —su mirada notó que de a poco su panorama comenzaba verse a color, conforme los movimientos de aquellos seres volvían a lo suyo, envolvente a las agradables luces amarillas de los faroles colgantes en el lugar gótico—. Y ahora que lo pienso —vaciló—: ¿cómo sabes esos datos si eres un simple producto de mi imaginación.
—Tu cabeza está tan fragmentada que no recuerdas ciertas cosas a voluntad. Pero no te desvíes. Llamemos a esas ratas como negociantes. Ahora, recuerda que Edik es un desconocido. No saben que fuiste criado por la mujer que puso de cabeza a todos en esta ciudad, que hay más como tú, y que tienes relación con la cazadora que aparece cada mil años. Ahora eres Grace Ackerman, el quinto hermano de una familia de políticos asociados con un "mejor" camino para Helix, quien pisa por primera vez su patria —dio un bufido antes de proseguir con lo irónico de la situación—. Ángela es sádica, inteligente, pero un poco floja. Te dió la identidad, más no la actitud. Está esperando algo de ti, hay que sorprenderla con demostrarle que valemos la pena. Que a diferencia de su ex prometido no deseado Asier, nosotros si fuimos su mejor acierto. Hay que ser ese chico que te da la confianza de tomarnos unos tragos, y sabes cómo hacerlo, casanova —dió un beso en la mejilla pecosa cuando todo lo distorsionado volvió a la realidad, viendo como la recepcionista le entregaba a Grace su tarjeta dorada dorada.
—¡Me sorprende que después de mucho tiempo se descubriera que los hermanos Ackerman no solo son mujeres! —reaccionó Lola Barbato, quien retorcía sus labios de la sorpresa que resaltaban los pequeños huecos que se formaban en su mejilla. Observando de pies a cabeza el físico del pecoso en la entrada del restaurante Grillo's, dejando de tener el cotizado plástico rectangular en sus dedos que la tenía con la atención tan enfocada en Grace que, por evidentes novedades descubiertas ignoró por completo a la ahijada de la dueña del restaurante.
—¿Qué le puedo decir? —ante la discordante de la gentileza en su tono de hablar, y lo atontado rostro de Lola, a Grace le resultaba divertido de ver a la mujer de trató amable. El chico extendió sus brazos mientras movía las muñecas a su ritmo—. ¡Sorpresa! —alargó la última letra de la palabra con una característica alegría.
—Por lo usual, ustedes nos llaman antes llegar —Lola emprendió más interacción en la mirada de ambos, aprovechando el momento para rectificar que solo venía él y Grecia que seguía sin mirarla. Pero internamente estaba muy sacada de sí con tener cara a cara a un chico que, si bien no le ha hecho nada a ella, o a su jefa, su presencia podía interpretar muchas cosas para nada buenas—. Por ende —estiró los brazos para después pedir disculpas con ellos mientras arrugaba sus labios, esperando que la mentira piadosa fuera suficiente para hacer que se vaya antes de tener la presencia de Lucrecia Benedetto, la persona que pagaba su salario—. No tengo mesas disponibles —sonrió de modo comolicado y amable—, lo siento.
—¡No me digas eso, señorita! —cerró sus manos en puños mientras estrujaba levemente su rostro en decepción—. Seguro que puede hacer algo por un pobre jóven que ha recorrido todo un continente —dijo lo último en italiano.
—¿De madre italiana? —cuestionó la mujer en el mismo idioma, dejándose guiar por la tentación de ver lo que el pelinegro trataba de hacer, tal vez en una muestra de trabajo extra para informarle a su señora de la nueva cara de los Ackerman. Lejos de darle entrada a Grace para iniciar una conversación, quiso alimentar su morbo de la semana con tener de frente al chico del apellido que circulaba por todos lados y ver si conseguía algo bueno, de quienes envuelven la plana de las noticias en el mundo—. Mis padres son de Nápoles, ¿alguna vez tuvo la oportunidad de visitar mi ciudad? —sonrió ante el atrevimiento de mencionar que quizás y el joven no era un Ackerman, sin mostrar su alineada dentadura con metales.
