Trazo #19: Motionless in White - Another Life
But I hate that it seems you were never enough
We were broken and bleeding, but never gave up
And I hate that I made you the enemy
And I hate that your heart was the casualty
Now I hate that I need you
La bajista caminó con Astrid en sus brazos, Annie iba junto a ella, y de manera inteligente tomó las llaves del departamento, se las guardo para poder cerrarlo, ya que iban al de Fernanda.
La pequeña estaba muy angustiada por el estado de su mamá, pero sabía que con Fer ahí no iba a pasar nada malo, ella siempre las cuidaba de cualquier cosa.
Entraron a la casa de Fer donde llevó volando a la gótica al baño, sentándola con la espalda a la bañera.
—Ven Annie —dijo la azabache.
La niña obedeció lo que dijo Fer y la llevó a la sala donde prendió la televisión y le puso una película que Disney.
—No te preocupes por nada pequeña, yo me encargo de esto.
Le sonrió, haciendo que Annie se sintiera más tranquila que antes, sabía que su madre estaría bien en menos de lo que cantaba un gallo, tenía mucha fe en Fernanda.
La muchacha se apresuró a ir con Astrid, entrando al baño y notó que seguía muy dormida. Alcanzó a oler el alcohol que se despedía del cuerpo de la gótica, detectó que había sido vodka por el olor, recordando que era la bebida que más le costaba controlar a la gótica.
—Tengo que bañarla —susurró la bajista.
Notó que sólo traía un pantalón de piyama junto a una playera de tirantes.
Accionó las llaves del agua para que se llenara la tina, templando el agua para que estuviera tibia, aunque se acordaba muy bien que a Astrid le gustaba bañarse con agua muy caliente.
Al ver que la bañera ya estaba a la mitad, se acercó a Astrid y la movió un poco.
—¿Reina? ¿Puedes oírme? —dijo Fernanda.
La movió un poco intentando despertarla.
No obtuvo respuesta.
La músico le quitó la playera dejándola en su brasier, sin embargo, no pudo evitar ver el pecho de la gótica, se acordaba que era más grande del promedio, pero no lo recordaba tan grande.
Esto la hizo sonrojarse un poco, pero se enfocó en poder ayudarla, bajo los pantalones de Astrid y posteriormente la cargó para meterla en la bañera, notando cómo el agua la iba haciendo reaccionar.
Los ojos de la gótica se iban abriendo lentamente, pero sus movimientos eran torpes al igual que su habla.
—¿Dónde estoy? —preguntó muy confundida.
—Tranquila Astrid, soy yo Fer, estamos en mi departamento, sólo te estoy dando un baño —la tranquilizó.
—¿Fernanda? —preguntó sin poderse enfocar —, pero tú te fuiste...tu no estas ya.
Parecía que la chica no se podía ubicar en la actualidad, se notó atrapada en el pasado donde no estaba Fernanda, incluso sus ojos se vieron apagados.
—Estoy aquí cariño, no tienes por qué estar mal —la azabache empezó con una jícara a echarle agua en la espalda.
Lágrimas se manifestaron en los ojos de Astrid, lloraba en silencio, algo que estaba destrozando a Fernanda, parecía atrapada en un bucle de dolor.
—No es real, ella se fue...es mi culpa, soy una estúpida.
Se le estaba haciendo pequeño el corazón, parecía que la gótica manifestaba todo el dolor de los años en aquellos momentos, la melancolía era palpable en el ambiente, se podía cortar con un cuchillo.
La azabache siguió echándole poquita agua con una mano mientras que con la otra de manera relajada y precavida acariciaba con la esponja de baño la espalda de la chica, bañándola.
—Es real Astrid, no tienes por qué temer, no volverás a estar sola, ni tu ni Annie.
Fernanda estaba teniendo mucha paciencia, le dolía el pecho y quería besar en esos momentos a la gótica, pero su prioridad era que estuviera bien.
—Te voy a echar tantita agua en la cabeza y cara ¿Ok?
Le aviso antes de hacerlo con extremo cuidado, algo que estaba haciendo reaccionar a Astrid, quien se enfocó un poco en los ojos de Fernanda.
—¿Qué haces aquí Fer? —preguntó desconcertada aún con una notoria alteración de alcohol.
—¿Pues que más? Cuidando a la mujer más hermosa del mundo —sonrió la bajista.
—Yo no lo soy, no valgo la pena —musitó aún con la torpeza marcada en su lengua.
—¿Y quién dice eso? —tomó su champú y se lo echó en las manos para ponerlo en la cabeza de la gótica.
Le talló la testa enredando sus dedos en el hermoso cabello de Astrid, quien cerró los ojos al sentir las manos de Fer sobre ella, dejó salir un suspiro, se comenzó a tranquilizar.
La respiración de la dibujante era tranquila, a pesar de que aún le daba vueltas la cabeza y sentía un poco de asco por el sabor del alcohol aún impregnado en su boca.
Fer le echó más agua en la cabeza limpiando el champú que le había puesto, notando que el agua la estaba relajando.
—Lamento por todo lo que te hice pasar Fernanda, no sabes cuanto me ha atormentado esto durante tanto tiempo —dijo Astrid apenas con una voz audible.
