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Capítulo 19 "Fiel"

- Rachel... Ra... - gruño Derek sintiéndose caer en el vacío de sus sueños tan reales, pero despertó por completo producto de el desagradable dolor penetrando en su vientre.

- Ella está bien. Quédate quieto - ordenó Teresa.

- ¿Qué diablos haces tú aquí? - pregunto Derek con una voz extremadamente cansada y gruesa. Tenía la mirada clavada en ella pero aún estaba somnoliento sin poder verla con exacta claridad. La había reconocido totalmente por su voz.

- Salvándote la vida ¿Qué más? - dijo sin ánimos Teresa - Ahora quédate quieto - ordenó seriamente tratando que el volviera a su posición original.

- Ella, ¿Dónde está? - preguntó Derek negándose.

Teresa lo miró en verdad molesta, detestaba no ser obedecida. Estaba tan acostumbrada a mandar sobre sus pacientes quienes acataban sus órdenes siempre a la perfección.

- Si te quedas quieto te lo diré - negocio y Derek le obedeció de la mala manera - ¡Bien! - suspiro - Ella estará bien. Un colega la está cuidando.

Aquello pareció inquietar aún más a Derek en lugar de tranquilizarlo.

- ¿Qué colega? ¿Jonathan? - preguntó casi poniéndose de pie, pero temblando en el intento.

- ¡Imbécil!, vas a abrir la sutura - advirtió Teresa - Además Jonathan se ha ido - dijo - Ella fue por tus medicinas con Conner.

- ¡Genial! ¿Pero quien diablos es Conner?

- Ella estará bien ¿okey? - casi grito -  No te preocupes. El sabe como cuidarla y ella también - explicó.

Derek se recostó sobre el suelo dejando que Teresa hiciera su trabajo de muy mala gana.

Con sus caderas anchas y contoneantes ella caminó hasta el baño y volvió con una gasa húmeda la cual utilizó para limpiar lejos de la herida recién suturada a aquella sangre que había manchado todo su vientre.

- Ella también se preocupó por ti - comentó bajo. Derek miró a la morena de forma peculiar e incrédulo. Era como si aquello no hubiera salido de sus labios en verdad - Apuesto a que si me hubiera negado a ayudarte, ella habría encontrado la manera de dejarme inconsciente y arrastrarme hasta aquí para luego obligarme a curarte - dijo con una sonrisa muy pequeña en su rostro - Es difícil no envidiar tanta lealtad - murmuró finalmente.

- Si, lo es - dijo Derek con la mirada en la única ventana del lugar - Jamás conocí a alguien así - creyó.

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Orfanato Dulce María
Varios años atrás

Las nubes que se aproximaban eran grises y espesas, amenazando el avecinamiento de la tormenta. Mirando a la unica parte del cielo aún celeste Derek cerró los ojos suspirante.

El chirriante sonido de una sirena lo turbó por un momento, pero él permaneció en silencio y acostado sobre el marco de las ventanas de la iglesia, con las manos recogidas sobre su pecho, solemnemente.

La luz blanquecina verde que se filtraba por el ventanal lo incomodaba y entonces vio de reojo a la ambulancia que comenzaba a estacionarse sobre la vereda.

Unos pasos se escucharon y Miguel apareció en la habitación con una taza de chocolate caliente entre las manos. Observó a su compañero detenidamente y luego habló.

- ¿Estás bien? - pregunto acomodando con su mano libre sus grandes lentes de montura metálica.

- Que te importa - gruñó Derek en respuesta cubriéndose la vista de la cegadora luz del sol que abandonaba una nube gris.

Con los ojos entrecerrados probó ver a su compañero de cuarto quien también lo miró mientras colocaba la taza en la mesa de luz.

- ¿Una mala noche eh Derek? - pregunto tomando lugar en su cama, el duro colchón lo recibió provocando un choque de maderas. Miguel ensanchó la mirada mientras se hundía junto con el colchón hasta tocar el suelo. Entonces Derek sonrió libremente y lanzó una carcajada - Hijo de puta - gritó Miguel desde el suelo, un grito que había sido apagado en su gran mayoría por el colchón, pero aún así Derek logró escucharle.

Sonriente se puso de pie y frente a Miguel se llevó el dedo índice a los labios.

- ¡Shii!. A Dios no le gustan las blasfemias - explico.