—Mi madre es la misma que la de mis hermanas, señorita —Grace entendió aquello con una forma de provocación, pero lo dejó pasar por asuntos mayores—, y en cuanto a su pregunta, pues, no pude visitar su hermosa ciudad —habló de modo que la chica se sintiera cómoda, siendo alguien confíado, sin llegar a ser atrevido para dar señales de coqueteo—. Estuve 5 días de la semana, durante toda mi vida encerrado en un convento de Quito. Los sábados y domingos eran mis días de regalos por parte de mi padre, quien me daba rienda suelta para hacer todo lo que quisiera, siempre y cuando mantenga un comportamiento impecable. Y cuando eso pasaba, sólo quería estar con personas que no tuvieran un pensamiento ligeramente distinto al mío, o que por lo menos no me estuvieran diciendo lo insuficiente que es mi fé ante los ojos del señor —terminó con unas risitas que contagiaron a la chica.
—¿Así que tengo la dicha de estar frente al futuro papa? —por mera costumbre, sus levemente pupilas felinas verdes se contrajeron de la vibrante sensación de atracción en la fragante capacidad del chico para hablar, naciendo un capricho de sí o sí sacar provecho en lo que pasaría hasta el momento, que las cosas seguían estables. Bañada con el cosquilleo de su estómago que le daba la emoción de ser una de las primeras personas en interactuar con alguien menos esperado, pero interesante de ver, absorbió la idea de querer jugar un rato a los pequeños intercambios de diálogos antes de despedirse—. Porque de ser así, y si yo sigo aquí cuando llegues al podio, tendré que anotar tu nombre cada vez que visites nuestra humilde ciudad —ambos rieron otro tanto—. Pero no suenas tan contento con recordar tus días rodeado del espíritu Santo y la santísima "Trinidad"
—No es que lo odie, mi estimada. Las monjas fueron buenas, me enseñaron mucho, y gracias a eso puedo tener distintos puntos de vista. Pero la iglesia no es lo mío, y aunque esa noticia les partió el corazón: se los dije antes de venir porque no quiero que recen por alguien que puede caer en las tentaciones de Ishkode —lo que decía y cómo lo hacía era contraste a lo que su cuerpo quería. Ser un majadero por rememorarle el nombre de su madre adoptiva Trinidad—. Pero, volviendo al tema, mi hermosísima amiga de ébano —movía su brazo libre de modo enérgico, acorde a lo que decía, sin dejar de hacer contacto visual con la chica de mirada serena y cordial—. ¿No hay algo que ésta hermosa maga pueda hacer con su bolígrafo mágico? —señaló la apenas visible pulsera de oro aferrada en la muñeca de la chica, con el símbolo de algo parecido a un rayo, pero las iniciales H y P, delataron que se trataba de una cicatriz—. Como toda buena fanática de Harry Po-po-po-te-tet-ter —intentó ver si persuadir a Lola con cambiarle el tema podía hacer efecto en conseguir lo que quería.
—Amé todos los libros —dijo entre sorprendida y divertida, tomando nota de lo observador que el chico podía ser, viendo que bajar la guardia con tal de jugar no era un privilegio—. Si algún día hay un concurso de preguntas entre tú y yo, y la temática es de ello, deberás rendirte si no quieres terminar humillado.
—Ya te ví en tu cuarto, encerrada mientras recitas hechizos con el sombrero que habla, y hablando de sombreros —tuvo más comodidad en sus brazos— ¿Qué casa eres? —preguntó ya más en confianza, pero siguiendo con los límites de no pasar de eso, una sonrisa amistosa.
