Capítulo 14
Los días pasaron y con ella los preparativos para esa misteriosa visita, Hadarah caminaba nerviosa hacía los aposentos del sultán, el agha que había ido por ella le había advertido su mal humor cosa que a ella la pusieron peor.
Ingreso cómo siempre y ahí estaba el, de espalda a ella y se escuchaba murmura cada segundo, se giró a verla y le soltó una cachetada haciendo que Hadarah se tocará el área golpeada con recelo.
—Odio tenerte si quiera cerca, odio que mi madre haga esto, pero ten en cuenta Cecilia, te haré la vida imposible, haré que pidas morir cada vez que me veas—escupió con odio y siguió golpeandola.
—El rostro no, por favor—sollozo—las visitas, paré —jadeo al sentir un fuerte golpe en sus costillas y luego en su vientre que causo que ella quedará sin aire, el bufo moleto.
—Te salvaste, pero no de lo que viene a continúacion Cecilia—rompió con brusquedad su vestido y con ello aparto de un tiro sus piernas.
—Son hermosos—susurró Kamanha hatun, la rubia miraba fascinada a Gevherhan sultán.
—Ellos lo son—dijo Mahidevran viéndo a sus hijos—ella es un error.
—No hables así—le dijo la joven sonriendo hacía la pequeña—tu ropa está lista, las criadas vendrán a vestirte mientras que nosotras iremos a vertirlos a ellos—hizo reverencia y salieron con los bebés.
Hadarah se quejaba por los golpes recibidos, sus piernas, su abdomen dolían como el infierno, Rümeysa se dedicaba a vestir la con sumo cuidado mientras está sollozaba y se quejaba en silencio.
—Siéntate —le ordenó su amiga y está suspiró
—No quiero que te muestres débil ante ellas—toco su rostro y comenzó a maquillarla—hoy no sólo tendremos visitas, serás Haseki y madre sultana, quizás algún día volvamos a ver a María y a tu madre, yo família no tenía más que tu y las demás damas, ahora sólo estas tu, y estoy dispuesta a protegerte—la abrazó.
—Gracias, pensé que estando con Mary nos casariamos con un noble que ella escogiera, pero que antes lo consultara con nosotras y con Francis—la miró—ahora me casaré con alguien a quién odio, en una religión que no es la mía y en un lugar dónde todos se pelean por un poco de poder.
—Ese es el cruel destinó, sólo tienes que buscar la manera de ser feliz, aún si otro sufre por eso—le sonrió y la kalfa llego en su búsqueda, en el camino se encontraron a Mahidevran quién sonrió con hipocresía viéndo a sus dos hijos, llegaron ante la valide y las criadas.
—Estas visitas son muy especiales, vienen del mismo lugar del que provengo, de Escocia—miró a Cecilia—y no solo yo.
El agha de la entrada le hizo señas a Murhan agha quién miró a la valide esperando su aprobación.
—Atención su majestad, la reina María de Escocia— dijo el agha y ante la sorpresa de Cecilia y Ángela se reverenciaron para luego ver a su amiga con una sonrisa.
—Valide sultan Menekşe—sonrió la escocesa—Cecilia, Greer—susurró y ambas mujeres se vieron con tristeza mientras que Mahidevran bufaba a lo bajo por que la habían ignorado.
—Reina María—dijo Cecilia y Angela a su lado apretó su mano
—Lo siento Reina, ellas ahora son La Haseki sultán Hadarah y Rümeysa Hatun, consorte y futura esposa de el sultán—dijo la valide y María miró a sus amigas, estas sólo bajaron su cabeza apenadas—pero eso lo tienen que hablar ustedes en privado, mi hijo la vera en la cena, pueden ir con ellas.
Hadarah asintió diciéndole a María que la siguiera y en un silencio muy tenso llegaron hasta sus aposentos.
—Las he buscado en cada rincón de Escocia, Francia y Venecia—dijo en un susurró
—Fuimos capturadas a nuestra llegada a venecia—se adelanto Greer
—Sientese—dijo Cecilia señalando el diván y miró a Greer para luego sentarse en uno de los cojines— luego de eso fuimos vendidas en el mercado de esclavos y luego vendidas al palacio—suspiró con pesadez—la valide se fijó en mi y me metió a la cama del sultán, soy madre de dos hijos del sultán.
—Oh Cecilia —susurró otra voz y la joven soltó un sollozo al verla
—¿Madre?—corrió a abrazarla—¿que haces aquí?
—La Reina me dijo que había posibilidades de que estuvieran vivas y me invitó a venir, pero veo que no se irán jamás de aquí —susurró con pena la mujer.
—Que decida irme es imposible, por más que quiera—susurró con pena—pero Angela puede irse si lo desea
—No, prometí no dejarte jamás —dijo la rubia con pena
—Nos quedaremos unos días más, ya Francis no está—dijo María —y a tu madre le gustaría estar con sus nietos unos días
—Si—dijo Cecilia— por que quedarse no es una opción madre—dijo con pena —este es un lugar muy cruel para ti, para todos. —dijo con pena lo último y Ayşe Hatun ingreso a sus aposentos.
—Sultana, señoras, la valide ha dicho que es hora de comenzar a alistarse—la morena se reverencio y se hizo al lado de una de las damas de María.
—¿Alistarse?—dijo Kenaa con duda
—Está noche y todo el día de mañana habrá celebración por la boda del sultán —dijo Rümeysa
—¿No que eso es prohibido?—dijo María Eugenia
—Lo es, pero no siguen las reglas.
—¿Quién será la desafortunada?—dijo a lo bajo María con una sonrisa
—Yo. —dijo con pena y dolor María
—¿Que? No, imposible —dijo Anne la madre de Cecilia
—Estoy obligada a hacer lo, por mis hijos.
—¿Dónde están? Quiero verlos—dijo con emoción la reina, Ayşe asintió ante las señas de su sultana y fue en busca de los mellizos.
—Ella es Pertevniyal y el Akram—dijo pasandole la pequeña a María.
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