Trazo #22: Pale Waves - She Is My Religion
She's cold, she's dark, she's cynical
She's forever angry at the world
She's no angel, but she is my religion
Always finding ways to numb the pain
She's mad and she will never change
She's no angel, but she is my religion, religion
La relación de Fer con Astrid había sido celebrada por sus amigos, ellos estaban ya esperando a que las dos decidieran dar el paso de regresar, así que cuando les avisaron que ya eran oficiales, quisieron hasta celebrarlo.
Por obviedad las chicas no los dejaron, mencionando que con que ellos supieran y estuvieran felices eso las ponía contentas a ella.
Alguien quien también estaba muy feliz era Annie, toda esa semana estuvo presumiendo en su escuela que tenía dos mamis que eran hermosas y muy buenas en lo que hacían, Fer en la música y Astrid en hacer dibujos como ella decía.
Por su parte Astrid se sentía muy feliz, su corazón ya estaba tranquilo, más al saberse a lado de Fernanda, que su hija estaba a salvo y que sus sentimientos habían sido correspondidos de nuevo. No podía evitar mostrar siempre su sonrisa y más cuando estaba a lado de la bajista.
La músico era la que más feliz parecía de todos, diario llegaba con un ramo de flores para la gótica y alguna golosina para Annie, quienes siempre la recibían del trabajo con la comida ya cocinada, la tele lista en alguna película de Disney y las mesas puestas en la sala para que comieran las tres.
Era una vida soñada para el trio, estaban en el cielo.
Lo que si había notado esta Fernanda era la escases en la ropa de Astrid, comparada a cuando estaban juntas en la universidad la gótica, no tenía gran cosa, algunos pantalones de vestir, dos de mezclilla, tres pareces de zapatos, y a lo mucho, dos vestidos, mientras que Annie si bien tenía un poco más de ropa, era inaceptable que fuera tan poca, siendo que Astrid lavaba cada dos días.
De igual manera, odiaba que Astrid hiciera las tareas de la casa, por ende, comenzó a buscar a una persona que les ayudara, lo que menos quería es que la gótica no tuviera tiempo para hacer sus obras de arte, sabía que era algo que la llenaba mucho y sólo quería que estuviera feliz.
Fernanda salió de bañarse mientras que ya había escuchado que Astrid estaba abajo preparando el desayuno. Era sábado por la mañana y tenía pensado llevarlas de compras.
No les había dicho nada porque sabía que se iba a oponer, así que lo planeó como una sorpresa, más otra que tenía ya en su cartera que la ayudaría a cuidar más de la gótica y su hija.
Se salió de bañar y se vistió con unas simples bermudas, tenis y una playera de alguna banda de metal junto con una gorra de víscera plana.
Bajo y vio a Astrid y a Annie ya listas, ambas vestidas para salir a pasear con ella, el corazón de la bajista estaba volando, no podía creer que tuviera una familia tan maravillosa, de verdad las adoraba.
—Buenos días a mi reina de la noche y mi princesa —sonrió al entrar a la cocina.
Las dos chicas voltearon y Annie corrió a abrazarla.
—¡Mamá Fer! Te quería despertar desde hacer rato —suspiró la pequeña.
—¿Y por qué no lo hiciste mi niña? —alzó la ceja Fernanda mientras se acomodaba una de sus expansiones que se había descuadrado cuando recibió el abrazó de Annie.
—Mamá Astrid no me dejo, me dijo que tenías que descansar —dijo un poco triste.
La gótica estaba riendo un poco y rodó los ojos mientras que Fer se acercó a ella, dándole un pequeño beso sus labios.
—Hay que hacerle siempre caso a tu mami, vida mía, ella te quiere mucho y te dice las cosas por algo ¿ok? —comenta Fer.
—Si mami Fer, así lo haré siempre.
Con ello la chiquila se sentó en la mesa de la cocina mientras Fernanda sacó los platos para servir lo que había hecho Astrid.
—¿Cómo durmió mi reina de la noche? —preguntó.
—Excelente, eso de escaparme a tu cama y que me abraces a mitad de la noche me recuerda a cuando vivíamos en la casa de tu papá —sonreía la gótica.