—Mi padre decía que mi corazón es tan valiente como el de un león, pero mamá dice que soy ambiciosa y astuta como una serpiente —alzó los hombros sin saber por cuál decantarse, disimulando lo agria que se ponía cuando recordaba a sus progenitores—. Lo siento, pero no sé a cuál escoger —terminó dudosa y entrecortada
—Tu mirada no se achica, lo que indica el valor que tienes, y la sonrisa de tener ganas de saber quién soy, eso es una ambición personal, pero siendo astuta al tomar tu distancia —con suavidad apartó el agarre de Grecia que no decía nada, dió un paso adelante y apoyó sus codos sobre el mostrador de madera negra—. Yo pienso que sin problemas, encajas en ambas casas. ¿Quizás y eso te ayude a mejorar las virtudes antes dichas para estar más preparada que una periodista en medio de un tiroteo? —volvieron a reírse de sus malos chistes hasta estabilizar sus voces—. Vamos, yo sé que puedes hacer algo por mí.
—Lo digo enserio, amiguito —la mujer no mayor a 30 años volvió a disculparse como la primera vez, pensando que era hora de terminar con la charla, aunque no pudo conseguir su caprichoso objetivo—. La siguiente mesa libre estará como en 3 horas.
—Lola —sus tacones resonaban desde la distancia en dónde aquella tipa pelirroja estaba a un ritmo relajado, con el que extendió con elegancia una nota a la pelinegra cuando llegó a ella, sin tomarse la molestia de analizar la silueta de los jovenes para ver quiénes eran. Algo que Grecia no sabía si tomárselo por bendición de no verla con un Ackerman, u sentirse ofendida de también ser ignorada por su madrina—. Cancela la reservación de los Trujillo —ordenó de manera que pareciera un favor—. El hijo de Nacho terminó con la nariz rota después de una pelea.
—¿Cuál de todos? —cuestionó la pelinegra, en modo sarcástico.
—Tenorio —contestó Lucrecia sin importancia, poco atenta al notar 2 siluetas con uniforme que no tuvo la dicha de mirar quiénes eran.
—¿El gordito que desprecias por maltratar a tu ahijada? —rió— ¿por qué?
—Al parecer, se llevaron a mi pequeña en su cara, intentó hacer algo y terminó con la cara rota. Dicen que la princesa grasienta terminó tan mal que ahora lo están llevando a urgencias, para tomar una cirugía que le reconstruya el rostro.
En esos estrepitosos intercambios de palabras entre la pelirroja y la morena hicieron que Grecia lo mirase exaltada, presionando su brazo con un pellizco, que llamó la atención del chico que la deleitaba de estremecimiento con una cara de dobles intenciones en esa sonrisa sin mostrar dientes, y esos ojos de niño que no hace nada.
—Te dije que la noticia se difundiría cómo un jodido meme —dijo ella con angustia, entre discretos susurros mientras hacía que el chico y tomaran distancia ante el par de mujeres—. Este lugar es donde se reúne la gente como la familia de Tenorio, y otras que están al nivel de la tuya. Vámonos, no debes estar aquí, vamos, deja que te lleve a la salida.
—¿Qué tiene de malo querer comer en un lugar muy frecuentado como éste? —preguntó Grace, fingiendo total ignorancia al meterse en la piel de su personaje—. No recuerdo tener motivos para tener la entrada prohibida. Aparte, si estás preocupada por Tenorio y su familia, que vengan. Y por lo que escucho de ellas —Grace señaló al par de mujeres—. No me molestaría decirle a la madre de tu novio que su hijo es la mayor vergüenza que pudo haber salido de ella.
—¿Acaso no sabes la relación que tiene tu familia con la dueña de Grillo's, y Nacho Trujillo? —la subida de sus ojos azules para deleitar los grabados estilo barroco del tejado, contradiciendo si eso era el precio a pagar porque esa noche tenga su integridad intacta
—En realidad —negó con girar su cuello de izquierda a derecha, alimentando su placer en el miedo de la chica—. El desconocer las cosas que hacía mi familia para estar lejos de aquí, fué el precio a pagar por estar privado de lujos, por petición de mamá al querer cumplir su capricho de por lo menos tener un hijo que no sea una mierda que envenene a la sociedad.
