Trazo #13: La Dispute - Such Small Hands
I think I saw you in my sleep, darling
I think I saw you in my dreams
You were stitching up the seams
On every broken promise that your body couldn't keep
I think I saw you in my sleep
—Las ventas estan por los cielos en tu lado del país Fer ¡muchas felicidades! —dijo el señor Mcallister.
Estaban en una junta a través de la aplicación de Microsoft Teams, era la mensual, Fer ya tenía un mes en su nuevo puesto, y estaba yendo muy bien. Su equipo de trabajo era muy efectivo en todo lo que hacían, desde el reclutamiento de bandas, las promociones, e incluso en algunos conciertos que habían hecho durante ese mes en varios estados del este de Estados Unidos.
—No es nada señor Mcallister, sólo hago mi trabajo e intento mantener a flote lo que se me pidió —contestó de manera modesta Fernanda.
—¡Hija mía! Subiste las ventas un setenta y ocho por ciento en tan sólo un mes —alzo las cejas el jefe —, deja la modestia de lado, hiciste un trabajo asombroso con lo que te dimos.
A la azabache se le tintó un poco las mejillas, si bien ella era muy buena en su trabajo, eso no evitaba que se sintiera bien cuando le decían las coas o la felicitaban.
—Aparte Fer, tú eres excelente en todo lo que haces, me lo demostraste siendo mi subordinada esos cuatro años que estuviste en los Ángeles —señaló Lawrence.
—Sólo quise demostrar lo que valgo —susurró —, a mí me gustan las cosas bien hechas.
—Lo sabemos y lo estas demostrando con creces —sonrió su patrón.
—¿Cómo va la idea del festival que nos mencionaste la sesión pasada? —preguntó su antiguo jefe.
—Aún lo estoy organizando, pienso hacerlo con bandas locales de Boston, apoyar un poco la escena que está un poco muerta ahorita —comentó la músico.
—¡Eso me gusta! —aplaudió el señor Mcallister.
—Tengo a mis cazatalentos buscando de arriba para abajo a bandas que puedan cubrir nuestras expectativas y que por su puesto se adhieran a nuestros principio e ideales de la empresa.
—¡Eso es excelso! Cómo siempre no dejas de sorprendernos —sonrió Lawrence.
Fernanda no pudo evitar sonreír ante los aplausos que recibía, esto aumentaba mucho su confianza en todo aspecto, más al saber que se estaba esforzando por ser esa persona perfecta para Astrid y Annie, quería que se sintieran orgullosas de ella.
—No se les vaya a olvidar que la siguiente semana tenemos una junta con los inversionistas europeos —dijo Mcallister —, es importante tener mapeado todo lo necesario que nos van a pedir, sobre todo con las bandas que están solicitando.
—Tengo mapeadas a dos de ellas, pero quedaron de mandar la otra hace una semana, lo cual no lo han hecho —señaló Fernanda.
—Lo sé Fersita, los he estado presionando, pero no se ponen de acuerdo en lo que quieren pedir, lo cual es muy frustrante —rodó los ojos el CEO.
—¿De dónde conocen la otra banda? —preguntó la azabache.
—Es local de Boston, pero le perdieron la pista hace unos años, quedaron de mandarme la información en unos días.
—Perfecto, así se me facilitará más el encontrarla al ya saber más o menos de donde son —sonrió Fer.
—Me parece una buena idea Lancaster, perfecto entonces quedamos para la próxima semana juntarnos con los inversionistas y ver si podemos mapear esa banda en cuanto me la manden —dijo el jefe.
—Sí —contestaron al mismo tiempo sus dos subordinados.
—Lawrence de igual manera estás haciendo un trabajo excelente en tu región, el equipo que pusiste en el lugar de Fer sólo necesita pulirse un poco y quedaran perfecto —sonrió Mcallister
—¡Claro jefe! Ya Fer me mandó unos tips que les pasé a los chicos nuevos, creo que con ello lo lograremos.
—¡Perfecto! Estamos en contacto niños, les mando un mensaje por cualquiera cosa, que pasen buena tarde ya vayan a descansar.
Con ello colgaron la llamada y Fernanda comenzó a recoger sus cosas para ir por la comida china que les había prometido a sus chicas, eran ya las cinco y media de la tarde.
Tomó su mochila y salió de su despacho.
—Ya me voy Alina, por favor manda esos documentos a las dos bandas que cito Arthur para el jueves, no quiero contratiempos —dijo mientras cerró con llave su oficina.
—Si señorita Lancaster, justo lo estoy haciendo —sonrió la secretaria.
—¡Perfecto! No se vayan tan tarde por favor.
Con ello salió de ahí en dirección al estacionamiento donde subió a su carro y manejó hacia el restaurante de comida china que tanto le gustaba a Astrid, "Panda Express" un lugar que frecuentaban ambas cuando iban en la universidad, y la verdad para Fernanda también era muy rico ahí y le agradaba que hacían todo de manera excelente.
Estacionó su carro y se dirigió al restaurante, donde hizo fila para poder ordenar. Pero lo que jamás esperó fue que adelante de ella estaban los señores Lowllet.
—¿No has sabido nada de tu hija? —pregunto la mamá de Astrid.
