The lane is overcrowded
But the top is just for one
While the one is climbing
The rest are falling down
You climb, climb, climb, climb, climb
But the top is rising too
The track is getting longer

Fernanda se encontraba en su oficina después de haber dejado a Astrid y Annie en la escuela, tenía una junta muy importante sobre las tres bandas que querían para el festival que se acercaba en unos meses a la costa este de Estados Unidos.

Su equipo ya había contactado con las otras dos bandas, las cuales accedieron a estar en la disquera y más con una líder cómo Fernanda, de la cual ya se estaba hablando mucho en el ámbito empresarial y musical, ya que ella era excelente en todo lo que hacía en ese aspecto.

Esto también tenía muy felices a sus jefes, a la mesa directiva de Sony y a los inversionistas, ovacionaban una y otra vez al señor Mcallister al haber encontrado tan excelente elemento en el campo laboral.

El CEO de Sony tenía en una gran estima a Fernanda, siendo que la vio desarrollarse desde una secretaria, hasta lo que era ahorita, jefa de región y una de las más efectivas de la empresa, habiendo subido los porcentajes de ventas en su demarcación un setenta y ocho por ciento en menos de cuatro meses, consolidando así la costa este cómo la que más ingresos netos habían tenido en esos momentos, poniéndolos en la cabeza de las tres.

El señor Mcallister se encargaba del centro del país, fuera de Lawrence y Fernanda el no confiaba en nadie más, siendo una persona muy reservada, prefirió el llevar una región tan polémica como lo era esta.

Sabía que había elegido a su equipo de trabajo muy bien.

Alina entró al despacho de la azabache con dos folders.

—Jefa, BloodyFest y EvilStar ya mandaron firmadas todas las partes del contraro —le mostró.

Fernanda tomó los documentos y los comenzó a checar uno por uno.

—¿Ya los subieron a la base de datos? —preguntó.

—Si, lo hizo Alastor hace rato y Arthur ya subió los videos promocionales a las redes sociales de las nuevas bandas en la disquera —comentó la secretaria.

—¡Perfecto! Ya espero que hoy los inversionistas nos digan cual es la otra banda que buscan, así podemos contactarla y terminar con esto, para enfocarnos en el festival.

Fernanda destapa su jugo de naranja que tenía en la mesa y le da un sorbo.

—¿Por qué no le habían dicho quiénes eran jefa? —preguntó Alina.

—Según lo que me dijo el jefe Mcallister no sabían el nombre, así que se iban a poner a investigar quienes eran para decirnos hoy —Fernanda mordió el bolígrafo que tenía en su mano.

—¿Tiene alguna idea de quien pueda ser?

Fer alzó la ceja.

—No conozco a todas las bandas del mundo Alina, ¿cómo quieres que tenga una idea de quiénes son? —se rió la jefa.

La jovencita se sonrojó y dejo salir una risita nerviosa.

—Es que usted sabe todo, y es muy inteligente, pensé que tendría una idea —desvió la mirada la chica.

—Me das demasiado crédito Alina, no soy la mejor del mundo ni mucho menos lo seré...

—Arthur, Alastor y yo pensamos que, si lo es, es joven, está triunfando en un campo laboral dominado por el hombre —dijo la chica —, aparte usted tuvo fe en todos nosotros, nos eligió de un gran grupo de trabajadores, y a pesar de haber muchos con más aptitudes que nosotros, decidió quedarse con nosotros.

Fernanda esbozó una sonrisa ante lo dicho por su secretaria, los tres chicos que conformaban su equipo de trabajo estaba atorados en sus puestos, siendo Alina la secretaria de un hombre asqueroso de contaduría, que al no dejarse la chica manosear la iba a despedir, ella la rescató de eso.

Arthur era sólo un diseñador de redes sociales, quien lo explotaban al ser sólo un pasante, ella le dio un contrato y se hizo parte de su plantilla.

Alastor, su mano derecha, había sido usado como chivo expiatorio en una fuga de capital que tuvo el área de sistemas en cuanto a utilidades, le obligaron a firmar un documento para que fuera él a quien culparan, por fortuna, ese documento paso por las manos de Fernanda antes de cualquier cosa y detecto las inconsistencias, habló con el chico, gracia a eso descubrió un lavado de dinero que hacían los de aquella área.

Fue así que él se hizo su trabajador más leal.

Fue cuando Lawrence y el señor Mcallister se dieron cuenta del potencial que tenía Fernanda, sus habilidades con los números y las artes eran incomparables, nunca habían visto algo así.

Fue así que Fernanda había tocado a muchos dentro de la empresa, impresionando con sus habilidades y su manera de discernir las cosas, sin contar con aquel nivel de liderazgo que tenía.

Era la mejor en todo.

En ese momento su celular sonó y ella contesto, viendo que era el señor Mcallister.

—Si diga.

—Fersita, ya estamos casi listos para empezar, para que te vayas uniendo al link de la junta. ¿Ya desayunaste hoy?

—Claro, en seguida lo hago y señor, ya me comí mi fruta y mi jugo —sonrió la chica.

Su jefe siempre la procuraba, el siempre señaló que la jovencita era cómo esa hija que jamás tuvo.

—Excelente, acuérdate que al rato te marcaré para que me cuentes como vas con la bella Astrid —sonrió el señor.

—Claro que sí, le tengo algunas noticias nuevas sobre eso —comentó.

—¡Muero por escucharlas!

Con ello la chica colgó la llamada.

—Mucha suerte en su junta jefa —dijo Alina y salió.

La azabache entró a su correo y abrió el qué le envió en señor Mcallister entrando al link de Teams.

Vio que ya estaba Lawrence, su jefe, y sólo dos de los inversionistas, lo cual se le hizo un poco raro a la jefa de región.

—¡Hola, buenos días! —dijo Fer.

Todos la saludaron.

—Bueno, cómo quedamos la semana pasada, estamos en esta junta para poder hablar de cómo irá el festival de metal de Boston y aparte de la otra banda que quieren que firmemos —dijo Mcallister.

Los dos hombres de negocios asintieron viendo a los tres jefes.

Fernanda los ubicaba muy bien, eran los señores Bennedict y Fischer, eran buenas personas pero muy exigentes.

—Estamos fascinados al saber que la señorita Lancaster ya firmo a las dos bandas que mandamos la semana pasada, eso fue muy rápido y sólo nos muestra lo efectiva que eres —dijo Bennedict.

—Se los agradezco —respondió de manera simple Fernanda.

—Ahora, lo que les comentamos de la otra banda —comenzó Fischer —, estuvimos investigando de ella, y sabemos que la última vez que se tuvo algún informe de ella o se les vio fue cuatro años atrás.

Esto captó la atención de Fernanda.

—¿O sea llevan tanto tiempo sin mostrar señales de vida? —preguntó Lawrence

—Básicamente, sabemos que eran muy famosos en Boston, tocaban Blackened Deathcore y algo que resaltaba mucho de ellos, es que tenían dos integrantes mujeres, la guitarrista líder y una bajista, que de hecho fue considerada la mejor ese año a pesar de solo haber aparecido una vez en vivo.

Fernanda suspiró, sabía de quienes hablaban y sabía que podría ser difícil, pero esta era la oportunidad que tal vez estuvieron buscando.

—¿Tienen algún material de ellos? —preguntó Lawrence.

—Si, aquí esta.

Era una grabación de la batalla de las bandas de hace cuatro años, casi cinco, donde se ve a un grupo de chicos, que Fernanda reconoció en automático, sus amigos, Robert, Erick, Isthar y Michael, su última tocada juntos antes de su partida.

La cámara tenía problemas para enfocarse, pero logró captar un tatuaje que Mcallister reconoció casi enseguida, el de la santa.

—Son Beyond The Light —dijo Fernanda.

Todos se quedaron callados y quitaron el video.

—¿Usted los conoce señorita Lancaster? —preguntó Fischer.

—Si, de hecho, los conozco muy bien —se rió de manera nerviosa la chica.

—¿Aún está en contacto con ellos? —preguntó Bennedict.

—Está hablando usted con uno de sus miembros —dijo de repente Mcallister.

Todos se quedaban callados y es cuando pasó de nuevo el video enfocándose en el tatuaje de la santa con corona de espinas.

—¿Fernanda es la legendaria bajista de esa batalla de las bandas? —se vio muy sorprendido Lawrence.

Lancaster sólo asintió.

—¿Por qué desaparecieron? —pregunto Fischer.

—Diferentes cosas que teníamos que hacer, yo me fui a vivir a Los Ángeles.

—¿Sigues hablando con los otros integrantes? —preguntó Bennedict.

—Si, claro son mis mejores amigos desde hace décadas —respondió Fernanda.

—¿Crees que quieran volver a tocar? —cuestionó Lawrence.

—Es una posibilidad, tendría que hablar con ellos.

—¿Cuándo crees que podrías tener una respuesta? —preguntó el señor Mcallister.

—Hablaré con ellos esta semana, les puedo decir el vieres a más tardar —respondió Fer.

—Perfecto, esto hará todo más fácil —comentó Lawrence.

—Tienen que tener en cuenta que llevamos más de cuatro años sin tocar juntos, necesitamos practicar, así que no les puedo garantizar algo instantáneo —fue muy directa Lancaster en ello.

—Sabemos que eres una músico increíble, y tus compañeros igual, así que tenemos fe en que lo lograran —comentó el CEO —, no puedo creer que jamás me di cuenta que tú eras es bajista, yo personalmente iba a contratarlos y después se perdió todo rastro de ustedes.

—Necesitábamos un poco de tiempo alejados los unos de los otros, por eso nos decidimos separar sin previo aviso —susurró Fernanda intentando olvidar el doloroso recuerdo.

—Eres una mujer muy especial Lancaster, no sólo eres una gran jefa y líder, pero también una artista excelente, eres la olla de oro al final del del arcoíris —dijo Fischer.

—No esperamos más que la perfección de tu parte, ni más ni menos —sonrió Bennedict.

Esto hizo sentir feliz a la azabache, por fin se le daría la oportunidad a sus amigos y a ella de poder brillar como era debido, sabía que se merecían esto.

No planeaba dejar pasar esta oportunidad, aunque tuviera que ella llevar el proyecto sola, pero sabía que sus amigos la apoyarían, era el sueño de todos, ella se los cumpliría después de tanto tiempo.

—Lo haremos, confíen en nosotros.