—Grace, estamos frente a Lucrecia Benedetto, dueña de la cadena Grillo's, posible candidata a ser patrocinadora de algún partido político, y una mujer muy influyente de Helix, otros de la misma calaña que tú hermana. Así que por favor —suplicó en un intento menos esperanzador que antaño, pero con las mismas intenciones—, te lo pido, haré cualquier cosa por no volver a ver otra disputa entre familias poderosas ellas 2. No quiero —el reflejo de un impudico añoranza brotó en la mirada de ella, hablando con toda sinceridad y muestras de querer clemencia a su petición, todo notado por Grace, que mantenía la serenidad en los mismos sentimientos de hacer que sus planes se dieran manos a la obra.
—Grecia —habló con seguridad, cansado de escuchar tantas quejas provenientes de alguien que es de igual, o peor persona que muchos en el lugar que no merecen piedad, el pecoso quiso ponerle fin a todo eso de la manera en la que sabía y podía—. ¿Me permites decirte un par de cosas? —ella algo dudosa, no dijo nada, en cambio, después de 3 segundos asintió para gratificación del chico—. Si después de esto sigues con esos pensamientos, te prometo que dejaré que te vayas. Seré rápido antes que el par deje de estar en lo suyo —ambos volvieron a las 2 mujeres que movían ciertos papeles antes que Lucrecia recibiera una llamada y le diera la espalda a Lola para contestar, seguido de que el teléfono a un lado de la montaña de documentos sonara, para que Lola también hiciera lo suyo. Con delicadeza, Grace llevó a la chica para estar fuera de la vista de ellas, mirar a la castaña y quedar con los rostros a 10 centímetros de ambos—. ¿No estás cansada de vivir lo mismo todos los días? —puso su índice en los labios de ella para silenciarla cuando iba a decir algo—. Todavía no respondas —trató de ser menos rígido y egoísta ante su gusto por ver a la chica con ansiedad—. Puedo notar que tienes ojeras. Viendo el maquillaje que ocupas, seguro que deben ser muy notorias. Creo tener 3 los motivos que te hacen tenerlas —suspiró—. Primero, te desvelas todas las noches en una fiesta hasta que tu mente no recuerde nada. Segundo: te la pasas encerrada en entre 4 paredes con Tenorio, ya sea en un hotel, o su casa, haciendo toda clase de porquerías. Y la tercera: no puedes dormir por la rabia y el dolor de ver como tu vida pasa sin poder hacer nada —ella contrajo su expresión en las emociones mencionadas por Grace, queriendo desquitarse con alguien, pero sin poder dirigir esas sensaciones en nada o algo—. Y viendo tu rostro casi perdido debido a las altas cantidades de alcohol de todos los días, las ojeras que mencioné, el disgusto que tienes, tu labio partido, y lo delirante que te miras: diría que acerté en las 3 opciones que puse. Sufres demasiado —impulsó el doble de empatía para que Grecia no pensara que le decía esas cosas por molestar—. Detrás de esa mirada en tí, tan perdida y resignada encuentro a una chica que quiere escapar de este entorno, y sobre todo de el gordo cara de v*rga que te tortura todos los días. Que por razones que desconozco, no haz hecho nada para cambiarlo.
—No es tan sencillo como ir por la calle y cruzarte a la otra banqueta para evitar a una persona con mala cara —dijo con un nudo en la garganta, presionando sus puños y dientes—. Los bastardos que llamo padres quieren hacer negocios con los Trujillo —dejó escapar unas lágrimas de lo doloroso que era hablar de ese asunto, siendo observada por un Grace que se encontraba en silencio—. ¿Tienes idea de lo que se siente estar desnuda, debajo de un sudoroso gordo que me escupe la cara por placer? ¿Contarle a tus padres, y que ellos te digan que si es posible, lo vaya a soportar por toda mi vida? ¿Llegar a casa y que estos mismos te pregunten si ese asqueroso tipo se siente a gusto conmigo? —quería estallar, volver a sacar el rebrote de gritos y lágrimas que quien sabe cómo retenía, muchas veces ahogados en el alcohol y falsas amistades, que cuando se confesó con las supuestas amigas, la tacharon de una fulana en la escuela. Se miraba al espejo, y solo había una chica vacía y sin vida que pedía a gritos volver a su pasado de añoranza, contrario ahora, estaba sola y despechada con esa tristeza que cargaba desde hace meses—. Ya no lo soporto, no sabes lo que es tener a unos padres que, lejano a verme como su hija única, quien trataba de hacerlos sentir orgullo por mí, me tratan como un anillo que pueden vender a cualquier desconocido que les de plata. No sabes cuánto deseo acabar con esto —lo última lo dijo con una rabia reprimida en un tono ronco que se hundía en el hombro del pelinegro por voluntad propia, con el rostro arrugado del coraje, después de que acariciara su cabello.
