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Trazo #6: Bauhaus - Stigmata Martyr

Stigmata bleed continuously

Holes in head, hands, feet, and weep for me

Stigmata, oh, you sordid sight

Stigmata in your splintered plight

Astrid había tenido días muy pesados en el trabajo, pareciese que le estaban cargando mucho la mano con los festivales venideros de los niños, sobre todo el de los antepasados, donde los alumnos tenían que exponer sobre sus ancestros, de donde venían y cosas de ese estilo.

Se notaba muy cansada de tanto que había tenido que trabajar en ello, pero lo que más había notado es que pareciese que los demás profesores no hacían nada sobre ello, seguían con sus actividades normales y dando sus clases usuales.

Y lo notaba más con una compañera que tenía, Lola, la maestra de tercero de primaria quien por lo general era la que más se enfocaba en esa actividad en los años pasados, pero este no había ni movido un dedo en ello.

Notó de igual manera varias mofas de sus compañeros, que veían a Annie con cierto tono de lastima y a ella en son de burla, pero no podía comprender el porqué de ello, la frustraba mucho.

Por otro lado, la relación de reconciliación con Fer iba bien, siempre iba a verla a su casa después de que ella saliera de trabajar y se quedaba hasta tarde platicando con ella y ayudando a Annie con la tarea.

Eso le estaba dando un poco de ánimo, entendía que podría llevar tiempo reconstruir la antigua relación que había tenido con Fer, pero no se frustraba con ello.

Sin embargo, su vida laboral la estaba matando, se sentía muy deprimida y sin ganas de nada, entre la carga de trabajo, la manera en que la veían sus compañeros y el acoso que estaba recibiendo por parte de Ryan, su mundo se sentía muy pequeño.

Estaba sentada en su salón viendo cómo iba el avance de todos los niños en cuanto a los proyectos.

Le fascinaba que los chiquillos estuvieran poniendo mucho gusto en ello, pero se sentía al ver el proyecto de su hija, vacío del lado paterno.

Veía cómo de parte de su familia estaba que habían venido de Alemania, durante la primera guerra mundial, su tatarabuelo, Ludwig Lowellnet llegó a América con siete dólares, una esposa embarazada y huyendo de todo lo que pasó en el antiguó continente.

Mientras lo revisaba, le llegó un mensaje de Fer, con varias fotos, su mamá, su padre, dos abuelos, bisabuelos y tatarabuelos.

"Para lo del trabajo de Annie, mi familia viene de la localidad de Lancaster en Reino Unido, por lo que me contó uno de mis abuelos de Michigan, llegamos acá en 1830. Nos instalamos en Boston, de ahí comenzaron el negocio de la familia que es bienes raíces como sabes, siempre han sido hombres los primogénitos, hasta que yo nací, soy la primera hija después de dieciséis generaciones, básicamente pensaban que conmigo terminaría la línea"

Astrid se sintió feliz al ver este detalle de Fer, se lo había comentado y ni tarde ni temprano la chica le mando la información de su familia, para que esta Annie la pusiera en su árbol genealógico.

"¡Mil gracias princesita! Esto pondrá muy feliz a Annie, eres un sol"

Le mando un sticker de beso.

"No hay de que princesa de la noche, ya sabes que estoy para ti y para ella en todo aspecto"

Eso la hizo volar, una sonrisa se dibujó en su rostro, no podía creer cómo era tan linda con ella a pesar de todo lo que había pasado antes.

De cierta manera Fer se estaba haciendo su lugar seguro, cómo antes, veía en ella aquel hogar que no tuvo durante mucho tiempo.

Continuó trabajando en los proyectos de los niños, viendo la gran diversidad habida en la escuela, familias asiáticas, europeas, latinas, todas con una gran historia que contar y eso la hizo muy feliz, incluso puso de lado lo cansada que estaba, recordando el por qué buscó ser maestra, quería poder enseñar este tipo de cosas a través del arte.

