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Trazo #11: SpiritBox - Constance

If my sun won't set tonight
I'll look around, but it's so hard for me
Like a shadow passing by
Crashing into shapes and then fading with my innocence
Give it up, I'm complacent, just enough to escape it
Heretics wouldn't phase me
Lucid trust, I don't want it, palms are rough when you promise
Fire lies when you're honest

Fer estaba en la casa de su papá, esperando a los chicos por que la iban a ayudar a mudarse, era sábado en la mañana. Su emoción se notó desde el inicio del día donde a las siete de la mañana ya estaba lista, teniendo todo preparado para lo que estaba por venir.

Eran las ocho ya cuando el camión de mudanza había llegado y minutos después todos sus amigos, listos para echarle una mano.

—¡Fersita! —exclamó Michael al verla y la abrazó.

—¡Hola hermanito! —respondió de manera efusiva.

Saludo a todos los demás, mientras notaba que Astrid se había quedado atrás junto con Annie.

Se movió hacia ella y sin esperar más saludó a la gótica con un pequeño beso en la frente para después cargar a Annie, quien le dio un beso en la mejilla.

—¿Cómo están mis chicas?

Astrid se sonrojó, pero sonrió.

—Bien, ¿qué tal estuvo tu viaje?

—Estamos bien Fer —respondió Annie.

—¡Me alegro pequeña! —le respondió a la niña —, estuvo tranquilo no me quejo, aunque las extrañe mucho.

Los colores volvieron a subirse a la dibujante, pero ahora con una sonrisa tintando su rostro.

—Y nosotros a ti.

Esto hizo que el corazón de Fer volara, sentía que estaban avanzando a pasos agigantados en poder estar juntas, pero aún era darle tiempo al tiempo.

No quería apresurar nada, mucho menos meter presión en Astrid, más viendo que no se notaba para nada bien de estado anímico, notó las ojeras, más marcadas de cuando se fue, aunado a que sus movimientos no eran agiles, cómo si hubiera estado bebiendo la noche anterior, esto le estaba preocupando mucho, tenía que saber que pasaba.

—Entonces ¿Ya tienes todo listo? —preguntó Robert.

—Si amigos ya está el camión y mis cosas personales ya están en mi carro —señaló a su Lancer negro.

Erick dejó salir un silbido de admiración.

—Tienes buenos gustos Fersita —dijo.

—Obvio, si me gusta Astrid, tengo los mejores del mundo —le sonrió a la chica guiñándole su ojo derecho.

La gótica se rió de manera nervioso con su cara tan roja cómo un tomate.

—Eso es más que obvio —dijo Emily haciendo que los demás soltaran una carcajada.

Todos estaban felices, más ahora que Fer estaba de regreso con todos ellos, viéndola tan feliz y más segura de sí misma que cuando estaba en la universidad. La manera en que sonreía, mostrando que todas sus inseguridades estaban ya detrás de ella, habiendo hecho un gran avance con su control de la esquizofrenia, ansiedad y depresión, era cómo si una nueva Fernanda hubiera nacido de las cenizas cómo si de un ave fénix se tratase.

Todos subieron a sus carros, Astrid iba con la azabache al igual que Annie, siendo que ahora ya siempre iban en el mismo carro que Fernanda. Comenzaron a avanzar con el camión de mudanza detrás de la caravana de autos.

—¿Qué tiene Astrid? —preguntó Fer.

—¿De qué?

—Te noto preocupada y cansada princesa de la noche, ¿ha sucedido algo? —se notó la preocupación en la voz de Fernanda.

Astrid dejó salir un suspiro, no quería molestar a Fernanda con lo que pasaba en la escuela, pero también recordó lo que le había dicho Michael, que su primera relación se había ido al carajo por culpa de los secretos, esto la atormentaba aún.

—Sólo unos conflictos en la escuela, con lo de los festivales y un compañero que es un tanto molesto, muy controlador, pero ya hablé con la subdirectora, esperemos que todo se arregle —comentó la gótica.

Lancaster notó cierto miedo en la voz de la chica, más al mencionar al tipo que la molestaba y fue cuando recordó un comentario que le había hecho Michael de un sujeto que llegaba a molestar mucho a Astrid, intentó recordar sus nombre.

—Ese tal Brian o Ryan no me acuerdo como se llama ¿verdad? —preguntó de golpe la músico.

Astrid no supo que contestar, ella no esperó que Fernanda supiera de ese sujeto, mucho menos que tenía una idea de su nombre.

—Ryan molesto a mi mami cuando tú no estabas —dijo de manera inocente Annie.

El silencio se hizo sepulcral, Astrid volteó la mirada.

Fernanda vio a Annie por el retrovisor.

—¿Cómo que molestando?

—No la dejaba salir del...