—Nuestro primer encuentro no fué el más bueno —dijo sin dejar sus acciones—. No te conozco, y lo que nos trajo a estar juntos en éste momento es mera coincidencia, porque con o sin tí, yo hubiera venido a este lugar. Pero tenerte a mi lado me daría otro motivo para hacer la locura que hará c*gar verde a mi hermana. Y sinceramente, a mí me gusta ver cómo se arranca los vellos de las axilas por un arranque de ira —ella se separó, mirándolo confusa, con la cabeza ladeada—. Mira —de su bolsillo saco un pañuelo para dárselo y así limpiar su roja mejilla por lo pálida de su piel, mientras le mostraba el chico descarado en el que se había convertido, de expresión cansada, asqueada y de mirada con voz apagada. La más estoica, pero siendo la que era sincera, su verdadero yo: Edik Demidov, alguien que estaba por muy lejos a acercarse a la personalidad que Grace Ackerman tendría ante todos—. Somos un par de absolutos desconocidos que han tenido un mal día, estresados por cosas que van más arriba de nosotros, pero que comparten un objetivo en común —la chica tenía total atención en él, sin ignorar cada palabra escuchada con atención que internamente le decía que algo que no la perjudique podría pasar, cosa que la tenía con ciertas ganas de seguir oyendo—: no queremos seguir así. Tu tienes tus motivos, y yo los míos, y eso es lo que cuenta. No te digo que confíes en mí para toda la vida o que te sientas como alguien especial para mí, pero necesito un favor tuyo por esta noche. Y a cambio, prometo regresarte ésta deuda para cuando te vayas a desquitar con ese gordo hijo de p*ta.
Derivadas campanadas de aflicción tocaron una sensibilidad que iluminaba ese pozo donde había caído, oscuro y sepulcral. Eran palabras que deseaba escuchar, quizás y de otra persona, pero lo importante era que finalmente alguien las había dicho. Otro par de lágrimas cayeron de sus orbes en muestra de una carga que poco a poco estaba siendo quitada de ella, que volvieron a ser limpiados por el chico que también desconocía el porqué hacía tanto por ella. Algo en ella estaba empezando a surgir en medio de su miedo, odio e indiferencia. ¿Era alguna dependencia? Ella, no sabía cómo, pero sin duda iba a pagarle el favor a Grace en dado de aceptar lo que le estuviera a punto de proponer, no queriendo depender nuevamente de alguien. ¿Agradecimiento? Aquello escalaba un par de pasos delante de eso, pues no cualquiera estaría dispuesto a ayudarla, ya que tantas veces había sido denegada cuando acudía con personas que podían hacer algo por ella, por eso un gracias se quedaba corto.
¿Amor por quién estaba tomando el papel de su esperanza de no más días negros? Cómo se había planteado antes: Grace era un completo desconocido que hace horas descubrió de su existencia. No podía sentir algo como eso en cuestión de minutos, pero le abría la posibilidad de ser el comienzo de algo similar a una amistad.
—No lo entiendo —dijo de modo complicado, con un alboroto en su estómago—. Nadie en este lugar hace algo por alguien son recibir algo a cambio —le dedicó una dolorosa, pero dulce sonrisa a la vista junto a su ronca voz y suave—. Si te ayudo sería un relativo "ganar-ganar". Pero aún así, eres tú el que pierde más con ayudarme que yo con hacer que Lucrecia te haga pasar. ¿Por qué lo haces? Y aún no entiendo lo que buscas con hacer cosas imprudentes.