—Esos eran excelentes momentos, me fascinaban —señaló Fer.
—Eran muy entretenidos —le guiñó el ojo Astrid.
—O sí que lo eran, más cuando te sentabas en mi cada, amaba cómo me hacías devorarte —susurró Fer en su oído.
Astrid dio gracias que estaba agarrada de la barra de la cocina si no sus piernas se hubieran vencido.
Eso pequeños desplantes tan dominantes que tenía Fer con ella la hacían perder la cordura, más cuando le recordaba de sus aventuras sexuales de la universidad, las cuales añoraba por repetir muy pronto con ella.
Sirvieron de comer y desayunaron las tres platicando de cómo les había ido en la semana, notando que Annie estaba muy feliz en su nueva escuela, donde le enseñaban cosas más interesantes, según ella, que en la otra escuela fea.
Astrid estaba muy agradecida de lo que estaba haciendo Fernanda, preocuparse por la educación de Annie.
A las once salieron de la casa ya listas para pasar el día juntas.
Fer manejo hacia el centro comercial que frecuentaban cuando eran estudiantes de universidad, sabía que muchas de las tiendas favoritas de ropa alternativa de Astrid estaban ahí.
Al estacionarse y bajarse Annie tomó la mano de sus dos mamás y entraron al mall.
—¿Necesitabas comprar algo princesita? —preguntó Astrid.
—Si, ropa para ustedes —dijo de manera tranquila Fernanda.
Esto hizo que la gótica volteara a verla muy sonrojada.
—No Fernanda, no puedo dejar que hagas eso —comentó.
Fer la volteó a ver, sus ojos eran serios, pero cálidos a la vez.
—No recuerdo haberte pedido permiso para ello amor —le guiñó el ojo.
De nuevo Astrid no pudo decir nada, no quería negar que si buscaba poder tener más ropa como antes, pero no a expensas de alguien más.
—Y no quiero que te sientas mal por esto reina de la noche, estoy aquí para cuidarlas y para mí es algo que me llena de felicidad poder hacerlo —sonrió la bajista.
Astrid entendió mucho la postura de Fernanda, ella estaba cuidándolas y dándoles todo lo que podía, quería tenerla feliz en todo aspecto.
Empezaron a ir a las diferentes tiendas, primero de niños, donde comenzaron a ver pequeños outfits y zapatos que le gustaban a la niña, cómo juguetes que había querido desde hace mucho tiempo aunado a libros que buscaban entre ella y Fernanda, ya que tenían la costumbre de leer antes de dormir.
La pequeña estaba fascinada con todas las cosas nuevas que tenía, más sus juguetes y libros.
—¡Gracias mami Fer! —dijo la niña abrazándola.
—A esto te lo regaló mamá Astrid también, dale las gracias a ella también amor mío —dijo Fernanda.
La gótica sintió cómo su corazón se saltó un latido, le daba su lugar y la hacía quedar bien para su hija.
La niña volteó a Astrid y la abrazó de manera muy fuerte.
—Gracias mami hermosa —la jaló hacia abajo y le dio un beso en la mejilla.
Caminaron un poco más y la chiquilla se acercó a un pequeño juego de monedas, Fer la subió poniendo una, regresando al lado de Astrid.
—Gracia Fer, por ser tan buena con nosotros —comentó Astrid.
—Sólo cuido de mi familia, eso tenlo en claro —volteó
—Lo sé y te lo agradezco como no tienes una idea —se acercó y beso de manera tierna sus labios.
Fernanda respondió y sacó su cartera, para tomar de la misma una nueva tarjeta de crédito, dándosela a Astrid, quien quedó extrañada.
—Es una extensión de mi cuenta más grande, puedes disponer de ella cuando gustes o necesites ¿Ok? Y no quiero un no.
Astrid entendía las cosas y sólo sonrió.
—Gracias Fer.
—No hay de que princesa de la noche.
Astrid vio que tal vez sí, Fernanda era oscura muchas veces, pero para ella, era aquel lucero en la mañana, la estrella más bella en su firmamento.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro