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XXXVIII

POV Alec

No quería dejarlo, aunque tampoco quería parecer tan preocupado, quería darle espacio, pero al soltar su mano y comenzar a avanzar sentí un vacío, una preocupación y ansiedad por volver a su lado.

Al llegar con el cliente volteé a ver a Magnus, pero él solo me brindaba sonrisas amplias que me reconfortan, así que continué más tranquilo.

Realmente este escritor venía por mi, la pasó dando elogios y diciendo lo maravilloso que sería trabajar conmigo, esto nunca lo esperé, pero es una de las mejores sensaciones que he experimentado en el ámbito laboral.

Con una sonrisa volteé a ver a Magnus, pero lo que vi no me gustó, estaba pálido, su expresión era sombría, triste y destruida.

- Me permiten  -ni siquiera pude verlos, simplemente me disculpé sin perderlo de vista, algo no iba bien, algo estaba pasando y mi Magnus estaba sufriendo.

POV Magnus

- ¿También me extrañaste? -su mano subía y bajaba por mi espalda, tenía que irme, pero mis piernas no respondían- tengo tantas ganas de volver a escuchar tu voz

No fui consciente de nada más a mi alrededor hasta que sentí unas manos en mi rostro, iba a alejarme, a gritar pese al lugar donde estábamos, pero todo cambió cuando realmente sentí esas manos, cuando su olor me embriagó.

- Amor -tenía una expresión tan preocupada que no imaginaba como me veía justo en ese momento- Magnus ¿estás bien?

¿Todo había sido un sueño? ¿Estaba todo bien?

Comencé a relajarme hasta que volví a sentir como rozaban mi espalda.

- Lightwood -esa voz, esto era real, esto estaba pasando.

- Sebastian  -la voz de Alec sonaba disgustada, pero lo que me me dejó sin aire fue ver como sus manos se estrechaban.

- Así que siempre si llegaste -había tanto desprecio en su voz que temía que le hiciera algo, pese a todo Alec no contestó- así que tú y él...

- Es mi prometido -no quería levantar la vista ni en el momento en que Alec me atrajo más a él, solo escenarios malos resultaban en mi cabeza.

- Ya veo -sentía frío, terror de seguir frente a él con Alexander- que sean felices, si me disculpan -al decir esas palabras aliviaron un poco lo que sentía.

Se comenzó a alejar y justo en el momento en que levanté la vista pude ver como sonreía, como pasaba la lengua por sus labios mientras me recorría de pies a cabeza y eso fue mi límite.

Creo que tu y yo nos divertiremos hoy

Te va a gustar

Todo para

Mi visión se volvió borrosa, el aire no entraba a mis pulmones, sentía el leve toque de las manos de Alec en mi rostro, su voz llena de preocupación se escuchaba a lo lejos.

- Aire -no fui consciente de cómo es que llegué al patio trasero, solo del aire entrando en mis pulmones y después- ¡No! ¡Déjame!

Fue un cúmulo de emociones las que se volvieron en mi contra dejando escapar varias lágrimas y fue ahí que todo volvió a ser claro, yo estaba a unos pasos de distancia de Alec, el rostro de él reflejaba dolor, pero era más su preocupación y en medio de los dos estaba Lydia.

- ¿Está todo bien? -su mirada iba de Alec a mi.

- S-si -la mirada de Alec viajó a sus manos.

- Perdón -otra vez volvía a lastimarlo- yo no...

- ¿Estás bien? -me odiaba, hoy era un día maravilloso, pero de alguna manera me las arreglaba para lastimarlo.

- Lo siento... yo -comencé a desesperarme, su mirada no estaba en mi, trataba de evitarme y eso dolía aún más- Alexander -queria llegar a él, pero cada paso que daba él retrocedía.

- Está bien -no, no estaba bien, pero es que sentir su mano justo donde segundos antes ese tipo había tocado reavivó la sensación.

Mis lágrimas corrían por mi rostro, no podía ser capaz de seguir con esto, pero solo una pregunta rondaba por mi cabeza.