—Una persona que era importante para mí tenía un caso parecido al tuyo —dijo inerte, después de un suspiro disgustado, recordando lo que hacía Lúlu para ganarse la vida—. Yo no podía hacer nada por ella, siempre era lo mismo. Y esto me hizo recordar en todas las noches que la tenía que consolar para así al menos —vaciló apagado—, intentar que ella pudiera olvidar lo que vivía. Y cuando te ví, lo primero que pensé fué: ésta tipa es la típica idiota que se la vive de vicios. Cuando noté que estabas con resaca en la mañana. Pero después de ver lo que grasoso radiador oxidado quería hacerte, entendí que nada estaba bien contigo, y ahora, con lo que dijiste... Confirma que no debí juzgarte si no te conozco. Y sin hacerlo, algo dentro de mí me dice que no podré dormir por las noches si me quedo sin hacer algo por tí, si te llego a abandonar. Eso sería como dejar atrás a la persona que no pude salvar, y... —sus ojos se apagaron más—. No podría vivir con eso, no con otro remordimiento que no tendré la capacidad de quitar —volvió a su tono decidido, como si supiera lo que debía hacer—. Es por eso que necesito tu ayuda —tomó las mejillas de Grecia para juntar sus frentes—. Cómo escuchaste con Lola, soy alguien que acaba de llegar, y no tiene idea de que pasa con Ángela. Conozco caras y apellidos por fotos y voces, a dónde me tengo que acercar y donde no. Pero soy ignorante a los problemas que, apuesto y tú sabes mediante rumores, así que ayúdame a entrar a ese lugar para hablar. Porque si mi plan llega a funcionar, será el primer paso para liberarte de lo que te atormenta. Tú tienes el conocimiento, y yo la práctica. Así que —dió unos pasos para volver a la recepcionista mientras extendía su brazo para ofrecerlo a Grecia—. ¿Estás conmigo? Ayúdame para que yo también pueda hacerlo contigo. Es extraño, pero siempre digo que las mejores cosas son creadas a base de las casualidades que nos pueden cambiar la vida.
—Sigo sin entenderlo por completo —expresó con menos dudas, pero no tan segura—. Si decido rendirme ahora, seguro que mis padres y Tenorio me harán pasar lo peor que hasta ahora no han hecho, y aunque no hubieses aparecido —contrajo su rostro en uno de asco—, tarde o temprano esos infelices lo harían, sea lo que tengan en sus planes. Pues, si antes me torturaban con rodar los ojos cuando hablaban, no quiero ni pensar el castigo que tienen preparado por fugarme con el chico que le partió la cara al tipo que los conecta con un contrato que llevan persiguiendo durante meses —observó la mano que Grace le ofrecía, reforzando la decisión que tomaría—. Y si esto fracasa, será el mismo resultado. Pero si lo que tienes en mente funciona, y si dices la verdad —miró a los ojos del chico que la fomentaba a dar ese salto que tanto necesitaba para librarse de la carga más pesada que tenía—, entonces podré tener una posibilidad de mandar a Tenorio a la basura —sin darle más vueltas a algo evidente de tomar, pero arriesgado por lo fuerte de su situación, ella aceptó la mano del chico para sujetarla con una fuerza que representaba la apuesta más arriesgada que haría: confiar en un completo desconocido, llenándose de una fuerte descarga de adrenalina que le hacía temblar de la emoción—. No sé lo que planeas, ni los objetivos que tienes a futuro, o tus intenciones con esto —fué la primera en dar el paso adelante con dirección a donde Lola—, pero aquí te conviertes en mi nueva carta, el todo por el nada. Estoy dentro —limpió su rostro de ojos casi rojizos para tomarse el coraje y estrechar la mano del chico—. Por lo que escuchamos, ya se enteraron de nuestro número con el gordo, así que ten en cuenta que nos pueden encarar para llamarle a Nacho Trujillo. Fué un milagro que ambas me hayan ignorado, si no, es seguro que hubieran malinterpretado la situación contigo, y probablemente no me hubieran dejado explicarles. Si quieres entrar, primero debes llamar la atención de Lucrecia, y una vez eso —miró a Grace con una sonrisa completamente distinta a la de antes. Más firme y confiada, cosa que hizo que el pelinegro la imitase—. Tenemos 2 sopas: o nos frena en seco, a tí por ser un Ackerman que pisa su territorio, y a mí por asuntos muy personales con ella, lejanos a Tenorio. O en el mejor de los casos —extendió sus labios para denotar una maldad acorde a la de Grace—: nos invitará a pasar para conocerte, e intentar jugar con nosostros. Tal vez y hacernos sentir el mayor miedo posible, conociendo su reputación con los más jóvenes.
