Trazo #41: Lorna Shore - Into The Earth
Lost in the scape terrified
Break me free from this nightmare
Stifled by realms uncertain, I can't escape
Let me go, I'm fucking horrified
Now all my fears are personified
Aviso: Escena fuerte de abuso, violencia e intento de V.
Leer con discreción
Una pesadilla se ha vivido en la casa de Astrid y Fernanda, donde la gótica no había dormido correctamente en una semana, tomando esporádicas siestas de una o dos horas, se notó eso en su cansado rostro marcado con ojeras, sus nervios estaban rotos y ella irritable.
Cualquier ruido la hacía saltar, como si esperara que fuera Fernanda o Annie en la casa. Se volvía loca, lo cual hizo que sus amigos estuvieran preocupados por ella y tomaron la decisión de que Erick y Jenny se fueran a quedar con ella.
Inicialmente pensaron en llevarse a la dibujante al hogar del vocalista, sin embargo, ella estaba renuente de irse y señaló que tenía que estar ahí en caso de que su hija y su amada entraran por la puerta. Quería recibirlas, a pesar de que eso era algo que no iba a pasar, al menos no en un momento cercano.
Estaban secuestradas y sabían que no las iban a dejar ir así de fácil.
Habían estado recibiendo en el celular de Astrid diversas fotos y grabaciones de las chicas, en un estado deplorable, Fernanda estaba golpeada, mientras que la pequeña Annie se veía sucia y un tanto desnutrida, como si no hubiera comido bien en un largo tiempo. Los ojos de la pequeña se vieron apagados, sin embargo, en cada una de las imágenes, se notó que no soltaba a su madre adoptiva quien parecía muy cansada, pero con un semblante digno de una guerrera.
Sus ojos llenos de furia, en los videos se percibió su voz un tanto rasposa por falta de agua, donde les gritaba a sus captores que no se acercaran a Annie, poniendo su lastimado cuerpo enfrente de la pequeña cuando lo hacían con la cámara, intentando protegerla de cualquier cosa que le pudieran hacer.
La niña parecía asustada en cada grabación o foto enviada pero también mostró mucha valentía, en su rostro agobiado había cierto rastro de esperanza, mostrando ser digna hija de Astrid y Fer. Más aún cuando intentaba ella defender a la bajista.
Sin embargo, en los videos, se alcanzaba a escuchar las risas de hombres, Michael detectó dos diferentes tonos. De hecho, ambos se le hacían conocidos, como si los hubiera escuchado en algún otro lado o momento de sus vidas, pero no logró ubicarlos de manera definitiva.
Acudieron a la policía y a la empresa Sony para pedir ayuda, la segunda no escatimó en recursos para ayudar, siendo que el señor Mcallister consideraba a Fernanda y a Astrid como las hijas que jamás tuvo y a la pequeña Annie como su nieta. Estaban poniendo todo el empeño para poder encontrar a la jefa de región, no querían perderla de ninguna manera, era oro puro y muy amada por el magnate.
Astrid llegó con Jenny y Michael en la estación de policía por vez número cinco en la semana, incluso en su manera de vestir, trayendo ropa deportiva en vez de sus usuales vestidos, se notaba el dolor y estrés de la chica.
—Buenos días, vengo a hablar con el agente a cargo de la investigación del secuestro de Fernanda Lancaster, soy su prometida —dijo con una voz apagada.
El oficial alzó su mirada viendo a una devastada chica con ojeras en sus ojos y trazos de lágrimas acicalando su rostro.
—Señorita Lowllet, buenos días —dijo el uniformado, quien sabía de entrada que esto era muy importante ya que una gran empresa como Sony estaba dando recursos para el caso, habiendo incluso prometido que de encontrar a la desaparecida harían una gran donación al departamento.
Por ende, la prioridad de casi todos los agentes era dicho caso, poniendo incluso a uno de sus mejores detectives en ello.
—¿Tienen alguna noticia? — preguntó Jenny y al igual que Astrid la conocían como una de las abogadas más agresivas y exitosas de todo Boston, siendo respetada por su éxito a tan corta edad.
—El inspector a cargo está en su oficina, si gustan acompañarme pueden hablar con él.
Esto había sido un avance ya que en las veces que vinieron no se encontraba, siempre decían que estaba en el campo buscando pisas o en algún otro lugar.
—Claro, vamos— dijo la abogada
Ella era la que hablaba casi todo el tiempo, a Astrid se le dificultaba mucho, no podía concentrarse y se le notaba la intranquilidad en todos sus desplantes, le era imposible entablar una conversación sin romperse a llorar por la falta de su hija y su amada pareja.
Caminaron por los fríos pasillos de la comisaria, hasta llegar a una oficina donde tocó el oficial que los guió.
—Adelante.
Abriendo la puerta, el azul dejó pasar a las tres personas para después dirigirse al detective detrás del escritorio.
—Inspector Miller, la señorita Lowllet está aquí —dijo el oficial.
El baterista reconoció ese apellido, poniéndose un poco intranquilo, sin embargo, sabía que podría ser solo coincidencia, nada más, al final de todo, había miles de Millers en el mundo.
La oficina era un sitio con pilas y pilas de papeles, una computadora portátil en el escritorio junto a un marco con la foto de lo que parecía una joven de cabellera rubia, ojos azules y un vestido de primavera amarillo plasmando una sonrisa en el retrato, mientras que a lado, una mesa con una cafetera y una taza vacía, mientras que en la pared se veían cuadros y reconocimientos como premios con el nombre J.Miller.
—Gracias oficial Thomas, yo me encargo —dijo la voz que estaba oculta detrás del papelerío del escritorio, el cual era movido dejando ver a un joven de cabello negro, con una barba cerrada, lentes y ojos oscuros penetrantes, de complexión fornida un poco más bajo que Michael.
—Por favor siéntese señorita Lowllet.
Señaló la silla de madera enfrente del escritorio.
Michael analizó las facciones de la persona frente a ellos, se le hacían muy conocidas, de algún lugar, pero al igual que las voces no pudo dar con ellas, era como si lo hubiera visto en el pasado al chico, pero se le imposibilitaba recordar de dónde.
—Inspector Miller —era la firme voz de Jenny —¿Qué nos puede decir del caso de la señorita Lancaster? ¿Cómo va la investigación?
—Señorita Quezada, un gusto hablar con usted —el tono era cortes de parte del investigador —. Hoy recibimos la grabación por parte de la empresa Sony, donde se ve lo que sucedió el pasado sábado, se detectaron que los atacantes de la señorita Lancaster.
En ese momento el joven volteó la computadora en su escritorio hacia los presentes para que con el mouse pusiera play a la grabación que tenía abierta en la pantalla, no era tan nítida como se esperaba sin embargo si se alcanzó a ver un poco los rostros de Fernanda y Annie cuando se acercaron al carro con el acto seguido de la aparición de uno de los sujetos que traía una pistola en su diestra.
Hubo una pausa de unos segundos donde Fernanda intentó voltear a ver quién le había hablado, pero fue recibida por un fuerte golpe en la nuca que hizo que Astrid llorara.
Posteriormente vieron como cayó al suelo la azabache mientras que una frenética Annie intentó acercarse a ella, pero era detenida por otra figura, un tanto más baja y menos fornida que la primera, quien con un pañuelo le tapó la boca a la niña quien dejó de moverse, con el acto seguido de subirlas al carro, que Astrid reconoció casi enseguida.
—¡Jacobson! —señaló sorprendida inundándosele los ojos de lágrimas.
—¿Conoce a ese sujeto señorita Lowllet? —cuestionó el inspector.
—Es un hijo de puta que iba con nosotros en la universidad, intentó violar a mi pareja una vez, en el campus.
—¿Jeremy Jacobson? —cuestionó el inspector un tanto sorprendidos.
—Amm...si ¿Lo conoces? —respondió Michael.
—Si...es...bueno su padre es amigo del mio... —señaló un poco apenado el inspector —. Yo jamás entable una amistad con él, no nos hablamos ni nada, de hecho, hasta hoy vuelvo a saber de él desde hace más de ocho años.
—Justin...—dijo con cierto enojo Michael al ver al inspector.
Astrid se sorprendió, el ex de su prometida los veía un poco apenado.
Él sabía a quién estaba buscando, por eso tomó el caso.
Su exnovia, Fernanda Lancaster.
Algún lugar de Boston.
