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Trazo #42: AngelMaker - Dark Omen

Sickness is upon these lands, these mangled bodies in our hands
Behold a day of woe and sorrow
Together we await the storm
A demonic colossus, has death himself come to claim us?
Our world has fallen to fade

Paso cierto tiempo desde que se había desmayado Fernanda.

Sin embargo, ella cayó un sueño tranquilo, sin temor a que le fuera a pasar, sabía que su hija había logrado escapar de ahí por ayuda de Lindsey.

La bajista confiaba en esa chica, Kyle la había lastimado con la mención de Astrid, lo cual la jefa de región aprovechó, al menos una de ellas salió de ahí.

Su sueño, fue interrumpido por el abrupto balde de agua fría que recibió en su cuerpo incorporándose olvidándose de su pierna que estaba lastimada ocasionando un golpe de dolor que la hizo gritar de angustia.

Pero no era lo único, sintió un puño en su quijada, sabía que no eran las manos de Jacobson, abriendo los ojos observó a Kyle enfrente de ella.

—¿Dónde está la bastarda? —gritó fúrico.

—¿Qué...pasó Richardson...se te escapó una pequeña? —se rio por de él.

—¡No juegues conmigo Lanc¡aster! Te juro que te voy a matar si no me dices a donde fue —le pateó la pierna lastimada a Fernanda haciendo que gritara.

—No te importa maldito, ella se fue, ahora solo somos tú, Jacobson y yo...— gruñó la muchacha —. No le tengo miedo a dos imbéciles que no pueden uno por uno contra mí...soy demasiado perfecta para ustedes.

A pesar de su dolor, la chica se apoyó de los barrotes y su pierna buena para levantarse. Encaró a Kyle, viéndolo directamente a los ojos.

Los orbes oscuros como la noche se cruzaron con las avellanas, el odio era palpable.

En el mundo no existían dos personas que se odiaran más que ellos, se podía sentir en el ambiente aquel sentimiento de furia, se detestaban, les daba asco el uno al otro, habían nacido para odiarse, aborrecerse, verse como una amenaza y sabían que lo eran, eran un peligro para la integridad del otro.

—Eres un asco de mujer Lancaster, no sé qué vio en ti Astrid —dijo con enojo el reportero.

La sostuvo la mirada, no mostró miedo, trató de erguirse al nivel del chico a pesar del dolor que estaba sintiendo en su pierna.

—¿Por qué Kyle? —una sonrisa adornó su rostro, lo molestaba, lo hacía perder los estribos, tal vez con su sacrificio el pudiera dejar a sus dos chicas amadas en paz, ya no tendrían que lidiar con él.

—Obsérvate, eres horrible, una marimacha, que busca ocultar sus heridas detrás de aquellos tatuajes, intentas ser ruda pero no eres más que una perra con la cola entre las patas. ¡Astrid debe estar contigo por lástima!

Las palabras llevaron todo el veneno posible, pero Fer no se inmutó.

—¿Ya terminaste de bramar como la perra que eres? —preguntó Fer —. Soy superior a ti en todo aspecto, Astrid me ama, y es lo que más te está jodiendo, que alguien según inferior a ti, te derrotó te quitó a la chica que jamás supiste valorar. ¿Sabes algo? Me alegro Kyle, jaque mate, perdiste escoria. Yo soy la que ganó.

El reportero se quedó callado, su visaje estaba contorsionado en enojo. Sintió cierto vacío en su pecho, sabía que Fernanda tenía razón, el jamás fue lo suficiente para Astrid, lo entendió desde que llegó Fernanda a la vida de la gótica, lo desplazó, destruyó y mostró ser una mejor persona que él.

En verdad Fernanda lo había derrotado, supo jugar sus cartas y le dio la estocada final con aquellas palabras.

Una lágrima cayó de su ojo izquierdo.

—Parece que la ramera te cortó la lengua niño bonito

Se escuchó la voz de Jacobson detrás de ellos haciendo que Kyle volteara a verlo con gran enojo en sus ojos.

—¡Cállate imbécil!

—¿Qué paso Kyle estas llorando? —rio Fernanda —Gane de nuevo.

El chico perdió toda razón, se lanzó sobre la bajista tomándola del cuello azotándola con los barrotes haciendo que dejara salir un pequeño quejido.

—No ganaste nada, sólo que ella se quedará viuda antes de casarse—rio de manera maniaca.

Empezó a azotar una y otra vez a Fernanda sobre los barrotes de la jaula, haciendo que su pierna lastimada golpeara de manera salvaje al no poder moverla al igual que su espalda, incluso escuchándose otro crack.

Una costilla estaba rota.

Fernanda cayó y se intentó de poner en posición fetal, llorando de dolor.

—Así me gusta zorra, llora...implora por tu vida, te voy a matar... ¡te haré sufrir! —dijo vuelto loco —. Morirás aquí y ella llorará sobre tu cadáver.

Pateo y golpeó una y otra vez mientras Fernanda se intentó protegerse, no pensaba ceder, a pesar de todo el dolor que tenía en su cuerpo.

