Trazo #44: Tiger Army - Cupid's Victim
Let's spend tonight on top of the world
And we can do anything
We can be anything
I'll meet you tonight on top of the world
As real as it seems
You're only in my dreams
Todo estaba yendo de maravilla en la recuperación de Fernanda, había pasado ya los tres meses en las cuales ella con la ayuda de las fisioterapias y el constante apoyo de Astrid, tuvo un avance muy grande.
Ya podía caminar con menos problema con su bastón, lo único malo es que dicho aditamento lo iba a tener que usar por el resto de su vida. Su rodilla quedó bien en lo que cabía, pero se tuvo que haber dejado los clavos y la placa de metal en ella para poder tener una vida normal.
Esto se debió a que la rótula de la rodilla estaba destrozada, hecha polvo.
Al principio eso si enojó a Fernanda, mostrándose frustrada por lo mismo, sin embargo, Astrid siempre la motivaba junto a su hija y sus amigos, sabía que ellos no la iban a dejar caer, estola estaba ayudando a sobrellevar todo.
Este pequeño golpe de la vida no la iba hacer tirar todo lo que había logrado hasta ahora.
Por su parte Astrid estaba en las nubes, a pesar de todo lo que pasó en los últimos meses. Entre el secuestro y la recuperación tanto de Fernanda como de Annie, estaba cansada, algo que no le molestaba. Amaba hacerse cargo de sus chicas, la motivaba mucho, más viendo el avance de su amada prometida y de su hermosa hija.
Sabía que a las dos esto las había empujado al límite de muchas cosas, tanto de manera física como emocional, lo que ella podía hacer era solamente apoyarlas y cuidarlas, sin embargo, sus ojeras eran notables aunado a lo irritada que llegaba a estar con las personas fuera de su círculo familiar o de amistades.
Eran las ocho de la mañana. Astrid estaba manejando hacia la oficina a lado de Fernanda, este era el primer día de regreso de la pelinegra al trabajo, todo lo estuvo haciendo desde la casa a través de su laptop.
Pero ya era tiempo de que regresar a su oficina, a su lugar como cabeza de toda la costa este de Sony, aparte de que la estaba volviendo loca estar encerrada todo el tiempo sin poder moverse de un lado a otro.
Lo que si aprovechó fue mandar hacer un bastón a su gusto y medida.
Dicho aditamento era de caoba, pintado de negro muy lustroso con pequeñas inscripciones a lo largo del cuerpo, eran símbolos de diversas culturas antiguas, desde figuras de grimorios, runas, nudos celtas, inscripciones griegas y demás. Para que la cereza del pastel en la empuñadura tenía un rubí cortado en forma de un pentagrama al revés en forma del macho cabrío, siendo muy Ah Doc. a lo que a ella le gustaba dentro del blackened deathcore. Todo el misticismo de civilizaciones arcaicas, que de hecho era de donde se inspiraba para hacer las canciones para su banda, sin duda era un cayado hecho a la medida de la emperatriz de la industria.
Astrid y Fer iban vestidas como era su costumbre, de un estilo gótico para la primera, falda blazer, tacones y medias mientras que Fernanda para su comodidad unas bermudas, playera sin manga y su gorra.
Llegaron a Starbucks primero, bajándose Astrid y pidiendo el café negro de siempre de Fer con un pan de chocolate, mientras que ella pidió un té chai, junto con un croissant, era su desayuno habitual cuando venían a trabajar antes del siniestro secuestro.
Regresó con las compras y se subió al carro para irse hacia la cede.
Al llegar al estacionamiento del trabajo, se estacionaron en el lugar de Fernanda, donde Astrid se apresuró para ayudarle con la mochila de su laptop y a bajar, estando ya fuera del carro la jefa del edificio la jaló hacía ella y la beso, mostrando lo tan agradecida y feliz que estaba al hacer eso su pareja. Se sentía tan amada por ella, que no cabía en su pecho su corazón, nunca nadie había mostrado ese nivel de devoción sentimental hacia su ser.
