Capítulo 2 "El juego"
Rachel caminaba rumbo a su segunda clase del día mientras la campana continuaba sonando en un pasillo casi vació.
Para verificar la hora saco su teléfono celular del bolsillo, pero de pronto la rápida figura de un oficial de policía llevándose esposado a un estudiante conocido la dejo helada.
— Felix... — su nombre se le escapó.
— Yo no hice nada. Soy inocente — dijo el muchacho y soltó una risa burlona contrastando con la gravedad de la situación mientras era arrastrado por la policía.
Rachel recordó la pelea en el aula de esa mañana, pero para nada aquello era motivo suficiente para que la policía se lo llevara.
— ¿Esperen a donde se lo llevan... — intento pregunta.
— Eso no te incumbe Rachel. Regresa a clases — pidió el oficial con tono firme y sin detenerse, mientras seguía arrastrando a Felix.
— Pero solo quiero saber que...
— ¡Rachel! — la voz de Daniel atravezo el pasillo y avanzó a prisa hasta su encuentro — ¿Donde estabas?. Te estaba buscando
— Yo... — intento responder y cuando volteo su mirada ahora solo encontró la espalda del policía que desaparecía doblando al final del pasillo — Nada — termino.
— ¿Qué pasa? — pregunto mirando hacia donde había mirado, pero no dándole mucha importancia — Jessica te está buscando. ¿No se suponía que irías a la casa del lago este fin de semana?
— No. Aún tengo algunas cajas que desempacar... Y examenes finales para los que tengo que estudiar — explicó — No puedo darme ese lujo ahora...
— ¡Si puedes! — casi gritó — Rachel, por favor, ve. La fiesta de Halloween es hoy y...
— Y no va a afectarme, Daniel — respondió, cortante.
— ¡Si lo hará! — insistió con un tono tan alto que la mirada de Rachel regresó a él cargada de molestia, pero antes de poder replicar, la alarma contra incendios resonó por todo el edificio.
— ¿Qué está ocurriendo? — gritó, pero su pregunta quedó suspendida en el aire mientras Daniel le tomaba la mano, con demasiada firmeza.
Algo no estaba bien.
**********🎭**********
El protocolo de emergencias se había activado, y por primera vez no parecía un mero simulacro. Rachel observaba las caras de los estudiantes y profesores, que no ofrecían respuestas, solo reflejaban ansiedad y desconcierto, mientras caminaba por el pasillo rumbo al patio principal.
Nadie parecía comprender lo que estaba pasando en el instituto, y los murmullos solo tocaban el mismo tema, excepto uno.
— Dicen que el juego de este año será sangriento — murmuró una chica castaña a otra, que estaba cómodamente recostada contra un casillero azul.
— No. Apuesto a que será algo ridículo, como siempre. Captura la bandera o alguna tontería — respondió la muchacha rubia con soberbia — Solo tienen que juntar unas cuantas máscaras que están en las hojas...
— ¿Hojas? ¿Qué hojas? ¡Vamos, dime! — insistió la castaña.
— ¿Y yo qué voy a saber? Ni siquiera voy a jugar este año. El premio son solo unos cuantos dólares...
— ¿Cuántos? — preguntó Rachel, metiéndose de lleno en la conversación.
— ¡Pero mira nada más quién pregunta! — agregó la rubia, enderezándose y mirándola con desdén.
— Vaya, Rachel — añadió la castaña con sorpresa.
— La chica que jugó el año pasado — aclaró la rubia — ¿Qué pasa? ¿Ganarte esa reputación no fue suficiente para ti? — su tono era ácido, y su sonrisa venenosa — Aunque te comprendo. Si fuera tú, también haría cualquier cosa para escapar de esa casucha tuya en el bosque.
Rachel no le respondió y se trago sus palabras con indulgente ambición. Necesitaba el dinero para asegurarse unos meses más en el campus, pero jamás lo admitiría frente a ella. No le daría ese placer.
— No vale la pena, Rachel — agregó la castaña — Es solo un millón.
La rubia soltó una carcajada breve, como si el comentario fuera lo más ridículo que había escuchado.
— ¿No vale la pena? — pregunto con ovbiedad — Eso es mucho más de lo que alguien como ella verá en toda su pobre vida — explico.
Rachel estaba a punto de responderle cuando Daniel apareció.
— Están en la entrada — explico el muchacho con entusiasmo — Jessica y su padre. Te están esperando.
— ¿Te vas?. Y yo que quería verte jugar... — murmuro la rubia adrede — El año pasado lo volviste tan interesante — terminó con una risa maliciosa al mismo tiempo que la sonrisa de Daniel se desvanecia de su rostro.
— Daniel. No estaba pensando... — Rachel intentó protestar, pero Daniel no le dio oportunidad. Tomo su mano y la jalo lejos de ese lugar rumbo a la salida del patio — ¡Daniel...
— No. No quiero escuchar las absurdas excusas que me dirás ahora — dijo sin mirarla, su tono cargado de decepción y frustración.
— No son excusas. Daniel. Para yo no estaba pensando en jugar esta vez... — murmuró, finalmente logrando zafarse.
— ¿De verdad? — preguntó girandose para enfrentárla — Porque creo que ahí estabas a punto de auto destruirte una vez más...
Rachel le apartó la mirada avergonzada
— Es que tu lo no entiendes — se quejo con tristeza — Alguien como tu... Jamás lo entendería.
— ¿Alguien como yo?
— Sabes a lo que me refiero — añadió sin intensiones de herirle — Tú lo tienes todo. Nunca has tenido que esforzarte. No como yo lo hago...
— Lo se — la freno.
— No, no lo sabes y ese es el problema. Ese dinero podría darme la estabilidad que necesito y tal vez incluso puede sacarme de aquí...
— ¡No! — refutó mirándola con seriedad — No si eso implica que te vuelvan a herir. Es un precio que no deberias pagar. No quiero que estes aquí Rachel. No cuando ese maldito juego comience de nuevo — terminó clavando sus negros ojos cargados de preocupación en ella.
Entonces Rachel suspiró y su mente se esclareció. Miro a Daniel, a el chico de cabello negro y ojos de igual color que se había unido a su vida con gran rapidez hace menos de un año y quien a pesar de todos los rumores que recaían sobre ella la escuchó, la cuido y protegió siempre.
— Gracias — murmuró de golpe.
— ¿Porque?.
— Por insistir en quedarte a mi lado — explicó y le sonrió con tristeza.
— No seas tonta — se quejo plantándole un golpe juguetón en el brazo — Todo mejorará, ya lo verás. Sólo: "Aguanta la respiración...
— Cuenta los días — continuó.
— ¡Pronto te graduaras! — terminaron juntos la frase una vez más comenzando a caminar y pronto llegando a la entrada del patio — Sé que la señal no funciona, pero intenta llamarme o envíame un mensaje cuando llegues — pidió, plantándole un abrazo a Rachel de despedida.
— Sí, lo haré — respondió, rodando los ojos con fastidio. A veces, Daniel parecía más un padre sobreprotector que un amigo.
La despedida terminó y con prisa Rachel se alejó rumbo a la entrada del instituto. Al llegar al edificio central, rodeó la fuente de mármol de la entrada principal, emocionada y decidida a salir. Sin embargo, un súbito y veloz viento escapó del jardín vidriado, elevando su cabello y capturando su atención, deteniéndola en seco.
Entonces la vista de Rachel quedó atrapada por algo o alguien allí dentro de aquel jardín; aquel era un santuario en el instituto un lugar al cual nadie ingresaba, un lugar con historia en Villa Lóbrega, una que Rachel no conocía muy bien ni le había interesado jamás hacerlo. Y es que poco le importaba conocer de él cuando lo único que deseaba era escapar.
El instituto todavía zumba con problemas y Rachel fue capturada por uno diferente. Este era un chico, un extraño, un rostro nuevo en el pueblo que la sorprendió sobre todo porque este estaba pintado de negro y blanco formando un casi perfecto dibujo de una calavera en el. Su mano estaba extendida por sobre su cabeza arrancando una última pálida máscara que colgaba de una rama del viejo árbol del jardín.
Rachel lo observo detenidamente incluso su ropa decía que el no pertenecía allí, porque no llevaba puesto el uniforme escolar. Vestido de un impecable color oscuro combinaba a la perfección su negra camiseta, pantalones y borcegos.
Finalmente cuando él dejó caer la mascara dentro de una bolsa de nailon negra, su mirada de un celeste cielo la noto observándolo. Sin tiempo a apartar la suya Rachel solo se quedo allí viéndolo.
— Hola — la saludo y como lo hacen los problemas a los que los buscan a ella le invadió el deseo de acercarse a él — ¿Acaso fui demasiado puntual? — preguntó, mirando a su alrededor, notando que no había ninguna otra alma en el lugar.
Antes de responder Rachel desvió la mirada hacia la abultada bolsa, repleta de máscaras blancas. «Un habilidoso jugador», pensó. «Un tramposo»..
— ¿Para la fiesta de disfraces?. Sí — afirmó con una sonrisa amigable — Todos deseando escapar y tú acabas de llegar — agregó notando que su anterior comentario no le hizo mucha gracia.
— Solo los cobardes huyen — aclaro él con una sobrevia sonrisa sin dejar de mirarla.
— Bueno. Yo aun sigo aqui — explicó Rachel, levantando las manos en señal de inocencia — Y, además, parece que va a llover.
— Aquí siempre llueve — dijo rodando los ojos ante la ovbiedad — Pero... oí que el juego será divertido. Y, sinceramente, creo que llevo ventaja — aclaro giñandole un ojo y sacudiendo la bolsa provoco un sonido plástico en ella.
— ¿Eso no es trampa? — preguntó Rachel suspicas.
— La puerta estaba abierta — se defendió — Y... No tengo testigos de nada — confeso mirándola buscando complicidad en ella.
— No — empezó negando con la cabeza — Tienes una compañera de juego — terminó. Si él se apuntaba a aquel juego, ella también lo haría.
— Ja — lanzo una risa seca y la miro intrigado dando un paso hacia ella — Perdona. No capte tu nombre.
— Nunca lo tire — le refutó con una media sonrisa. Y entonces, sin previo aviso, él tomó su mano.
— Bueno, yo soy Derek...
Se presentó al mismo tiempo que todo en su interior y el pueblo explotó.
************♥ ***********
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro