Capítulo 65
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Şheltan observó a la pequeña de ojos azules desde el balcón de los aposentos de su madre, la pequeña temblaba ante los gritos que le daba la kalfa.
Sonrió recordando como había obtenido a la pequeña en su último viaje con su padre.
Días atrás.
Necesitaban otro reconocimiento interno, había insistido Özukiler, una mentira estuvo claro para ella solamente, pero mentira o no del todo también se aprovechó para volver a dar una vista a los cambios de turno de los soldados. Había tratado de dormir luego de la primera vez en el campamento pero esos ojos de color anciano no dejaban de escurrirse entre sus sueños y más tarde a sus pensamientos; solo habían estado aquí tres días y sin importar lo que hiciera no podía sacarse de la mente a esa niña y nunca habia estado tan segura de sus pensamientos sobre volver y buscar a la niña.
Si bien lo consiguió y volvió a escabullirse en el pueblo fácilmente fue aún más difícil deshacerse de Kryašor, si eran muy amigos desde niños a veces era un tanto sobreprotector como si no fuese ella Özukiler Şheltan, la emperatriz de Plata, la espada indómita, la guerrera de sangre. Había acabado con miles de guerreros en batalla y sabía luchar y manejar la espada como nadie y aún y con más tenía pegado como chinche a su amigo. Lo bueno fue que pudo convencerlo de investigar a la vez pero con él fuera de los muros.
Con esos pájaros muertos pudo caminar a paso lento aunque nervioso por las calles en busca de la boticaria donde había entrado la niña en aquella ocasión, sabía gracias al carnicero imbécil que "La bruja" como el hombre se refirió a ella,trabajaba en la tienda herbal porque está bajo la protección de la pareja de ancianos que la llevaban, mientras que la niña era una especie de florista y cultivaba algunas de las hierbas medicinales para la tienda.
Quiso preguntar al carnicero sobre porque la llamaban Bruja pero el solo hablar con el hombre era un desperdicio de tiempo.
—Muy buenas tardes señor. ¿Cómo podemos ayudarlo? – la voz de un anciano, el dueño de la boticaria lo recibió en el momento en que entró.
Era una tienda mediana con olor a las hierbas y velas, el piso era de madera que crujía ante sus pasos y cómo era de esperarse las vitrinas y paredes estaban llenas de remedios médicos y plantas mientras que el anciano tras el mesón principal mantuvo una sonrisa amable en el rostro pero eso no impidió que sus ojos se mostrarán juzgones, vigilando cada movimiento de ella.
—Señor.– saludo lentamente Özukiler ante el hombre.
—¿En qué puedo servirle? ¿Algún ungüento para heridas? ¿Medicina para la gripe? Usted mande y yo elaborare.
Özukiler finalmente se posó en el lado contrario a la mesa del anciano en silencio también observó al hombre de cabellos grises, barba en sal y pimienta, su piel aunque arrugada mantuvo una expresión seria y dura tras esa sonrisa y para sorpresa de la castaña el hombre era alto por una o dos cabezas que ella misma.
—Busco un ungüento para un dolor muscular. - habló valiente. – Me lastimé un músculo durante un pequeño enfrentamiento con unos bandidos y cada que intento levantar la espada mi brazo se queja.
—Entonces creo que el Bálsamo de Tigre puede serle de ayuda, señor.– el anciano mantuvo una voz firme y dura y casi podía jurar que estaba frente a uno de los idiotas Beys que solían aconsejar a su padre.
—Si usted lo considera apropiado entonces llevaré ese, buen señor.– su voz resbaló mientras el boticario se encaminó de estante a otro con los ingredientes; miel de abejas, romero, clavo y canela alcanzó a identificar en las manos arrugadas y en el mortero.
Özukieler pacientemente observó al señor que trabajaba en su ungüento con atención pero sin dejar de inspeccionarla.
—¿Sabe de casualidad donde puedo encontrar a una florista?– espeto de una sola vez.
El hombre a su vez paró su trabajo con visible tensión en los hombros y con una mirada gélida preguntó en voz dura.
—¿Qué negocios busca con una?– con fuerza molió las hierbas en el mortero, era una advertencia indirecta.
Pero ella era Özukiler y eso no era nada para asustarla. Pero si era como le habían dicho ; está pareja de ancianos eran muy protectores sobre esa niña de ojos azules. ¿Pero por qué?
—Tengo una esposa.– habló segura de su mentira. – Ella insiste en que cada vez que salgo de viaje lejos de nuestro país debo llevarle al regresar una flor única de las tierras que visite.– Özukiler sonó muy confianza porque en pequeña parte eso no era del todo falso, Airre, su pequeña hermana tenía una tendencia a la herbolaria y siempre le había exigido a su manera traer flores o plantas cada vez que existía una campaña.
¿Quién era ella para negar los deseos de su bien amada hermana?
—No deseo sonar grosero buen señor, pero ¿De qué parte viene? – el anciano sonó casi indiferente mientras agregaba aceites al mortero.
—Grecia.– resoplo.
El anciano tarareo ante la respuesta pero no cuestionó hasta que terminó con el ungüento. Fue solo entonces cuando le entregó el producto y Özukiler la moneda que nuevamente hablo.
—Hay una florista para su suerte, vive un poco más retirada del pueblo pero no es muy lejos, siga el camino tras la tienda de empeño y verá la cabaña a lo lejos. Toque tres veces y diga que va de parte de Dimitri.– el señor parecía recio ante soltar la información pero aún así lo hizo, sin embargo la forma en que la miró fue suficiente para transmitir el mensaje.
"Busca esa flor y vete lejos de ella."
Asintió y puso en sus manos más monedas.
—Tenga un hermoso día y gracias por el servicio buen hombre.– murmuró ella.
—Vaya con cuidado.
Salió tan rápido como entró.
[°°°]
A verdad de las palabras del anciano Dimitri pronto divisó entre la parte trasera de la tienda de empeños y una colina pequeña la pintoresca cabaña y mientras más se acercaba notó el enorme jardín que cubría la parte delantera y algo en el patio trasero de verdes plantas, desde hierbas y hongos hasta algunos narcisos amarillos y ranunculos. Mientras de la chimenea salía humo anunciando la presencia de sus habitantes en casa.
No fue necesario llegar hasta la puerta y tocar porque pronto la misma niña de hermosos ojos azules salía de la casa con el pelo suelto que cayó en cascadas oscuras. Llevaba un delantal blanco y raído sobre un bonito pero simple vestido color lila.
De inmediato pensó en lo hermosa que se miraría con algunos de los vestidos del harem, incluido algunos de los suyos.
—Buenos días señorita.– llamó la atención de la niña.
Ella alzó la mirada un poco asustada pero casi de inmediato se relajo al mirarla, sonriendo con dulzura devolvió el saludo.
—Buen día a usted Mi Lord, dígame ¿Cómo puedo ayudarle?
Sus mejillas se colorearon ante el brillo que adquirieron el azul, como si el sol los hiciera brillar.
—Me han dicho que usted es la florista del pueblo.
—Bueno, con certeza no soy la única, existen tres más en el pueblo. ¿Puedo saber quién lo mandó? – sonó bastante cautelosa a la vez que barrió con su mirada a la castaña, eso la hizo temblar un poco.
—El señor Dimitri de la boticaria me dijo que usted era una. – sonrió despreocupada para no alarmar a la niña.– Necesito unas flores y el me despacho hacia su casa, una muy hermosa por no decir.
—Muchas gracias. ¿Qué tipo de flores busca?.
La niña se acercó hacía Özukiler con timidez pero sonriendo allí mismo noto como era tan pequeña porque la niña le llegaba hasta por debajo de sus hombros y visiblemente ambas tenían que bajar/subir la mirada para hablar cómodamente.
—Una que solo crezca en estas tierras. – murmuró absolutamente perdida en el hermoso rostro.
—¿Es un regalo de cortejo?– la voz aterciopelada de la niña casi tenía tintes de decepción.– ¿O un regalo para su esposa?
—¡No!– dijo exaltada por lo que levantó sus manos para negar agitandolas. La pequeña rió bajo.– En realidad son para mi hermana pequeña.
—¿Entonces su hermana?-preguntó divertida y la Sheltan asintió- De acuerdo, déjeme ver que flor podemos encontrar para ella, acompañeme por favor.
La joven niña las guió al patio trasero el cual estaba más que repleto de plantas, flores y hortalizas. Como si la misma madre naturaleza hubiera hecho brotar toda la naturaleza en esta casa. Özukiler observó fascinada la extensión del jardín, posiblemente había más plantas en el jardín de esta niña que las que habían en los jardines del Palacio e incluso con todos los olores en el lugar no era hostigoso para su nariz.
—¿Vuestra hermana tiene algún gusto con la herbolaria o es solo el interés?-La voz suave volvió a llamar su atención, la niña a solo unos pasos de ella mirándola con curiosidad.
—Tiene una pequeña fijación en ella si, por eso me pide algunas flores o plantas cada vez que salgo de viaje, le gusta estudiarlas y compararlas con otras una vez incluso ve si pueden germinar en nuestra tierra.-La voz de Ozukiler sono divertida recordando a Airre intentar con enjundio sus cometidos.
La joven pelinegra asintió con satisfacción antes de hacerle señas para caminar hacia un parche situado junto a un fresnedo con la copa amplia y el tronco de corteza grisácea y rugosa, la sombra y el aire que soplaba era tan fresco y acogedor que no pudo evitar pensar que seria un lindo lugar para encontrar flores la atención de Özukiler sobre el árbol cambió tan rápido como miro el atractivo color de unas flores que crecían sobres las raíces y alrededor del mismo. Eran tan bellas con tallos delgados y flexibles y sus hojas largas y estrechas de un color azulón muy atractivo que oscurecían hacia el centro como un violeta era tan vistoso que acaparo toda la atención de la hija del Sultán.
—Me parece..-Hablo tranquila la niña mientras recogía algunos del parche y se acumulaban en un pequeño ramo en sus manos.-.. que estas flores serán un buen presente para su hermana mi señor.
Fue entonces que Özukiler miró a la niña nuevamente quien le tendió el pequeño ramo con una sonrisa jovial y mejillas sonrosadas, por un momento se sintió mareada al darse cuenta que al igual que las flores azuladas eran del mismo tono anciano que las de los ojos de la joven, brillantes y atrayentes que parecía arder en el brillo infantil que poseían.
—¿Qué tipo de flor es esta señorita…?-Diablos, pensó Özukiler al darse cuenta que no había preguntado el nombre de la niña.
—Hebe, sin apellido mi Lord, solo Hebe.-Contestó a una pregunta sin hacer.- Estas flores se llaman Anciano son bastante resistentes a casi todo tipo de clima, sin embargo son más comunes durante la primavera y pueden crecer en todo tipo de lugares como en la carretera, cunetas y lugares áridos.
La niña, no, Hebe depositó las flores en manos de Özukiler quien no se había dado cuenta de que las había extendido hacia ellas, delicadamente las tomó de la mano suave y callosa. Y solo por un momento que solo pareció la eternidad para las dos,se miraron con atención.
Hasta que Hebe, hermosa flor de ancianos vivida y humana se apartó.
—No me debe nada señor, tómelo como un regalo para su hermana.-Se apresuró a decir, rechazando la posible moneda que Özukiler le daría.
—¿Está segura?- La castaña no recibió más que un ademán afirmativo y una excusa de Hebe sobre tener cosas que hacer en su casa.
Y así una vez más, Özukiler Şheltan quedó completamente cautivada más que antes por Hebe.
“Hebe”. Saboreo el nombre en su lengua de camino hacia la salida del pueblo, el nombre de la Diosa griega de la Juventud, hija de Zeus y Hera, copera de los Dioses. Un nombre divino y apropiado para ella.
Mirando el inicio del bosque se había decidido totalmente.
Se llevaría a Hebe con ella a Topkapi.
Presten mucha atención a los detalles jajajaja.
Sólo aviso, que no sólo vean el Capítulo, voten y cometen, me encanta leer sus comentarios siempre y si no veo que lo hagan no subiré la última parte del maratón.
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