—¡Claro que no! —bufo el señor —, creo que fui muy claro al decirle que no quería saber nada de ella y menos estando embarazada de esa manera.
—¡Fue un gran descaro! Nunca la criamos para que fuera una cualquiera, pero no nos podemos culparnos de que haya salido torcida, tu madre siempre tuvo razón con ella —comentó la matriarca Lowllet.
—No es más que una inversión mal hecha, solamente fue eso.
La sangre le estaba hirviendo a Fernanda, odiaba escuchar que se expresaran así de Astrid, quería decirles algo, pero prefirió seguir escuchando.
—¿Ya debe de tener cuatro años su hija no? —preguntó el señor a su esposa.
—Si, yo creo que sí, el último mensaje qué recibimos de ella hace años fue avisándonos del nacimiento de su hija, pero cómo le dijimos, no nos importaba —respondió.
—Tienes razón, dejemos de hablar de cosas sin importancia.
Se alejaron para ir a pedir su comida dejando a Fer muy enojada, ahora estaba entendiendo la magnitud de las cosas durante su ausencia. Astrid tuvo que salir adelante sola sin apoyo de su familia, más que de sus amigos y sabía que a pesar de todo ella jamás les pidió nada, la conocía muy bien, era demasiado orgullosa.
Su corazón se le hizo pequeño, sabía que todo esto era consecuencia de una elección equivocada que tomó en el pasado la gótica, pero, no era justo que siguiera así.
Pero a la vez, no podía apresurarse, tenía que ir con mucha calma, no quería ella ser lastimada de nuevo. Entendía que Astrid ya no era la de antes, más al saber que había cerrado su OnlyFans, eso dijo mucho de ella, y por lo que le habían dicho sus amigos, no busco ninguna relación en ese tiempo, sólo se enfocó en Annie.
Suspiro y pasó hacer la orden.
Pidió todo lo favorito de Astrid, desde pollo a la naranja, Pollo Kun Pao, entre otros platillos, y mucho arroz para Annie que le fascinaba.
Pago y salió.
Durante el camino a casa comenzó a meditar muchas cosas, sobre todo lo del tal Ryan, quien molestaba a Astrid, ya le tenían la información de él, y se sintió asqueada al ver que tenía denuncias por acoso de varias maestras, pero que era protegido por uno de sus parientes dentro del distrito escolar.
Pero eso no se iba a quedar así, y ya tenía pensado lo que le haría si seguía molestando a Astrid.
Llegó al complejo de departamentos, no era su sitio favorito para vivir, pero tenía que aguatar un poco más, le pediría a Astrid que fueran oficiales, pero no era el momento aún.
Tomó la comida y caminó hacia el edifico, subió las escaleras y toco la puerta del departamento de la gótica.
Espero unos momentos cuando escucho los pasos de Astrid yendo hacia el umbral, y al abrir notó que había estado llorando, frunció su ceño.
—¿Estás bien princesa de la noche?
La gótica la dejo pasar con una sonrisa que se notaba muy fingida.
—Si todo bien princesita, sólo que tengo cólicos —se sonrojó un poco.
Eso era otra de las cosas que recordaba mucho Fernanda, que a Astrid le daban muy fuerte los achaques de la menstruación, así que le hizo sentido eso.
—Traje de comer, todas sus cosas favoritas —les sonrió.
Annie salió cómo bala disparada de su cuarto, abrazando las piernas de Fernanda.
—¡Fer! ¿Comerás con nosotros hoy?
—Si pequeña, de hecho, les traje comida china —le mostró las bolsas.
La niña comenzó a brincar de felicidad, aplaudiendo al ver los envases que iban sacando las chicas.
Se sentaron a comer tranquilas y se contaron que tal les había ido ese día, sin embargo, en el relato de Astrid la azabache notó que se estaba controlando, alcanzó a percibir que se le entrecortaba la voz.
No quiso indagar, por algo no le decía aún las cosas, y lo entendía, más al haberle dicho que no quería molestarla, entendía mucho eso.
Fer se puso a hacer la tarea con Annie, la de matemáticas, Astrid notó que Annie se estaba volviendo mejor cada día que estudiaba más y más con Annie.
La músico de igual manera sintió que Annie estaba triste, pero no quiso preguntarle, eventualmente le diría, no debía presionar a una niña.
Pasadas las ocho de la noche, Astrid y Fer estuvieron con Annie para que se durmiera tenía escuela al siguiente día, le contaron un cuento y ella sé dejó caer en un estado onírico, el corazón de las dos se enterneció al verla tan tranquila y sin ninguna preocupación.
Se disponía a ir Fernanda, pero sintió la mano de Astrid jalándola.
—¿Te puedes quedar con nosotras? —dijo de manera tímida Astrid.
Fer sólo sonrió y asintió.
—¿Me acompañas por mi ropa de mañana y mi piyama? —preguntó.
Astrid sólo asintió y le dio un pequeño beso en la mejilla entrelazando sus dedos a los de ella para ir a su departamento.
A pesar de todo, la gótica tenía una sonrisa en sus labios, sabía que podría salir adelante del conflicto, por más que Ryan le pusiera el pie, Fer siempre sería su lugar seguro.
Nunca la volvería a dejar ir.
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