Fer no dijo nada, sólo optó por echarle más agua sobre la cabeza, quitando por completo el jabón.
—No sé qué hacer para mostrarte que ya no soy la tonta de antes, que dejé todo eso atrás, que me di cuenta de todos mis errores, de todo él mal que te hice, me duele pensar que falle cuando te prometí no hacerlo —las lágrimas dibujaban pequeños senderos silenciosos en las mejillas de la gótica.
Lancaster dejó salir un pequeño suspiro.
Ella ya no le importaba el error de antes de Astrid, sabía que las dos habían sido muy inmaduras durante su primera relación.
Y a pesar de que ella fue lastimada de una manera tan brutal, ya había dejado eso detrás de ella.
—Todos cometemos errores Astrid, eso fue hace cuatro años y ya no me importa lo que paso o dejó de pasar, sólo déjalo en el pasado —dijo Fernanda.
Sacó una toalla de su gabinete y ayudó a pararse a la chica, quien se apoyó mucho en ella para mantenerse en pie, se sentía aún mareada.
Sin importarle nada, Fer la cargó en sus brazos cómo si de una esposa se tratará, le daba igual si mojaba su ropa, su prioridad era tener bien a Astrid.
Caminó hacia su cuarto viendo que Annie, seguía viendo la película que le había puesto, dejándola muy tranquila.
Astrid se acurrucó en el pecho de la bajista, comenzando a jugar con el cabello de la azabache enredando tiernamente sus dedos en él.
—Gracias Fer —susurró —, eres un ángel.
Esto hizo sonreír a Lancaster.
Entraron a su cuarto y la puso en su cama con mucho cuidado y fue a su ropero, donde sacó una playera y unos shorts con unos pantis y se las dio.
—¿Por qué estaba así? —le preguntó Fernanda mientras se volteó mientras se cambiaba.
La gótica se cambió y dejo salir un suspiro.
—Me corrieron del trabajo —susurró.
Esto tomó por sorpresa a Fernanda, ella pensaba que estaba muy bien ahí, fuera del maldito que la acosaba.
—¿Qué paso? —cuestionó.
Astrid comenzó a relatarle todo lo que había pasado.
—No dejaron a Annie entrar al Kinder y su maestra me dijo que me buscaba el director, a lo cual fui a su oficina. Ahí me estaba esperando el, la subdirectora, Ryan más aparte los presidentes de los padres de familia.
Fernanda la escuchaba mientras salieron de su cuarto y bajaron un poco la voz para que Annie no escuchara.
—Este Ryan consiguió algunas fotos mías de los antiguos sets de OnlyFans y las liberó al chat grupal de la escuela donde estaban todos los maestros y padres de familia, por ello me corrieron por que daba mala imagen a la escuela —susurró la gótica.
Fer estaba cocinándole mientras ella le contaba las cosas.
—¿O sea tu pasado da mala imagen a la escuela, pero un puto acosador no? —dijo furiosa Fernanda.
—Es sobrino de la subdirectora, por eso es intocable —musitó Astrid.
Estaba regresando en sí, gracias al baño y a los tratos de Fer.
La músico le sirvió la comida a ella cómo a Annie, y la vio comer en silencio, dejo que se relajaran mientras las cuidaba.
Al terminar Annie regresó a ver la televisión dejando a las chicas solas.
—Hoy se quedarán conmigo —dijo la azabache —, y se mudaran conmigo.
Esto tomó por sorpresa a Astrid e intentó desviar la atención de ello.
—Tengo que empezar a buscar trabajo, sino no tendré donde vivir —dijo la gótica.
Lágrimas se estaban formando en los orbes de Astrid.
—Múdense conmigo, así dejan de pagar renta —repitió la azabache
La dibujante se levantó y llevo sus trastes al lavaplatos.
—¿Cómo crees Fernanda? Ya hiciste mucho por nosotras no puedo aceptar eso.
—Es que quiero yo poderles ayudar, no me gusta que tú y Annie se sientan solas y tengan que lidiar con esto sin apoyo —dijo Fernanda.
—No puedo aceptar eso, lo lamento —susurró Astrid.
Lo que jamás espero es que al darse vuelta tuviera el rostro de la músico a unos centímetros de ella mientras que la tenía acorralada contra el fregadero.
La gótica sintió como su visaje se tornó color tomate, más teniendo los penetrantes ojos cafés de Lancaster sobre ella.
—No te estoy preguntando eso, te estoy diciendo que tú y Annie se van a mudar conmigo ¿Entendido?
La voz de Fernanda era profunda y llena de imposición.
—No volverán a pasar ningún momento desprotegidas, eso se los garantizo.
La bajista se acercó a ella y rozó sus labios a los de la gótica.
—Eres solo mía ¿Ok?
La dibujante sintió como las palabras de bajista se marcaban en ella, sus piernas temblaron y su corazón se aceleró, se estaba dando cuenta de algo, en esta nueva relación, la dominante sería la bajista, no ella.
—Nos mudaremos contigo...—musitó la gótica.
Fer tomó la barbilla de la chica y planto un pequeño beso en sus labios.
—Así me gusta mi princesa de la noche.
La mente de Astrid era una tormenta, sin embargo su corazón y sentimientos estaban tranquilos después de cuatro años.
Sabía que había un futuro.
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