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Trazo #1: Shrine of Malice - Goddess of the Ouroboros

Her

Daughter of Anu

Comes forth in misery

A tribulation of her plight

She shall plague until humanity is dying

From rabid wounds

Weakness becomes madness

Another symptom of the flesh's design

Human purpose is to die.



Los Ángeles California, Oficinas Generales de Century Media

Cuatro años después de la partida de Fernanda

—¡Jefa, las ventas de la banda Apocaliptic Berserk están rompiendo los récords! —habló Alastor al respaldo de la silla en la oficina de gerencia general de ventas y BandCamp de Sony Music.

La silla giró y dejó ver a la joven en ella: alta, de cabello negro, con ojos café claros; vestía una playera de la banda Abominal Putridity con unos jeans y unos tenis DC.

Eran visibles innumerables tatuajes, desde sus símbolos straight edge. En su cuello destacaba una A en cursiva, mientras que en sus brazos —ya con mangas— figuras de esqueletos de animales con flores muertas. Los que más resaltaban era el cráneo de un venado y dónde antes hubo una mujer con piel de zorro, ahora estaba el cadáver de un cuervo con una corona de espinas y un collar de calaveras.

La izquierda, iniciaba con el tatuaje que más le gustaba, la santa con guirnaldas de espinas cubierta por un sudario negro junto a un marco naranja. De ahí bajaba hacia la cabeza de un demonio con un pentagrama invertido sobre la frente, el cuello se explayaba hacia abajo, mostrando a la cobertura de todo su brazo. Lo que se lograba ver cómo un valle infernal con cuerpos quemándose, en contraste y combinación entre el rojo con naranja de las llamas mientras que la tinta negra avivó más la imagen del infierno.

En la parte dorsal de ambas manos se notaba en la derecha un Ouroboros, mientras que en la izquierda era el glifo de uno de los príncipes del infierno, Belial, quien era su patrono, al ella seguir una ideología muy alegada de las convencionales.

La oficina estaba decorada con discos de platino y de oro, fotos con bandas como Sings of the Swarm, Lorna Shore, entre muchas otras; sobre el escritorio, la foto de una chica peli azul.

Cuatro largos y tortuosos años se había separado del amor de su vida, Astrid Lowllet.

Ella había huido de sus amigos al haberla traicionado de la peor manera posible y a pesar de todo eso, los amaba.

Añoraba todo el tiempo que habían estado juntos, practicando con su difunta banda Beyond The Light.

Tenía también cuatro años que no tocaba un bajo de manera profesional. Aunque su casa estaba llena de ellos, seguía practicando.

Ahora se dedicaba a ayudar a las bandas nuevas de la escena del metal —sobre todo el deathcore—, de firmar con la disquera. Amaba producir música y ver la cara de las agrupaciones cuando les daban en físico su primer disco o EP.

Pero todo era vacío.

Extrañaba su antigua vida, incluyendo a su padre, pero sobre todo su corazón añoraba a Astrid. Hacía cuatro años que no sabía de ella en concreto, solo lo que le llegaba a decir Sayumi.

Si bien ya había perdonado todo, ella sabía que lo más probable era que el amor de su vida ya estuviera casada con alguien más. Este pensamiento la lastimaba mucho, pero a la vez la ponía feliz; significa que su gótica pudo encontrar la felicidad después de ella.

Ya no le molestaba.

—Eso es perfecto, Alastor, nos dará mayor patrocinio para seguir enfocándonos en el área de Band Camp —Fernanda observó los números en su computadora.

Habían alcanzado las quinientas mil reproducciones en Spotify y la venta de alrededor de cincuenta mil copias físicas a nivel nacional para una banda que solo tenía un EP.

En ese momento la cabeza de una jovencita azabache se asomó a su oficina.

—El señor Lawrence quiere verla, señorita Lancaster —dijo Alina.

—Voy en seguida. Alastor dile a Arthur que necesitamos concretar una cita con el House of Blues para que Apocaliptic tenga una presentación. No escatimes los recursos que tenemos.

—Sí, jefa, ¡cuente con ello! — asintió el joven.

Salieron de la oficina, el chico en dirección a su cubículo, mientras que Fernanda se dirigió al despacho de su jefe, el cual estaba casi a lado suyo y era la unica persona de la empresa que podía entrar sin ser anunciada por la secretaria.

Tocó la puerta de caoba roja tres veces.

—Adelante.

Al entrar, Fernanda observó la oficina era muy similar a la de ella, con fotos de diversas bandas y discos de oro y platino colgados en la pared, varias imágenes de una chica pelirroja adornaban el lugar, la prometida del señor Lawrence, Lidia.

—¡Lancaster, me alegra verte! —Sonrió el hombre de cabello rubio y piel bronceada.

—Buenos días, señor Lawrence. ¿En qué le puedo ayudar? —Fernanda se quedó de pie frente a la mesa de roble.

—Primero que nada, felicidades por descubrir a Apocalyptic. Hemos roto los récords en cuanto a bandas nuevas la semana pasada, tienes un gran ojo.

El comentario hizo que Fernanda se sintiera muy orgullosa de sí misma.

—Sabía que ellos tenían algo desde la primera vez que los escuché, por eso no quite el dedo del renglón del reclutador que los descubrió.

—Me alegra que no lo hayas hecho —comentó Lawrence—. Pudimos obtener una gran banda y con ello las ventas están en la cima. Ahora mismo, ellos son tendencia en redes sociales.

—Sí, Arthur se encargó de ello.

—Ese chico vale su peso en oro, ¡doy gracias que lo hayas contratado! De los mejores community managers que he conocido.

—Lo mismo pienso, jefe. Entre él, Alina y Alastor estamos sacando adelante BandCamp —sonrió Fer.

—Ahora, lo que nos concierne. Tenemos que concretar con The House of Blues la presentación de ellos para dentro de un mes. —El jefe revisaba su teléfono.

—Ya lo está haciendo Arthur, justamente hoy lo puse hacerlo. Pensé que ya era tiempo para que se presentaran en vivo y no solo en los lives de Instagram o de Facebook —mencionó la muchacha sonriendo.

—¡Eres una maravilla, Fernanda! Ahora entiendo por qué el señor Mcallister tiene tanta fe en ti. —Lawrence hizo alusión a lo cercana que era ella con el CEO de Sony Music.

—Sólo hago mi trabajo cómo se necesita, señor, ni más ni menos.

Su jefe la observó con una sonrisa en sus labios, ya tenía dos años trabajando con la chica. Aunque al principio no tenía muchas esperanzas de que llegara lejos, de ser una simple secretaria al inicio captó el ojo del jefe de toda la disquera: Mcallister, magnate y afamado filántropo, un hombre que para su avanzada edad se encontraba bien conservado y con el suficiente dinero para comprar varios países pequeños. Sin embargo, no tenía una familia como tal, al menos no conocida.

Había muchos rumores en el mundo de la música sobre aquel personaje, pero ninguno confirmado. Lo que sí sabía Lawrence es que este hombre veía a Fernanda cómo la hija que jamás tuvo y meterse con ella era una sentencia de despido.

—Eso es excelente, me fascina que siempre seas tan proactiva. Por cierto, Lidia quiere que nos acompañes a cenar mañana, ¿crees poder? Está empeñada a que conozcas a su hermano. —Rio su jefe.

Fer hizo una mueca de asco.

Ella tenía cierto nivel de confianza con él y su pareja. Si bien no los consideraba amigos, los estimaba, pero le molestaba que buscarán que saliera con alguien. Algo que obviamente no quería y menos si se trataba de un hombre.

Su última relación había sido aquella chica gótica. Incluso en lo sexual, se mantuvo lejos de todo eso, enfocándose solamente en su trabajo.

—Sabe Lidia que no me gustan los hombres, ¿verdad? —Fernanda alzo la ceja.

—Sí, lo sabe, pero ya ella está empeñada de qué necesitas a alguien a tu lado.

—No creo poder, tengo que empacar, recuerde que el fin de semana iré a la boda de uno de mis amigos de Boston.

Si bien no les hablaba a sus excompañeros de banda, sí mantuvo contacto con Sayumi. Ella era la mediadora para todo y gracias a su intervención, Robert y Emily lograron que Fer aceptara ir a su boda, sabiendo de antemano que al ser en la fecha de Halloween era por petición de la gótica.

