Trazo #25: Mephisto Walz -In The Room That Love Exist
Tie me down with ropes of your hair
Sing to me the song of the throat
Try to cry out but tears resist
In the room that love exists
La música se escuchaba a gran medida dentro de aquel cuarto, una tonada lenta, pero a la vez lúgubre, aunado a una voz de mujer relajante cómo si de un ensueño se tratase.
Últimamente esa banda sonaba mucho en aquella habitación, Mephisto Walz.
Astrid estaba con el ceño fruncido en su estudio de dibujo, traía su delantal ya que estaba dibujando con colores pastel en gis, que a pesar de si poderse lavar y quitar de manera fácil, a ella no le gustaba ensuciar su ropa y menos si eran prendas que le había regalado Fernanda.
Analizó de pies a cabeza lo que había plasmado en esos momentos en la hoja de dibujo profesional. Usó varias de ellas por qué no le convencía el dibujo, le costó al principio un poco hacerlo, pero todo rindió frutos al final del sábado, donde pudo captar la idea principal de las bases.
Anubis mostrado cómo un dios supremo en una necrópolis muy similar al antiguo Egipto.
Se puso manos a la obra para hacerlo, pero le costó mucho hacerlo, si bien no era una idea difícil, ella quería por alguna razón que todo saliera bien, algo le estaba diciendo que esto era de gran importancia y no podía entregar cualquier cosa, y era parte de su enfoque, hacer el dibujo de la mejor manera posible.
Dejó de lado los colores después de haberle dado un tono dorado en el fondo donde se veía una cómo estructura piramidal, detrás de la oscura figura del dios de cabeza de chacal que era colosal en el dibujo.
La gótica estaba quedando muy satisfecha con su resultado, ya sólo le daba los últimos toques. Poniendo algunas sombras difuminando algunas estructuras que parecían casas o edificios antiguos de aquella época mítica del antiguo imperio egipcio.
Pero se alguna manera pudo captar también lo lúgubre del lugar, la desesperanza de un lugar de muerte, donde no sabías a donde irías, si a una mejor vida o a los mismos abismos.
Limpió un poco el lienzo donde estaba haciendo el dibujo, para que se viera mucho mejor.
La imagen mostraba con perfección lo que le habían solicitado para el concurso, sabía que esta sería la portada para algún tipo de grupo de metal, ya que incluso le pidieron hacer un alfabeto con cierto tipo de letra para que lo enviara por separado, que fue lo que hizo al principio y jugo un poco con la tipografía que había usado antes la banda de su novia, se sintió satisfecha con ello.
En ese momento se escuchó un ligero toque en la puerta de su estudio.
—Pase.
La puerta se abrió y observó que era Fernanda con Annie detrás de ella.
La bajista traía en sus manos una charola con lo que parecía dos sándwiches de jamón y queso, un vaso de jugo de uva aunado a una manzana picada.
La gótica apago la música en su celular.
—¿Cómo vas princesa de la noche? —preguntó Fer dejando la comida en uno de los escritorios libres.
La pequeña Annie camino hacia su mamá biológica y la abrazó feliz, aunque se manchó un poco.
—Mis amores, voy bien ya estoy dándole los últimos toques al dibujo. Ahorita que acabe les hago de comer.
—No te preocupes Astrid, ya le di de cenar a Annie y comí con ella, por eso te traje algo acá porque tú nos has ingerido nada de alimentos —comentó Fer señalando los emparedados.
—¿Pues qué hora es? —preguntó Astrid checando su celular.
Marcaban las diecinueve treinta dejando un poco sorprendida a la gótica.
—Perdónenme las dos, se me fue el tiempo con lo de la portada —se angustió un poco viendo a sus dos amadas chicas.
—Amor tranquila, entendemos que esto es muy importante para ti, yo estoy aquí para ayudarte en todo lo necesario, eso incluye cuidando a nuestra hija —se acercó a ella Fernanda y besó su frente mientras abrazó a Astrid con un brazo y acarició la cabeza de Annie.
—Si mami, mamá Fer me está cuidando mucho y enseñando muchas cosas para la escuela, amo estudiar con ella, es muy inteligente —sonrió la pequeña.
Astrid se sintió abrumada por todo y no pudo evitar derramar una pequeña lágrima de sus ojos. Por fin estaba obteniendo todo lo que ella había añorado con Fernanda, una familia y a pesar de aún sentirse un poco rara e incluso que no se merecía esto, ella buscaba dar el cien por ciento de su esfuerzo, algo que la bajista notó desde el primer momento que se volvieron a ver, más al nunca faltar a sus terapias de contra la adicción que había desarrollado hacia el alcohol.
