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capítulo 4



La noche en el hotel estaba en calma, pero la mente de Vaggie era un torbellino de pensamientos. No podía dejar de pensar en lo ocurrido con Charlie. Había visto a su novia nerviosa antes, pero nunca tan… asustada. ¿Por qué tuvo esa reacción?, se preguntaba. Miró a Charlie, que dormía profundamente a su lado, con su rostro relajado, pero todavía podía sentir el temblor de su cuerpo en su memoria.

Vaggie se levantó en silencio, caminando hacia la ventana del cuarto. Afuera, el infierno seguía ardiendo con su eterno caos. Pero dentro del hotel, la paz parecía momentánea, como si fuera un frágil equilibrio a punto de romperse.

Vaggie se llevó una mano al pecho, sintiendo su corazón latir con fuerza. ¿Qué te está pasando, Charlie?, pensó con preocupación.

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A la mañana siguiente, el ambiente en el hotel era tenso. Charlie había evitado a Vaggie todo el tiempo, ocupándose en sus tareas habituales. Sin embargo, Vaggie no podía dejar las cosas como estaban, así que finalmente decidió enfrentarla.

La encontró en el salón principal, revisando algunos papeles, su mirada distraída.

—Charlie… ¿podemos hablar? —Vaggie dijo suavemente, tratando de no sonar confrontativa.

Charlie levantó la vista rápidamente, su expresión mostrando una mezcla de nerviosismo y cansancio. Asintió, dejando los papeles a un lado.

—Claro, Vaggie… ¿qué pasa?

Vaggie se sentó a su lado, tomando su mano con cuidado. Podía sentir cómo Charlie se tensaba ante el contacto, lo que le dolió aún más.

—Anoche… —empezó, buscando las palabras adecuadas—, noté que estabas asustada, como si… no quisieras estar conmigo. ¿Hice algo mal? Sabes que nunca te haría daño, ¿verdad?

Charlie bajó la mirada, sus dedos jugando nerviosamente con los de Vaggie.

—N-no es eso, Vaggie… —respondió, con la voz temblorosa—. Sé que nunca me harías daño, pero… últimamente me siento… abrumada. Con todo lo que está pasando en el hotel, las historias de los demás, el peso de intentar salvar a tantas almas… siento que no estoy logrando nada. Y… y cuando intentaste acercarte anoche… mi mente simplemente… se bloqueó.

Vaggie frunció el ceño, comprendiendo mejor la situación. Sabía que Charlie llevaba una carga inmensa sobre sus hombros, y tal vez ella no había sido consciente de cuánto estaba afectando eso a su novia.

—Lo siento, cariño —susurró Vaggie, acariciando suavemente su mano—. No me di cuenta de lo mucho que estabas soportando sola. Si alguna vez sientes que no puedes más, por favor, dímelo. Estoy aquí para ti.

Charlie asintió, pero las lágrimas comenzaron a acumularse en sus ojos. Vaggie la abrazó con fuerza, permitiendo que Charlie se desahogara en su pecho. Las emociones reprimidas de los últimos días finalmente estaban encontrando una salida.

—No quiero que pienses que no te amo —sollozó Charlie—. Simplemente… no sé cómo manejar todo esto. Me siento tan débil a veces.

Vaggie la abrazó más fuerte.

—Eres la persona más fuerte que conozco, Charlie. Tienes un corazón increíble, pero incluso los más fuertes necesitan un descanso. No tienes que hacerlo todo sola.

Charlie suspiró, sintiéndose un poco más aliviada, aunque aún había una nube de incertidumbre sobre su mente.

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Esa noche, en el bar del hotel, Angel Dust y Husk estaban conversando sobre lo ocurrido el día anterior.

—Así que Sir Pentious no era tan malvado después de todo —dijo Husk, sirviéndose otro trago—. ¿Quién lo hubiera imaginado?

Angel asintió, pero no parecía tan animado como de costumbre.

—Sí, viejo. Parece que muchos aquí tenemos más en común de lo que pensábamos.

Husk lo observó por un momento antes de hablar de nuevo.

—¿Y tú? ¿Cómo te sientes con todo esto? No es fácil hablar de tu vida pasada así de repente.

Angel Dust lo miró, encogiéndose de hombros.

—He aprendido a no darle tantas vueltas a lo que hice. Estoy aquí por una razón, Husk. Tal vez me lo merezca, pero ahora tengo amigos… o al menos algo parecido. Es lo único que me mantiene cuerdo en este lugar de mierda.

Husk lo miró de reojo y tomó otro trago antes de responder.

—Bueno, aquí estamos todos. No tiene sentido arrepentirse si no puedes cambiar nada, ¿verdad?

Angel Dust soltó una risa amarga.

—Supongo que sí.

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En otra parte del hotel, Sir Pentious estaba solo en su habitación, mirando las pocas cosas que había logrado traer consigo. El abrazo de Emily aún resonaba en su mente, dándole una extraña sensación de calidez que no recordaba haber sentido en mucho tiempo. Por primera vez en años, se permitió sonreír. Quizás, sólo quizás, había un pequeño rayo de esperanza en ese infierno.

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Mientras el día llegaba a su fin, Charlie y Vaggie se acomodaban en la cama. Aunque la tormenta emocional aún no se había disipado por completo, Charlie sabía que no estaba sola. Se acurrucó más cerca de Vaggie, y por primera vez en días, se permitió sentirse segura.

—Buenas noches, Vaggie —susurró Charlie, cerrando los ojos.

—Buenas noches, Charlie —respondió Vaggie, envolviéndola en un abrazo protector, decidida a no dejarla caer.

Fin del capítulo.


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