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Trazo #30: Depeche Mode - Precious

Things get damaged, things get broken
I thought we'd manage
But words left unspoken left us so brittle
There was so little left to give

Al terminar la visita con el papá de Fernanda, las chicas se despidieron para comenzar su camino a la comida con los padres de Astrid. Lo cual hizo que la gótica se sintiera incomoda, ellos jamás habían visto a Annie. No quisieron saber nada de su nieta, pero la gótica quería cerrar ese episodio, tanto para estar tranquila como para que su hija no viviera sin conocer a sus otros abuelos maternos.

La bajitas manejaba de manera lenta, quería darle tiempo a su novia para que asimilará lo que iba a pasar con sus padres, estaba muy nerviosa, lo cual ponía intranquila a Fernanda quien solo quería lo mejor para ella, ponía su mano en la pierna de la chica sonriéndole.

—Todo estará bien amor ¿Ok?

—Lo se amor, tú vas a cuidarnos —sonrió Astrid viendo a su novia sin poder ocultar su angustia que era palpable en sus hermosos ojos grises.

—¿Por qué le dijiste a tu papá que tú habías fallado? —preguntó de repente la gótica.

Esto tomó desprevenida a la Fernanda, quien sólo dejó salir una sonrisa de lado.

—Para que él no te odiara. En esos momentos créeme que...estaba destrozada no lo negaré, todo me daba vueltas, pero sabía que, si mi papá se enteraba que tu habías hecho eso, jamás aprobaría lo nuestro de nuevo...por lo de mi ex novio —contestó la bajista.

Astrid estaba cabizbaja, se sentía pésima, jamás imaginó a qué punto Fernanda se había sacrificado a pesar de todo por ella, incluso creando una pequeña animosidad entre ella y su papá, haciendo ver a a la gótica como una persona buena y que había sido la victima de todo.

—No debiste de hacerlo, la que fallo fui yo...tu jamás lo hiciste.

—Da igual amor, no importa, es parte del pasado —susurró Fernanda

Jamás lo negaría, si le dolía recordar aquellas escenas, pero las palabras Michael de hace años la hacían recapacitar mucho, fue solo sexo, no hubo sentimientos involucrados fue una confusión por parte de la gótica, aparte ella la amaba, no quería perder lo que tenían la una con la otra, sabían que este era su momento, el indicado para formar su para siempre.

—¿Por qué eres tan buena conmigo? —preguntó la chica.

—Solo me porto como quiero hacerlo Astrid, quiero que entiendas eso...eres el amor de mi vida y quiero estar contigo el resto mi existencia contigo y con Annie —respondió.

—¿No tienes miedo de que vuelva a fallar?

Era una pregunta sería por parte de la dibujante, se notó en sus ojos y su ceño fruncido.

—Se que no lo harás, durante estos cuatro años no te dejaste tocar por nadie, cerraste tu OnlyFans y te mantuviste lejos de una relación —sonrió Fernanda.

—Después de esa vez Fer, no quise a nadie más cerca de mi o mi cuerpo a menos que fueras tu —musitó Astrid —cuando me acosté con Kyle.

Vio que Fernanda frunció el ceño al escuchar eso, pero continuo

—Me sentía sucia...me daba asco verme al espejo, observar mi desnudes y ver la marca de sus labios en mi cuello —la voz de la gótica se estaba quebrando.

—No me tienes que decir eso amor —Fer intentó calmarla.

—Si amor, debo sacar esto de mi pecho. ¡Me está matando! Cuando me veía era como si una ola de enojo se apoderaba de mí, quería morirme, sentía mucha animosidad hacía mi cuerpo y hacia mí misma. Después me enteré que estaba embarazada, al principio quería interrumpirlo — una gruesa lágrima salía de Astrid mientras Fernanda se mostró impasible —Emily me convenció a que no lo hiciera, que la pequeña no tenía la culpa de nada y me alegro no haber acabado con ello. Pero no puedo imaginar el dolor que verla te causa.

—No me causa ningún dolor Astrid, ¡créeme cuando te digo que amo a esa niña! —afirmó Fernanda.

—Te agradezco eso infinitamente —respondió Astrid.

Ambas veían a la pequeña Annie a través del retrovisor, entretenida con el iPad, viendo una película con los audífonos de Fernanda, ajena de todo lo que hablaban sus madres.

—Éramos inmaduras Astrid, nos amamos mucho en ese entonces, pero no entendíamos las cosas, siento que logramos madurar a lo largo de los años que no estuvimos juntas y ahora que comprendemos todo, que vimos que si éramos la una para la otra, es que estamos juntas ¿Te has dado cuenta que no peleamos como antes?

