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capítulo 61.

El dolor por mas que pasen los años  seguirá buscando como salir y herir a almas inocentes.





Quince años después.



Pertevniyal camino por el jardín con su  abultado vientre, Shadia y Kaya iban contándole chismes sobre la corte mientras que en su cabeza solo abordaba el recuerdo de su madre.

Hacía seis años que había fallecido y le extrañaba como si fuera la primera vez.

Recordaba muy bien  la carta que había enviado su mellizo, en ella relataba  la dura enfermedad  que acabo con su madre, al final, si había pagado por sus errores.

Pertevniyal ¿Qué pasa? -la morena la miró de reojo.

—Recordaba a mi madre- suspiro tomando asiento en una de las bancas del jardín.

Ambas la vieron con tristeza, Hadarah las había tratado como a sus hijas y las había educado lo mejor que pudo, gracias a ello ambas seguían junto a su reina, habían creado un lazo tan único, eran hermanas.

—Estaría muy orgullosa -Kaya se sentó a su lado.

—Eres la mejor reina y eres amada por todos. -Shadia la miró.

—Lo se, pero eso no quita que la deje de extrañar, no pude despedirme...















Los pobladores esperaban con algarabía la llegada de su sultán, Akram había ganado la guerra y había traído de regreso la alegría a su pueblo.

Su amada familia lo esperaba en la entrada del Haren, su madre, hijos y esposas estaban atentos para recibir un poco de cariño de el, pero fue directamente hasta la mujer que había tomado el puesto de su madre.

—Mi hermosa Rümeysa, allah cada día te pone mas hermosa -la rubia sonrió grandemente y tendió su mano para que el sultán la besara.

Desde que Hadarah había fallecido, Rümeysa se había vuelto su nueva tesorera y madre sustituta, al final ella también lo había criado.

—Padre -sus hijas hicieron una corta reverencia y besaron su mano.

cuatro hermosas hijas y ningún varón, el único que había engendrado había fallecido misteriosamente.

—Mi hermosa Airre- acaricia sus enormes mejillas—Allah también te pone  hermosa  cada día.  -pudo jurar que su madre Özlem se había burlado de fondo.—Hadarah, tan hermosa como tu abuela, Yildiz hija -murmuró besando su frente —Turhan, Fahriye, mis pequeñas, ¿estan bien? -Turhan asintió sabiendo que no era así y Fahriye solo sonrió  de lado.  Su dolor no  evitaba que amara al  sultán como a su padre.

Mas no sabían la verdad...

—Madre, traje criadas nuevas, que les den un lugar para dormir. -Rümeysa asintió y vio de reojo como Özukiler sonreía.

—Vayan a descansar, más tarde pueden unirse a la fiesta -la rubia les sonrió a su hijo y nieta y los vio salir.

—¿Para que trajo criadas?- Özlem se quejó ante la valide.

—Que te importa hatun -Rümeysa la miro  mal— Ahora fuera quiero descansar - Ambas esposas salieron a paso rápido del lugar. — Mi amada Özukiler, pero mira esa enorme sonrisa, ¿Qué te ha hecho tan feliz?

—Oh querida abuela, pronto sabrá, usted mejor que nadie estará feliz.

—Lo que te haga feliz a ti, me hace feliz a mi.

—Pero a mamá no le gustara.

—¿A quien le importa que piense tu madre?- ambas rieron cómplices. 

Y ciertamente, la vida de las esposas de el sultán no era nada comparada con las de sus hijas. 

Eran mucho mas valiosas...




















—Pero hija, ¿estas segura de esto? -Perséfone asintió con una enorme sonrisa.

— Supongo que no podremos detenerte.

—No madre, iré tengo ganas de conocer tu hogar.

—Mi hogar- susurro Pertevniyal pensativa.  —Supongo que no conoceros a tu hermano.

—Regresare madre, tómalo como vacaciones.

—Ya Perséfone, tu madre solo esta preocupada por ti, es normal, ese lugar es el infierno en la tierra. Solo quiere evitarte el dolor. - Jacobo la tomo de la mano y le sonrío con tristeza.  

—Y yo soy Perséfone la que atrae a la muerte. - soltó riendo y sus padres negaron con una pequeña sonrisa.

















Los carruajes no dejaron de llegar al misterioso palacio, la valide sultan no dejo de recibir a sus visitas con enorme alegría, hasta que ella bajo de aquel carruaje. su rostro pálido que de notaba los duros golpes que le dio la vida, sus ojos brillaban en pura maldad y rencor y su semblante avisaba que algo malo se avecinaba. 


El terror regresaba ¿o no?...













Las espadas resonaron en el jardín principal, una melena morena se abalanzo encima de la melena rubia y comenzó a golpearla sin cesar, las criadas y guardias corrieron para detener la pelea pero fue en vano, la morena seguía golpeándola sin para.

—¡Te odio tanto Yildiz!- una melena rubia algo mayor corrió hacia ellas y las separo. 

—¡Como te atreves a golpear a mi hija! Niña insolente-  Hanife sultan abofeteo a Şheltan sultan. La morena tomo su brazo con fuerza y se lo doblo causando un grito de dolor de Hanife y gritos de parte de Yildiz pidiendole se detuviera.

—¡¿Y tu quien te crees para golpear a la hija favorita de tu sultán?! Busca tu lugar criada inmunda- la tiro al suelo— Fatmadil, que le quiten el titulo de sultana, ahora será  Hanife hatun- Yildiz Y Hanife la vieron mal y la menor se acerco a reclamar pero la mano de Fatmadil se atraveso. 

—Ella esta autorizada para hacer eso. Avisen a todos- Miro a las criadas y estas asintieron de inmediato.

—Pagaras esto Şheltan- Yildiz paso chocando su hombro con el de ella y Hanife solo se fue sin verla.

—Tu abuela estará feliz- Fatmadil se acerco a ella- Se lo merecían. 

—Le deje un ojo morado- ambas rieron.

—Avisare de esto a tu padre- ella nego.

—Bien, no lo molestare con eso, pero si iré a reírme con la valide. 

—Iremos. 























Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando. Y se quedará mi huerto con su verde árbol, y con su pozo blanco. Todas las tardes el cielo será azul y plácido, y tocarán, como esta tarde están tocando, las campanas del campanario. Se morirán aquellos que me amaron y el pueblo se hará nuevo cada año; y lejos del bullicio distinto, sordo, raro del domingo cerrado, del coche de las cinco, de las siestas del baño, en el rincón secreto de mi huerto florido y encalado, mi espíritu de hoy errará, nostáljico... Y yo me iré, y seré otro, sin hogar, sin árbol verde, sin pozo blanco, sin cielo azul y plácido... Y se quedarán los pájaros cantando


—Bienvenida a tu nuevo hogar Hadarah.- una hermosa mujer de cabellos negros le tendió la mano y con ello la luz se desvanecía. 






























poema; El Viaje Definitivo de Juan Ramón Jiménez

He regresado con el primer capitulo de la tercera temporada.

¿Les gusto?

¿Teorias?

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