Trazo #8: ShamRain - Raindrops
Once it all was different
Life has grown colder by the time
And it's all confusing up my mind
Is this the road I have to take?
Why won't you come and save me
From this place today?
Astrid se encontraba en su punto de quiebre, los acosas por parte de Ryan no cesaban en ningún momento, de hecho, cada vez eran peores al punto de que pareciese que la observaba en todo momento. Lugar donde ella volteaba lugar donde el tipejo estaba, algo que le causo mucho repudio e incluso miedo, cada día era peor esto para ella.
No quería molestar a sus amigos, si les dijera a los chicos de Beyond the Light sabía que la cuidarían, pero de igual manera entendía que golpearían a Ryan, algo que los metería en problemas a todos e incluso ella podría quedarse sin trabajo y Annie sin escuela, algo que ella no se podía el lujo de hacer.
Y molestar a Fer con esto era algo que estaba fuera de discusión, ya mucho hacia la músico con invitarla a salir a ella y su hija, no quería incomodarla más. No buscaba ser una carga ni una mantenida, buscaba ganarse a Fer y mostrar que la merecía.
Pero, ¿de verdad la merecía?
Ella aún se sentía mal por el pasado, la manera en que ella le había fallado aquella maravillosa mujer la atormentaba demasiado, le ocasionaba asco recordar aquel aciago día donde ella volvió a caer en las redes de su exnovio.
Ese error jamás lo olvidaría ella, era su más grande estigma, su más horrible fallo.
Pero de ello, nació también uno de sus más grandes amores, Annie.
A pesar de que en al principio del embarazo busco no tenerlo, eventualmente lo acepto y aprendió a amar a la pequeña, sabía que no había sido culpa de ella todo esto.
Y Fer mostró querer a la chiquilla sin importarle que fuera producto de ese fallo, se mostró de una manera muy diferente a lo que era antes y eso enamoró incluso más a Astrid.
Pero es definitivo, no podía molestarla con lo de Ryan, era algo que debía ella arreglar por su cuenta, y tenía una ligera idea de cómo hacerlo.
Estaba viendo los exámenes del primer bimestre del año, había algunos chicos que eran muy buenos en arte y otros que, si se les dificultaba, pero de igual manera le gustaba ayudarlos, el arte era para todos, siempre y cuando hubiera un guía correcto.
Comenzó a capturar las calificaciones en la computadora de escritorio de su cubículo, hasta que sintió una mirada sobre ella, volteó de manera discreta, observó que era aquel sujeto.
El tipo le hizo una mueca de saboreársela lo cual le causo cierto asco, quería de verdad golpearlo, ya estaba harta de todo esto.
Ryan se acercó a su lugar y le sonrió de manera lasciva.
—¡De nuevo trabajando! Eso es algo que no me esperaba de una maestra de arte —dijo burlándose.
—Pues a diferencia de los profesores de quinto, nosotros si tenemos cosas que hacer —le respondió de manera sordas
—Vaya, me preguntó que más puedes hacer con esa boquita de cabaretera.
—Mira Ryan, ya te pagué el dinero que te debía. ¡De verdad déjame de molestar! —gruño entre dientes la chica.
—Yo no te estoy molestando, sólo digo las obvias verdades, no eres más que una prostituta con traje de maestra, te lo dije se todo de ti —le respondió el tipo.
En ese momento sonó el celular del hombre y lo contestó para dejar a Astrid ahí con mucha preocupación en su ser.
Dejo salir un suspiro, se levantó y camino hacia la oficina de la subdirectora, necesitaba de verdad ayuda.
Tocó la puerta.
—Pase.
Se escucho una voz serena decir detrás de la puerta.
La gótica entró y vio a una mujer de avanzada edad con ojos negros penetrantes y cabello canoso.
La señora al ver a la chica se quitó los lentes.
—¿Qué puedo hacer por usted señorita Lowllet? Tome asiento.
La chica se sentó, viéndola.
—Quiero platicar con usted de algo que ha estado pasando y me tiene muy intranquila —comenzó —, el profesor Ryan me está acosando.
La subdirectora observó a la muchacha y esbozo una sonrisa.
—¿Le ha dado usted motivos para hacerlo? —sus ojos penetraban el ser de Astrid.
—¿Disculpe?
—Creo que fui clara señorita Lowllet con la pregunta ¿Le ha dado motivos para ello?
Esto tomó desprevenida a la mujer, frunció el ceño, mostrando un poco de molestia.