- ¿De dónde lo conoces? -solo ahí su mirada volvió a mi.

- ¿A quién? -se veía confundido, pero no me sentía capaz de describirlo- ¿a Sebastian? -solo asenti- es mi jefe

- Tú... -un sollozo se me escapó- ¿estás cerca de él? -me veía realmente confundido, pero asintió- no, por favor

- ¿Cómo? -dio un paso más cerca.

- Por favor no, no estés cerca de él -solo imaginar que ese tipo pueda hacerle lo que me hizo en cualquier momento no me podía dejar pensar claramente- te lo suplico, no

- Magnus -sentía tanta impotencia, miedo y angustia que no podía soportar- ¡Magnus!

- Por favor, no -la fuerza de mis piernas las perdí dejándome de rodillas en el suelo- no, no

- ¡Hey! Magnus -sus manos tomaron mi rostro, pero no podía parar.

Imágenes de Alec en el callejón, ese tipo encima de él, verlo lastimado, oír sus gritos pidiendo ayuda, ver su cara llena de golpes y notar como la luz de sus ojos se iba extinguiendo.

- ¡NO! -lo tomé entre mis brazos y sollocé en su pecho.

- Amor, por favor -me tomó con sumo cuidado para separarme de él.

- Fue él -esas dos palabras me costaron tanto, pero fueron dichas- él...

- No entiendo -me veía totalmente confundido.

- Fue él -en mi cabeza solo cabían esas palabras mientras mi cuerpo temblaba- fue él

POV Alec

Todo en mi cabeza estaba revuelto, existía una mezcla de emociones que no me permitían pensar con claridad, mucho menos al ver a Magnus tan mal y sin saber exactamente que es lo que tenía, otra vez, otra vez me encontraba sin poder ayudarlo.

- Fue él -esperé todo excepto esas palabras- él...

- No entiendo -por un momento nada tuvo sentido, pero algo dentro de mi sentía que algo estaba mal.

- Fue él -esa pequeña voz en mi cabeza me estaba dando la respuesta, pero no estaba seguro- fue él

Su voz, sus lágrimas, su desesperación, su miedo, su dolor me estaban martillando poco a poco y los puntos se comenzaron a entrelazar.

Después de toda la terapia él solo se pondría realmente mal por una sola persona.

Todo estaba bien hasta que lo dejé solo.

Su expresión estaba llena de pánico.

Estaba en compañía de Sebastian sin siquiera conocerlo.

Se desplomó frente a mi.

Preguntó por Sebastian.

Se alteró por saber que trabajamos juntos.

Fue él.

Fue él.

Fue él.

Mis brazos cayeron a mi costado, la impotencia, la rabia, el dolor y el odio comenzaron a emerger.

- ¿Estás seguro? -sonaba tan idiota, pero algo en mi no quería aceptarlo por el simple hecho de haber sido yo quien trajo a Magnus a su sufrimiento.

No me vio a la cara, asintió, solo eso bastó para que mis manos formaran puños al recordar la sonrisa cínica de ese idiota.

Sin pensarlo más me levanté, debía ir por ese bastardo.

- ¿Alec? -Lydia seguía con nosotros, pero no intervino.

- Lo voy a matar -su rostro tenía una expresión de sorpresa y susto.

No volteé atrás después de localizar a ese hijo de puta riéndose, solo fui consciente de Magnus llamándome y pidiendo a Lydia que me detuviera.

Cada paso hacia él era como hierro caliente en mi cuerpo, todo el odio acumulado se estaba esparciendo.

Mis ojos estaban fijos en él y en algún momento nuestras miradas conectaron.

- Lightwood -fue esa maldita sonrisa la que desconectó los últimos cables de mi autocontrol.

En algún punto mi puño se estrelló contra su cara, pero no me parecía suficiente aún cuando él ya se encontraba en el piso.

Algunos sonidos de sorpresa y miedo llegaron a mis oídos, pero no me importaba, esto era entre nosotros dos.