Las lágrimas cayeron por el rostro de la emperatriz, se sentía al borde de la muerte.

«Moriras».

Escuchó aquella maldita voz en su cabeza.

—¿Te duele perra?

Se detuvo para escupirle a la bajista.

Fernanda tomó sus pocas fuerzas que tenía y alzó la cabeza, tenía sangre casi por todo el rostro, sus ojos hinchados, con su nariz rota.

Pero sonrió.

—¡Pegas como una perra! —dijo con sus pocas fuerzas Fernanda dándole una sonrisa al tipo —, pega más fuerte mi hija de cinco años que tú.

Kyle la iba a golpear de nuevo, sin embargo...

En dicho momento se escuchó las sirenas de patrullas acercándose haciendo que Kyle se detuviera pintándosele una mueca de angustia en su rostro mientras que Fernanda dejó salir una sonrisa.

Las patrullas junto con una ambulancia llegaron rodeando el reciento mientras que detrás iba arribando el carro de Michael con las chicas, viendo que Lindsey salía detrás de una reja y con ella esta Annie.

Astrid salió volando del carro hacia dónde venía su hija de la mano de la chica, mientras que un policía la tomó para esposarla.

—¡Mami! —exclamó la pequeña.

—¡Annie! —lloró Astrid y cargó a su hija quien la pegó a ella —. ¡Gracias a los dioses estas bien princesa!

—¡Que no le hagan nada a Lidsi, ella me salvó! —dijo la pequeña mientras veía como la iban a meter al carro —- Ella nos ayudó a mamá Fer y a mí.

Lloró la niña en los brazos de su madre.

La gótica vio a la chica a los ojos y entendió, con la mirada le imploró al oficial el cual quito las esposas, pero aun así la metió a la parte de atrás del carro.

Michael estaba ahí y se acerca a la chica

—¿Dónde están?

La mujer solo movió su cabeza hacia donde estaba la bodega de donde había salido hace aproximadamente casi una hora y media.

—Están los dos ahí, el grande y Kyle —dijo la Lindsey a través de la ventana —. No sé cómo esta Lancaster, tenía la pierna rota y muy lastimada, la han golpeado mucho.

Esto drenó el color del rostro tanto de Michael como de Astrid, tenían miedo de ver el estado de su ser amado, sabían que Jacobson era cruel, pero si algo conocía la gótica es que la maldad de Kyle no tenía límites y menos cuando era para destruir a sus enemigos.

—Tienen que entrar ahora...la van a matar —gritó frenética Astrid viendo a Justin.

—Lo haremos.

Con ello el detective se movió hacia la puerta que había señalado la mujer junto con otros dos policías, que le iban cubriendo la espalda. Con una patada abrían apuntando sus armas hacia dentro donde observaron que solo estaba el cuerpo lastimado de una persona en una jaula abierta.

Es cuando la veía, pudo reconocer ese cabello donde fuera, sus caireles, siempre tan hermosos, con precaución se acercó y entró a la jaula.

—¿Señorita Lancaster? —preguntó Justin.

—mmm —se escuchó el gimoteo de la chica intentando hablar.

A través de su radio el detective dio la orden de tener la camilla preparada, mientras que escuchó un ruido viendo hacia la parte trasera donde diviso una puerta de escape, dos figuras salieron corriendo de ahí.

—Sospechosos escapando por la parte trasera, atiendan a ello, búsquenlos y persíganlos —ordenó poniendo atento a todos los agentes de afuera y con ello a Michael observando por todos lados.

Miller se acercó al cuerpo lastimado de Fernanda y la volteó, viendo los golpes y moretones de tenía, junto con la ropa rota y su pierna en un ángulo inhumano, la habían destrozado.

Sin meditarlo y recordando esos momentos con ella, la cargó en sus brazos ganándose un quejido de dolor de ella.

—Tranquila...estas ya a salvo.

Fernanda abrió los ojos y vio al chico sin reconocerlo mientras el caminó hacia la salida del recinto lo más rápido que pudo.

Fue recibido por los paramédicos a lado de ellos Astrid y Michael que veían el estado de Fernanda.

A la gótica se le escapaba un grito al ver los moretones y lo lastimada que estaba su amada, lagrimas inundaron sus ojos mientras la ponían en una camilla y la guiaban hacia donde estaba la ambulancia.

—¿Fer...puedes oírme mi cielo? —preguntó la chica muy asustada sosteniendo su mano.

Fernanda abrió los ojos sonriendo.

—Hola preciosa...me gusta verte de nuevo amor —sonrió la bajista.

Su cuerpo estaba tan entumecido que no sentía nada.

—Mira cómo te dejaron princesa.

Gruesas lagrimas cayeron de su rostro a la par de que la pelinegra trató de mostrarse fuerte.

—Esto no es nada amor, estoy bien —dijo Lancaster, aunque frunció el ceño de dolor —¡Kyle pega como una niña chiquita!

Jenny estaba en un fugaz movimiento a lado de ellas, hablando con los paramédicos.