—Gracias por cuidarme —sonrió contra sus labios la azabache.
—No tienes nada que agradecer princesita sabes que lo hago de todo corazón.
Le dio un pequeño beso de esquimal ganándose una sonrisa como si de una adolescente se tratará. Amaba ver a su pareja así de feliz y llena de vida, era la mejor recompensa de todas para la dibujante. Sabía que aún estaba un poco lejos de su recuperación al cien su prometida, sin embargo, eso no impedía que estuvieran avanzando a pasos agigantados y desde luego de la mano juntas, sin dejarse caer.
Caminaron a paso lento, pidiendo el ascensor, esperándolo tomadas de la mano.
Al llegar el elevador apretaron el botón del último piso de la torre, para comenzar a elevarse con dirección a la oficina de Fernanda.
La azabache se mostró un tanto nerviosa, había pasado tres meses sin haber venido al trabajo, no sabía que había cambiado y mucho menos como iban las cosas en el ambiente laboral dentro de la oficina, ella siempre se esmeró a que todo fuera ameno para sus trabajadores, pero esto pudo cambiar en un un trimestre.
Al llegar al tope de la torre las chicas descendieron y vieron que estaba Alastor con Alina checando unos documentos, y voltearon al escuchar el arribo del elevador.
Sus rostros se iluminaron al observar cómo su líder iba bajando del mismo, ellos querían mucho a Lancaster, eran fieles a ella siendo que les dio la oportunidad de mostrar su talento en la empresa, algo que ellos jamás se lo podrían pagar.
—¡jefa hermosa! — Exclamó Alina dando la vuelta acercándosele y como si pidiera permiso abría sus brazos para abrazar a Fernanda, quien solo rodaba los ojos con una sonrisa y asintió sintiendo el fraternal desplante de su secretaria.
El chico de lentes fue con ellas dándole una pequeña palmada a la bajista en la espalda, para que posteriormente saludará a Astrid con un apretón de manos.
Ellos sabían que la gótica era reservada y no dejaba que nadie la saludará de beso a menos que fueran sus amigos, eso les fascinaba de ella, se daba a respetar mucho por el amor que le tenía a la gerente.
—Es bueno tenerla de regreso, más hoy que tenemos una junta con una banda de psychobilly que fue recomendada por el señor Lawrence —dijo el joven.
—¡A caray! Eso va a ser interesante —comentó la pelinegra volteando a ver a su amada —. Yo casi no se de esa música, ¿Me acompañas?
Le sonrió como una niña pequeña, que era algo a lo que la gótica nunca se podía negarse, ante aquellos ojos avellanas que la derretían.
—Si amor, estaré contigo en esa audición —contestó la dibujante regalándole una sonrisa a su amada.
—¡Excelente! ¿A qué hora será? —volteó a ver Fernanda a sus compañeros.
—Para ser sinceros jefa, ya la están esperando en su oficina a que llegue —se sonrojó Alona.
—¿Cómo? —alzó la ceja la bajista.
—Amm si, el señor Lawrence los mandó directo a su despacho con una llamada telefónica, la están esperando— comentó Alastor un poco apenado —. Intentamos hacer que esperaran afuera pero el señor fue muy explícito que ellos debían de ser priorizados, que era una orden.
Evadía la mirada de su jefa.
Fernanda rodó los ojos dejando salir un suspiro muy de frustración, sin duda apreciaba a Lawrence, pero siempre había sido muy incompetente para trabajar, había perdido varios contratos buenos y sus ojos para cazar bandas era pésimo.
No sabía ni diferenciar un género de otro, eso siempre se lo había dejado a ella, quien era la que encontraba a las bandas necesarias para poder promover la escena, sin ella no habrían vendido ni la mitad de las ganancias actuales, ella era muy buena en su trabajo y eso siempre lo supo todo mundo.
