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Trazo #34: Imminence - Heaven Shall Burn

To feed all my demons
I'll cover my eyes
When the skies are burning
The time has come
To bleed as one
The suffering has just begun

—¡Ya sólo quedan grabar unas cuantas cosas y todo estará listo! —aplaudió Fernanda.

Estaban en una de las cabinas de grabaciones de Sony. Ella y toda su banda estaba muy emocionada porque estaban grabando otro Single.

EL EP de "El Guardián de Duat" había sido un éxito y estaba llegando ya a las cien mil reproducciones en menos de siete semanas, algo que no muchas bandas lograban en tan poco tiempo.

—Es que el éxito que tuvimos tanto en el concierto cómo en nuestro primer trabajo está dando frutos —comentó Isthar.

—¡Claro! Digo fuimos muy ovacionados ese día, nos pidieron muchas fotos y autógrafos cuando estábamos yéndonos —sonrió Michael —. Aparte de que nuestro renombre no se esfumó cómo pensé que pasaría.

—Es que guardaron nuestro video y más la parte de Fer en la batalla de las bandas, se hizo viral mucho tiempo, lo cual no nos dejó salir del radar de las personas —señaló Erick.

—Muchos de nuestros seguidores de antes estuvieron en el concierto —señaló Robert.

Todos lo voltearon a ver con el ceño levantado.

—¿Cómo sabes? —preguntó Erick.

—Cuando nos tomamos fotos con los fans reconocí a varios de nuestros compañeros de la carrera, algunos chicos que nos seguían en Instagram desde hace años, los pude ubicar.

Alzó los hombros como si fuera algo muy normal.

—¿Cómo puedes recordar todo eso amigo? —preguntó Fernanda muy sorprendida.

—No lo sé, sólo lo hago y ya —rió un poco sonrojado.

—Es que tienes una memoria privilegiada, yo a duras a penas y me acuerdo que desayune hoy —señaló Michael.

—Es mi poder especial, jamás olvidarme de nada, pero viene con una maldición —suspiró.

Entendieron eso.

—Bueno el punto es que vamos muy bien chicos, ¡no podemos soltar el paso! —dijo Fernanda felicitando a su banda.

—Pues todo esto es gracias a ti hermanita, sin ti jamás lo hubiéramos logrado —señaló Michael.

Esto tomó desprevenida a Fernanda.

—Eso no es cierto, ustedes son grandes músicos por si solos, lo hubieran logrado con o sin mi ayuda —dijo la bajista.

—No pensamos jamás regresar a tocar desde que te fuiste —comentó Ishtar.

La chica la vio un poco extrañada.

—¿Por qué? Si son increíble en lo que hacen.

Los chicos se quedaron callado y desviaron todos su mirada, estaban felices de lo que estaban logrando, pero aún tenían mucho peso en su corazón por todo lo que aconteció en el pasado.

Aún tenían mucha culpa de lo que había pasado con Fer, cómo fue lastimada y que tuvo que irse de Boston por el gran dolor que llegó a tener. Aún podían notar de vez en cuando la tristeza en su rostro a pesar de mostrarse muy diferente a lo que había sido antes.

—Nosotros te fallamos, incluso peor de lo que hizo Astrid —dijo de golpe Michael.

Fernanda se mostró incomoda ante el tema que estaban tratando.

—No veo a que viene esto chicos —comentó la bajista.

—Son cosas que tenemos guardadas desde hace mucho tiempo, nos atormentan —dijo Robert.

—No debería de pasar eso, cómo les dije ya pase esa página —mencionó.

—Pero a nosotros nos está carcomiendo, ¡no sé si me entiendas hermanita! —bufó Michael.

—Debes de entender Fer, que nosotros supimos de lo que pasó con Astrid tiempo antes de lo que tú te enteraste y decidimos encubrirla porque pensamos que era lo mejor que podíamos hacer —susurró Erick.

Isthar los estaba viendo a todos, ella sabía la historia de pies a cabeza, pero jamás se metió en ella, siempre fue muy clara con los chicos que ellos tendrían que enmendar las cosas con Fer, ella no podía ayudarles en ello.

De todo el grupo ella era la más inocente, sólo se enteró dos o tres días después de la tragedia.

Al principio buscó golpear a Astrid de manera brutal, estaba furiosa de lo que le había hecho a su ardillita, después se calmó y buscó saber que había pasado esa trágica noche.

Estuvo indagando y escuchando las versiones de todos, incluso la de Fer, con quien siguió hablándose incluso después de que la chica se había ido de Boston.

Llegó a la conclusión que esto no era sólo de un tono, sino de miles tonos entre blanco, grises y negros, si bien el desenlace fue horrible, entendió que todo lo sucedido más las acciones fueron una olla de presión que eventualmente explotó.

No podía culpar de todo a los chicos, tampoco a Astrid y mucho menos a Fer, fue una combinación de las decisiones de cada uno de ellos los que los llevó a todos esos problemas.

Se mantuvo neutral, siendo ella él único puente entre Fer y los demás, apoyando a su grupo de amigos, aunado a eso, ser una protectora para Astrid.

Fueron cuatro años muy largo para la nipona, mantuvo al grupo unido de manera inconsciente.

—Es que eso yo lo comprendí hace años chicos, nada es del todo bueno, pero tampoco malo, fueron cosas que pasaron que nos hicieron desarrollarnos cómo personas. ¡Algo que todos necesitábamos! —comentó la azabache.

Todos observaron a la bajista, estaba tranquila y no se mostró para nada molesta, sino todo lo contrario, tenía una sonrisa en sus labios.

—Pero tu fuiste la más lastimada de todo esto pequeña —dijo Michael.

—Cosas que debieron pasar, de lo contrario no sería lo que soy hoy en día, ni tendríamos esta oportunidad —le guiño el ojo.

—¿Por qué lo tomas todo con tranquilidad Fer? —preguntó Erick.

—No es qué lo tome con tranquilidad, jamás negaré que me dolieron las cosas y mucho menos que todo lo que pasó casi me destruye, pero estoy bien, ahora estoy de regreso, Astrid está a mi lado y ustedes junto con las chicas son mi familia de nuevo ¿qué más puedo pedir?

Las palabras de la jovencita los movió mucho, si bien ahora daba más miedo Fer y sabían cómo era ella con la gente en general, escucharla decir todas esas palabras, les movió mucho el corazón a los chicos.

Michael, Erick, Robert e Isthar se acercaron a ella y sin esperar más se abrazaron entre todos haciendo que la bajista dejara salir un suspiro de tranquilidad al tenerlos tan cerca de ella.

Eran su familia, aquella que ella eligió tener en su vida, los chicos que siempre dieron todo por ella y a pesar de haber tenido un error, ella siguió escogiéndolos, junto a Astrid ellos eran su mundo. No sé arrepentía de nada.

—Los quiero mucho, chicos, eso jamás lo pongan en duda —les sonrió mientras se separaron de aquella muestra de afecto.

—Y nosotros a ti Fersita —dijo Michael mientras los demás asintieron.

En ese momento sonó el celular de Lancaster y vio que era una llamada de Carrie, algo que la sacó mucho de su centro.

Si se llevaban bien ella y su madrastra, pero era muy raro que le marcara, por lo general le mandaba mensaje y listo.

Contestó.

—¡Hola Carrie!

Todos la vieron.

Escucho a su madrastra hablar por el teléfono, conforme avanzaba el tiempo su ceño se frunció, para pintarse en una mueca de preocupación.

—¡Voy para allá!

Los chicos la vieron mientras colgaba y en un fugas movimiento ya estaba mandando un mensaje.

—Mi papá sufrió un infartó tengo que ir al Boston General.


Bar de mala muerte, Boston, Cuatro de la tarde.

Un robusto personaje estaba sentado en un taburete, mientras que bebía una cerveza.

Se notaba muy frustrado y lleno de enojo, se movió un poco y su chaqueta dejó ver un nombre.

Jeremy Jacobson.

Su tez afrodescendiente se notaba un poco seca en incluso sucia cómo si no se hubiera bañado en unos cuantos días, mientras que el olor a cigarro era el perfume que lo acompañaba.

—¡Otra! —exclamó.

El barman se acercó.

—Espero tengas dinero para pagar todo Jacobson —frunció el ceño.

—Yo lo pago, dásela.

Era una voz que ninguno de los dos conocía.

Vieron a la persona y sólo asintió el barista, sirvió la cerveza.

—¿Y tú quién eres?

—Lo sabrás a su tiempo, pero tengo algo que te puede interesar, una propuesta contra una enemiga que tenemos en común, Lancaster.

Esto captó la atención del ex jugador de lacrosse y volteó a ver al sujeto, viéndose reflejado en sus lentes, captando unos ojos cafés oscuros llenos de rencor y odio.

Muy similares a los suyos.

—Soy todo oídos. 

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