—Annie, suficiente —la voz de Astrid era golpeada —, esas son cosas de adulto.

Fernanda alzó la ceja y vio a Astrid.

—No es nada malo princesita, sólo fue un mal entendido entre él y yo que fue de lo que hable con la subdirectora —comentó la gótica.

—Pero eso que hizo es violencia, no debería pasar —gruño Fer molesta.

—Lo sé, por eso intento evitarlo a toda costa, es una persona muy molesta, pero no quiero que te preocupes por ello ¿Ok? —la vio a los ojos Astrid.

—Me da miedo que te quiera hacer algo por ir a hablar con la subdirectora, eso no me deja tranquila —comentó la azabache.

—Perdóname, no quiero ser una carga para ti, de verdad perdón —susurró Astrid.

La chica la volteó a ver y jamás la había visto tan mal, se veía tan pequeña en el carro, sus ojos cansados no tenían la chispa que los caracterizaba y eso preocupó mucho a Fer.

—Nunca serás una carga para mí, ni tu ni Annie, las quiero mucho y me preocupo por ambas mucho —dijo Lancaster.

Movió su mano del volante y tomo la de Astrid para darle un pequeño beso en la misma sin dejar de manejar.

—Jamás lo dudes princesa de la noche, siempre me preocuparé por ustedes.

El corazón de Astrid se aceleró ante el desplante de la chica, no pudo evitar dejar salir una pequeña sonrisa.

—¡Gracias Fer!

En eso la gótica notó que estaban cerca de su casa y alzó la ceja.

—¿Dónde estamos Fer?

—En el nuevo departamento que renté —señaló el mismo edificio de la gótica.

Frunció el ceño Astrid.

—El único libre era el que estaba enfrente a...—se abrieron mucho sus ojos —, ¡vas a ser mi vecina!

No pudo ocultar la emoción en sus palabras la gótica.

—¡Obvio! Así podemos pasar un poco más de tiempo juntas y aparte Annie, necesita quien la ayude con las matemáticas —sonrió Fer.

—¿Acaso esta insinuando que no soy muy buena en las operaciones numéricas señorita Lancaster? —por un momento la músico pudo ver de nuevo el brillo en los ojos de la gótica.

—Yo no lo dije de esa manera, pero si —rió.

Las dos soltaron una carcajada.

Annie las veía desde atrás, ella sólo podía entender que Fernanda hacía muy feliz a su madre, que con ella cerca no olía a medicina y que su rostro no era de enojo o de tristeza, ella quería que la azabache estuviera con ellas siempre, tenía miedo de que a su mamá le pasará algo, ¿Qué haría ella si su mami no está?

Llegaron al estacionamiento y dejaron el carro, para ir con los demás a empezar a descargar todo y meterlo a la nueva casa de Fer.

Parecía que todo iba mejor.

Casa de Astrid 9 P.M.

Se estaba terminando de arreglar la gótica, había elegido el vestido que se compró con lo que le dio Fer, era negro de terciopelo, con un pequeño y discreto escote, traía unas medias negras, con zapatos estilo lolita.

Mientras que Annie ya traía un vestido de cuadritos rosa con zapatos estilo Mary Jane, ambas se veían muy hermosas.

El timbre de la puerta sonó, una sonrisa se dibujó en Astrid, se apresuró para abrir y el aire se le escapó de los pulmones.

Fer estaba parada enfrente de ella con un traje de tres piezas negro, corbata roja y unos zapatos de piso de la misma tonalidad que su vestimenta.

—Buenas noches señorita Lowllet —sonrió la músico, —tengo que decir que es lo más hermoso que he visto en mi vida.

Esto puso muy feliz a la gótica quien no pudo evitar reír cómo si fuera una adolescente.

—Usted no se ve nada mal señorita Lancaster, ese traje le sienta muy bien —coqueteo un poco con ella.

En ese momento se acercó Annie.

—¡Te ves preciosa Annie! —exclamó Fernanda.

La pequeña se tapó la cara con la pierna de su mama y solo musitó un pequeño gracias.

Las chicas fueron con dirección al carro de Fernanda donde ella comenzó a manejar, tenía planeado ir a un lugar de sushi que sabía que le gustaba mucho a Astrid, iban ahí en la universidad, en ese entonces pagaban entre ambas porque era caro, pero hoy en día esta Fer se encargaría de eso.

—¡Gracias a las dos por aceptar la cita! —les dijo al llegar.

Al ver a donde habían llegado Astrid quedó fascinada, pero a la vez preocupada sabía que era gastar mucho dinero.

—Princesita, no cómo crees esto es muy caro —dijo sonrojada.

—No importa eso, te dije que me esforzaría por esto, y sé que amas aquí, así que a disfrutar.

Les extendió la mano con una gran sonrisa.

—Ahora yo las cuidaré. 

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