—Está bien, yo me encargo de ello chicos, no se preocupen —les sonrió la jefa de región mientras caminó a su oficina, detectando un ligero aroma a cigarro, algo que la molestó y sin mayor preámbulo entró.
Lo primero que vio eran cuatro personas, dos chicas y un par de chicos, quienes fumaban en su oficina.
Tenían una vestimenta muy similar a las pin-up girls de los cincuenta con un toque de gótico.
Uno de los chicos tenía el cabello negro con ojos cafés mientras el otro era rubio de ojos azules.
Por su lado las chicas eran otra cosa.
La primera chica, era alta, un poquito más baja que Fernanda, con su cabello quebrado y decolorado de un lado mientras que del otro era negro, una flor negra adornaba el lado izquierdo de la cabeza, portando una playera de la famosa película Nosferatu de los años veinte, una falda negra de cuero, con unas botas Dr. Martin de la misma tonalidad. El maquillaje que acicalaba su rostro era ligero, pero con sus labios pintados de color rojo y sombra del mismo color que su calzado.
La otra muchacha, quien parecía ser la líder, igual con sus cabellos en un estilo de dicha época, con bucles altos formando un copete mientras que parte de su pelo caía hacia atrás amarrado con una pañoleta roja. Portaba una playera de tirantes de una banda llamada "Demented are go" con unos jeans negros, y converse oscuros, portaba lentes.
Todos estaban con un cigarro en el balcón de la jefa de región quien se mostró molesta por el aroma de cigarro en su oficina.
Astrid comenzó abrir las otras ventanas y esparcir el spray desodorante aroma a canela por toda la estancia, buscó que el olor no molestará más a su amada.
—¿Quién carajos les dio permiso de fumar en mi oficina?
Se mostró imponente y su voz tajante sin ni siquiera saludar.
Los chicos voltearon a verla, no pasaban de los veintitrés años cuando mucho, se sonrojaron al haber sido reprendidos por la jefa de región quien se sentó en su escritorio a la par de que la gótica camino al mismo para dejar ahí los cafés y panes de ambas.
La de lentes se quedó anonada viendo a Fernanda, inclusive se sonrojó, algo que captaba la atención de Astrid quien no le gustaba la manera en que escaneó a la bajista, sintiendo incluso celos.
—Discúlpenos señorita Lancaster —dijo uno de los chicos mientras que todos apagaron los cigarros.
La pelinegra ignoró el comentario mientras que tomó su celular y marcó al teléfono de Lawrence, quien después de unos cuantos timbres contestaba.
—Fercita, veo que ya estás de regreso, ¡que genial! —dijo al otro lado de la línea.
—La próxima vez que quieras recomendar una banda avísame con anticipación, tengo que mover muchas cosas de mi agenda para recibir a estos niños —la voz de Fernanda era fría —. Aparte son un género que no conozco del todo, por lo que tuve que sacar a Astrid también de su itinerario para que me apoyará con esto.
La banda que estaba ahí al escuchar esto mostró cierto descontento y enojo ante como estaban siendo señalados, sabían de rumores que la emperatriz era una persona prepotente, pero con gran talento, pero eso no le daba derecho de llamarles niños, no era más grande que ellos, al menos no se notaba.
—Fer tienes que escucharlos, son buenos, por algo los mande directo contigo, de no serlo jamás lo hubiera hecho —intentó sonar animado el otro jefe de la región, aunque se notó su molestia y frustración por haber sido reprendido enfrente de ellos.
—Ya lo decidiré yo —con ello colgó la llamada, volteando a ver a los jóvenes frente a ella.
Astrid se sentó en el brazo de la silla de Fernanda mientras acarició la espalda de la muy tensa jovencita, quien intentó calmarse y estar de manera profesional a pesar de su enojo.
