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Capítulo X: La Dama de las Nieves (Parte I)

Dicen que los viajes a las Montañas son considerados una aventura para quienes tienen ese espíritu pero para otros es una muerte segura por los mil y un accidentes que pueden ocurrir allí. Desde animales salvajes, deslizamientos de rocas, avalanchas, tormentas de nieve e incluso el frío mismo se convierte en una trampa mortal si uno no lleva su equipo asignado ni cuenta con la guía de algún experto que haya estado allí. 

El sonido de las pisadas se iba perdiendo cuando un grupo de personas, todos ellos jóvenes campistas, iban subiendo por las laderas de las Montañas de Royal Woods, mientras que el Atardecer iba llegando pero el clima parecía querer traicionarlos ya que, anteriormente habían tenido un buen día soleado, ahora parecía que todo se había invertido, provocando que el Cielo se nublara y un viento helado silbara por los alrededores. Uno de los chicos, de cabello rubio, miró hacia atrás y vio que el camino comenzaba a hacerse difuso.

- Deberemos buscar una cueva vacía y esperar a que las condiciones climáticas se calmen.- Les dijo un anciano guía que los conducía por esos páramos desolados y con el equipo preparado para soportar las penurias.

- Sí, no nos queda otra opción.- Respondió uno de los chicos y éste se volteó hacia su amigo.- ¡Stuart, pedazo de retrasado mental, nos dijiste que el tiempo era seguro!.- Le recriminó el peli negro al otro.

- ¡¿Que yo tengo la culpa?! ¡Eso díselo a la del tiempo!.- Se defendió el rubio, pero fue aquel anciano que detuvo una posible trifulca, ya que podrían provocar una avalancha.

- Guarden silencio y por lo que más quieran, no griten. En estos pasos han muerto muchos escaladores por las avalanchas.- Les advirtió el guía y tuvieron que proseguir.

Haciendo un ademán con prisa, le siguieron el paso, pero el camino comenzó a nublarse más, ya que una densa neblina cayó sobre ellos, separando al anciano de los jóvenes. Cuando éste se volteó, el viento aumentó su intensidad, avanzó con cautela, usando su bastón como soporte y así evitar caer, debido a que con ese clima, el camino se volvía traicionero, pudiendo tropezar con alguna roca o resbalar por una pendiente y eso lo mataría. Fue entonces que se encaminó hacia donde estaban los muros de piedra y tomó una posición, esforzando por ver hacia dónde se habían ido esas personas. 

- ¡Stuart, John, Josie, Alan, ¿en dónde están?!.- Les llamaba el hombre pero no obtuvo respuesta.- ¡Sigan mi voz, no se separen!.- Intentaba en que respondieran, aunque fuera con un "Sí", pero el viento ahogaba sus llamados que los guiaría hacia la seguridad. Fue entonces que se empezó a volver más frío el ambiente y tuvo que refugiarse en una cueva cercana, encendiendo una hoguera y con ello se cercioraría de que estaría caliente para evitar morir de hipotermia. 

Mientras tanto, a un par de metros de la cueva en donde el anciano guía se había refugiado, Stuart y los demás se habían perdido y no sabían dónde estaban. El rubio llevó su brazo para mejorar su campo de visión, encontrar algún punto o referencia que le indicara a él y sus amigos de que estaban yendo hacia donde escucharon los gritos, pero nada, todo resultó imposible, complicado, así que debió darles una señal para que continuaran avanzando.

- Dios...No...No puedo mover los dedos.- Habló Josie, mirando una de sus manos y éstas se estaban congelando.

- Ponlas en tus bolsillos, de seguro se calentarán fácilmente.- Le aconsejó John, mientras que ella obedecía.

- ¡Stuart, te juro que si algo nos pasa, espero que un oso te termine devorando!.- Bramó Alan, el cual estaba desesperado y quería irse de allí.-¡Hubiéramos ido a la casa de mi tío en los Bosques de Lasing antes de venir a acampar en unas putas montañas!.- Se quejó éste, llevando a que el rubio se volteara y lo mirara con frialdad.

- ¡Si tanto era que no querías venir, listo, te hubieras ido con los demás a esa casita estúpida a recoger flores y a bailar como "Heidi"!.- Le recriminó su amigo, pero eso llevó a que Alan fuera perdiendo la paciencia.

-¿Sabes qué?. Vete a la mierda, sí, sí, vete a la mierda: Tú, tu campamento, todo, yo me voy. No sé cómo pero volveré al camino y se acabó, prefiero morir intentando salir de este Infierno Helado antes de quedar convertido en una paleta.- Se hartó Alan y de ahí inició el descenso hacia el sendero que dejaron atrás.

- ¡Bien, vete, puto cobarde, no te olvides de irte a pintar los labios, Princesita!.- Se burló Stuart y ordenó de que continuaran con el ascenso.