- ¿Ya te contó nuestra noche juntos? -con un dedo limpió la sangre de su labio y lo lamió- que buen gusto tienes

- ¡Cállate! -sentí como mis brazos comenzaban con un hormigueo que se expandía por todo mi cuerpo.

No lo dejé continuar, me lancé contra él, mi puño se estrelló varias veces en su rostro, no sentía dolor, mi fuerza estaba acumulada porque cada que él intentaba defenderse mi puño se impactaba con más fuerza.

De un momento a otro sentí como unos brazos me atraparon y me alejaron del lugar.

- ¡Sueltame! -mi cuerpo temblaba, me sentía tan tenso y con ira.

- ¡Alec! -fue hasta ese momento que reconocí su voz- ¡YA!

- Jace... -dejé de luchar, bajé la guardia, todos los sentimientos explosivos se esfumaron dando paso a las  verdaderas emociones- él...

Mis manos comenzaron a doler, pude ver mis nudillos rojos y las imágenes de cada momento en que Magnus había gritado, llorado o sufrido llegaron a mi.

Me giré quedando frente a Jace, él solo me sonrió alborotando mi cabello y fue lo único que necesité para quebrarme, mis lágrimas fluyeron sin siquiera preguntarme, la fuerza de mis piernas se fue haciéndome caer al piso, pero con ayuda de Jace el golpe no fue tan duro.

A mis oídos solo llegaba la música a un volumen bajo, lo que más predominaba era la voz de Jace consolándome.

POV Magnus

Ver a Alec salir de esa forma me sacó del trance en el que estaba, aún me sentía débil, pero logré levantarme para tratar de ir tras él, no fui lo suficientemente rápido.

- Lydia, por favor -mi cuerpo tardaba en reaccionar- detenlo

Ella estaba en otro shock, así que le costó deshacerse de el y lo logró cuando el primer grito sonó.

Ambos giramos a ver de donde provenía, fue ahí que noté a esa persona en el suelo con algo de sangre en el rostro y a un Alec fuera de control dándole golpes sin piedad.

- No -ese tipo merecía todo lo malo, pero mi Alec no, estaba cegado y cometería una tontería por alguien que no vale la pena.

Sin pensarlo más comencé a correr a donde todo se estaba desarrollando, pero antes de poder hacer algo ese chico rubio detuvo todo.

Sentí un alivio, pero también un poco de dolor al ver que él sostenía a Alexander y como este se desplomaba en sus brazos.

- Él lo lastimó -su voz rota llegó a mis oídos- fue él

Todos a nuestro alrededor contemplaban la escena sin entender mucho sobre lo que pasaba, no había cuchicheos, solo silencio.

- Tranquilo -acarició su espalda- todo está bien

- Lastimó al amor de mi vida -se separó para quedar frente a él- lastimó a Magnus -sentí la primer lágrima recorrer mi rostro- Magnus -al volver a escuchar mi nombre me di cuenta que era Alec un tanto desesperado- ¿dónde está?

POV Alec

Sentía tantas emociones y ninguna era positiva.

- Lastimó al amor de mi vida -a mi cabeza llegaban imágenes de Magnus golpeado, de él en el callejón- lastimó a Magnus -fue ahí que sentí como si algo conectara y la desesperación apareció- Magnus -todo esto había pasado, pero no sabía donde o como estaba- ¿dónde está?

Necesitaba que Jace me diera una respuesta, pero no emitía palabra alguna, el silencio era eminente hasta que a lo lejos oí un ya viene la policía acompañado de su voz.

- ¡Alexander! -inmediatamente volteé a donde provenía su voz.

Su rostro estaba lleno de preocupación, pero ahora no me importaba, solo quería tenerlo a mi lado.

Me levanté lo más rápido que pude y me dirigí hacia él, solo unos pasos nos separaban cuando llegó a mis brazos.

Sentí una paz inexplicable, mis músculos se relajaron y el aire volvió a mis pulmones.