Fernanda se recargó en la pared, su rostro magullado por los golpes que había recibido, su labio hinchado mientras que su ojo derecho estaba un poco morado, su mano le dolía después de haber sido jalada mientras que su estómago rugió de hambre, su última comida había sido ayer en la mañana, un sándwich de jamón y un vaso de agua.
La celda en la que estaban ambas era grande con gruesos barrotes en la puerta que eran imposible romperlos. De igual manera no había visto al segundo sujeto que estaba con ellos, solo escuchó la voz, que se le hacía conocida, pero no logró saber de dónde.
Todo su cuerpo le dolía, sin embargo, tenía que ser fuerte, Annie la necesitaba, era su prioridad cuidarla, estos momentos eran muy difíciles, sin embargo, también tenía la esperanza de que su futura esposa la estaba buscando, ella jamás dejaría que ellas sufrieran.
Le quedaban pocas pastillas de su tratamiento contra su enfermedad, las dividía, para que le duraran lo suficiente. Sin embargo, las alucinaciones se comenzaron a manifestar de vez en cuando a pesar de que intentó mantenerse con una mente nítida, para poder proteger a su hija.
Annie dormía sobre su hombro, la pequeña tenía mucho miedo, pero se había comportado de manera valiente intentando proteger a su mamá cuando era atacada por aquel pusilánime ser que las tenía capturadas.
Un ruido se escuchó al haberse abierto la puerta del sitio, sabía que venía de nuevo el...ese imbéciles que se habían atrevido a secuestrarlas, se las pagaría en cuanto ella saliera de ahí, lo mataría.
Ella no le importaba su destino, pero Annie no debía de estar pasando esto, ella era una preciosa niña que no tenía que pagar los errores del pasado.
—Buenos días preciosuras
Era la áspera voz de Jacobson mientras azotó un tubo despertando a la pequeña Annie quien empezó a llorar.
—Eres un pedazo de mierda Jeremy —dijo Fernanda mientras que abrazó a la niña pegándola a su pecho.
—¿Qué paso reina de hielo? ¿Tienes miedo?
Su voz era en son de burla, recordando el antiguo sobrenombre de la prepa y universidad que le habían dado.
La vio de manera despectiva mientras se sentó enfrente de ellas comiendo un pedazo de pizza, la pequeña lo notó y le rugió el estómago.
—¿Tienes hambre niña? — su burla era evidente, se regocijó ante los ojos anhelantes de Annie por probar un poco de comida —¡Qué lástima que tus mamás sean unas perras! Y por su culpa no te puedo dar.
Devoró el ultimo bocado saboreándolo de manera exagerada, lo cual ocasionaba llanto en la niña que le dolía el estómago de no haber comido en casi un día completo.
—Deja ir a Annie...Jeremy de verdad deja que mi hija se vaya —lágrimas se manifestaron en los orbes cafés de la bajista —Ella no tiene la culpa de nada de esto...o de lo que haya pasado...no seas una mierda.
La frustración era evidente en ella, intentó levantarse, pero se sintió demasiado lastimada y golpeada, su cuerpo le dolía con cada movimiento, sin embargo, lo logró, acercándose a Jeremy a través de la jaula en la que estaban.
Esto enfureció al sujeto.
—¿Qué te hemos dicho de levantarte? —dijo Jeremy muy molesto.
Abrió la jaula, enojado. Le soltó un fuerte golpe en el estómago a Fernanda haciéndola doblarse del dolor.
Annie dejó salir un pequeño grito y siendo lo valiente que era se lanzó contra el mastodonte de hombre que estaba atacando a su mami poniéndose de rodillas y mordió la parte de atrás de su pantorrilla ganándose un grito de parte del sujeto quien en su furia le dio un manotazo con la mano abierta a la pequeña haciéndola caer desmayada.
—¡Annie! — gritó la bajista con furia.
Sacó fuerzas de las pocas energías que le quedaban, se abalanzó sobre Jeremy atacándolo por la espalda colgándose del cuello, rasguñando su cara mientras mordió su oído, tomándolo desprevenido.
Lo hizo trastabillar con ella aún colgada de él, sin embargo, al ser más grande y fuerte que Fer, se hizo para atrás azotándola con los barrotes de la jaula una y otra vez hasta que lo soltó al ya no soportar aquel dolor la bajista.