La mirada de odio que Miguel le lanzaba desde aquel agujero hizo reír aun mas a Derek. Hacerle bromas y maldades a Miguel era uno de sus placeres favoritos. Y por más veces que utilizará ese truco separando las tablillas de la cama; Miguel siempre caía literal y físicamente en el.

- Ya verás. Te are cosas que Dios quitará su maldita mirada de la faz de la tierra - grito.

Derek sonrió libremente mientras se dirigía a la puerta. Demostrándole a su amigo el poco efecto que su amenaza le causaba.

Camino por los pasillos con las manos en los bolsillos notando el excesivo movimiento que rondaba por el lugar.

«¿Y ahora qué?» se preguntó de pronto. Viendo a las monjas presurosas que rezaban murmurantes.

- ¡Oh Dios mío! - grito una de ellas.

Incluso pudo escuchar a una romper en llanto. Entonces Derek se abrió paso entre la multitud chocando de frente contra una camilla de la cual casi tumbó el cuerpo que llevaban en ella, pero en lugar de ello movió la bolsa que lo cubría.

Aturdido admiro la cara de aquel cuerpo, era una niña rubia de cabellos rizados, su piel estaba pálida y tenía los labios morados completamente hinchados con sangre reseca en ellos.

No era la primera vez que Derek veía un cuerpo aún con sus jóvenes 12 años, pero aquello provocaba algo distinto en él. Aquella era la niña que él había inculpado del robo, jamás ni en sus más remotas pesadillas se habría imaginado que ella acabaría con ese final.

El convento era el infierno para el; Crucial paradoja, pero aquello no justificaba aquella muerte, jamás un niño había muerto allí y el hecho ahora lo dejaba con grandes desconciertos.

- A un lado niño - ordenó el camillero alejándolo suavemente, pero de forma precavida.

- ¿Qué le pasó? - pregunto el a las monjas que estaban a un lado murmurando.

- Los niños no deberían estar aquí - masculló la hermana y tomándole de la oreja lo arrastró hasta el pabellón de niños.

- Ya déjeme maldita Gorda - chillo Derek.

La monja que en verdad era obesa apretó aún más su regordetes dedos tirando también de su cabello rubio y en segundos lo tumbó dentro de la habitación.

Cuando este se puso de pie le enseñó la lengua, pero acabó por mordecela cuando Miguel se abalanzó sobre él y lo tumbó en el suelo nuevamente. Ambos chicos forcejeaban y se lanzaban golpes iniciando una pelea.

- ¡Niños! - gritó la monja, pero ninguno se detuvo - Son como animales - murmuró arta cerrando la puerta y dejando a ambos pelear.

Derek abofeteó a Miguel desacomodandole los lentes de la cara y él en respuesta le arrancó la corbata en un intento por tomarle del cuello. Cansado Derek se lo quitó de encima con una patada en el vientre. El niño cayó de cola al suelo y se llevó las manos al lugar adolorido

- ¿Qué carajos te pasa? - masculló aun en el suelo elevándose con los codos, su rostro estaba rojo encendido en ira - Tu las haces, pero no te gusta que te las hagan. Deberías estarme agradecido porque no le dije nada a la gorda esa - se quejo.

- Hoy no estoy de puto humor ¿Okey? - advirtió Derek en el otro extremo con la espalda sobre la pared viendo a la ventana frente a él - ¿Agradecido? - bufó por lo bajo.

- No me digas - pidió Miguel poniéndose en cuclillas e intentando limpiar los vidrios de sus dañados lentes - Viste a la niñita y te entró el compasivo, siempre con un carácter tan débil Derek - se burló.

Producto de aquel comentario Derek abandonó aquel sentimiento de culpa en un instante. Para él no había nada peor e insultante que ser llamado de esa forma: "Débil"

- Te enseñaré quién es el débil - grito empuñando las manos para golpear a Miguel con el puño cerrado.

La pelea continuaba siempre así, hasta que uno cedía o se disculpaba, pero casi siempre acababan abrazándose tumbados en el piso con sus rodillas raspadas, orejas y mejillas rojas e hinchadas. Ambos también luciendo unos trajecitos grises. El típico atuendo de niños de orfanato.

Finalmente con el brazo posado, descansando en el hombro del otro miraban al techo planeando realizar alguna otra maldad hacia la obesa madre superiora o alguna molesta hermana. Talvez también robar las ofrendas de la próxima misa o sólo acosar a alguna linda compañera de clase.

Nada más importaba porque aquel había sido el primer y único amigo, casi hermano que Derek había considerado fiel en su vida.

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Miguel
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