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Trazo #29: We The Kings - Skyway Avenue

'Cause if you jump I will jump too
We will fall together from the building's ledge
Never looking back at what we've done
We'll say it was love
'Cause I would die for you on Skyway Avenue

Celebraron la contratación de Astrid de manera animada, entre las tres, una noche de películas pidiendo comida chatarra, pero todo esto fue para el viernes de esa misma semana ya que Annie tenía que seguir yendo a la escuela.

Tenía muy contenta a la chiquilla que el viernes en la tarde iba a pasar mucho tiempo estando con sus dos mamás, ella adoraba mucho esos momentos con ellas, compartir cosas que amaba con Astrid y Fer era para Annie lo mejor del mundo.

Hoy sin embargo Astrid había elegido una pelicula que podría gustarle a su pequeña.

Estaban todas en la sala viendo la película de "Moana", la cual le había fascinado a la pequeña, y les pidió durante el filme ir a la playa, quería conocerla.

Esto cayó como anillo al dedo ya que Astrid y Fer pensaban llevarla a Florida en el puente de día de acción de gracias, sería el momento perfecto para darse ellas una escapada de su vida cotidiana del trabajo tanto en la casa como en la oficina.

—Mañana vamos a ir a conocer a una persona muy importante para mamá Fernanda, ¿ok Annie? —dijo Astrid a su hija mientras se terminaba la película.

—¿A quién iremos a ver mamis? —la pequeña las volteó a con aquellos vivarachos ojos grises.

—A tu abuelo por parte de Fer.

—¡Wiiii! ¡Conoceré a mi abuelito! —brincó de arriba para abajo la pequeña con una amplia sonrisa en sus labios.

Fernanda se sintió feliz por cómo la niña reaccionó al plan, esto la hacía sentirse más llena con su familia, era todo lo que había deseado en su vida.

Recuperó algo que fue arrebatado de ella. Ahora podía darle todo tipo de amor incondicional a su pareja y a su hija, nunca se imaginó esto. Si se lo hubieran dicho hace cinco años que amaría a una chica como Astrid y que esta tendría una hija a la cual adoraría, se hubiera burlado de ello. Sin embargo, ahora, las dos féminas se habían hecho el centro de su universo.

—Pero...

Hubo duda en la voz de la niña captando la atención de la pareja.

—¿Qué pasa Annie? —la veía Fernanda poniéndose de cuclillas frente a ella.

—¿Es que solo conoceré a mi abuelito? —preguntó la pequeña.

—Aja, ¿está mal eso amor? —alzó la ceja Astrid sin entender bien el punto de su hija.

—No mami, pero ¿por qué solo a él y no a mi abuelita?

Esto no se lo esperaba Fernanda, quien se tensó con un pequeño dolor en su corazón por la ausencia de su madre desde hace ya casi 9 años. No dejaba de doler, la extrañaba todos los días, y daría lo que fuera porque ella estuviera viva para que viera a su nieta.

Astrid se puso de cuclillas igual con las dos chicas, abrazó a Fernanda quien estaba peleando para que no se le salieran las lágrimas.

—La mami de Fer ya no está con nosotros. Ella se fue hace mucho tiempo a un mejor lugar —dijo la gótica acariciando el rostro de su hija —, podemos ir a visitarla a otro lugar, lo haremos eventualmente por qué mamá Fernanda tiene que ir a verla.

Todo esto se lo comentó con mucho tacto a su hija sin dejar de abrazar a la bajista.

—Ok mami —respondió la pequeña sin en verdad entender.

—Ahora vamos a que te pongas tu pijama mientras que mamá Fer recoge las cosas —dijo la chica —. Dale las buenas noches a mamá.

La pequeña no se le decía dos veces para correr a los brazos de Fernanda quien a pesar del dolor abrazó de manera tierna a la pequeña dándole un beso en la frente.

—Descansa preciosa.

Sus chicas se fueron mientras ella comenzó a recoger todo, guardando los snacks que no habían consumido en bolsas ziploc, para después empezar a lavar los trastes.

Unos veinte minutos después en lo que estaba acomodado las cosas Fernanda, Astrid llegó abrazándola por la cintura besando su hombro.

—¿Estas bien princesita?

—Si amor todo bien, solo un poco de nostalgia —sonrió la bajista mientras volteaba a ver a su amada.

—¿Quieres que llevemos a Annie a la tumba de tu mamá? —preguntó su novia sin quitarle los ojos de encima.

—Sería algo lindo, claro sólo si tú lo aceptas princesa de la noche —frotó su nariz con la de Astrid.

—Por mí no hay problema alguno, eso lo sabes amor —le dio un pequeño beso en la nariz.

—Si quieres vamos la próxima semana. Esta iremos con mi papá y con tus padres.

—Me da miedo ir con mis papás —susurró Astrid.

—Lo se amor, pero al menos hay que cumplir con nuestra parte, si ellos aceptan a la niña o no es cosa de ellos no de nosotros —rozó sus labios tiernamente con los de ella.

Astrid deseaba el beso, sentir sus labios ser tocados por los de Fernanda la hacían querer más, pareciera como si fuera la primera vez de ambas besándose, se añoraban tanto, como si buscaran recuperar todo el tiempo perdido durante esos cuatro años lejos la una de la otra.

—Gracias por siempre amarme Fer —musitó Astrid sin esperar nada la jaló hacia ella y la comenzaba a besar, sosteniendo su rostro con sus manos pegándole más a ella —Te amo Lancaster.

La bajista bajó sus manos hacia el trasero de la chica para alzarla y con ella ponerla contra la mesa de la cocina donde la gótica se sentó, sin despegar los labios de su amada a la par de que le quitó la playera a Fernanda, dejándola solo en un bra negro transparente al mismo tiempo de que la músico comenzó a besar el cuello de su amada ocasionando que esta enrollara sus piernas a su cadera.

—¡Me fascinas! —exclamó Fer.

Eran envueltas en una ola de placer, que las llevaba al zenit del cielo.

A la mañana siguiente las chicas ya estaban levantadas alrededor de las nueve.

Preparadas para poder ir a casa del suegro de Astrid, a la pequeña la habían vestido como Blanca Nieves, estaba lista para conocer a su abuelito.

Astrid se había arreglado con unos jeans negros a la cadera, con una blusa abotonada blanca, sus flats y con una ligera capa de maquillaje con sombra negra en sus ojos, mientras que Fernanda optó por un look más AH DOC a ella, con unos jeans azules, una playera de "Atilla" y sus DC oscuros favoritos con una gorra de cola de visera plana de "Batman"

Se subieron al carro para iniciar su viaje.

—¿A qué hora quedaste con tus papás amor? —preguntó la azabache.

—Acabe confirmando que a las cuatro de la tarde para comer con ellos — contestó intranquila Astrid.

—Perfecto amor, nos da tiempo suficiente para todo.

—Si...lo sé —se escuchó la duda en los labios de la gótica.

—Si no quieres que vayamos no vamos amor...no quiero que te sientas mal —la vio de reojo.

—Amor tenemos que hacerlo, llevo...cuatro años sin ver a mis padres...— menciona Astrid.

—¿Tan mal estuvo la pelea? —cuestionaba Fernanda, aunque por lo del restaurante suponía que sí.

—Pues...de puta no me bajaron —una lagrima se le escapó a la dibujante.

—No lo tomes a mal amor, pero no me sorprende mucho de tus padres —dijo Fer —, después de lo sucedió en navidad en la universidad, ya nada me sorprende de ellos.

—Lo sé amor, créeme que a mí tampoco me sorprendió.

Llegaron a casa del padre de Fernanda, bajaron a la pequeña Annie cargándola Astrid y la maleta esta Fernanda, para acercarse a la puerta de su antigua casa, haciendo sonar la campana.

Después de unos cuantos minutos se abrió la puerta mostrando una mujer blanca de cabello negro y ojos cafés oscuros, con un delantal puesto y quien las recibía con una amplia sonrisa.

—Fernandita, ¡Qué gusto de verte! —la señora abrazó a la pelinegra.

Astrid había escuchado de esa persona, la nueva pareja del señor Lancaster.

—Carrie, ¡qué gusto verte de nuevo! —sonrió la exbajista —. Mira te presento a mi pareja, Astrid.

Señaló a la gótica quien sonrió dándole la mano.

—Un gusto, Carrie Lancaster, he escuchado maravillas de ti Astrid, mi esposo habla con gran estima de tu persona...pero que grosera soy ¿Esa princesa quién es?

Vio a la pequeña Annie.

—Soy Annie Fernanda, me puso así mi mami Astrid por mi mami Fer —contestó señalando primero a la gótica y después a la chica con expansiones.

—Aww ¡Eres una lindura pequeña! ¿Cuántos años tienes? —preguntó la madrastra de Fernanda.

La pequeña solo alzaba su mano mostrando sus cuatro deditos.

—Ya casi tengo así —mostrando después cinco.

—Eres una lindura —dijo Carrie.