Astrid analizó lo dicho, era cierto, llevaban ya casi tres meses juntas de nuevo, en ningún momento se habían peleado ni dicho de cosas, entendían más fácil el punto de la otra sin caer en ese juego tonto de conflictos como antes donde jamás empatizaron la una con la otra. Ahora cada una entendía la necesidad de su pareja haciéndolas una muy sólida.

—¡Tienes razón, no hemos peleado! Nos hemos llevado muy bien y estamos felices —una hermosa sonrisa se pintó en los labios de ambas, dándose cuenta de que esto era real, que era lo correcto.

—Gracias por ser mi pilar junto con la niña amor —tomaba su mano y la besaba haciendo que la gótica se sonrojará.

—Eres tan linda conmigo —rió Astrid.

—¿Cómo no serlo con el amor de tu vida? —respondió la chica.

Al llegar descendieron del carro para ayudar a bajar a la pequeña, quien tomó la mano de su madre biológica mientras Fer sacó la maleta colgándosela para proceder hacia la puerta, la cual tocaban expectantes.

Pasaron unos cuantos segundos y la puerta se abrió.

Enfrente estaba la señora Lowllet viendo a su hija, a Fernanda y mostrando un poco de sorpresa al ver a la pequeña Annie, quien de igual manera la veía con una pequeña sonrisa en su rostro con aquellos hoyuelos tan distintivos de ella.

—Hola madre —saludo Astrid con una sonrisa de lado.

—Buenas tardes señora.

—Buenas tardes, pasen.

Se quitó de la puerta.

La casa seguía igual que la última vez que ambas estuvieron ahí hace ya casi cuatro años y medio, vieron al señor Lowllet sentado en la sala, hablando con otras personas de manera animosa.

La señora las guio y para infortunio de Astrid, Henry estaba ahí con una de sus primas, Melanie, alguien con quien no se había llevado bien jamás.

—Kramer, tu hija está aquí —la manera en que la señora lo decía le pinchaba el corazón a Astrid, tan fría como si no fuera su madre.

Los presentes voltearon a ver a las recién llegadas, el padre de la gótica solamente asentía señalando a la sala para que se sentaran. Mientras que Henry vio a Astrid y a la niña con cierta risa en su rostro que no pasó desapercibida por Fernanda, quien de por sí ya estaba de malas por lo que sucedía y cómo trataban a su amada novia.

—Vaya, parece que nunca se equivocaron contigo Astrid, ibas a ser la primera en salir así —señaló a la pequeña Annie su prima.

—Deja de señalar a las personas. ¿Acaso no tienes educación? —dijo de manera ácida Fernanda.

Era cuando la prima de su novia por primera vez vio a la novia de la gótica, se sintió amedrentada por la estética y presencia de la misma.

—¡Calmen chicas! Estamos en piso neutral —dijo Henry queriendo apaciguar las aguas.

—No quiero problemas en mi casa, ¿entendido Astrid y Melanie? —la vio el señor Lowllet

—Si padre.

Bajó la cabeza Astrid, jalando a Annie hacia ella quien estaba confundida por lo que pasaba.

—Pensé que solo estaríamos nosotros padre —comentó la dibujante.

—Los invite, teníamos que hablar con ellos de algo, comerán con nosotros — dijo de manera definitiva el padre de Astrid.

—Entiendo

—Continua con lo que decías Henry —comentó la madre de Astrid sentándose a lado de su esposo.

—Claro, pues nuestra empresa está subiendo exponencialmente, estamos en los mercados de Wall Street y de NASDAQ. Hay muchos inversionistas que están inyectando dinero en nosotros así que esperamos que todo salga bien —sonrío muy feliz el ex novio de Astrid mientras besaba la mano de Melanie, al parecer había hecho todo lo posible de quedarse en esa familia.

La prima de Astrid era diferente a la gótica, ella era rubia, alta con un buen cuerpo, pero muy plástica, se notaba en su maquillaje y sus ademanes sin contar la forma de vestir.

—¡Si Henry es un genio! Qué afortunada fui al poder formalizar con él —hacia énfasis en las palabras la chica sin dejar de ver a su prima como si buscara molestarla.

Astrid no se inmutaba, ella no le importaba ya que tenía a alguien igual o con mayor éxito que Henry a su lado, aparte de que la amaba.

—La pérdida de unas es la victoria de la otra —asintió la madre de Astrid inyectando veneno.