- Ya pasó -sentía como subía y bajaba su pecho, sus sollozos eran audibles mientras se aferraba a mi- t-todo está bien

Mi cuerpo comenzaba a tener espasmos por todas las emociones contenidas, pero no me importaba, solo éramos los dos.

- Es él oficial -sentí como Magnus se tensó.

- No -se aferró más a mi.

- Tranquilo -con un poco de esfuerzo lo alejé lo suficiente para poder ver su rostro- ya acabó

- No -lágrimas se deslizaron por sus mejillas- por favor

Tomé su rostro entre mis manos, temblaban aunque quería hacerle saber que todo estaría bien.

- ¿Qué pasó aquí? -una voz áspera se escuchó a nuestro lado.

La mirada de Magnus era suplicante, solo pude sonreírle y dar un paso al frente mientras él se negaba a dejarme ir.

- Buenas noches oficial -traté de normalizar mi voz- sé que reaccioné mal, pero no podía permitir que le volviera a hacer daño a la persona que amo

Fueron unos minutos de silencio en los que pude ver como tomaban a un  Sebastian débil y lo llevaban consigo.

- Entiendo -no sabia que estaba pensando, si lo decía de verdad o solo trataba de hacer más larga esta situación- por los reportes mencionados y por la situación podría entender que es verdad -su mirada iba de Magnus a mi- señor, reaccionó mal -suspiró- pero yo también tengo familia y no sé como reaccionaría si algo les pasara -se acercó dando una palmada en mi brazo- solo le pido vaya y levante una denuncia formal o abran de nuevo su caso

No sabía que decir, solo asentí

- Nada pasó  -la voz de Jia se escuchó- volvamos a la fiesta -esa fue la señal del oficial para dar la vuelta e irse.

La música subió su intensidad y después de algunas miradas todos volvieron a la fiesta.

Sentí a Magnus temblar sujetándose de mi brazo, sin entender muy bien que es lo que había pasado me giré para quedar frente al él y sin pensarlo tomé su rostro entre mis manos para juntar nuestras frentes.

Ambos cerramos los ojos igualando nuestra respiración.

- Todo está bien -susurraba para los dos- ya pasó -era como un mantra mutuo.

- Chicos -la voz de Jia llegó a nuestros oídos- deberían ir a casa -sonrió- necesitan descansar

Realmente no me costó mucho decidir.

- De acuerdo, -tomé a Magnus de la mano- nos retiramos -realmente le agradecía tanto- gracias

- Déjenme llevarlos -la voz de Jace nos hizo detenernos.

- No te preocupes -le sonreí- estamos bien

- Insisto -podía estar sonriendo, pero lo conocía y sabía que estaba preocupado- seré su chófer

Ese comentario me hizo sonreír hasta que escuché el suspiro por parte de Magnus.

- Amor, el es Jace -pese al mal rato que pasamos Mags podía verme con reproche- la persona que será nuestro esclavo por hoy -reí- solo voy por nuestros abrigos y nos vamos

Acepté el ofrecimiento de Jace, porque sinceramente no me sentía bien para manejar y porque es la persona que más confianza tengo.

POV Magnus

Sentía todo tan irreal, tan confuso, pero al mismo tiempo llegué a sentir una paz al darme cuenta de que esa persona ya no nos podrá hacer daño.

Cuando Jia dijo que nos fuéramos sentí alivio, solo quería salir de aquí y estar con Alexander, pero la voz del rubio me desconcertó y más que Alec aceptara su propuesta.

No me sentía bien en ningún sentido, mucho menos ahora que tengo que estar aquí a solas con esta persona, era incómodo.

- ¿Estás bien, Magnus?

- Podría estar mejor -no era toda mi intensión casi matarlo con la mirada, pero nunca había sentido a mi Alec a punto de perderlo y él lo hacía posible.

- Entiendo -sonrió un poco y se acercó más a mi- creo que Alec no nos presentó bien -estiró su mano hacia mi- soy Jace, hermano de Alec

Tal vez mi expresión si era digna de ver porque sonreía con gracia mientras nuestras manos se estrecharon.

- Listo -la voz de Alec solo me hacía querer que la tierra me tragara.

El camino fue bien, el ambiente era agradable, no había plática ni algo por el estilo, pero era un silencio necesario.

Jace iba manejando y nosotros en la parte trasera, no compartimos miradas, solamente nuestras manos estaban entrelazadas.

Al llegar Jace solo se despidió y se fue, nosotros entramos en el departamento directo a la habitación, tal parecía que ninguno tenía la intención de comer algo, podría ser malo, pero los ánimos, las emociones y físicamente no estában bien y ninguno tenía apetito.

Solo el sonido que hacíamos al cambiarnos y preparar la cama se oía, pero cuando por fin estuvimos acostados frente a frente, cuando nuestras miradas se encontraron y nuestras manos se guiaron al cuerpo contrario que las lágrimas comenzaron a surgir.

- ¿E-stas bien? -fue solo un susurro acompañado de una caricia en mi mejilla.

- Ya acabó -sollocé- ¿verdad?

- Ya -besó mi frente- ya acabó

- Abrázame, -supliqué- abrázame y no me sueltes

Me atrajo a él, rodeando mi cuerpo dejándome contra su pecho.

- Jamás -dejó un beso en mi cabeza y se aferró más a mi

Era una promesa, una promesa de que pese a lo que nos pueda suceder estaremos para el otro, por muy mala o pésima que sea la situación seguiremos juntos.






































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El jardín era hermoso, grande y verde pese a ser invierno, las sillas blancas adornadas con toques azul/dorado, todas se encontraban realmente ordenadas.

El pasillo tenía pétalos blancos con algunos azules, el sol comenzaba a ocultarse cuando las personas presentes escucharon la alegre melodía y se pusieron de pie.

Una hermosa mujer de cabello platinado y ojos color azul entró del brazo de un apuesto hombre vestido de un esmoquin color hueso, zapatos negros, un impecable moño negro en el cuello, pero lo mejor que tenía era esa gran sonrisa acompañada de una mirada al frente llena de tantos sentimientos, el principal, amor.

¿El motivo?
Al final de ese pasillo se encontraba la persona más especial y que más ama en su vida, la persona con la que en unos minutos uniría su vida de una manera espiritual/ social, porque física, emocional y mentalmente ya la habían unido.

Esa persona tenía una expresión de amor puro, tan puro como el color que portaba en su esmoquin.

La melodía seguía mientras aquel hombre de ojos verde/dorado hacía su recorrido, los pasos que los separaban eran mínimos, pero su felicidad se maximizaba.

La sonrisa de ambos era gigante, al momento de estar juntos frente a ese altar sus manos se entrelazaron.

- Hoy -la voz del juez hizo voltear a la pareja y sentar a los invitados- estamos aquí reunidos para celebrar el amor, la unión de esta pareja en sagrado matrimonio -aún cuando el juez hablaba ellos se daban miradas furtivas y sonreían cada vez- el amor es un sentimiento que muy pocos llegan a experimentar y que muchos profesan -ambos afirmaron su agarre- el amor es estar en las buenas y en las malas, pero más en las peores, de luchar junto con esa persona por el mismo objetivo, seguir juntos -la mirada viajaba entre todos los invitados- no como ahora, que por el más mínimo detalle dejan de amar -con un movimiento se acercó a los novios- aquí, justo ahora tenemos un ejemplo de amor verdadero, de un amor que puede pasar por todo y que pese a eso no se rompe -tomó sus manos- hay fracturas, es lógico, pero está en los dos resanarlas para volver más firme ese sentimiento

La ceremonia transcurrió con una  atmósfera llena de tranquilidad, pero sobretodo amor.

Llegó un momento en que todos los invitados contuvieron el aliento, ¿la razón?, el hombre ojiazul tomó el anillo y se disponía a decir sus votos.