Lo que ellos no sabían, era que alguien los estaba observando entre los árboles de esos páramos, llevando a que ésta se riera y tocara el suelo, produciendo un extraño "Sub-Viento" y éste alteró el camino por el cual estaban tomando los jóvenes, quienes se seguían guiando para llegar hacia la seguridad de una cueva.

- Oigan, ¿no creen que algo no va bien?.- Quiso saber John, quien estaba muy susceptible a lo que les rodeaba.

- ¿De qué hablas?. Si este es el único camino para ir hacia las cuevas.- Le mostró Stuart aquello, pero el chico no confiaba.

- "Bienaventurados sean".- Oyeron una voz, cuyo eco se hizo audible por toda la zona.

- La puta madre, ahora hay fantasmas, ¡vámonos!.- Rogó Josie, pero ya era tarde, el camino que Alan tomó para irse ya había desaparecido.

- ¡No nos queda más opción que seguir, vamos, Josie!.- Le animaba Stuart pero ella quería irse de allí.

Por su parte, Alan habían estado bajando con dificultad la cuesta y pudo localizar el sendero que iba pendiente abajo. Un resbalón, el mínimo movimiento que hiciera, le llevaría a caer rodando como una bolsa de papas hasta recibir alguna que otra herida muy seria. No podía andarse con juegos, tenía que ser cuidado, sino terminaría en el hospital. Podía imaginarse las burlas de los chicos contra él por haberse caído. Maldecía a Stuart, ¿por qué no fueron a la casa de su tío y listo para festejar que se habían liberado de la Universidad? ¿De qué valía irse a las Montañas?. Mientras que seguían descendiendo, el joven escuchó un susurro que le llevó a voltearse pero al hacerlo, casi se caía y golpeaba su cabeza contra una roca de gran tamaño.

- Muy gracioso, muy gracioso, si eres tú, Stuart, ¿qué pasó? ¿te cagaste del miedo?.- Se animaba Alan con reírse de aquel joven pero no hubo respuesta.- ¡¿Eh?! ¡¿Eres tú, Stuart?! ¡Más te vale no hacerme una broma porque te mato!.- Se hartó el muchacho de cabellos castaños pero lo único que pudo ver fue a una misteriosa mujer, de gran belleza, alta, largos cabellos, su piel era pálida, vestía un kimono blanco pero lo que más llamó su atención fue ver que eas misteriosa chica estaba...¿flotando?. No, no podía ser verdad y para ver que eso podía ser falso, se refregó los ojos pero no mentía. Su boca comenzó a temblar, el viento soplaba con fuerza alrededor de ella, algo parecía salir de sus labios, un aliento helado que lo inmovilizaba y fue entonces que perdió el equilibrio, cayendo hacia atrás, rodando cuesta abajo.

La mujer lanzó una pequeña risa y desapareció en medio de la neblina que la rodeaba como un "Escudo".  

Volviendo con Stuart y sus amigos, éstos avanzaban a ciegas por un supuesto "sendero" que estaba completamente difuminado por la niebla que estaba por los alrededores. Ya no sabían si estaban yendo por buen camino, incluso el propio rubio parecía haber perdido la razón al decir que veía unas supuestas "fogatas" pero que cuando llegaban, no había nada más que árboles y nieve.

El frío no solo les estaba jugando en plano físico, afectando sus cuerpos y energías, sino también desde la perspectiva emocional, no sabían por dónde estaban yendo, qué caminos tomaban. Josie estaba frenética, a pocos pasos de entrar en la histeria y no paraba de gritar ante la situación por la que estaban pasando. Cada árbol que veían era el mismo, no tenían noticias del anciano que los guiaba por aquellos senderos. John, por su parte, se culpaba una y otra vez de no haber seguido a Alan, tal vez ese chico estaría en un lugar caliente y disfrutando de un chocolate con malvaviscos y ahora estaban perdidos. 

- ¡HOLA! ¡POR FAVOR, AYÚDENNOS!.- Pidió Josie, perdiendo la paciencia y de ahí caía al piso.

- Shhhh, guarda silencio, Josie, pueden haber lobos hambrientos.- Le advirtió Stuart pero ella le procedió a dar una feroz bofetada en la mejilla derecha, dejándole su mano marcada en el rostro.

