Trazo #27: Inflames - Stay With Me
I don't know if you're ready
You should see where I have been
I don't know if you're ready
And I don't know where to begin
Astrid seguía muy feliz con su triunfo en el concurso de ilustraciones para Sony, jamás había ganado algo por dibujar, pero ahora lo había logrado, se sentía en las nubes y no podía dejar de sonreír por ello.
Más aparte de que Fer la felicitaba a cada rato por esa gran victoria, asegurándole que dibujaba excelente, lo cual no era mentira, Astrid tenía un talento nato en poder captar las cosas, incluso parecía que les daba vida.
Lo que de igual manera tenía muy feliz a Astrid era su cita que tenía en Sony, para su entrevista ya que uno de los premios del concurso era poder trabajar ahí cómo ilustradora de portadas, el dinero ya se lo habían depositado a su cuenta, ya sólo faltaba la contratación. Eso la tenía si bien contenta, la preocupación se llegaba a manifestar en ella.
¿Y si no era tan buena?
Esto se lo dijo a Fer quien sólo la abrazo y le dijo que era perfecta, que se merecía eso y el universo.
Por su lado Annie siempre presumía que sus mamás eran las mejores de todo el mundo, una dibujaba cosas hermosas y la otra hacía musiquita, eran unas grandes artistas, haciéndola sentir orgullosa a la pequeña.
La grabación del primer EP de Beyond The Light avanzaba sobre ruedas, las tres canciones que habían elegido los chicos para hacer su demo de tres canciones estaban listas, El Guardian Del Duat estaba previsto para ser lanzado a mediados de año, entre junio y julio, para así poder también estar en su primer concierto, el cual estaba organizando Fer con Sony.
Astrid amaba mucho a la músico y siempre buscaba tenerla feliz, ya sea preparando siempre sus platillos favoritos, buscando que estuviera cómoda y sobre todo estando al pendiente de los horarios de su medicina. Tenía alarmas que le avisaban siempre que pastilla le tocaba, no se le pasaba ni una sola vez.
A la par de que Fer igual siempre estaba atenta a todo lo de la gótica, más con sus cosas de la doble A.
La vida de ambas era perfecta y el amor que se tenían la una por la otra era muy diferente al de la universidad, más maduro, sin celos, ni mentiras.
La bajista iba entrando a la casa, siendo recibida por Astrid y Annie, las dos muy contentas de ver a la chica.
—¡Mami Fer! —exclamó la pequeña.
Se abrazó a sus piernas a la par de que Astrid tomaba la mochila de la bajista para guardarla donde iba, en un pequeño closet cerca de la puerta donde sólo la agarraba Fernanda cuando ya se iba a trabajar.
—¡Hola preciosa! ¿Cómo te fue hoy en la escuela?
—¡Bien! Hoy ya pude leer una parte largota del libro, me felicito la maestra —sonrió muy orgullosa de sí misma.
Habían estado practicando la lectura, Fernanda alzó la vista y Astrid sonrió confirmando lo dicho, las dos estaban muy orgullosa de lo lista que era Annie.
—¡Muchas felicidades mi cielo! —la cargó Fer —, estoy muy orgullosa de ti.
La pequeña se acurrucó en el cuello de la bajista y caminaron hacia la cocina.
—¿Tú cómo estas, amor? —cuestionó Astrid.
—Muy alegre de ya estar acá con ustedes, las extrañe mucho —sentó a la pequeña en su silla para comer.
Se acercó a Astrid y le dio un pequeño beso en los labios haciendo sonreír cómo boba a la gótica un poco.
Las tres se sentaron a comer, habiendo hecho sopa junto con carne de pollo marinada y ensalada cesar la dibujante, platicaron de su día a día, contándole Astrid a Fer que había ido Emily, que cada día se veía más grande su panza y estaban todos felices de que se avecinaba otro pequeño.
—Robert está muy emocionado también, dice que está manteniendo un calendario tachando los días para saber que se acerca cada vez más el bebé —rió feliz Fernanda.
—Si, nos lo contó Emily igual. Robert está eufórico, y el brillo que tiene ella jamás se lo había visto. Esto contenta por ellos.
Continuaron comiendo y conversando, hasta que terminaron, se fueron a ver la tele con la pequeña Annie. En punto de las ocho con treinta la llevaron a acostar mientras le leía un cuento Astrid, Fer estaba lavando trastes.
Al dormirse la pequeña la gótica se quitó su ropa, usando unos shorts y playera de tirantes, para después bajar a ver cómo iba Fer.
Se acercó a ella y la abrazó por atrás para darle un pequeño beso en su brazo.
—¿Cuánto te falta cariño?
—Ya casi acabo —sonrió Fer.
Astrid se le ocurrió algo, se puso a lado de ella y tomó un poco de agua para echársela a Fer en la cara.
Esto agarró desprevenida a la bajista, pero no pudo evitar reírse.
—¿Así que esas tenemos?
Le echó agua a Astrid con la manguera rociadora tomándola desprevenida.
—¡Fernanda! —se carcajeó Astrid.
Las dos empezaron a tener una pequeña guerra de agua hasta que de alguna manera Fer había acorralado a Astrid contra la barra de la cocina a escasos metros de ella.
Bajó su mirada y vio cómo se transparentaba la playera de la gótica dejando ver sus erguidos pezones, esto la excitó mucho.
—¡Vaya señorita Astrid! —se acercó a sus labios mientras pegaba más su cuerpo al de ella.
La gótica tragó saliva, sintió una liguera humedad en su entrepierna y no era por el agua.
—¿Qué paso Fer? —dijo con apenas un hilo de voz.
—Tan hermosa qué es y me vuelve loca con esa playerita.
Sin previo aviso la bajista atacó el cuello de su amada dándole pequeños besos y roces, haciendo que Astrid la abrazara, pegándole más a ella entrelazando sus dedos a su cabello.
—Fer...—gimoteó la chica.
Ella sólo continuó con el asaltó al cuello de su amada, dando pequeños mordiscos que se ganaban un ligero suspiro de su novia.
—Sigue así princesita —ya había rodeado también las piernas alrededor de las de Fer, se moría de la excitación.
En un fluido movimiento la músico la levantó, colocándola sobre la barra de la cocina, donde siguió con sus acciones.
Fernanda movió sus manos hacia la playera de Astrid quitándosela de manera lenta, dejando en toda su gloría su pequeño, el cual le fascinaba, siendo una de las partes del cuerpo de Astrid que más le gustaba, siendo más grandes de lo normal, la volvía loca.
La bajista atacó el pecho de su amada tomando uno de sus pezones en su boca para lamerlo y succionarlo de manera lenta y tortuosa, ganándose pequeños gemidos incoherentes por parte de la gótica.
—Sigue Fer...¡se siente tan bien! —exclamó.
La azabache de manera lenta bajó su mano hacia el sexo de su amada, para rozar la entrada con uno de sus dedos, haciendo que la dibujante dejara salir un gemido
—¡Fe! ¿Aquí? —preguntó Astrid, pero rodó los ojos hacia atrás al sentir un segundo dedo introduciéndose en su monte venus.
—¿Por qué aprietas tanto amor? —susurró Fernanda.
La gótica se sonrojo, mientras se alzó un poco y se quitó su short, sintiendo el frio de la barra en su trasero.
—Por qué tu toque me vuelve loca.
La chica se agarró de los hombros de la bajista mientras esta misma introducía ahora tres dedos dentro de la gótica, obligándola a ahogar un gemido para no despertar a Annie.
Fer sin previo aviso comenzó a bajar por el cuerpo de su amada dejando pequeños trazos de besos sobre su piel, que parecían quemar a la gótica. Tenía mucho tiempo sin tener una excitación de esta manera.
Al llegar a su centro, la azabache se posicionó sobre sus pliegues y comenzó a lamer y saborearla, succionando su pequeño botón mientras introducía de nueva cuenta tres dedos en ella.
Ella entrelazó sus dedos sobre el cabello de Fernanda haciéndola pegarse más a su sexo. Se sentía en el nirvana en esos momentos, recordando que los orales de Fernanda siempre la hacían acabar muy satisfecha.
La bajista continuó con sus movimientos, de manera rápida haciendo que la gótica arquera la espalda, sintiendo un gran nudo en su estómago.
—Fer no pares...por favor, ¡estoy cerca! —gimoteó Astrid.
Esto motivo a la muchacha a continuar de manera rápida sus movimientos, haciendo que Astrid gimiera más y más con cada acción, hasta que la sintió temblar.
La gótica había tenido un gran orgasmo, su cabeza daba vueltas, parecía que estaba en un estado de excitación que la hacía ver las estrellas y luna ahí mismo.
Fer la estaba viendo con una amplia sonrisa y dio una lamida tentativa, haciendo temblar de nueva manera a Astrid.
—¿Te gustó?
—¡Cómo no tienes idea!
—Entonces prepárate.
La cargó y la llevó al cuarto donde la devoró tantas veces que en su orgasmo siete Astrid había dejado de contar.
La gótica yacía en el pecho desnudo de Fernanda, quien le hacía pequeños cariños en su espalda.
—Te amo Fer, más que nada en este mundo. Te quería preguntar algo, ¿Puedo¡ —cuestionó Astrid.
—Si claro.
La gótica había notado desde hace tiempo los tatuajes que llevaban su nombre y sus manos se detuvieron ahí, trazando la tinta que adornaba la piel de Fernanda.
—¿Cuándo...? —musitó la chica haciendo que su toque ocasionara que su amada temblará.
Apuntó a la letra en su cuello.
—Hace tres años, lo diseñe yo...quería algo para recordarte lo mejor fue plasmar tu nombre en tinta sobre mi cuerpo.
Astrid continuaba moviendo sus dedos por todos los nuevos tatuajes de Fernanda, un pentagrama en su hombro que aún no tenía manga, mientras que en el izquierdo su manga de demonios y el infierno, posteriormente veía su nombre en unas hermosas letras cursivas, y abajo un cuatro junto con el ever.
—¿Y este? —preguntó sin quitar su índice del tatuaje
—Hace un año. Me he marcado con tu nombre dos veces, soy solo tuya —susurró la chica tomando la mano de la gótica, moviéndola a sus labios para darle un pequeño beso haciendo que Astrid se estremeciera.
—¿Lo dices en serio? — Los ojos de la dibujante se humedecían, no podía apartar su mirada de ella.
—Lo juro por lo más sagrado para mí, eres el amor de mi vida.
Astrid sonrió y se acurrucó en su pequeño dejando salir un suspiro.
—Te amo princesita.
—Y yo a ti princesa de la noche.
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