Arreglo lo que llevaba, notó que eran casi las dos de la tarde, la hora de la salida de Annie, comenzó a guardar sus cosas, pero escucho su puerta abrirse.

Ryan estaba parado en la puerta con aquella sonrisa que perturbaba mucho a la gótica.

—Vaya, por fin estás haciendo algo en el trabajo y no paseándote con tus aires de superioridad.

Su voz la irritó, quería mandarlo al diablo, pero sólo lo ignoró guardando sus cosas y cerrando con llave sus gavetas.

—¿Ahora ni educación tiene la zorra? Cuando alguien superior a ti te habla tienes que hacerle caso.

La jaló de su brazo lastimándola un poco, lo cual la hizo enfurecer, volteándose y dándole una cachetada que sonó en todo el salón.

—¡No vuelvas a ponerme la mano encima animal!

La furia se notó en la cara de Astrid, tenía lágrimas en sus ojos, pero su ceño fruncido, la mano le dolía de lo duro que se había conectado con el rostro de Ryan, respiraba de manera pesada, como si de un toro se tratase.

—Lowllet, Lowllet, ¿de verdad crees que podrías hacer algo contra mí? Entiendes que a ti nadie te quiere aquí porque eres rara, porque eres una madre soltera y la inútil maestra de arte, una que no cuenta ni siquiera.

Esto le movió mucho a Astrid, se sentía mal, no quería ni verlo a los ojos, quería salir corriendo de ahí, poder desaparecer, ya no aguantaba más esto, su mente era un caleidoscopio de dolor y tristeza.

La melancolía que experimentaba la hacía recordar a cuando Fer se había ido, a los momentos que Kyle abusaba de ella de manera sexual y física, quería dejar de sentir todo eso.

—No me importa lo que digas Ryan, se lo que valgo y ningún imbécil bueno para nada con ínfulas de rey del mundo me hará sentir mal.

Sacó de su bolso cinco billetes de cien, viendo que sólo le quedaban cien dólares para toda la quincena y suspiro.

—Toma y deja de estarme jodiendo, ¡ya me tienes harta! —le aventó el dinero en su cara.

Ryan se molestó ante el desplante de la gótica, recogió el dinero y la encaró.

—Lowllet, conozco mucho de ti y se de tu pasado, así que, si fuera tú, me calmaría y no atacaría a la persona que puede hundirme —la sonrisa del tipo hizo casi vomitar a la gótica.

Ella se quedó un tiempo pensando en todo, lo que había sucedido, necesitaba salir de ahí y sin meditarlo más, fue por Annie al jardín de niños, donde las maestras la veían cómo todos los demás.

Sintió mucha furia, pero no dijo nada para no alarmar a su pequeña, se fueron a su casa en camión, pero se mantuvo en silencio sólo respondiendo cosas esporádicas que le preguntaba Annie, necesitaba mantenerse fuerte para ella.

Al llegar a su casa, calentó la comida, comió con ella y la puso a hacer su tarea, viéndola con todo el amor del mundo que podía.

Sintió una lagrima salirse de su ojo derecho, se levantó.

—Voy al baño cariño, sigue con tu tarea —acarició su mejilla.

Pasó a la cocina y sacó de su escondite una botella de vodka, para irse al baño posteriormente, cerrando con seguro.

Se sentó en el filo de la bañera y dio un gran trago a la botella.

—No puedo más... —susurró mientras gruesas lagrimas cayeron por sus mejillas.

Se estaba colapsando, quería poderse defender de Ryan, la amenaza que le hizo la hizo temblar, no sabía bien de qué pasado hablaba, pero cualquiera era algo malo para ella, para la imagen que daría en la escuela, no podía perder su trabajo.

Dio otro trago largo y profundo y dejo salir un suspiro mientras su melancolía liquida seguía manifestándose.

Ya se estaba dando por vencida. 

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