—¿Se va a poner bien? Tenemos que llevarla al mejor hospital —imperó la abogada

—Claro que si señorita, eso haremos, detectamos una ruptura de pierna y por los hematomas en la espalda parece que tiene una costilla fracturada, esperemos que no sea nada grave —dijo uno de los paramédicos.

—Apúrense por favor...tenemos que salvarla —sollozó Astrid.

—¿La niña como esta? —cuestionó la abogada, estaba recopilando todo para el juicio, ella se iba a encargar de refundir a Jacobson y a Kyle en la cárcel por el resto de sus vidas.

—Tiene algunos golpes en su pequeño rostro, perdió un diente de leche y está un poco desnutrida, pero de ahí en fuera está bien —respondió uno de los muchachos.

—Necesito una copia en mi correo de su reporte, para el juicio —dijo Jenny dándole su tarjeta de presentación a uno de ellos.

—Claro que sí, lo arreglamos llegando al hospital —asintió el conductor.

—Perfecto.

Michael la vio lastimada y ensangrentada, su cordura se quebró.

Escuchó que tenían a Jacobson, pero Kyle no lo encontraban hasta que captó un movimiento a unos metros de ellos, alcanzando a discernir la figura de Richardson intentando huir.

Sin medir palabra Michael salió corriendo hacia donde estaba escapando la figura, el corría rápido a pesar de no parecerlo, mientras que Kyle no era muy bueno en los deportes.

—¡Michael espera! —gritó Astrid y Jennifer al mismo tiempo, sabían que al no estar Amanda ahí y si lograba atrapar a Kyle, el otaku iba a morir.

La furia que sentía Ross en ese momento era inigualable, su sangre hervía como si fuera un volcán, su enojo era aquel de un toro alebrestado, lleno de coraje y sed de venganza.

—¡Kyle, hijo de perra te voy a matar! —rugió furioso Michael.

Lo alcanzó, jalándolo de la playera azotándolo en el suelo escuchándose un sonoro quejido por parte del otaku y sin medir palabras el baterista lo pateó en la cara escuchándose un "crack" de la nariz de Richardson, para después sentarse encima de él y comenzó a machacarlo a golpes.

—Te lo advertí hijo de puta, ¡no te acerques a Fernanda! —comenzó una lluvia de golpes por todo el cuerpo del chico con lentes quien los había perdido al ser brutalmente atacado por su enemigo.

Golpe tras golpe le llovía, Richardson supo que iba a morir en esos momentos, había hecho mal al raptar a Lancaster, no planeo bien las cosas y confió en Lindsey algo que no tuvo que haber hecho.

Michael estaba vuelto loco, acertó golpe tras golpe en el rostro del chico, no se detuvo a pesar de que este le imploró que lo dejará en paz. El veía rojo, se había atrevido a lastimar a su mejor amiga, a Fernanda quien no merecía el trato que recibió.

—¡Te vas a morir aquí!

Con ello continuó los golpes hasta que sintió una mano en su hombro.

—Michael, suficiente.

La voz de Amanda lo tranquilizó, mientras que había dos oficiales y el detective detrás de ella.

Miller no había dejado que los oficiales intervinieran, era su manera de expiar lo que le había hecho a Fernanda hace años, dejar que Michael sacará su enojo contra ese sujeto, incluso él quería hacerlo, era un maldito abusador.

—No quiero que este niño se quede sin padre, ¿entendido?

El rubio volteó a ver a su amada y dejó salir un suspiro levantándose, viendo que había dejado muy mal a Kyle.

—Aquí no pasó nada Ross, el sujeto se cayó al querer huir y se pegó en unos tubos de las escaleras, considera nuestra deuda saldada —dijo Justin.

—Gracias Justin —dijo Amanda llevándose a Michael.

El sólo asintió.

Se fueron con sus amigos.

—¿Justin verdad? —cuestionó Erick.

Michael asintió ante lo dicho.

—¡Que cosas hace la vida! —dijo sorprendido Robert.

—¿Es el ex de Fernanda verdad? —preguntó Emily viendo a todos.

Los demás asintieron.

Los chicos se organizaron para ir al hospital de Boston, sabían que tenían que estar ahí con sus amigas y cuidar a las tres en estos momentos.

Al llegar encontraron a una muy nerviosa Astrid en la sala de espera, y Carrie abrazándola.

—¿Qué han dicho? —preguntó Isthar

—Entro a quirófano, esta fuera como tal de peligro, sin embargo, van a operarle la pierna, se la destrozaron —lloró Astrid.

—Y ¿Annie? — preguntaba Emily

—Ella está más o menos bien, se ha quedado callada durante mucho tiempo, piensa que es un estrés post trauma, esta ahorita sedada, ya que perdió el control en la ambulancia, se rompió, la tranquilizaron y estando ya en el hospital la alimentaron para dejarla dormir en uno de los dormitorios —contestó Carrie.

—¡Se veía muy mal Fernanda! —susurró Emily

—¡Se pondrá bien! Fer es la más fuerte.

La voz de Astrid estaba llena de esperanza.

Nadie las iba a separar de nuevo. 

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