—¿Reputación? —preguntó Grace, dudoso.
—Yo no lo eh visto, pero se dice que se acuesta con el prometido de su hija, y con el padre de éste. Pobre de Isela, si es que Zinder se resuelve con su madre —respondió ella mientras coordinaba sus pasos con el chico, estando a metros de la mujer de piel ébano para hablar entre bisbeos—. Ella está enferma.
—¿Y eso es tan malo? —preguntó pícaro—. ¿Qué hombre rechazaría a una mujer con las caderas de esa pelirroja?
—Pregúntaselo a Zinder e Iván Croda, ellos te lo dirán. Es suficiente con ver que el pobre Zinder no la pasa nada bien, y eso que está comprometido con Isela, una chica que en su momento muchos estuvieron detrás de ella, y el prestigio de las Benedetto —Grecia divisó las figuras del par de mujeres que seguían hablando, estando a 2 metros de ellas, prestándoles una nula atención—. Es momento de actuar. Utilicemos el momento que están hablando de lo que hicimos como una ventaja a nuestro favor —volvió a sonreír con decisión en cuanto sus tímpanos descubrieron que ambas seguían en el tema—. Sígueme la corriente —dijo para acercarse al escritorio pegado al suelo donde Lola y Lucrecia estaban detrás, evitando que Grace le preguntase por el par de nombres con el apellido Croda—. Grillo's es como mi segundo hogar, da por hecho que los 2 vamos a entrar.
—Y a todo esto —la capacidad de Lola, junto a su alto interés en los asuntos ajenos le dieron el dote de fijarse en unos papeles, darle una revisada a su celular y hablar con Lucrecia que hacía casi lo mismo antes de volver a su oficina—. ¿Quién estuvo tan estúpido para meterse con el hijo de un tipo que puede amanecer a las personas dentro de una cajuela?
—Ese pequeño bribón es lo que me hizo cancelar algunos pendientes, mi querida Lola —dijo Lucrecia, igual de misteriosa y confiada—. Si creímos que Ángela no podía sorprendernos todavía más con el viernes 13, la fiesta de sorpresas no termina —entrecerró su vista pícara en la atenta morena—. Quiero que investigues a alguien. Según los que lo han visto, ha aparecido está mañana en el instituto San Bernardo.
—¿Qué tiene que ver Ángela y su viernes 13 con el accidente de los Trujillo? —preguntó la más jóven, sin seguir notando a los chicos que se acercaban a ellas en silencio hasta quedar cerca de ambas mujeres.
—Más de lo que podríamos imaginar, porque si mis sospechas son acertadas, y la hipótesis que tengo de lo que pasó en el Noxx es verdad; podremos sacar provecho de ésto, o mejor dicho: de él.
—¿Él? —preguntó Lola sacada de contexto—. Ya me confundí —agregó desubicada.
—La persona que quiero que investigues, y el responsable de llevarse a mi querida Gracia de Tenorio Trujillo y reventarle el rostro de puerco que tiene es...
Una señal, palabra o gesto era lo que Grace y Grecia esperaban de ellas que consideraban un halago estar en boca de gente importante para el orgullo de ambos, mirándose para asentir al llegar al mostrador con una sonrisa.