Fernanda sentía que ya era tiempo de rencontrarse con sus amigos, incluso tenía una pequeña esperanza de poder ver —al menos de lejos— a su Astrid, observar que estuviera bien y feliz. Por supuesto, eso la dejaría tranquila y daría vuelta a la página de esa historia; tal vez seguir adelante, aunque fuera muy poco probable ello.

Jamás volvería amar de la misma manera que lo hizo con aquella dibujante. Los primeros dos años desde que se había ido de Boston fueron fatales para ella, se alcoholizaba y drogaba para olvidar el dolor. Hasta que aquella noche que tuvo esa experiencia funesta por sobredosis, entendió las cosas. Perdonó a su exnovia, no le tenía ningún rencor, solo... la extrañaba.

—Tienes toda la razón —señaló el líder de área —, se me había olvidado eso

—Lo siento, Lawrence.

—No te preocupes, tú ve y diviértete. Te irás el viernes, ¿verdad?

—Efectivamente, tengo el boleto de ida, el de regreso aún no —mencionó la chica—. Pienso tomarme mis vacaciones, Alastor se quedará a cargo de todo.

—Sí, lo tenía previsto. Disfrútalas, tienes tiempo sin tomar unas. —Sonrió su jefe de manera fraternal.

—Créeme que lo haré. Me retiro, con permiso, jefe.

El viaje le tenía el cabello de punta, era la primera vez en cuatro años que dejaba a alguien encargado de su trabajo, tenía plena confianza en su mano derecha y sabía que no la defraudaría, pero aun así tenía la angustia.

Con ello salió del despacho del alto mando dirigiéndose a su oficina cuando recibió un mensaje de Isthar, la cual la hizo sonreír.

"Estoy emocionada por verte el viernes ardillita"

"Yo igual lo estoy. Ya muero por verlos a todos, espero no sea algo raro..."

Puso una carita de preocupación al responderle el mensaje.

"No deberías todos te han extrañado mucho...incluso ella..." le contestó la asiática.

"Espero ella ya sea feliz... "

"Te vas a ir de nalgas Fernanda, te sorprenderás de muchas cosas...y del cambio de tú amada Astrid, ¿Pero dime tu estas preparada para verla?"

"La perdoné hace dos años, no me importa ya ni su pasado ni lo que sucedió esa noche, éramos jóvenes y tontas"

"Te vas a llevar otra sorpresa cuando llegues, no es nada malo al menos eso lo pienso yo"

"¿A qué te refieres Sayumi?"

"Se paciente ya lo verás solo trata de mantener una mente muy abierta"

"Lo haré créeme que estoy completamente cambiada, no soy ya esa niña tonta que los dejó hace años"

"Lo sé, lo veo en cómo te expresas y en tu Instagram, eres una excelente productora"

"¿Qué te puedo decir? Soy la mejor, siempre lo he sido"

"Si claro y sigues igual de modesta"

"Claro, ahora déjame regresar a trabajar o esto se cae sin mí, te quiero Sayu"

La chica sonrío por la plática. Se sintió muy emocionada, por fin los volvería a ver, a pesar de todo, amaba a ese grupo de amigos, más que nada en este mundo.

Extrañaba sus años de universidad, añoraba esos momentos donde todos sonreían, donde ella tenía a su amada Astrid en brazos, albergaba la esperanza de iniciar de nuevo, pero no iba a ser tan fácil, si algo había aprendido de esa experiencia era a no entregarse al cien por ciento, no iba a volver a ser lastimada jamás, era algo que se prometió a ella misma.

Por su salud mental y sentimental, las cuales habían mejorado desde hace dos años, tenía que cuidarse para estar bien, para ella misma.

Seguía yendo al psiquiatra y sabía que lo tendría que hacer de por vida, su esquizofrenia jamás la dejaría.

Decidida de lo que se venía camino hacia su oficina con una sonrisa en sus labios. 



Nota de Autor:

¿Opiniones del primer capítulo? 

Espero les este gustando cómo pinta la cosa para Fernanda, pronto sabremos de Astrid.

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