—¡Maldita perra! Esta me la pagas.
Sin medir las cosas, el enfermo ser tomó un palo que estaba afuera de la jaula. Pescó a Fernanda desprevenida mientras se intentaba levantar y golpeó su espalda para hacerla caer.
Un grito de dolor salió de la bajista para después recibir más azotes en diversas partes del cuerpo. Sin embargo, en el frenesí el ex jugador de lacrosse se enfocó en su pierna derecha donde con tres golpes se escuchaba un crujir de huesos anunciando la ruptura de la misma, ganándose un grito agónico de la azabache quien tenía gruesas lágrimas en su rostro junto con una mueca de dolor extremo.
—Maldito...— gimoteó Fernanda mientras trató de agarrarse su pierna con una de sus manos, algo que le estaba costando por lo golpeada que estaba.
Le dolía todo, su rostro era una combinación de furia y angustia, sabía que ella no saldría de esta, pero necesitaba hacer que la atención de la bestia fuera solo hacía su persona.
—Eres tan cobarde que sólo atacas mujeres y niñas —dijo intentando poner l dolor de lado.
—¿Sabes algo? —preguntó Jacobson — Ella verá cómo te mato y después se la regresaré a esa zorra que tienes de novia para que le cuente como sufriste, como pediste que te matará para no seguir con el dolor.
Rió de manera desquiciada el tipejo, yendo de nuevo hacia Fernanda tomándola del cabello, arrastrándola hacia la pared y lastimándole más la pierna por los bruscos movimientos, ganándose gritos de dolor por parte de la chica.
—Sigue gritando perra, tus bramidos me vuelven loco, te haré pagar por todo, por Layton, por mí, por toda la gente que lastimaste —le soltó una bofetada que se escuchó por todo el recinto haciéndola sangrar del labio.
Fer estaba furiosa y una inyección de adrenalina surcó su cuerpo.
—Y lo volvería hacer...te destruiría...a ti y a Layton de nuevo —dijo de manera provocativa Fernanda con una mueca de reto en su rostro, ella no cedería tan fácil, no se dejaría morir sin lastimar a ese bastardo.
Esto lo hizo enojar.
—Te violaré tanto que te voy a dejar preñada maldita zorra, hare que nazca nuestro hijo y te mataré después, serán los meses más largos de tu vida, y tu hija verá todo.
Soltó una maquiavélica carcajada Jeremy mientras que se abalanzó sobre Fernanda lastimándole más su pierna al pisarla e intentó quitarle la ropa.
Fer ya no tenía fuerza física, su cuerpo estaba cediendo ante el dolor, sabía que nadie la salvaría en ese momento, el la usaría...la...
—¡Es suficiente Jacobson! —dijo aquella voz familiar.
—Pero...
Volteó a ver a las escaleras el tipo donde estaba la silueta del recién llegado, a lado de una figura femenina alta.
La bajista lo volteó a ver y era cuando observó ese semblante, aquellas figuras se le hacían conocidas, las había visto antes, en algún lugar.
Las formas salieron a la luz ganándose unos ojos de furia de Fernanda.
—Hola Lancaster —Kyle Richardson estaba enfrente de ella con una mueca de risa en su rostro —. Parece que no eres tan dura como muchos piensan.
Su risa inundó todo el recinto.
Lindsey estaba viendo todo, ella no había estado de acuerdo con esto, le dolía ver a la chica sufriendo, de esa manera al igual que a la pequeña que seguía inconsciente.
Los ojos de Fernanda estaban sobre el ex novio de su amada, quien tenía la mueca más grande de felicidad, pareciese que disfrutaba esto.
—¿Por qué? —cuestionó Fernanda con furia —¡Ve como esta tu hija maldito perro! ¡Ve que le hizo ese animal!
—Ella no es mi hija, es solo la bastarda de Astrid...fue mi regalo de despedida— dijo el reportero con una sonrisa en su rostro —. Entiende algo, tú me quitaste lo que más ame en este mundo.
Lindsey lo vio de reojo con cierto dolor en su rostro.
—Astrid fue todo para mi hasta que llegaste tú, una tipa inestable y llena de dudas, no sabes cuanto te odio Fernanda, eres el motivo por el que ella sonríe, lo que yo jamás pude hacer de manera genuina, ella te ama, más de lo que me llego a querer a mí y por ello...pagaras junto con esa mocosa.
