
Capítulo 14 "Una Cuenta Saldada"
La hicieron tocar fondo,
pero sabia nadar.
~José Luis San Pedro.
2 de Noviembre
Derek
Cuando Rachel se recompuso no estaba segura de qué papel desempeñar. Desde el principio seguramente había querido mantener cierta distancia algo profesional entre ambos, pero una vez más la barrera física y emocional se había roto por completo.
Se alejó de mi lentamente evitando mirarme; ahora avergonzada por la incómoda situación a la que me había arrastrado.
— ¿Te encuentras mejor? — le pregunté al fin.
Ella asintió.
— ¿Qué está mal? — volví a preguntar — Tu cara esta de un rojo brillante.
Incomoda ella se llevó su dedos a su nuca nerviosa.
— Tengo calor... — me mintió — Creo que me resfriaré — agregó para ser más convincente.
— Ten. Toma esto — le ofrecí una botella de agua de mi mochila.
Rachel estaba tan castañeante, que aún podía verla temblando frente a mi.
— ¿Qué ocurre? — ahora ella me pregunto porque yo no le apartaba la mirada ni por un momento.
— No es nada... sólo me preocupo — admití.
Ante el comentario Rachel se sonrojo aún más y atorándose con el líquido aún en su boca, tosió.
Coloque mi mano en su espalda dándole pequeños golpecitos consecutivos — ¿Mejor?
— Mejor — dijo y suspiró sintiendo por fin el aire entrar y salir de ella con libertad.
— Vamos. Te dije que no me serbias muerta — la alenté — Así que porfavor trata de resistir — suspire aun acariciando su espalda.
— ¿Y yo te dije que hueles horrible? — pregunto alejándose de mi con brusquedad.
Entonces lancé una carcajada.
— Me han dicho cosas peores — afirmé — Pero nunca esa.
— ¿Porque no me sorprende? — preguntó con ironía — ¡Vamos!. Hueles a estación de servicio — informó poniéndose de pie y fingiendo taparse la nariz ante el aroma que yo aun emanaba; gasolina — Tomemos una ducha.
Entonces sonreí teniendo en mi mente un comentario con doble sentido, pero no animándome a decirlo solo agregué:
— ¿También me contarás un cuento antes de dormir o puedo pedirte un masaje? — pregunte divertido.
— Por favor, el cuento solo se les da a los niños buenos, lo cual tu... — no termino, dejo la respuesta en el aire.
— Soy un niño bueno — me queje — Entonces el masaje — insisti levantando el bolso y tocándome la nuca para fingir molestia en ella — Dormir en el suelo no es lo mío — agregue.
— Tampoco es lo mío. Si quieres bajarte del juego yo no me opongo...
— Olvídalo — la interrumpí — Solo estaba bromeando — agrege avanzando.
Pero Rachel no me siguió. Se quedo recostada en la pared subiendo y estirando su pierna acalambrada.
— ...Y de ahora en más, déjame esto a mi — ordene mientras tomaba también las correas de la mochila en mis manos.
— No — se quejó mirándome con firmeza — No tienes que hacer eso...
— ¿Hacer que?
— Ser amable. No soy una inútil...
— En primer lugar, yo jamas diría eso — dije colocándome la mochila — Y en segundo. Ahora definitivamente si me debes un masaje — agregue solo para molestarla y comenzando a avanzar.
— Sigue soñando — masculló, pero yo solo me reí victorioso.
Tal vez estaba cometiendo un error mostrándome tan amable y condescendiente con ella, porque nada de lo que ella hiciera me haría cambiar de opinión sobre el destino que le tenía planeado, pero algo en mi interior me advertía que aquellos gestos podían peligrosamente transformarse en verdad si no me concentraba lo suficiente en mi verdadero objetivó:
Ganar.
*******🎭******
Rachel
Aun era de madrugada. Cuando quite de un estante la ropa y aspire el delicado aroma a suavizante en la camisa de un color extremadamente blanco; con ella en mis manos avance dos paso dejandola junto a unos pantalones de mezclilla negros. También a su lado coloque dos pares perfectos de zapatos bien lustrados y brillantes.
Sabía que él de todas formas no se los pondría, ni aunque completara el atuendo, pero de igual forma deje todo sobre la banca del vestuario.
— Esto te servirá — avise, pero él no me respondió.
Entonces lancé una mirada rápida y furtiva en su dirección observándolo como se quitaba la camiseta. Su constitución era atlética, pero no como si fuera un loco del gimnasio. Sus brazos estaban bien formados y su torso igual.
— Gracias — exclamó mirándome de reojo y entonces meneé la cabeza avergonzada retirándome del lugar a presurosos pasos.
Afuera junto a la piscina el lugar estaba tan solitario y silencioso que podía escuchar mis propios pasos y propia respiración, pero entonces escuché algo más. Voltee sobre mi eje para vislumbrar qué o quién era aquello.
— ¡Bhu! — susurró una voz.
Mire a la persona ahora frente a mi. Él aún tenía puesto el uniforme del instituto sin mancha alguna. Y aunque lo conocía retrocedi de él precavida.
— Bruno — mencione su nombre.
— Rachel — me devolvió — ¿Qué haces, merodeando por aquí tan sola?
— ¿Quién dice que lo estoy? — devolvi la pregunta con perspicacia.
El chico de cabello cobrizo me miró tan fijamente ahora pasando a mi derecha rodeándome y observándome inquisidor.
— ¿Quién podría creer en tus mentiras Rachel? — me preguntó ahora junto a mi lado izquierdo. Entonces mire de reojo a aquellos ojos verdes que por el reflejo del agua ahora tenían un atrapante color esmeralda.
— Sólo porque las tuyas son tan fáciles de creer no quiere decir que las mías pierdan efecto — recrimine recordando todas aquellas mentiras que él había dicho y que habían manchado mi nombre y reputación con tanta facilidad y para siempre.
— ¡Ah! Creí que eso había quedado en el pasado — se quejó victimario.
— ¿Que no lo recuerdas?. Nada queda enterrado en el pasado — masculle.
— Será porque tu eres quien se empeña tanto en no olvidar — agregó él y su vista paseó por el lugar — ¡Mira!. ¿Este lugar no te trae recuerdos? — preguntó con una alegre voz — Es casi donde todo comenzó. Y nuestra linda amistad se forjó — dijo sonriendo animado y cruzando una vez más tras de mi.
— Entonces el infierno se forjó para mí — confesé buscándole con la mirada — Lo que tu hiciste... ellos... — no pude continuar sintiendo como el dolor, la bronca y la impotencia formaba un incómodo nudo en mi garganta.
— Nosotros — corrigió su voz ahora sonando muy junto a mi y me alejé.
— ¿Nosotros? — pregunte con notable asco y Bruno sonrío acercándose.
— Eramos un grupo, un buen equipo, pero tu no pudiste mantener la boca cerrada. ¿No pudiste vivir con el recuerdo no?. Tenías que buscar ayuda, contarle a alguien lo que paso con Damian. Desenterrar el pasado ¿Para que? — insistió.
— Para hacer justicia — explique empujándolo, pero el no retrocedió.
— ¿Justicia? — gruño meneando la cabeza — ¿Como lo que le hiciste a Cristian? — preguntó e imágenes de esa noche en la carretera volvieron a mi mente, la luz del auto, la sangre en mis manos — Dime algo — pidió sujetando mi brazo — ¿Lo gozaste? ¿Gozaste tu venganza? — preguntó con ira.
— Eso no fue... yo no... fue un accidente.
— ¡No te atrevas a negarlo!
— Yo no soy un monstruo como ustedes — recriminé apartando mi mano de el.
Bruno lanzó una risa burlona y agitada mientras bruscamente tomaba del cuello de mi camisa.
— Todos somos monstruos Rachel, te darás cuenta de eso cuando al fin sedas la pelea contra lo inevitable — explicó mientras tortuosamente con la mano libre acariciaba mi cabello — ¿Querías venganza? — preguntó — Aún la quieres — explicó viéndome como si pudiera leer mis mas oscuros deseos — Sabes que con Cristian no fue suficiente, sabes que también soy culpable. Cristian, Jonathan, incluso Ivan...
— Cállate...
— Oh — exclamo — ¿Ya fuiste tras él no es así?. ¿Quien sigue Jhonatan o yo? — pregunto melodioso — Te falta poco Rachel. ¿Qué estas esperando?
