Capítulo 44.
—¿En que piensas?— Shadia saco de sus pensamientos a Pertevniyal, observo a Fatmadil dormir y luego habló.
—¿Crees que a ella le hubiera gustado ir a Escocia?- Shadia soltó un suspiró y la abrazo.
—Obvio que le hubiera gustado, más si era a tu lado el viaje-susurró —Pero no hay que pensar en eso, pronto tomaremos un descanso y buscaré la ropa adecuada para tu llegada.
—He de confesar que esto me tiene muy mal, se que no me van a aceptar.
—Si Jacobo esta a tu lado, nada malo te pasará, creo que te ama- Pertevniyal soltó una risa— ¿Quién es la criada nueva?- Pertevniyal alzó una ceja y sus pensamientos la llevaron hasta la joven de mirada feroz, le resultaba familiar.
—Fue un regalo de Şermi.
—No deberías de confiar en ella - Pertevniyal quiso reír y ambas dieron por finalizado el tema al ver a Fatmadil moverse.
Hadarah paseaba por el jardín, sus nueras estaban en un toldo esperando a su llegada. Rumeysa a su lado le iba indicando las reuniones que tendría ese día y lo que se planeaba hacer con el harén.
—Hay que buscarles esposos para mis hijas, a todas-se detuvo— a las trillizas podemos buscarles nobles escoceses o Reyes, a las demás generales de alto mando igual a Gevherhan.
—¿Por que?
—Eso me asegura que no se meterán en mi camino, así lograré quitarme a esas mujeres- miró a sus nueras a lo lejos— tengo el deber de poner esto en orden.
—Ve con calma, verán sospechoso si las casas a todas de un solo.
—Está bien-suspiró.
Escocia.
Una multitud esperaba atentos a la llegada de el príncipe heredero, la tensión se podía sentir en todo el lugar.
A lo lejos, en el Palacio la reina daba sus últimas órdenes, si su hermano no lograba llegar a tiempo, Inglaterra tomaría su país y no tendría piedad.
Las trompetas sonaron anunciando la llegada de algún noble, todos vieron como la bandera otomana y la escocesa se alzaba en las astas de los carruajes, dudosos abrieron paso para la llegada de los nobles y cuando de un caballo bajo el príncipe los ánimos subieron.
En la entrada de el Palacio nobles suspiraron tranquilos, su salvación había llegado.
Cuándo las puertas de el segundo carruaje se abrieron todos quedaron mudos, Pertevniyal sonrió nerviosa y alzó su cabeza para tomar la mano de su esposo.
Miradas de odio fue lo primero que vio, su corazón se aceleró y quiso regresar al carruaje, Jacobo apretó su mano y le dio una mirada tranquilizadora y ambos avanzaron hasta la entrada de su nuevo hogar.
—¿Dónde está mi hermana?- María Eugenia se acercó con lentitud, sonrió hacia ambos y los guió hasta los aposentos de María.
—No le queda mucho tiempo-susurró la mujer y les dejo pasar.
Una mujer canosa y con la piel pálida les esperaba del otro lado, su sonrisa pareció brillar cuando los miro llegar y con voz temblorosa los hizo acercarse.
—Hermana...- Jacobo la abrazo con tristeza, María sonrió viendo a Pertevniyal a su lado.
—No queda mucho tiempo Jacobo, en tus manos dejó este Reino, mi Reino, me ha costado mucho tenerlo a flote, pero se que ambos podrán llevar esta carga.
—Siento tanto esto- susurró el.
—No es tu culpa, pequeña, eras sólo un bulto cuando te vi por primera vez, confío en que sabrás llevar mi cargo con orgullo -tomó su mano— y que amaras a mi hermano hasta el fin de tus días.
—Prometo que daré todo de mi- sonrió con ternura—no lo dejaré sólo jamás.
—Lo se, Cuídate mucho Jacobo-beso su mano y poco a poco el agarre se fue haciendo más débil, un llanto salió de la garganta de María Eugenia y pronto las campanas sonaron anunciando la partida de su reina.
Una nueva era comenzaba.
—¿Pasa algo?- Shadia dejó el vestido que tenía en sus manos y se acercó a su amiga.
—Me odian- miró a sus demás criadas sacar sus vestidos—vi sus rostros, me odian.
—Es por que no te conocen aún- tomó su mano.
—No lo harán, nunca me querrán, soy musulmana, me detestan-suspiró.
—Si me disculpa- Keht se giro a ella— sólo tenga paciencia, ni si quiera querían a su propia reina por ser fiel a la Iglesia- se acercó un poco— escuche quejas, atienda sus suplicas y vera como ellos caen rendidos ante usted.
—Gracias -le sonrió — quiero el vestido negro Kaya-murmuró viendo a la morena girar se para seguir con su trabajo.— ya regreso- murmuró poniéndose de pié y salió en busca de su esposo, este estaba en los aposentos contiguos a los suyos viendo hacia la ventana—Jacobo.
—¿Qué deseas?
—¿Cómo te encuentras?- tocó su hombro.
—Es algo que ya veía venir, pero no deja de doler- murmuró limpiando sus lágrimas.
—Vamos, Kaya entrará a buscar tu ropa- tomó sus manos— tenemos que preparar un funeral.
—En una semana será la coronación, el enviado de Isabel se ha ido a dar las buenas noticias-Pertevniyal negó.
—Deja de pensar en ellos, ahora vamos- lo ayudó a levantarse y lo guió hacia el baño.
—Sobre lo que pasó a la hora de nuestra llegada- tomó su mano— tardarán en aceptarte, dales tiempo.
—¿Y si no lo hacen?
—Entonces ignoralos, no te harán nada mientras estés conmigo-ella asintió dudosa y lo ayudó a desvestirse.
—Eso esperó- murmuró.
Y al fin llegamos al punto que más me emociona.
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