Se escuchó el dolor y odio en la voz del Richardson.
Fernanda lo estaba viendo a los ojos, con una mueca de felicidad
—Yo si la ame por más allá de su cuerpo...tu jamás hiciste eso.
Esto hizo enojar a Kyle quien se acercó con rápidos pasos a Fernanda para propinarle una cachetada.
—¡Cállate ramera! Vas a desear nunca haberla conocido —sonrió mientras Jacobson traía una televisión con un reproductor de blue-ray conectado al mismo.
Fernanda se intentó concentrar, el dolor la estaba matando, pero no podía mostrarse débil contra ello, mientras que a través del rabillo de su ojo alcanzó a ver la figura de su madre.
«Vas a morir».
Escuchó en su mente, pero lo intentó disipar.
—Aquí tengo todos los videos que grabe con ella, que jamás salieron a la luz y de los cuales no sabe. Te haré sufrir, verás todas las veces que la hice mía...será agónica tu existencia perra. Entenderás que siempre te has quedado con mis sobras.
—No Kyle, entiende eso no me molesta ya —sonrió Fernanda —, Astrid tuvo un pasado y eso es el que me ha hecho amarla. Es el amor de mi vida, la mujer con la que me voy a casar y tenemos una hermosa familia...ella disfrutó su vida como quiso y se lo aplaudo. Eso jamás la hará menos y la amo tal cual, amo su experiencia porque me enseña siempre como le gusta y no le da pena hacer nada, es una diosa y ella es solo mía, nunca volverá hacer tuya.
Rio Fernanda al ver lo frustrado que se notó el chico de lentes.
—Yo la disfrute antes que tú, la hice mi puta, fue mi esclava mucho tiempo, ella te engaño conmigo, ¡entiéndelo ella me pertenece!
Lindsey escuchó a su supuesta pareja decir todo eso, estaba siendo lastimada, ella si amaba a Kyle y al ver la obsesión que tenía el joven con la chica era algo que le estaba ocasionando asco y enojo.
Esto fue captado por Fernanda a pesar de lo lastimada que estaba, sabía que debía ser.
—Nunca fue tuya Kyle, ella misma lo ha dicho, fuiste de sus peores errores y gracias a mi ella se pudo alejar de ti, a pesar del dolor que intentaste hacer que tuviéramos, logramos sobre pasarlo —la bajista sonrió —, y como ella te lo dijo, tu obtuviste su peor versión mientras que yo obtuve a la diosa hecha y derecha que es ahora.
Fernanda no había terminado cuando era golpeada de nuevo en su pierna, dejando salir un gran grito de dolor.
La pequeña Annie ya había recobrado el conocimieto desde hace tiempo y siguió las instrucciones que le había dado su mamá Fernanda, que se mantuviera quieta en caso de que algo así pasara.
Había visto y escuchado todo.
Ese sujeto era su padre.
Su corazón se hundió, ella jamás imagino que su papá fuera un monstruo, el quería uno cómo el de sus mamás, identicos a Anthony y a Kramer, que amaban a sus hijas.
Una lágrima cayó por sus ojos.
Cierto enojó se manifestó en la pequeña y más al ver a su mami atacada por aquella persona. Con las pocas fuerzas que tenía se movió hacia ellos e intentó aventar a Kyle lejos de Fernanda, buscando que dejará de golpearla.
—¡Deja a mi mamá! —exclamó
El sujeto se volteó y alzó su mano hacia la niña.
—Cállate maldita bastarda, tu no deberías de...
—¡Es suficiente Kyle, es solo una niña!
Lindsey se interpuso y colocó a la pequeña detrás de ella.
—Es un engendro —gritó fúrico el tipo.
Fernanda seguía llorando, su pierna le punzaba, estaba en el límite de su fuerza, sin embargo, seguía firme para proteger a Annie, quien aprovechó la ayuda de Lindsey para moverse cerca de la bajista, abrazándola y cubriéndola con su pequeño cuerpo para que ya no lastimarán a su mami.
Jacobson amó el espectáculo que estaba presenciando, adoraba ver sufrir a Lancaster.