— Ya basta...
— Solo tómame Rachel, toma tu venganza — ofreció soltando lentamente mi cuello — ¡Tómala! — gritó y negué con la cabeza — ¡Te ordenó que la tomes! — me gritó enfurecido.
Entonces mi vista se fijó en las notables venas rojas los ojos del muchacho y como este estaba desesperado, consumido por la culpa o el rencor.
********🎭******
31 de Octubre
La puerta resonó con tres golpes fuertes. Eran pasadas las doce de la noche y aun no acababa de desempacar. Me acerque a la puerta mirando primero el ojo de gato antes de abrir y reconociéndo a quien tocaba.
— ¿Bruno? — pregunte con sorpresa él tenía el rostro pálido, demacrado, los ojos rojos y ojerosos.
— Rachel — chilló arrastrando las palabras. Al instante comprendí su estado. Estaba ebrio — ¿Po... podemos hablar?.
— Es tarde — explique sin deseos de abrir la puerta.
— Lose es solo que... sabes que lo lamento, enserió lamento lo que hicimos. Porfavor ábreme. ¿Rachel...
— ¿Que lamentas? — pregunté.
— Todo...
— ¿Qué es todo? — insistí.
— Rachel — suplicó el muchacho colocando su mano en la puerta como si de esa forma pudiera tocarme — No fui yo Rachel... Sabes que yo no te haría eso...
Entonces cerré los ojos conteniendo las lágrimas por el dolor que me causaba solo recordar aquella noche y cuando lo abrí mire a la cicatriz en mi pierna que solo me dio aún más ánimos para seguir.
— ¿Quién entonces? — pregunte.
— Son mis amigos... Rachel... — insistió.
— Vete a casa. — le pedí entonces apartándome de la puerta.
— No quiero. No puedo dormir allí... no puedo hacerlo en ningún lado — confeso — Su maldita imagen viene todas las malditas noches — explico golpenado la puerta — y... cada vez que estoy en la ducha el agua... es como un tormento. ¿Que hago?. ¿Qué tengo que hacer para que se detenga?... — chilló rendido.
— Tu ya sabes lo que tienes que hacer — explique recostada sobre la puerta una vez más.
— Son mis amigos... Rachel — se volvió a quejar.
*******🎭********
— La culpa y el tormento que sientes son para mi venganza suficiente — refute dandole a entender que yo jamás cedería a tan desagradable petición.
El ceño del muchacho que estaba divertido de pronto se ensombreció.
— Entonces muere — pidió y en un movimiento me tumbó dentro de la piscina.
Mi cuerpo cayó en seco, el agua de la piscina me acunó a la perfección solo dejando un corto eco chapoteante en el lugar.
Cerré los ojos sintiendo como el agua me inundaba y luchando por salir fuera de esta no lo logré.
Imágenes vinieron a mi mente recordando a aquel ser que se agitaba y se retorcía en el arroyo mientras el agua lodosa le corría sobre la cara haciendo que sus alaridos sonarán burbujeantes.
De la misma manera ahora yo me sumergían y volvían a salir, escupiendo y tragando el agua mientras Bruno colocaba su pie sobre él, pero en esta ocasión era su mano enredada con mi largo cabello lo que me empujaba aún más dentro del agua.
— Muere... muere — me gritaba Bruno igual que aquella vez.
Desesperada manotee con frenesí, mi cuerpo se comenzaba a cansar de aquellos intentos fallidos y nadaba menos, según el pánico y el agua se iba imponiendo pesado dentro de mi, pero no me rendí. En un último intento, jale de aquella mano, arañándola con fuerza y colocando mis pies en la pared de la piscina, impulsé mi propio cuerpo hacia un lado y luego hacia abajo.
Las líneas de sangre en la mano de Bruno se desdibujaron con el agua cuando su cuerpo tambien cayó dentro de la piscina realizando casi el mismo impacto y eco rebosante en el lugar.
Finalmente mi cuerpo casi sin aire se deslizó con ligeresa y facilidad al fondo de la piscina y cuando mi pies lo tocaron me impulsé hacia arriba con toda la fuerza que aún abarcaba en mi interior.
Finalmente al salir a la superficie mi respiración evocó un sonido tan sibilante que Derek en el otro extremo de la piscina me escuchó y corrió a la orilla.