—No creo que exista un motivo para que alguien acose a otra persona, ¡eso es algo que no debería pasar! —cruzó sus brazos con gran molestia.
—Astrid — dejó de tratarla de usted —, la manera en que usted se viste y se mueve en el colegio nos hace pensar que sólo busca atención de los hombres.
—¿Qué dice? —dijo incrédula Astrid.
—Que si usted está sufriendo esto es debido a cómo se viste y cómo es, una mujer rara y madre soltera, digo por algo lo es ¿No lo cree? ¿De verdad creyó esa mentira que dijo su hija del lado de su padre?
La subdirectora estaba destrozando a la chica, en esos momentos sintió un gran dolor en el pecho, quería llorar, pero se controló, no quería darle la satisfacción de verla mal.
—No entiendo la relevancia en ello cuando estoy claramente denunciando un caso de acoso por parte de un maestro, ¿qué mierda tiene en la cabeza al culpar a la víctima? —había cerrado sus puños, quería golpear a la mujer.
—¡No me va a estar hablando así! Considere esto una amonestación y que no se vuelva a repetir, la próxima se irá suspendida sin paga durante una semana —azotó la mano en el escritorio la señora.
Astrid sólo se levantó y se fue sin dejarla decir nada más a la fémina y se dirigió al jardín de niños.
Estaba luchando con las lágrimas que se acumulaban en sus ojos, no quería permitirse llorar o que Annie la viera haciéndolo, necesitaba ser fuerte.
Llegó y le pidió a la maestra a su hija, después de unos momentos se la entregaron.
—¡Hola mami! —la abrazó la chiquilla.
—Hola preciosa, ¿aprendiste mucho hoy? —le preguntó mientras tomó la mochila de la niña y se la colgó.
—Si mamá, estuvimos estudiando el abecedario, ¡fue muy divertido!
—Me alegro cariño, eres una niña muy inteligente.
—Igual que tu mami, ¡tú eres la adulta más cool de todas! —sonrió la pequeña.
—¿Incluso más que Fer?
Astrid sabía que la pequeña estaba fascinada con Fer, quería ser cómo ella, pero eso la hacía feliz que su hija se sintiera muy contento estar con aquella muchacha.
—Es que la dos son diferente en lo cool, las quiero mucho a las dos —dijo de manera normal la chiquilla.
En ese momento se acercó a ellas Ryan, estaba fúrico y se paró enfrente de las dos.
—¿Qué mierda te pasa Lowllet? ¿Qué es eso de ir a llorar con la subdirectora? ¡Ella es mi tía!
El corazón se le hundió a la gótica.
—¡Dejame ya en paz!
No pudo controlarse, puso a su hija detrás de ella para protegerla, pero las lágrimas salieron.
Annie sabía que el profesor Ryan molestaba mucho a su mamá y eso la enojaba.
—Deja a mi mami en paz o le diré a Fer que te pegue! —dijo de manera valerosa la niña.
Esto captó la atención de los dos adultos y la voltearon a ver.
—¿Así se llama el nuevo que te abre las piernas? —preguntó viendo a Astrid.
No pudo más la gótica y le soltó un golpe con el puño cerrado. Le había dolido, pero sintió la satisfacción de haberlo hecho.
—Te lo advertí Astrid, ahora atente a las consecuencias, si algo así vuelve a pasar no tentaré el corazón para destruirte.
Con ello se dio media vuelta.
La gótica dejó salir un suspiro de tristeza y sin más cargo a su hija y se fue de la escuela.
Durante el camino a casa no dijeron anda las dos, estaban tristes. Al llegar Astrid sentó a su pequeña a hacer la tarea, mientras se excusó para ir a su cuarto, donde cerró la puerta y sacó debajo de la cama una botella de vino.
La destapó y le dio un gran trago, sintiendo cómo bajaba por su esófago, le dolía y sabía que cada día se perdía más y más en aquel vicio.
Su celular sonó y vio que era un mensaje.
Lo abrió.
"Las extraño mucho a las dos, sepan que las quiero mucho y los días acá se están haciendo eternos, ya quiero volver a salir con las dos, las quiero"
El mensaje era de Fer, lo cual hizo sonreír a la gótica.
Esos pequeños desplantes que hacía la músico hacia ella los apreciaba mucho, no podía evitar sentir nada más que amor y admiración por su persona, era la mujer perfecta y gracias a eso sus días no eran tan malos.
Guardó la botella y salió para ayudar a Annie con su tarea.
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