—Vámonos Kyle —dijo Lindsey —¡Qué Jacobson se encargue!
—No puedo tengo algo que hablar con él, cuídalas en lo que vengo.
Los dos hombres se fueron del lugar, dejándolas ahí.
—Lindsey...—susurró Fernanda.
La chica alta volteó a verla con ojos tristes.
—Saca a mi hija de aquí por favor...te lo ruego —las lágrimas cayeron de Fernanda, estaba suplicándole para que pudiera salvar a su pequeña hija.
Lindsey entendió ahora que ellas no eran las malas, la azabache estaba recibiendo este castigo por caprichos la adolescencia de dos simios, por una estúpida obsesión.
—Lo haré y daré aviso a la policía, no te preocupes Fernanda...—sonrió
El corazón de la músico latió rápidamente, Annie se podría salvar.
—¡Gracias!
Con ello volteaba a ver a Annie.
—Mi niña hermosa...necesito que vayas con Lindsey, ella te llevará con mamá Astrid...tienes que ser fuerte por mi —Fernanda a pesar del dolor besó la frente de la niña quien asintió —. Pronto nos veremos.
Con ello Lindsey tomó la mano de la pequeña para cargarla y salir de ahí corriendo lo más rápido que podía con la niña en brazos.
Fernanda cayó inconsciente, con una sonrisa en su rostro al saber que su hija estaba a salvo.
Estación de policía de Boston.
—Ross —dijo de manera simple el detective.
—¡Así que ahora eres un puerco! Ahora entiendo por qué se tardaba tanto la investigación, no quieres encontrar a Fernanda.
Michael azotó la mano en el escritorio del oficial.
—¡Te calmas Michael o haré que te echen de aquí! —dijo el investigador
—¿Así como le hiciste a Fernanda?
El inspector se quedó callado, no podía decir nada contra ello, sabía que el odio del mejor amigo de Fernanda hacía él era justificado.
—Entiendo tu enojo, pero eso ya es pasado, ella está bien en esa cuestión tiene una mujer a su lado que es fuerte y que la ama —señaló Justin
—No la viste muerta en vida, tu solo la dejaste después de lo de su madre...eres un hijo de perra —contestó Michael.
Jenny intentó calmar al chico.
—Lo lamento, pero no es momento de pelear por eso. La tuve que dejar, ella no era buena para mí en ese entonces y a pesar de haber mejorado y ser mejor persona ahora no me arrepiento de haberme ido, ambos encontramos la felicidad que necesitábamos.
—¡Suficiente! —gritó Astrid —. Me vale un comino tu pasado con mi esposa, no me importa quién eres o nada de eso. Sólo quiero que encuentres a Fernanda ¡Ahora! Por qué si no lo haces me encargaré de hacerte la vida un infierno.
Miller a pesar de haber sido amenazado se mantuvo estoico y con cierta felicidad en su corazón, al ver que a pesar de todo lo que había pasado entre él y Fernanda la había guiado a una mujer fuerte y digna de ella.
Sabía que su exnovia se había fijado en la mujer enfrente de él por algo, entendió el amor de ambas al ver lo angustiada que estaba Astrid y como no le importó saber quién era él.
—¡Lo haremos señorita Lowllet! eso téngalo por sentado por favor.
En ese momento, un uniformado entró a la oficina sin tocar la puerta
—Señor, tuvimos una llamada, nos dijeron donde se encuentra la señorita Lancaster, tenemos la ubicación.
Se le aceleraba el corazón Astrid.
—¿Dónde está? —gritó la gótica
—En unas bodegas del centro, la numero treinta y siete, que hay dos sujetos con ella y está en mal estado, también la femenina que marco nos mencionó que tiene a la hija y la está cuidando cerca de la bodega.
El mundo se le vino abajo a Astrid al escuchar el estado de Fernanda, pero tenía un rayo de esperanza, sabía que la iba a recuperar a ella y a su hija.
—¡Manda un equipo a ese lugar, iremos enseguida! —dijo el detective.
Con ello los cuatro salieron corriendo siguiendo al otro oficial que estaba dando la orden de reunir a los elementos.
«Aguarden princesitas...ya vamos».
Mentalizó Astrid corriendo a la par de los oficiales con Michael y Jenny atrás de ellos avisándole a sus amigos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro