XXIII
- ¡ALEC!
La habitación estaba oscura y el miedo creció.
Estaba sudando, mi respiración estaba más agitada de lo normal.
Busqué a Alec a mi lado y no estaba ¿entonces era real? ¿se había ido?
Me levanté de la cama dispuesto a buscar por todo el departamento, pero no fue necesario ya que su computador se encendió y me mostró a ese maravilloso ser semi recostado en el sofá de la habitación.
Un suspiro de alivio se me escapó y una pequeña sonrisa se formó en mis labios.
Nada había sido real, no me había dejado.
Con paso lento caminé hasta él, se veía tan tranquilo, aún con esas ojeras, pero seguía siendo hermoso.
No quería despertarlo, no cuando se veía con tanta paz, no cuando por fin lo veía descansar; su computadora seguía encendida con el aviso de que la batería se estaba agotando, así que guardé lo que tenía abierto y la apagué.
¿Desde que hora estás aquí mi Alec?
Sin siquiera planearlo, me volví a colocar a su lado y unas ganas inmensas de acariciar su rostro se hicieron presentes, no sabía si hacerlo o no ¿y si lo despertaba? Pero parecía que a mi cuerpo no le importaba, porque mi mano se acercó a su mejilla y se posó en ella, todo encajaba a la perfección.
Fue de un momento a otro él removió su rostro acercándose más a mí.
Las personas llegan a cansarse, pero muchas veces ese cansancio nos hace hacer o decir cosas que no queremos y otras veces nos hace rendirnos
Izzy tenía razón, yo lo necesito y no quiero que esto termine por mí, no de esta manera.
- Alec -mi pulgar comenzó a trazar caricias en su mejilla- despierta
- Mags -una diminuta, pero hermosa sonrisa se formó en su rostro y en el mío.
- Vamos -coloqué un mechón de cabello detrás de su oreja.
Sus ojos seguían cerrados mostrando tanta tranquilidad, pero sus leves movimientos me indicaban que se estaba despertando.
Mis caricias siguieron y todo se sentía tan correcto; sus párpados comenzaron a moverse y ansiaba tanto ver esos hermosos ojos.
- Magnus -fue su primer palabra al despertar y me sentí tan dichoso.
- Despierta -susurré, pero tal vez fue un error.
Sus ojos se abrieron totalmente y se incorporó de inmediato.
- ¡Magnus! -su rostro reflejaba miedo y culpa- yo... Yo... ¿estás bien?
- Tranquilo -pero parecía todo lo contrario- solo te vi aquí y...
- Lo lamento -se levantó y tomó su computadora- no se suponía que me dormiría -lo susurró.
- ¿Cómo?
- Nada -se veía preocupado- me voy
Me voy esa simple frase alteró algo en mí, no quería eso ni aunque fuera de la habitación, esa frase me hizo entender que lo necesitaba conmigo.
- No te estoy corriendo -se detuvo antes de salir por la puerta- solo te vi ahí y no pensé que estuvieras cómodo
- No vuelve a pasar
- ¿Cuánto tiempo llevabas ahí? -vi su rostro palidecer más- no es reclamo
- No lo sé -buscó la hora- desde las ¿10?
- Alec -desvío su mirada- son las 4 de la mañana
- En verdad yo...
- ¿No pensabas ir a dormir? -no podía evitar sentirme mal.
- Yo...
- Olvídalo -no era hora para esto y él realmente se veía cansado- vamos a dormir
- Descansa -susurró y volvió a tomar la perilla de la puerta.
- ¿A dónde vas? -cada que lo veía "irse" sentía una opresión en mi pecho.
- A la otra habitación -evitó mi mirada.
- Ya es tarde -hablé rápidamente- quédate
Sus ojos se abrieron y me volteó a ver confundido.
- No, yo...
- Vamos -me volteé, no sabía en que momento dejé de ser seguro a ahora voltearme para evitar que viera mi sonrojo al decirlo- de todas maneras pensaba que dormías conmigo
- ¡No! -habló aterrado- yo nunca haría eso
- Vamos -me hice a un lado caminado a la cama, no volteé a verlo, porque esas palabras me habían dolido tanto.