—¿Escucho a mi hija y a mi hermosa nuera allá afuera?

Era la voz del señor Lancaster.

—Hola papi —dijo Fernanda mientras Carrie dejaba pasar a las chicas con la nena.

La bajista abrazó a su papá

—Te extrañe mucho papito —musito la gerente de ventas.

—Y yo a ti mi pequeña —besó la frente de su hija –Me alegra que estes de regreso a Boston

Volteó su mirada hacia Astrid sonriendo de gran manera.

—Hermosa Astrid, te ves preciosa —sonrió el señor Lancaster viendo a su nuera nuevamente después de cuatro años —¿Y esta debe ser Annie?

Afirmaba el padre de la bajista mientras se ponía de cuclillas enfrente a ellla

—Soy Tu abuelo Anthony —le sonrió a la pequeña mientras está volteó a ver a sus madres las cuales asentían.

—¡Abuelito!

Se lanzó a sus brazos sonriéndole mientras que el papá de Fernanda la recibía poniéndola contra su pecho sonriendo

—Su hija es un ángel chicas —la cargó mientras que la chiquilla se acurrucaba en el hombro del señor Lancaster.

Se movieron a la mesa del comedor, todos guiados por el abuelo con su nieta en brazos, donde encontraron que ya la mesa estaba puesta, incluso había una periquera para alzar a la pequeña Annie, donde era sentada en medio de Astrid y Fernanda.

En la mesa había todo tipo de platillos, desde hot-cakes, tocino, salchichas, jamón, wafles y demás, con dos grandes jarras de jugo uno de uva para Astrid y uno de naranja para la músico.

El señor aún recordaba los gustos de sus hijas.

—¿Cómo les ha ido chicas? —preguntó Anthony mientras mordía un pancake.

—Bien papá, compre la casa que me recomendaste, me alcanzó con lo de la venta de la otra y pudimos empezar amueblarla a gusto de Astrid —sonrió la pelinegra.

Ese había sido un plan con maña de Fernanda, preguntarle a la gótica que tipo de sillones y demás le gustaban de varias revistas y de ello sacó los muebles de la casa.

Astrid se dio cuenta, pero no dijo nada, estaba muy agradecida.

—¡Me alegra! Tengo tiempo sin saber de ti Astrid, no sabes cuanta falta hacías en esta casa, dime ¿Qué has hecho? ¿A qué te dedicas actualmente?

—Estaba dando clases en la primaria publica de los suburbios pero lo deje hace unos meses y voy a empezar a trabajar en Sony como ilustradora.

—¿Cuándo nació la pequeña?

—El veinticinco de agosto señor.

—Esto fue derivado del engaño de Fernanda ¿Verdad? —cuestionó el señor.

Astrid no entendía que estaba pasando y solo volteó a ver a su amada novia quien asentía.

—Si pa, fue que ella empezó a salir con un chico, cuando yo la engañé con una de las fans en la batalla de las bandas, fui muy estúpida...ella conoció a otro chico que pensó que era buena persona, pero la dejó sola —la bajista se veía muy serena.

—¡Seguiré muy enojado contigo Fernanda! Tuviste un error grave, parece que nunca te enseñé bien a respetar a tu pareja...--señaló de manera severa el señor Lancaster.

Astrid no entendí lo que pasaba, por lo poco que captaba Fernanda se había culpado por lo de su separación argumentando que ella había engañado a Astrid en el día de la batalla de las bandas, lo cual no era para nada verdad.

—Lo sé papá fue estúpido de mi parte, no volverá a pasar jamás —sonrió.

El sólo asintió

Astrid buscó como distraerlo del regaño que le daba a Fer.

—¿Usted se volvió a casar? —preguntó la gótica.

—Si hija, conocí a Carrie hace dos años, mientras estaba en un viaje de negocios y fue amor a primera vista. Empezamos a salir y a los seis meses nos casamos, para que después se viniera a vivir aquí —sonrió el señor.

—Eso es maravilloso señor, me alegro mucho por ustedes.

—Gracias cariño —dijo Carrie sonriéndole a la gótica.

Continuaron platicando, hablando del día a día de las chicas y del señor, la atmosfera era muy relajada y la felicidad era palpable.

—Te doy las gracias Astrid, por haberle dado una nueva oportunidad a Fernanda — dijo el señor Anthony —Gracias por aceptarla, espero que jamás vuelva a fallar.

Fernanda asintió divertida.

—Jamás la volveré a lastimar —aseguró la bajista. 


Nota de autor:

¿Qué les está pareciendo?

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