Capítulo 7
Todos cenaban callados en los aposentos del sultán, Hadarah había sido invidata por el Sultanzade, el sultán estaba más que molesto por sus visitas, deseaba que se fueran lo más pronto posible.
—Y bien querido sobrino, ¿cuando tendrás hijos?—dijo sonriendo, el ya tenía un hijo casi de la edad de Abdull-hamit, ambos estaban actos para el trono.
—Pronto—sonrió falsamente—estamos en eso —miró mal a Hadarah.
—Espero poder presenciar ese anunció
—¿Te quedarás más tiempo?—dijo Aziz recibiendo una mala mirada por parte de su madre.
—Si, tengo asuntos que arreglar aquí—se puso de pié—sobrino me retiró—hizo reverencia y salió de ahí.
—Aziz, Hadarah salgan—dijo Menekşe viendo a su hijo.
—¿Que quieres ahora madre?
—Tienes que aparentar que amas a Hadarah, por lo menos hasta que se vaya Korküt
—Sabes que la odio—alzó la voz.
—Y ella a ti, pero necesitó nietos y meteré a Hadarah y a más mujeres de ser necesario—alzó la voz también—no quiero un nieto, quiero más de dos para callar a las multitudes que dicen que eres incapaz de embarazar a una mujer o hasta creen que te gustan otras cosas —dijo furiosa.—Así que no quiero un no cómo respuesta, si es posible en el suelo pero ella se va a quedar aquí y la vas a tocar.
—Odio que me alzes la voz—murmuró
—Soy tu madre y hasta puedo golpearte si quiero —dijo saliendo para después darle paso a la joven.
—Su majestad—susurró con la cabeza gacha.
—Tienes dos meses para darme noticias o de lo contrario serás arrojada al Bósforo—dijo agarrando fuertemente su cabello.
—Si señor—se quejó al sentir el fuerte
Jalón para luego ser arrastrada hasta la cama.
—No puedo golpearte y eso me enoja—dijo arrancando su vestido.
Al siguiente día Hadarah se levantó y tomó todas sus cosas, al final el no la había golpeado pero no la había dejado dormir en toda la noche, estaba desesperado y eso se notaba, el quería un hijo si o si.
—Afife Hatun—dijo Akile Hamin
—Hamin—murmuró.
—Por lo que veo no te ha golpeado—se acerco—no me mientas a mi, se lo que hace ese monstruo y cuando Korküt suba al trono todos ustedes quedarán en la miseria.
—Cuida tus palabras mujer, tu no eres más que la diversión del Sultanzade—dijo Hadarah—no eres nada ante el sultán y su família.
—¿Y tu lo eres?—la miró de arriba hacía abajo.
—Voy a ser sultana, y me encargaré de que te hundas junto a Korküt —paso rosando su hombro.
—Afife, ¿Cómo te fue? —dijo Rümeysa
—No me golpeó—murmuró—pero esa mujer, Akile, es una molestia completa.
—Ya le llegará su día—dijo peinandole el cabello.
Días después Hadarah caminaba en el jardín junto a Rümeysa, Akile se encontraba en un toldo junto a su hijo y el Sultanzade.
—Vamos a dentro, no me siento bien—dijo Afife.
—¿Llamo a la doctora?
—No es necesario—susurró para luego caer desmayada
Rümeysa comenzó a gritar por ayuda, los aghas corrieron en su auxilio mientras a lo lejos Akile y Korküt miraban todo.
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