—¡Lola! —mencionó Grace, enérgico, con una palmadas rítmicas sobre la barra de madera, llamando ahora sí la mirada del par—. En verdad, disculpa mi insistencia. Pero durante la salida de este hermoso lugar, me había replanteado si rendirme así de fácil estaba bien.
—Y después le recordé el arduo viaje que tuvo desde Italia hasta aquí —la sonrisa de niña inocente en Grecia le hacía implementar una buena dupla con el chico, y su suave voz mientras hablaba por la espalda de él mientras apoyaba su brazo en su hombro—. Y me dí cuenta que no sería bueno para alguien como mi nuevo mejor amigo desde hace unas hora, debutar su primera cena en Helix en otro lugar que no fuera Grillo's. Así que vamos, Lola, y madrina —tiró una leves risillas mientras conseguía el interés de una Lucrecia que vaciló cuando la vio. Debido a ello la pelirroja hizo trabajar su mente para colocar las piezas de un sencillo rompecabezas, preguntándose desde cuándo Grecia estaba dentro de Grillo's—. Sabemos que su familia solo tiene permitido venir los días viernes —subió una de sus manos hasta la mejilla de Grace y acariciarla—. ¿Podría tan siquiera hacer una excepción por esta noche? ¿Por mí, madris?
—Grecia —dijo la Lucrecia en un segundo de sorpresa, actuando por inercia al ir con ella para darle un abrazo, haciendo que Grace se separase de la chica antes que llegara—. Que gusto verte en una sola pieza. Estoy agradecida por invocarte con el pensamiento, porque terminando de cancelar mis últimos pendientes iba a ir por tí. —sonrió cuando vió que la castaña de estaba intacta, dándole un gran alivio por cerciorarse de su seguridad, usando si típica sonrisa satisfactoria. Hasta que volteó al chico que la miraba con segundas intenciones, campante y divertido—. Espera, si tú estás aquí —como la unión de 2 últimas pistas, parecido a una revelación que la hizo abrir expandir la vista, sabiendo que si Grecia estaba ahí, era obvio que su acompañante era el pecoso—. Vaya vaya... —señaló a un satisfecho Grace que compartía su misma sonrisa mañosa, que jamás se despegó de ella.
—Disculpe por no haberme presentado, señora Benedetto —Grace dió un último paso para estar cara a cara con la pelirroja que le provocaba mirar hacia arriba, con la cara pícara para olvidar el repentino dato de que Grecia era ahijada de Lucrecia—. Mi nueva pequeña mejor amiga —recargó su brazo sobre el hombro derecha para darle un abrazo con un brazo mientras los 2 sonreían divertidos—. Y yo solo llegamos y tuvimos el descaro de pedir una mesa en su presencia, dejándome guiar por la relación que tiene con ella —señaló a la castaña— por ende —alzó la vista para ver la imponente facción de Lucrecia para encararla, sin parecer una especie de desafío—. Me presento, mi nombre es Grace Ackerman, nuevo habitante de Helix, y el quinto hermano de los Ackerman.
Lola, o como se llama realmente: Dolores Barbato es un personaje que será muy importante para una futura obra que publicaré, y también para la primera fase de este universo.
A pesar de no poner algo muy detallado acerca de ella, dejo recalcado que ella viene siendo algo más allá de un personaje secundario.
También aparece otro personaje que no es de ésta serie. Pero de Lucrecia se hablará en los siguientes capítulos, pero si gustan conocerla a fondo pueden pasarse a ver el vergel de los clandestinos. Ya que ella pertenece a esa obra, pero no quiere decir que no salga en otras, sin contar a esta.
Si quieren conocer lo que es Grillo's, vayan a leer el vergel de los clandestinos, en el capítulo "dolor y sarcasmo" justo en los últimos párrafos.
Aquí también dejé muchas pistas de lo que es el entorno que vivirá Grace. De ahora en adelante la trama ya irá evolucionando.
En fin, sin más que decir, se despide el chico que solo viene a escribir. ¡Chao!
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