Había estado sobria durante ya más de cuatro semanas y Fer ayudó en ello al no tener nada de bebidas de ese estilo en la casa, algo que no era difícil para ella, ya que no tomaba gracias a su ideología straight edge.
La músico estaba muy orgullosa de cómo se comportaba Astrid y del cambio radical que había tenido, la amaba con todo su ser.
—Las dos son maravillosas, ¿lo saben? —preguntó Astrid.
—Lo sabemos ¿verdad Annie? —sonrió la azabache —, somos perfectas.
Annie asintió mientras chocó su pequeño puño con el de su mamá Fernanda.
Astrid dejó salir una pequeña risita mientras se sentó a comer lo que le había traído su amada, ella amaba lo que Fer cocinaba siempre por más mínimo que fuera, siempre se lo dijo, tenía un don para la cocina.
—¿Si hiciste toda tu tarea Annie? —preguntó Astrid viendo a su hija.
—Si mami, mamá Fer me ayudo, por fin le entendí a las restas.
—Me alegro mucho por eso cariño, tú eres una niña muy inteligente —sonrió la gótica.
Continuó comiendo y platicando con ellas, estaba muy contenta de ver cómo Fernanda había creado un gran vínculo con su pequeña hija, su corazón estaba desorbitado al ver eso.
Todos sus miedos a que la rechazara se habían esfumado por completo, entendió que la bajista amaba a su hija como si fuera la suya, no podía agradecer esto de ninguna manera, todo era mágico.
Cuando termino la pequeña Annie se levantó de su silla.
—Ve a prepararte para bañarte pequeña, acuérdate que mañana nos vamos un poco más temprano porque tengo que ir a la oficina a hacer unas cosas —dijo Fernanda, siendo que ella era quien siempre iba a dejar a la pequeña a la escuela.
—Si mamá Fer.
Con ello se acercó a su madre y le dio un pequeño beso en la mejilla.
—Ahorita te alcanzó mi niña, sólo doy unos últimos toques y termino —sonrió Astrid.
La niña asintió y salió del lugar.
—¿Te falta mucho, princesa de la noche? —preguntó Fer mientras que la acorraló a uno de sus escritorios sintiendo la proximidad de sus cuerpos.
Esto calentó un poco a Astrid quien jaló de su novia de la playera y capturó sus labios, dándole un apasionado beso donde se devoraban mutuamente.
—Sólo un poco más y voy contigo amor, escaneo y lo mando —susurró contra sus labios.
—Perfecto, tengo muchas ganas de estar contigo —le susurró contra su oído la bajista haciendo que la piel de Astrid sintiera muchos escalofríos.
Fernanda le dio un pequeño beso en el cuello haciéndola gemir, la gótica sintió débiles sus piernas.
—Te amo Astrid, te espero en nuestro cuarto.
Con ello se volteó Fer y se fue no sin antes voltearla a ver y guiñarle su ojo izquierdo.
Astrid tuvo que concentrarse y mantener su autocontrol para no ir en busca de su amada y dejar que la hiciera suya, debía enfocarse en su dibujo.
Poniendo todo de lado, continuo con lo que le faltaba, enfocándose en difuminar las sombras de la ilustración, para poderle dar ese toque lúgubre y tétrico que buscaba darle.
Después de lo que parecía una media hora más había dado los últimos toques a la ilustración, la limpio de cualquier imperfección y la escaneó en el equipo de cómputo que le había regalado Fer junto con él estudio.
Al ya tenerlo en el formato solicitado, la gótica lo mando a la dirección de correo de un tal Alastor con las bases del concurso llenadas.
Apagó la computadora y recogió sus cosas dejando todo limpio en su santuario.
Al salir del estudio, la estaba esperando Fernanda con una sonrisa en sus labios.
—¿Nos bañamos juntas?
Esto sonrojó a Astrid pero asintió, viendo cómo Fer abrió sus brazos y ella saltó a los mismos enrollando sus piernas a la cintura de su amada.
—Te amo muchísimo Fer, eso jamás lo dudes.
—Lo sé cariño, créeme que con cada cosa que haces por nosotros me doy cuenta que jamás me arrepentiré de nada de nosotros —comenzó a caminar con cuidado hacia el cuarto de ambas.
Entró por el umbral cerrando la puerta detrás de ella.
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