- No pediré alcanzar las estrellas lejanas, -suspiró- no extenderé mis manos para reunirlas y poseerlas porque no hay nada en el universo con suficiente significado como tú -los ojos del contrario comenzaron a humedecerse- la única cosa que quiero es que te quedes aquí para siempre -algunas personas suspiraron- sólo te deseo a ti para que seas mi cielo -el ojiazul comenzó a jugar con sus manos- eres la estrella que guía mi camino cuando estoy perdido -algunas lágrimas rodaron por el rostro del moreno- solo deseo que sigas abrazándome durante las frías noches, abrazándome un poco más, abrazándome más fuerte que ayer -en su voz solo había emoción, una emoción tan grande que le costaba hablar- no pediré a nadie que entienda, no pediré nada valioso, no pediré lo que todos los demás quieren -llevó una de sus manos a la mejilla contraria y retiro una lágrima- no sé cuántas veces debo agradecerte, millones de veces no son suficientes -suspiró comenzando a introducir el anillo en la mano contraria- sólo quiero que exista un tú y yo, eso es todo lo que pido, es por eso que hoy, yo Alexander Gideon Lightwood te tomo a ti Magnus Bane como mi amado esposo para amarte, cuidarte y respetarte cada día de mi vida

El ambiente era agradable, lleno de amor y melancolía, bastaron unos cuantos minutos para que el moreno después de una sonrisa y respirar profundamente pudiera hablar.

- Cuando no tenía a nadie, cuando mi mundo cambió hasta que no quedó nada, cuando las estrellas y el sol se apagaron y no quedaba luz para iluminar el camino ahí estabas tú -mordió su labio- por muy frío o caliente que sea tengo tu mano sosteniendo la mía para avanzar -hizo una leve presión en sus manos- sólo tú eres quien siempre estuvo a mi lado y nunca me dejó -un sollozo se le escapó- por más que sufras o estés agotado, estás listo para estar a mi lado -las lágrimas comenzaron su recorrido- desde mi corazón, tu amor me ayudó a seguir respirando, hoy aunque debo recorrer un largo camino, no tendré miedo de ahora en adelante -sonrió- sólo un corazón es suficiente para reemplazar todo lo que desapareció, sólo tú, todavía estás aquí junto a mi -las emociones eran gigantes, tanto que el ojiazul no pudo evitar llorar- viviré para ti con todo mi corazón -con suma delicadeza limpió las mejillas contrarias- la vida nunca es segura, no siempre podemos sonreír como esperamos, pero por buenos o malos que sean los recuerdos sé que tengo alguien listo para estar a mi lado -con manos temblorosas tomó el anillo- gracias por amarme, gracias por cada vez que me abrazaste en los días en los que los problemas se fueron acercando a mí -comenzó a introducir el anillo en el dedo anular del ojiazul- te prometo que te amaré hasta que sea suficiente, por eso hoy, yo Magnus Bane, te tomo a ti Alexander Gideon Lightwood como mi amado esposo para amarte, cuidarte y respetarte cada día de mi vida

- Por el poder que me confiere -la voz alta del juez llamó la atención de todos- los declaro uno solo

Los gritos y aplausos no se hicieron esperar mientras que los novios sonreían perdiendo la distancia entre ellos para unir sus labios en un beso, el primero como esposos, todas las personas presentes sonreían y otras más lloraban, no porque fuera algo malo, sino porque esas personas que acababan de unir sus vidas les daban las mejores lecciones, que hay muchas pruebas, que hay obstáculos muy fuertes, pero si el amor es real triunfará, que aunque la vida puede llegar a ser cruel algunas veces ese es el triste precio del amor.












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¡Hola!
Lo sé, lo sé, tardé mucho, pero...

¡Ya es el final de la historia!

Gracias a todos los que siguieron la historia desde que inició y a todos los que se fueron integrando, les agradezco tanto apoyo, pero eso vendrá en los agradecimientos...

Solo espero que la espera haya valido la pena.

¡Nos leemos en la próxima!

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