— ¡Rachel! — me llamo extendiéndome su mano. La cual vi como un barco ve la luz de un faro en medio de una tormenta nocturna.
Nade rápida y veloz hacia ella, notando que Bruno comenzaba a llegar a la superficie.
Tome la mano de Derek con firmeza, y mi cuerpo pesado y húmedo fue impulsado por esta hacia arriba con rapidez.
Finalmente me tumbé en el seguro suelo tosiendo, escupiendo agua y respirando con frenesí. El aire entraba en mi cuerpo tan pesadamente y con dificultad que aun podía sentir como si estuviera bajo la presión del agua.
Derek me miró fijamente por un momento y luego a Bruno. Había llegado justo a tiempo.
Aún me encontraba recuperado el aliento mirando al ensombrecido techo del lugar y como la luz del fondo de la piscina reflejaba ahí el pronuncioso movimiento del agua, que apenas note cuando los pesados pasos de Derek se dirigieron a donde Bruno se disponía a salir de la piscina.
Las rasguñadas mano de Bruno cayeron pesadamente en la orilla; su respiración cargada chocando dura y aspera contra ésta, pero pronto su mirada abandono el suelo vislumbraron las negras botas frente a él haciendo que el semblante de su rostro decayera considerablemente.
— ¡Al diablo! — murmuró él.
Derek colocó su mano en la cabeza de Bruno ahora él enredando sus dedos en su rojizo cabello y jalandolo lo obligo a mirarlo.
— Salúdale de mi parte — pidió Derek con una apenas percibíble y sombría sonrisa dibujada en su rostro.
Entonces lo hundió en el agua. Nuevamente comencé a escuchar los chapoteos y a la revuelta de agua con violencia. Derek se arrodilló junto a la piscina su rostro estaba inclinado con la cabeza gacha observando sus mano, las cuales sujetaban la cabeza de Bruno y la mantenían bajo el agua con potencia.
Bruno se sumergía y volvían a salir, escupiendo y tragando abundante agua. Manoteaba más y nadaba menos, según el horror y miedo iba en aumento. Los largos dedos de él arañaban inútilmente la orilla de hormigón pulido buscando asidero.
— Derek — murmure comenzando a toser. La falta de aire aún era evidente en mi.
Escuche los ecos inexpresivos de sus gritos por corto lapso de tiempo del que esperaba y sin poder escupir palabra alguna; hasta que el cuerpo de Bruno quedó flotando boca abajo, como un extraño objeto inanimado y sin vida.
Solo entonces chille bajo y melodiosamente cerrando los ojos con fuerza; y apartando la cabeza como si aun pudiera ver aquello.
Sentí mis propias lágrimas derramadas producto del calor que estas producían en mis aún húmedas mejillas y abrazándome a sí misma aún de rodillas en el suelo comencé a negar con la cabeza a aquella imagen mental que me sobrevenía y es que de no haber sido por mi fuerza de voluntad mi destino apenas minutos o tal vez segundos antes habría sido el mismo que el de aquel cuerpo.
Lentamente sentí el leve viento tras mi espalda que evidenciaba la cercanía de Derek y entonces la seca tela de una toalla cayó livianamente sobre mis hombros.
— Estoy bien — dio aviso a aquella borrosa figura por mis lágrimas y tomando los extremos de la toalla me envolví con ella — Estamos bien — dije para mi misma mientras recordaba la figura lodosa, sus ojos y rostro chorreante de largas vetas de sangre producto de los golpes que Bruno, Ivan, Jonathan y Cristian le habían dado.
«Ahora lo estamos» pensé. Y aquello era verdad. Un peso invisible e intactable ahora había abandonado mi cuerpo, yo había saldado una deuda con aquel fantasma persiguiendo un objetivo injurioso antes que reparador aunque así momentáneamente se sintiera.
Ahora contemplaba un marcado camino que podía llegar a ser solo de ida; porque sin darme cuenta finalmente comenzaba a palpar y sentir muy cerca a ese monstruo que tanto había negado ser.
Y la venganza aquel objetivo injurioso ahora ya no reposaba en mis manchadas manos de sangre, ahora sin darse cuenta lo estaba haciendo en las de Derek.
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