- D-de acuerdo
Con paso lento dejó su computador en la mesita de noche y más lento aún se acercó a la cama.
Su mirada jamás conectó con la mía ni aunque me encontrara recostado y él estuviera levantando las cobijas.
Entró con sumo cuidado de no tocarme, lo sabía porque cuando llegamos a estar cerca él se alejaba lo más que podía.
La habitación estaba en silencio y por su respiración sabía que seguía despierto, podía sentir tanta tranquilidad al voltear y verlo a mi lado, una tranquilidad que no sabía me faltaba.
- ¿Por qué? -no pude evitar preguntar.
- ¿Por qué, qué? -susurró mientras giraba y quedaba frente a mi.
No podía mentir, sentía mi corazón latir desenfrenado, no sabía porqué o tal vez sí.
- ¿Por qué nunca lo harías? -vi como la confusión pasó por su rostro hasta después de unos segundos su mirada cambió.
- No pienso incomodarte -y su mirada se desvió.
- ¿Desde cuando estás ahí? -su mirada me buscó con miedo- porque no es la primera vez ¿cierto?
- Yo... -su reacción lo delató y sentí una mezcla de emociones- yo solo
- ¿Dos días? -desvió su mirada y negó- ¿una semana? -sus manos comenzaron a jugar nerviosas con las sabanas- ¿dos? -sentía su incomodidad mientras negaba- ¿todo este tiempo?
- Lo lamento -se apresuró a decir- yo no lo planeé, yo, yo solo
- Alec -sentía que en algún momento él saldría corriendo de la habitación.
- La primera noche tu -hablaba tan rápido- tu la pasaste mal y yo no podía...
- ¿Recuerdas la historia que me prometiste? -me vio raro preguntándome con la mirada a lo que me refería- para dormir
- Oh! -pude ver como sus ojos se iluminaban por un momento y me encantó- ¿quieres que te la cuente ahora?
- Sí -susurré, nuestras voces eran susurros sin necesidad, pero que generaban un dulce ambiente.
- Había una vez -me acomodé mejor para verlo y él se giró para estar boca arriba- en un reino lejano un pequeño plebello, reía y corría por todos lados -bostezó- era muy feliz, tenía todo lo que quería, una familia, tal vez no tenían dinero, pero no lo necesitaban -su voz se volvía más de suave y sus parpados se cerraban- o eso creía él -sus ojos ya estaban cerrados- ya que con el paso del tiempo a su hogar llegaron dos seres que alegrarían su vida, que lo complementarían -otro bostezo- sus hermanos
Su voz se apagó, su respiración era acompasada, su pecho subía y bajaba lentamente.
- Oh mi Alec -me acerqué más a él- has estado tan mal y no me había dado cuenta
Con mucho cuidado comencé a acariciar su cabello.
¿Por qué se sentía tan correcto?
No sabía cuanto tiempo había pasado, solo pude notar que el cielo comenzaba a cambiar de color, ya era hora para dar el siguiente paso.
Buenos días Cat.
Es momento de dar el siguiente paso.
Magnus
Esperé a que contestara, pero en ningún momento pude dejar de ver a esa persona tan importante para mí.
¿Estás completamente seguro?
Cat
Pasé mi pulgar por su pómulo.
100% seguro
Magnus
Hagámoslo
Cat
Sentí un gran alivio, necesitaba avanzar y mi motivación estaba a mi lado, ya no lo quería lejos, lo necesitaba lo más cerca posible.
Quería poder volver a tenerlo entre mis brazos sin dañarlo, quería ser capáz de recuperar mi vida a su lado, quería poder verlo a los ojos y decirle que amaba cada rosa, cada nota y cada que se le escapaba un te amo o un mi amor.
Porque eramos nosotros contra el mundo y ahora teníamos que demostrarnos que era posible.
******
¡Hola!
¿Me creían capáz de hacerle eso a mi Malec querido? 😅
Esta historia tiene sus momentos felices y unos no tanto, solo espero les guste y no les aburra.
Bueno, hasta la próxima.
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