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Trazo #31: Creed - With Arms Wide Open

Well, I don't know if I'm ready
To be the man I have to be
I'll take a breath, I'll take her by my side
We stand in awe, we've created life

Estaban vueltos locos en el hospital, pero no por algo trágico, sino que Emily había entrado en labor hace dos horas, la pequeña hija de sus amigos estaba por nacer, toda la banda y todas las chicas estaban esperando a saber que pasaría.

Robert le marcó a todos avisándoles que se dirigían al hospital. Qué estaba por dar a luz la chica gótica, algo que hacía que todos perdieran la cabeza de emoción, mientras que Isthar, Fernanda y Astrid buscaban con quien dejar a los niños, Erick, Jenny, Amanda y Michael salían disparados al hospital general de Boston donde ya los estaba esperando un eufórico Robert, quien se veía feliz pero a la vez con cierto miedo en el rostro.

Si bien el embarazo no se había complicado para nada, si sentía ciertos nervios en su persona, siendo el un chico tranquilo e impasible, esto era notado por sus amigos, se le veía toda la angustia en su rostro, pero esa sonrisa característica de él seguía marcada.

Pronto tendría a su pequeña hija en sus brazos, ese hermoso ser humano creado junto al amor de su vida, Emily. Aquella chica que él pensó inalcanzable estaba a punto de dar a luz a la unión de ambos.

Pronto tendría la familia que tanto añoró de niño, esa que se vio resquebrajada por la infidelidad de su padre y muerte de su hermano. Quería poder darle a este pequeño ser, todo el amor que él no recibió de niño, era su misión en la vida de ahora en adelante, asegurarse que jamás le faltara nada y mucho menos sea lastimada por alguien.

Sabía que sus amigos estarían ahí para el pasará lo que pasará, sería una niña amada, tal como lo era Kiba y Annie.

Todos estaban en la sala de espera cuando entraron corriendo Isthar, Fernanda y Astrid, quienes estaban muy agitadas, querían estar ahí para su amigo. Querían siempre apoyarlo, como él lo había hecho con ellas, ya que esto era algo nuevo para él y como todo padre primerizo, sus nervios eran muy notables.

Las tres chicas tomaron turnos para abrazarlo querían que se sintiera un poco más seguro, lo querían apoya junto con Emily en su primer hijo y se asegurarían que lo hicieran bien, ellas eran las más expertas en esa parte de la vida, las tres eran madres.

—Robert, todo saldrá bien amigo —dijo Erick mientras puso una mano en su hombro sonriéndole —. Emily y la pequeña estarán perfectas y tu estarás ahí para ellas, vas a tener tu familia.

La sonrisa del vocalista hizo que Robert se calmara un poco.

—Lo sé amigo, con ustedes aquí sé que nada malo pasará. Me siento más fuerte que nunca, me lleno de energía y de esperanzas. Esto es todo lo que yo quería, una familia y la tendré, son mis hermanos y hermanas, Emily es la mujer más maravillosa de mi mundo y pronto tendré a la pequeña Leila en mis manos —la voz del guitarrista se mostró llena de esperanza —. Pero...¿y si...no soy un buen padre?

—Vas hacer el mejor padre de todos, amigo —dijo Michael abrazándolo del hombro —. Siempre fuiste el más sensato de nosotros, eras esa voz paternal del grupo.

—Eso es cierto Robert, tú siempre nos mostraste cuando algo iba a ser una mala idea —señaló Fernanda tomando la mano de su amigo apretándola para que sintiera el gran apoyo que le estaban dando.

—Eso es cierto, tú siempre nos salvaste de hacer alguna estupidez cuando éramos jóvenes, como por ejemplo a mi comprar esa rata como mascota —señaló el vocalista —. Yo sabía muy bien que mi madre odia esos animales y solo por un berrinche quería usar al pequeño animalito, tu fuiste muy sensato y me hiciste ver que sería una pésima idea y que podría lastimar a la ratita y a mi mamá.

—Tú me detuviste de meterme con esa chica en uno de los conciertos que fuimos —comentó Fernanda y Astrid alzó la ceja en sorpresa —. Fue tonto, en una tocada que tuvimos conocí a una chica guapa después de Justin y me iba a ir a su cuarto de hotel, pero Robert me hizo ver que yo no era así, que de hecho eso lo detestaba yo. Me salvo de hacer una estupidez esa noche, después nos enteramos que la chica tenía VIH.

—¡Me alegro que no lo hayas hecho y que Robert te cuidó de eso —sonrió Astrid.

—O la vez que yo me iba a dar por vencido con Amanda, porque ella seguía a lado del imbécil de George, ese día me puse demasiado ebrio por ella y lloré como nunca, sin embargo, tu estuviste ahí para mi amigo. Me hiciste ver que la esperanza muere al último y qué jamás me tendría que dar por vencido con alguien como ella —sonrió Michael

De verdad gracias por siempre empujarnos a ser mejores y a jamás dejar que nos caigamos, fuiste siempre nuestro pilar, eres el hombre más magnifico que conozco, eres el hermano mayor de todos nosotros, y te damos las gracias por siempre estar ahí para nosotros, por siempre ser la voz de la razón del grupo, y ahora serás la de tu familia —dijo Erick.

Los cuatro se abrazaron como los grandes amigos que eran, estaban emocionados de entrar en esta nueva fase de su vida adulta.

—¡Gracias chicos! De verdad ustedes me hacen una de las personas más felices del mundo, su apoyo, siempre ha sido incondicional hacia mí y jamás tendré con que pagárselos —sonrió el joven mientras se veía a cada uno de sus amigos.

La puerta que daba para sala de partos se abrió dejando ver a un enfermero

— ¿Señor Throudeour?

Robert se movió de manera rápida para saber que pasaba.

—Dígame, ¿Qué sucede? —cuestionó el guitarrista.

—Su esposa entro al rango de dos minutos de las contracciones, está pidiendo por usted.

Con ello solo volteaba a ver a sus amigos quienes le sonrieron impulsando lo a entrar.

Entró dirigiéndose con mucha decisión a donde estaba su esposa.

La vio en una cama ya con las piernas abiertas y estiradas para empezar el proceso.

Robert ya se había puesto la bata quirúrgica unos guantes de látex, para posteriormente acercarse a su esposa y besar su frente, sonriéndole.

—Te ves hermosa —susurró el guitarrista mientras la veía a sus ojos perdiéndose en ellos.

—Te...amo —suspíró la chica con sudor cayendo por su frente.

Esa era la visión más hermosa del mundo, su esposa estaba a punto de dar luz, lo cual era todo lo que ellos habían deseado, muy pronto tendría a esa pequeña niña, resultado del amor de entre él y Emily en sus brazos, sería el mejor padre que esa pequeña podría tener.

—Señorita Troudeour, necesitamos que empiece a pujar, ya está dilatada, esto debería darle el suficiente espacio a su pequeña para empezar a salir —comentó el médico mientras él se estaba poniendo los guantes —. Amigo Robert, tú eres ahora el pilar de tu esposa, ella necesita de ti y saber que estás ahí para tu reina y tu princesa que viene en camino.

El chico sintió su energía renovada, sabía que necesitaba estar al cien para su esposa, tomaba su mano y la apretó para mostrarle su apoyo incondicional, esto era lo que Emily necesitaba.

La chica gótica empezó a empujar, sentía como su bebé se movía dentro de ella, como si intentará salir, buscando conocer a sus padres, sabía que ese momento se acercaba, aquel anhelo de conocer a la que sería la dueña del corazón de ambos, aquel pequeño bulto de felicidad que los haría mucho más cercanos.

Robert vio fascinado como todo se estaba dando, el esfuerzo que estaba haciendo su esposa, no gritó, se veía muy concentrada a pesar de que su visaje estaba contorsionado en dolor, se notó como las contracciones la estaban haciendo sudar y sacar algunas lágrimas silenciosas.

—Tú puedes amor— escuchó el susurro de su amado esposo.

En ningún momento le había soltado la mano, estaba ahí para ella y la pequeña, todo era un sueño hecho realidad.

Recordó como desde pequeña no se había sentido digna de nadie, como Jacobson le había mostrado que no iba a ser linda para alguien o como habían jugado con ella cruelmente en los momentos de una sola noche con cualquier chico que se le cruzaba enfrente, señalando que jamás sería digna de ser una mujer digna de amar.

Que jamás alguien se fijaría en ella más allá de ser una chica solo para follar, que nadie iba a querer formar una familia con ella.

Sin embargo, Robert quiso...el chico guitarrista, no le importó su pasado, no le molestó con cuantos hombres estuvo.

Él solo le importó ella y ahora su hija, le mostro que para su persona no había nadie más, que siempre iba a estar a su lado, que la amaba tal cual era, con todo y lo que cargaba, él la amo, como jamás alguien lo había hecho y todo los llevó a esto, a tener con el amor de su vida su primera hija, su primer paso en ser una familia.

Con un último empuje se escuchó el grito y llanto de un bebe, dejando Emily salir un suspiro de felicidad y alivio al mismo tiempo, con ciertas lagrimas adornando su rostro lleno de sudor.

A Robert se le acercó el medico con unas tijeras dándoselas, para que pudiera cortar el cordón umbilical, siendo guiado por el mismo, lo hizo, ocasionando que algunos trazos de felicidad liquida se manifestaran en su rostro, al ser el primero en ver a la preciosa niña enfrente de él.

—Es hermosa —susurró Robert mientras observó que la tapaban para que estuviera bien.

—Felicidades señores Troudeour, son padres de una hermosa niña, la limpiaremos, pesaremos y podrán tenerla —sonrió el amigable doctor, mientras que vieron que las enfermeras trabajaban rápidamente en la bebé, la cual había medido cincuenta y cinco centímetros y pesado tres kilogramos.

Emily ya mucho más calmada tomó a la pequeña en sus brazos y por primera vez junto con Robert la vieron.

Era como si el mundo se detuviera para ambos, sabían que a ella jamás le faltaría nada, era tan pequeña y tan hermosa que estaban absortos contemplándola, quien con sus grandes ojos aun ajustándose a la luz los veía, ganando en ese momento sin ningún problema el corazón de ambos.

Sabían que aún no podía verlos pero sintieron cómo tocó su alma.

—Hola Leila —dijo Robert sonriendo —Hola princesa hermosa.

Emily estaba con el corazón al cien, tener a la pequeña en sus manos después de dicha odisea de nueve meses y el parto, era como haber obtenido el premio más grande del universo, amaba a esa pequeña más que nada en este plano, se había vuelto en ese momento junto con Robert el centro de su ser solo vivía para ellos.

—Estamos muy felices de por fin conocerte amor mío, bienvenida al mundo —susurró la gótica sonriendo mientras volteó a ver a su amado esposo.

El pegó su frente a la de ella.

—Jamás les faltará nada a ninguna de ustedes, las amo más que nada en este mundo —su sonrisa no tenía comparación —, me esforzaré en todo momento para darles el universo entero.

—Lo sé Jacksito, ¡tú nunca has roto ninguna promesa! Y créenos que ambas te amamos más que nada.

Con ello el chico le dio un pequeño beso en sus labios a Emily, sabiendo que todo iba a salir bien para los dos. Tenían a sus amigos, la banda estaba saliendo, la gótica aún tenía el trabajo de ser guía de turista, pero estaba en licencia, pero eso la tranquilizaba, en estos momentos nada podría salir mal, lo sabía.

Eran una pareja sólida y llena de esperanza. 

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