- ¡CÁLLATE, CÁLLATE, POR UNA PUTA VEZ CÁLLATE Y NO HABLES! ¡MIRA CÓMO ESTAMOS: PERDIDOS, SIN ORIENTACIÓN! ¡VAMOS A MORIR DE FRÍO Y SERÁ TU PUTA CULPA, TÚ Y TU PUTA IDEA DE VENIR A ESTA MONTAÑA CUANDO PODRÍAMOS HABERNOS QUEDADO EN CASA Y HACER UNA BARBACOA O IR A LA PLAYA! ¡ME CUESTA CREER QUE NOS HAYAS LLEVADO A NUESTRA MUERTE! ¡LA PUTA MADRE QUE TE PARIÓ, STUART!.- Le insultó la chica a todo pulmón y fue entonces que estalló  una pelea entre ella y John contra el que los llevó hasta allí, atacándose con todo, incluso con piedras, pero sin saber que el viento y el frío aumentaban cada vez más. Desde su protección en la niebla, aquella misteriosa "Dama" los observaba y disfrutaba como iban sufriendo más y más la hipotermia. 

- Pronto formarán una linda "Colección" en estos páramos.- Dijo con un tono de voz tranquilo y gozando de lo que estaba viendo. La primera en caer al piso fue Josie y luego fue John. Stuart se tanteó la herida que le dejó una de las piedras en la frente, tenía un corte que no paraba de sangrar y dejaba su estela de aquel líquido rojo por la nieve, formando un "camino".- Jejejeje, Mortales, ustedes nunca debieron haber venido aquí, a mis Dominios. Por eso yo, Yuki-Onna, la "Dama de las Nieves", seré la que los envíe al dulce y eterno "Sueño de la Muerte" para que nunca merodeen por mis tierras.- Dijo ella, tras presentarse con educación y de ahí extendía sus brazos y desaparecía en la niebla.

Stuart no pudo más, su cuerpo cayó al piso, tanteó por la nieve y lo último que oyó fue el sonido del viento que se calmaba y aquella "precipitación" que caía hasta cubrir sus cuerpos bajo un manto que significó sus tumbas para aquel grupo.

Mientras tanto, en el tren de regreso desde el Estado de Pensilvania hasta Royal Woods, Michigan. Dimitri abrió los ojos, los sentía pesados, ¿cuánto tiempo había dormido?. Se giró para ver la hora en su reloj  y éste marcaba las 15:00 hs. Ya estarían cerca de llegar a dicha ciudad. Se frotó la frente y luego fue a ver por la ventana el bello paisaje que se erguía delante de ellos. Tan hermoso, tan llamativo, tan vivo pero lo que más llamó su atención fue un extraño "peso" que se encontraba a su lado. Volvió a dirigir la mirada y allí se encontró con aquella chica de cabellos castaños, rockera y que había unido su camino con el de él para vivir aventuras, enfrentar peligros desconocidos y tener un cambio en lo que ella deseaba por enterrar y comenzar de nuevo. La joven permanecía dormida contra su pecho, no se soltaba por nada, incluso había tomado el abrigo del joven y lo usó como almohada, además de taparse con una campera que se había traído por las dudas. 

Disfrutaba estar dormida a su lado, no quería separarse de aquel chico. Llamaba su atención, para él, que esa joven lo hubiera seguido y todo había tenido su comienzo en ese viaje en tren, cuando fue para ocuparse de aquel asesino de niños que rondaba libre por las calles. Ahora que volvían de "Pennhurst", ambos amigos habían permanecido dormidos un buen rato hasta que oyeran la voz de uno de los Guardas que anunciaba la llegada a Royal Woods. Fue entonces que quiso levantarse, no tenía ganas, el cansancio le estaba ganando, así que se volvió a recostar al lado de la chica, ésta se acercó un poco más y se quedó abrazada a su pecho, tapándose ambos con la campera y el abrigo. 

Poco antes de volver a caer dormido, Dimitri sintió que aquella misión había sido casi un suicidio, podrían haber muerto a manos de los sectarios que rondaban por el "Instituto Mental de Pennhurst" pero ahora que estaban a salvo, era mejor que Luna no le contara a nadie, ni siquiera a su familia, de que había ido con su amigo para investigar una desaparición que había tenido lugar hacía tiempo. Era mejor mantener todo en silencio y vivir bajo una mentira hasta que decir la verdad que podría arruinarle todo a ella. 

Respiró profundamente y volvió a quedarse dormido al lado de la chica una vez más, abrazándose mutuamente entre ella y él. 

Pronto llegarían a Royal Woods antes del Atardecer, sin embargo, lo que había ocurrido en las Montañas no se iba a quedar en el olvido.

[Dedico este capítulo dividido en dos parte para Raginhard: Muchas gracias por la sugerencia de poner a la "Yuki-Onna" así como al otro espíritu para este fic. 

Y también mando saludos y agradecimientos para él, LeoneEpsilon, LucasAbad0, Sitx20, J0nas Nagera, FreedomGundam96, lady-saintiasailor, AnonimousReader98, El Caballero de las Antorchas y Caballero del Viento.

Cuídense, amigos y buen fin de semana de mi parte. Nos veremos en el siguiente episodio de esta historia.].



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