—Señorita Lancaster...es un honor estar enfrente de la más grande bajista de toda la costa —dijo el chico de cabello negro peinado hacia atrás con una sonrisa intentando romper el silencio y lo incomodo que se estaba poniendo el asunto.
—Sin duda alguna, lo que dicen es cierto, eres una mujer hermosa —dijo sin preámbulos la chica de lentes y sin importarle que la pareja de la jefa estuviera ahí en esos momentos, más aparte de que el tono se escuchó de una manera coqueta.
Fernanda y Astrid voltearon a ver a la jovencita, sin duda alguna era una chica guapa, bien parecida, pero no ocasionaba nada en la bajista, era una mujer más del montón, más teniendo a su amada gótica a lado.
Por su parte Astrid estaba enojada, pero no lo mostró, manteniendo un semblante tranquilo para no hacer más incómodo el momento.
—Tus halagos no te llevarán a nada niña —respondió Fernanda con el ceño fruncido —A mí me interesa el talento de las bandas, no cuantos culos pueden besar para darse a conocer.
su voz era golpeada y acida tomando por sorpresa a la agrupación frente a ella.
—¡Así que vayamos al grano y preséntense!
La misma chica tomó la palabra sin titubear y sin importarle lo que había dicho aquella jefa de región.
—Somos los "Skull Cats" tocamos "Psychobilly" yo soy Dana "Skull", la vocalista, ella es Mandy "Gore" nuestra guitarrista, él es Jason "Skeleton"— señaló al chico que había hablado primero —y él es Frankenrocky, nuestro baterista.
Le guiñó el ojo ocasionando que Astrid se tensará ante dicho desplante, siendo notado por Fernanda.
Fernanda los analizó de pies a cabeza, viéndolos detenidamente, si bien no parecían chicos malos, tampoco confiaba mucho en ellos o sus habilidades, no se veían con mucha experiencia.
—¡Qué pintorescos nombres! —respondió de manera sarcástica la bajista mientras le daba un sorbo a su café —. Bien, tengo cosas que hacer, así que los escucharé en unas cuantas horas, así que prepárense lo mejor que puedan porque solo tienen una oportunidad.
A los chicos se les iluminó la mirada, pensaban que no iban a poder presentarse ante la emperatriz, sin embargo, les dio una oportunidad de hacerlo.
—¡Gracias! —exclamó Mandy quien parecía tener lágrimas en sus ojos mientras abrazaba a Jason mientras que los demás chocaban sus palmas.
—No la defraudaremos preciosa —dijo Dana sonriéndole.
Este último comentario tensó a Astrid, ocasionando que Fernanda lo notará, sabiendo que su amada se estaba sintiendo incomoda en aquellos momentos.
—Ahora largo de mi oficina, pídanle a mi secretaria que los lleve a los estudios, supongo que traen sus instrumentos —los chicos asintieron —. Ensayen lo más que puedan ahí, los veré a las cuatro, ahora retírense.
Movió su mano azuzándolos a que se fueran. Lo hacían sin dejar de agradecerle la oportunidad a la pelinegra quien los ignoró.
Estando ya a solas Fernanda la volteaba a ver sonriéndole.
—¿Sabes que amo cuando eres celosa? —le dio un sorbo a su café Lancaster.
—¿Quién dice que estoy celosa? —su tono era golpeado haciendo que se notará incluso más ganándose una risita tímida de Fernanda.
—Parece lo contrario amor, sin embargo — jaló su mano para que la volteara a ver —. Tienes que entender que jamás te dejaré y que te amo con todo mi corazón.
—Me molestó que buscará coquetear contigo —aceptó Astrid mientras se acercó a su amada para besarla.
—Lo sé amor, pero no hay nada de qué preocuparse, solo te amo a ti— sonrió Fernanda.
—Lo sé amor, eso jamás lo he dudado —susurró Astrid sonriéndole a su amada.
No había de que preocuparse, ¿O sí?
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