La gótica se puso intranquila, se sentía un poco molesta por lo que su familia estaba buscando hacer, lastimarla y hacerla sentir menos.

Los padres de Astrid tornaron la mirada hacia su hija, la niña y Fernanda quien estaba viendo su celular.

—Y dinos Astrid ¿Qué te trae por aquí? —cuestionó su padre.

Su mirada era fría, sin ningún sentimiento en ella.

—Quiero que conozcan a su nieta —susurró la madre de Annie.

Los padres de Astrid vieron de su hija a la pequeña niña.

La pequeña los observo con esos grandes ojos grises muy similares a su madre regalándoles una sonrisa tímida.

—¿Quién es su padre? —era lo primero que cuestionó el señor Lowllet.

Astrid no quería decir nada para no causar confusión en su hija.

Pero era fue valiente tomando la palabra.

—No tengo papi, siempre ha sido mami y yo, desde que nací, me dijo ella, pero hace poco ya tengo dos mamis —tomó la mano de su madre biológica mientras se recargaba en el hombro de Fer —. Ella es mi otra mami, tiene muchos dibujitos en su cuerpo y se llama como yo, Fernanda.

La valentía de la niña sorprendió a los señores Lowllet, recordándoles de su hija a esa edad que no le temía a nadie y respondía las cosas siempre, esto los enterneció.

—Es hija de tu ex novio Kyle ¿verdad? —dijo Melanie con veneno en su voz.

Esto hacía que Astrid bajara la cabeza suspirando mientras que Fernanda le mostraba una mirada asesina a la muchacha.

—¿Es cierto eso? —preguntó el señor Lowllet.

La gótica asintió, intentando que sus lágrimas no salieran.

—¡Pero si estabas con la señorita Lancaster!

Se notó confundido el señor.

—Es pasado señor, deje a Astrid en paz —murmuró Fernanda viéndolo.

Él señor vio a Fer a los ojos y sintió un escalofrío en su cuerpo, reconocía esos ojos, eran de alguien con quien no quisiera tener ni un problema, tranquilos pero agresivos al mismo tiempo.

—¿Por qué ocultan el sol con un dedo? —preguntó la prima —. ¿No quieres que te recuerden que te engaño?

—Eso es parte del pasado, no se debe de decir nada de ello —dijo Fernanda de manera tranquila.

—Digo, Astrid siempre fue una fácil, lo sabíamos todas las primas, hasta parecía adoptada, no era digna de la familia Lowllet y tú te acabaste haciendo cargo de una bas...

Jamás termino de decir nada, su boca fue cerrada por la mano de Fernanda sobre su rostro, apretando sus mejillas, al hacer fuerza sus músculos se marcaban, haciendo tragar saliva a Henry, se notó miedo en sus ojos.

—Mira, lo que haya o no haya hecho tu prima no es de tu incumbencia, estas molestando y haciéndote sentir mal, mi hija está a nada de llorar —señaló a la pequeña Annie quien abrazaba a su mamá para que evitará llorar —Así que mi mejor recomendación es que cierres tu puto hocico de marrano que tienes antes de que te lo cierre sin dientes.

Todos quedaron paralizados ante el desplante de la azabache, sabían que ella era de armas tomar y no sabían cómo reaccionar.

—¡Mami, a la gente no se le pega!

Era la pequeña Annie abrazando las piernas de la bajista lo cual hacía que ella automáticamente soltara el rostro de Melanie.

—Perdona cariño, no volverá a pasar —mientras la cargaba viéndola a los ojos y pegó la frente con ella.

—No me gusta que mi mami se pelee —dijo de manera tierna la pequeña dándole un beso en la nariz a Fernanda.

Los padres de Astrid observaron la escena boquiabiertos, recordando mucho a Astrid cuando era pequeña, que no le gustaba que lastimaran a los demás y mucho menos ver pelear a la gente.

—Melanie, Henry espero lo entiendan, pero su presencia molesta a mi hija, hablaremos después cuando tengamos tiempo, que tengan un buen día —dijo el patriarca Lowllet señalando hacia la salida de la casa.

—Lo entendemos señor, no fue nuestra intención, luego hablaremos.

Henry entendió, se paró antes de irse enfrente de Astrid, Fernanda y la pequeña.

—Me alegro mucho por las tres, son una familia hermosa —sonrió de manera genuina el chico —cuida a Astrid por favor Fernanda, ella vale oro.

—Créeme que lo haré Henry —respondió Fernanda mostrándole su puño para que lo chocara a lo cual el joven aceptó con una sonrisa.

