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Trazo #39: She Pleasures Herself - Oceans Of Pleasures

Feed me on your pleasure dome
use your tongue along the way
make me scream, and make me come
watch me, drink me, take me home

Contenido +18

Entraron al baño, iluminado con una ligera luz neón de color rojo que titilaba de vez en cuando, la cual dejaba ver los rostros de lujuria de las chicas, lo cual hizo el momento más erótico de lo que ya era.

Por suerte, Fernanda había pagado la exclusividad del área VIP, lo cual incluía el baño, que por gran fortuna estaba impecable.

Era una experiencia nueva para ella. La iba a disfrutar, y nada se lo iba a impedir, estaba excitada todo debido al baile que tuvo con Astrid. Verla mover las caderas la volvieron loca.

Parecía la encarnación de la misma Afrodita hecha mortal, con solo verla la tenía hechizada bajo sus ojos. Era la manifestación terrenal de la deidad del amor y la lujuria griega.

Y era solo de ella.

Se besaron de manera frenética, devorando sus labios como si hubiera un mañana. La excitación y placer de ambas continuó aumentando el aliento de Fernanda sobre el cuello de Astrid con aquellos ligeros mordiscos hacían que la gótica comenzara a mojarse más.

A pesar de haberlo hecho una vez antes en un antro similar, para Astrid todo esto era una nueva experiencia.

Hacerlo con el amor de su vida era más excitante, romper las reglas a lado de tu pareja le daba un toque exquisito a la emoción.

Sus cuerpos estaban fundidos en uno, Fernanda tenía pegada a Astrid a la cornisa del lavabo, a la par de que surcaba sus manos sobre las caderas de Astrid dándole ligeros roces tentativos de sobre la tela de su vestido. Haciendo suspirar a la gótica.

Astrid estaba muy excitada, lo sentía en su parte intima. Todos los besos y roces que hacía Fernanda sobre ella la volvían loca, sedienta de placer y lujuria, aquella mirada grisácea llena de deseo se hundió sobre las avellanas de la músico.

Era una conversación silenciosa entre sus orbes.

La dibujante amaba poder hacer eso, siempre había considerado los ojos de Fernanda los más hermosos del mundo, era la combinación perfecta entre inocencia y poder, sin embargo, ahora no sólo era eso.

Estaban saturados de lujuria y deseo.

Y todo por ella.

Fernanda se detuvo un momento, movió su mano hacia la puerta y se escuchó el click del cerrojo.

Volteó a ver a su amada con una sonrisa tintada de lujuria.

—¡Eres sólo mía! —dijo de manera imperativa.

Esto hizo que Astrid se sintiera incluso más excitada, la manera en que la dominaba Fernanda era un gran detonante para que ella se hundiera en aquella lujuria que sólo sentía por ella.

Fernanda se movió de manera rápida hacia la gótica, capturando sus labios a los de ella, le dio un pequeño mordisco en los mismos haciendo que Astrid dejara salir un gemido de excitación.

—Así Fer —susurró entre besos —, amo que me trates así.

La bajista movió sus manos hacia el cuello de la misma, acercándola más a su fisionomía, poniendo un poco de presión sobre la gótica quien volteaba los ojos hacia atrás, esto la tenía en las nubes.

Fernanda la soltó, bajando de manera fugaz sus manos hacia el vestido de Astrid; comenzó a jugar subiendo un poco la falda del mismo, ganándose un suspiro de la ilustradora. Los dedos de la zurda de Fernanda surcaron por aquellas piernas galardonadas de medias, un roce que la excitaba mucho, se deleitaba con lo suaves que se sentían las extremidades de Astrid debajo de aquella tela.

La gótica aprovechó estar sobre el lavabo para poder atacar el cuello de Fernanda con pequeños besos y mordidas, Fernanda estaba en éxtasis al sentir los labios de su pareja sobre una de sus partes más sensibles en su cuerpo.

Recibió varias descargas de pasión al ser mordida por Astrid, quien se deleitaba por el perfume de su amada, la volvía loca esa mezcla de sudor y la esencia favorita de Fernanda.

El Versache Bright era la droga de esa noche, una fragancia que le había gustado mucho a la gótica para su prometida y que jamás se arrepentiría de esa compra, la excitaba demasiado.

La bajista tomó la batuta y bajo los tirantes del vestido de Astrid, aunado a ello besó de manera lenta y tortuosa el cuello de Astrid, ganándose algunos gemidos más altos de ella y tenía la voz entrecortada.

—S-sigue Fer —era su mantra con cada roce.

Fernanda bajó su mano de manera rápida al vestido y con ayuda de Astrid la dejo en su ropa íntima, colgando el vestido sobre la puerta de uno de los sanitarios.

Cuando la volteó a ver Fernanda su aliento se escapó de su pecho, mientras se saboreó el manjar frente a ella.

Tenía un brasier translucido que cubría su prominente busto, mientras que portaba un liguero que sostenía sus medias de encaje aunado a ello su hilo dental de igual manera con una tela transparente, todo de color negro, más aparte con aquellos tacones la hacían ver deliciosa para Fernanda.

—Te ves hermosa —susurró la bajista.

Sin mayor preámbulo se lanzó sobre ella, hundiéndose en su cuello de nueva cuenta succionándolo mientras que sus manos viajaron hacia los senos de Astrid, comenzando a masajearlos de manera lenta y tortuosa, pellizcándolos ligeramente para no lastimarla.

La gótica tiró para atrás su cabeza por la excitación.

Fernanda bajó hacia su pecho y con sus manos la despojó de la prenda, donde comenzó a besarlos y succionarlos, deleitándose con el sabor a sudor y el perfume de Astrid en ellos.

La dibujante dejo salir algunos gemidos al tener el roce de su amada sobre ella, aquella boca que siempre había hecho maravillas sobre su cuerpo. La tenía cerca de la locura, su excitación se notó en lo erguido de sus rosados pezones que no soltaba Fer ni de sus labios ni su mano.

—Fer...

Dejó salir un pequeño suspiro la gótica al sentir como Fernanda la lamía y mordía haciéndola gemir de pura pasión.

La lengua de Fernanda era muy diestra sobre la piel de Astrid quien enrrolló sus dedos sobre el cabello de la bajista la cual no dejó de deleitarse con su busto, siendo que con una mano masajeaba el izquierdo mientras que el otro era atendido por su boca succionando, lamiendo y mordiendo como si su vida dependiera de ello,

Su mano derecha bajo lentamente rosando la piel de su prometida la cual no podía generar un pensamiento coherente, su éxtasis estaba rozando las nubes, sintiendo cómo se mojaba más con cada acción.

Fer bajo al centro de Astrid, quien permaneció parada y la vio a los ojos mientras que la bajista sólo pasó su lengua sobre sus labios saboreando la mirada de excitación sobre ella.

Comenzó a masajearla por encima de su hilo dental, primero con su pulgar, apretando aquel pequeño botón erógeno de su amada.

—¡Princesita! —exclamó.

Sintió cómo hizo de lado su hilo dental, los dedos de la bajista comenzaron a introducirse en ella, uno primero, ganándose que la gótica se arqueara hacia atrás.

—¿Qué pasa princesa de la noche? ¿Te gusta?

Sacó su dedo de ella viendo cómo la mirada de la gótica era de anhelo puro por volverlo a tener dentro.

—Fer...no seas así —gimoteó.

—¿Ser cómo amor? ¿Qué necesitas?

Pasó dedo por los labios de la gótica dejando, poniendo su esencia sobre ella, a lo cual Astrid se saboreó.

Fernanda volvió se volvió a introducir en ella, pero ahora con dos dedos moviéndolos un poco más rápido que antes, hasta que los sintió completamente humedos.

Volvió a alzar su mano hacia la boca de su amada y se la puso enfrente.

—¡Pruébate! —imperó.

Sin titubear Astrid introdujo los dedos en su boca y los succionó, sintiendo como su sabor inundó su paladar.

—¡Vaya! Mi prometida es una chica muy mala —rió Fernanda.

—¡Tú me haces serlo! —jadeó la gótica.

—Vaya, ¿Ahora es mi culpa?

Fue bajando sobre el cuerpo de Astrid dejando pequeñas estelas de besos, hasta llegar al centro de la chica y con un movimiento rápido quitó la ropa íntima de la gótica, dejándola sólo con el liguero y sus medias.

Sin darle tiempo a reaccionar, volvió a subir y la sentó de nuevo en el frío mármol del lavabo para ponerse de rodillas enfrente de ella, donde comenzó a atacar el centro de Astrid.

La gótica no pudo más, empezó a gemir el nombre de Fernanda al sentir cómo la lengua de la chica junto a sus dedos la estaban volviendo loca.

Las lamidas que daba sobre su sexo, más aparte cómo metía y sacaba dos dedos hicieron que la dibujante se sintiera en el nirvana, Fernanda era tan diestra y sabía que puntos tocar para hacerla morirse de la excitación.

La bajista se estaba muriendo del placer, sintiendo cómo los jugos de Astrid caían sobre su boca conforme más movía sus labios sobre el clítoris de la chica dándole pequeños apretones con los mismos, mientras que sus dedos entraban y salían de manera rápida, lo cual no le daba ni un segundo de descanso a su prometida.

—Amo...esto...—gimoteó la gótica.

—¿Qué amas amor? —cuestionó la bajista dejando de devorarla ganándose un puchero por parte de su amada quien necesitaba sentir aún más los cariños de su amada.

—¡Fernanda! Más te vale poner a trabajar esa lengua y comerme o me eno...

No terminó de decir la frase cuando los labios de la chica continuaron lamiendo ahora metiendo tres dedos al compás de sus movimientos ocasionando que Astrid dejará salir un grito que era hundido por la música de afuera que de no ser por la misma hubieran sido atrapadas en el acto.

Fernanda continuó su asalto sobre una de sus partes favoritas de Astrid quien no dejaba de gemir.

—Cómeme, devórame— gimoteaba la gótica.

Estaba a nada de perder la razón, su corazón se aceleró más y pareciese que iba a salirse de su pecho. Él placer que estaba sintiendo en esos momentos era inigualable, la lengua de Fernanda hacía maravillas y sus dedos no se diga, sus movimientos circulares, entrando y saliendo la tenían e las nubes.

Las acciones de Fernanda no cesaron y con ello aumentó el placer de la gótica que estaba al borde del orgasmo.

—¡Sigue...Fer!

Gritó mientras sintió una gran ola de placer golpear su cuerpo a la par de que un chorro caía sobre los labios de su Fernanda, llenándole la boca de su delicioso néctar, algo que amaba la bajista y saboreó como siempre lo hacía, era uno de las sensaciones que más le fascinaban en el mundo y eso jamás cambiaria.

Se levantó Fernanda quedando enfrente a Astrid para que esta misma se recargó sobre el pecho de su amada mientras que la bajista acarició su cabello con todo el amor y cariño del mundo que pudiera manifestar en esos momentos.

—Gracias...—susurró Astrid.

—¿Por qué me das las gracias amor? —preguntó Fernanda sin dejar de acariciar la melena de Astrid y después rozar su espalda ocasionándole pequeños escalofríos, ¡Cómo amaba el toque de su piel sobre la suya!

—Por este día, ha sido maravilloso —musito jugando cómo siempre con el pentagrama de Fernanda.

Esto se le hacía muy tierno a la bajista, quien tomó su rostro y la vio a los ojos sonriendo.

—¡Te amo Astrid! —dijo.

La besó con todo el amor del mundo a lo cual respondió la chica.

—Y yo a ti. 

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