—Estoy feliz por ti Astrid, tienes una hija hermosa, y una pareja digna de admirar, te deseo lo mejor —con ello abrazaba a Astrid de manera fraternal para después dirigirse a la niña —. Eres un ángel, pequeña cuida a tus mamis, por favor

—Si lo haré.

Con ello él se despidió y jaló a Melanie fuera del lugar dejando a los padres de Astrid y a ellas con un silencio sepulcral que era roto por la señora.

—Discúlpennos Astrid...y Fernanda por aquella navidad —dijo de manera tímida.

—No nos dimos cuenta de que no perdíamos una hija, sino que íbamos a ganar una nueva —comentó el señor Lowllet —. Lo sentimos de verdad.

Se mostraba muy apenado y arrepentido

—Discúlpanos por haberte dado la espalda cuando más nos necesitas, perdona que hayamos sido unas pésimas personas —melancolía líquida se manifestó en sus rostros —Ven pequeña...Astrid.

Astrid estaba en silencio, veía a sus dos padres con lágrimas en los ojos, pero a la vez se mostró feliz, escuchando a sus progenitores disculparse por lo que habían hecho, como estaban abriendo sus brazos a ella nuevamente.

Sin titubear fue hacia ellos abrazándolos mientras los tres comenzaron a llorar pidiendo perdón los unos a los otros.

Fernanda solo pudo sonreír ante ello, era feliz al ver que por fin después de tanto tiempo habían podido hacer las paces con su amada hija los señores Lowllet, que todo estaba en el pasado y que ellos habían cambiado para bien, la llenó de júbilo.

Se separaron para que Fernanda llevará a la pequeña a donde estaban ellos.

—Mi amor, ellos son tus abuelos, Kramer y Elisa —dijo Astrid aún con algunas lágrimas en su rostro.

Sus abuelos se acercaron a ella, pero la niña no los esperó y se movía hacia ellos para abrazarlos.

—¡Qué bien! Tengo más abuelitos.

Esto hacía que los señores Lowllet rompieron en llanto, abrazando ellos la hija de su amada primogénita, tenían a la pequeña Annie en sus vidas y esto los hizo sonreír.


Astrid se dirigió hacia Fernanda abrazándola de la cintura hundiendo su rostro en el pecho de su amada

—Gracias por hacerme entrar en razón amor —susurró la gótica sollozando.

La bajista solo acarició el cabello de su amada novia mientras besaba su coronilla

—Me alegra verte feliz mi reina, créeme que amo verte llena de vida.

—Fernanda —dijo el señor Lowellet acercándose a ella —. ¡Gracias!

Extendió su mano a lo cual sorprendida y sin dejar de abrazar a su amada novia la tomó con una amplia sonrisa.

—¡No tiene nada que agradecer señor! La felicidad de Astrid y Annie son mi prioridad en la vida, siempre buscaré lo mejor para ellas créame.

--Hija, tienes una pareja, una mujer que es oro puro...no la dejes ir —sonrió el patriarca viendo a su hija quien seguía abrazando a su novia como un pequeño koala.

—No lo volveré hacer papá, no cometeré ese error de nuevo.

—¿Quieren comer? —preguntó la madre de Astrid sonriendo a su hija y nuera.

—¡Si abuelita si quiero comer con ustedes! —decía brincando la pequeña tomando la mano de la madre de Astrid

—Annie con cuidado no vayas a lastimar a tu abuela —dijo Fernanda acuérdate que hablamos de tocar a las personas sin que ellos te dejen.

—No te preocupes Fernanda, es mi hermosa nieta que quiere comer —dijo la señora Lowllet mientras cargó a su la pequeña llevándola a la cocina donde estaba la comida.

Todo era júbilo en ese momento, las chicas ayudaron poniendo la mesa, mientras que los señores junto con la niña comenzaron a servir los platos llevándolos, poniéndolos en medio para que cada quien se sirviera lo que quisiera.

Al sentarse todos comenzaron a comer animados en una gran platica.

—¿En qué están trabajando? —cuestionó el padre de Astrid.

—Voy a entrar como ilustradora en Sony —dijo sonriendo Astrid.

—Yo soy jefa de la sede general de la costa oeste de Sony —sonrió Fernanda.

—Entonces les va muy bien, me alegra que hayan cumplido su sueño — mencionó la madre de Astrid hacia la bajista.

Astrid observó a su alrededor mientras los demás hablaban animados y se sentía realizada, todo estaba cayendo en su lugar...su vida era perfecta 

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